1 2 Dominación y movilizaciones Estudios sociológicos sobre el capital militante y el capital escolar 3 Traducción: Alicia B. Gutiérrez © Ferreyra Editor, 2007 Av. Valparaíso km. 6½ - 5016 Córdoba E-mail: [email protected] ISBN Nº 978-987-1110-65-0 Impreso en Argentina Printed in Argentina Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 4 Franck Poupeau Dominación y movilizaciones Estudios sociológicos sobre el capital militante y el capital escolar Colección Enjeux Directora: Alicia B. Gutiérrez Ferreyra Editor 5 6 Índice Introducción..................................................................................................9 Parte 1 LA MOVILIZACIÓN DEL CAPITAL MILITANTE 1. Pensar la dominación. La filosofía a prueba de las ciencias sociales .........................................................................15 2. El capital militante. Intento de definición.........................................37 3. Volver a las luchas. Elementos para una crítica de la protesta.....45 4. La guerra del agua. Cochabamba, Bolivia, 1999-2001....................55 5. ¿Otro mundo es posible? Autogestión contra privatización .........63 6. Políticas de la penuria..........................................................................69 7. Sobre dos formas de capital internacional. Las "elites de la globalización" en Bolivia.........................................89 Parte 2 LA DEVALUACIÓN DEL CAPITAL ESCOLAR 8. La escuela de la remediación. De la internacionalización de los sistemas de educación a la administración institucional de los flujos escolares..................................................105 9. Lo que está en juego en la descentralización de la educación.....129 10.Violencias escolares: ¿falta de la escuela? De la ilusión promocional a la remediación social..............................................135 11. La medición de la "democratización escolar". Notas sobre los usos sociológicos de los indicadores estadísticos....................143 12. Colegios de suburbios y liceos prestigiosos. Notas sobre los tratamientos diferenciales de dos movilizaciones escolares ...............................................................................................169 7 13. Profesores en huelga. Las condiciones sociales de un movimiento de protesta docente......................................................179 14. Evitación escolar y clases sociales. Esbozo de modelización estadística sobre la escolarización de las "clases medias" en París.................................................................................................201 8 Introducción La sociología de los movimientos sociales ha devenido una sub- disciplina consagrada, hiperespecializada y rutinaria. En América La- tina, la índole aburrida y repetitiva de los innumerables libros que tra- tan sobre las protestas políticas constituyen, de hecho, el reflejo de una crisis más amplia que atraviesa el campo de las ciencias sociales: teo- rías de la acción racional, de la movilización de los recursos, de la pri- vación relativa, de los actores sociales, son tantos paradigmas que se encuentran con frecuencia compilados, según un orden dado o desor- denados, al comienzo de cada estudio sobre las protestas que se han multiplicado en el continente en estos últimos años. Pasada la etapa del “marco teórico”, se llega entonces a exposiciones de meros aconteci- mientos de movilizaciones, antes de terminar con conclusiones que mezclan confusamente descolonización del Estado, mundialización y crítica del neoliberalismo. La constatación es dura, sin duda demasiado rígida –pero ape- nas caricaturesca, desgraciadamente–. El trabajo presentado aquí no pretende resolver definitivamente este problema: ante todo, está com- puesto de una serie de estudios que permiten, en su conjunto, esbozar una reestructuración teórica, en espera de un trabajo más sistemático sobre la cuestión. Sin embargo, los artículos reunidos tienen su cohe- rencia: se trate de protestas sociales en Bolivia, de los movimientos al- termundialistas recientes o de protestas docentes en Francia, todos gi- ran en torno a un mismo problema: ¿Qué es lo que permite explicar, en el sentido fuerte, que se movilice la gente, individual y colectivamente? En el sentido fuerte : porque dar cuenta de formas de compromiso no puede consistir simplemente en describir un encadenamiento de “mo- tivaciones” supuestas, y reconstruidas a posteriori en la ilusión empiris- ta del investigador que cree develarlas de los hechos allí donde no hace sino proyectar sus categorías de pensamiento y, frecuentemente, sus propios deseos políticos. A fin de elaborar un análisis del compromiso político escapando a esos defectos, ha sido necesario, en primer lugar, reubicar las luchas sociales en el marco de un análisis más general de la dominación: uno no se moviliza si no acepta un estado de hecho, una situación presente. Como lo ha mostrado Pierre Bourdieu, esta aceptación es uno de los efectos más fuertes de una violencia simbólica, que no se impone sino por la mezcla de desconocimiento y de reconocimiento implícito 9 del orden que ella legitima. En consecuencia, la resistencia a la domina- ción no es espontánea: es necesario estar en situación de analizar la situación, de sentirse autorizado a juzgar y a evaluar. La puesta en evi- dencia de los vínculos entre opinión pública y capital cultural constitu- ye sin ninguna duda uno de los grandes aportes de la sociología bour- dieusiana a las ciencias políticas: el hecho de tener una opinión política y de expresarla públicamente, requiere un cierto número de condicio- nes, entre las cuales la posesión de un capital escolar. Numerosas in- vestigaciones, como la de Bernard Pudal sobre los dirigentes comunis- tas o la de Pierre Rimbert sobre los obreros siderúrgicos de Lorena, han confirmado esta relación1. Pero si el capital escolar constituye con frecuencia una condición esencial del capital militante, no es forzosamente la condición suficien- te, y sería erróneo considerar un vínculo mecánico entre las dos formas del capital: el compromiso político pone en juego formas de aprendiza- je que se sitúan menos en la escolarización que en la socialización en el seno de un grupo movilizado o de un marco organizacional (partido, sindicato, asociación, etc.). Aquí se puede hacer referencia a la figura del obrero autodidacta cara a la literatura proletaria, que encuentra en el horizonte revolucionario la motivación y los medios (cursos de no- che, libros prestados, etc.) para completar su formación. Por esta razón, la noción de capital militante responde no solamente a la necesidad de tomar en cuenta un conjunto de “recursos” que designan el hecho de poseer diversos capitales (cultural, escolar, social, incluso económico), sino también el dominio práctico de un cierto número de técnicas, fre- cuentemente aprendidas “en el taller” –saber hablar en público, escri- bir un pasquín, dirigir un grupo, planificar una acción militante como una pegatina de carteles o la organización de una manifestación–. Como el capital cultural, el capital militante puede así existir bajo tres for- mas : en estado incorporado, como conjunto de disposiciones corporales, lingüísticas e intelectuales para producir las actitudes más esperadas por el medio, gracias a las técnicas políticas indispensables para dirigir un grupo, o realizar una acción ; en estado objetivado, bajo la forma de cultura política materializada en los libros, revistas, carteles, fotos, pero también bajo la forma de locales, de material (banderas, pancartas, etc.) o de personal organizado disponible y movilizable para conducir una acción, producir un informe, etc.; en estado institucionalizado, bajo la for- 1 Bernard Pudal, Prendre parti. Pour une sociologie politique du Parti communiste français, Paris, Presses de la fondation nationale de sciences politiques, 1989; Pierre Rimbert, “Devenir syndicaliste ouvrier. Journal d’un délégué CGT de la métallurgie”, Actes de la recherche en sciences sociales, n°155, 2004, pp.34-75. 10