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Digimon Adventure 1 PDF

110 Pages·2014·0.84 MB·Spanish
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Laín Coubert DIGIMON ADVENTURE -AHORA LA AVENTURA COMIENZA- Tomo 1 Los gobernantes de las tinieblas desean sellar los cuatro pilares del mundo, a como dé lugar, para obtener poder. Libro de Revelaciones Digimon. Capítulo 8, verso 5. 1 PRÓLOGO En un cielo tan azul que parecía recién pintado, algo blanco apareció, estropeando su superficie. Rugidos de motor podían oírse desde no muy lejos, provenientes de dos seres rojos persiguiendo acaloradamente al objeto blanco. Este último tenía la piel tan lisa que parecía hecha de metal. Los rayos del sol lo hacían brillar intensamente mientras sus brazos extraordinariamente largos (más largos que su propio cuerpo) sujetaban cuidadosamente varios objetos más pequeños que parecían huevos. Sus perseguidores, por otra parte, eran de color rojizo y tenían forma cilíndrica. Un incontable número de ellos adoptó una posición de batalla y disparó una serie de granadas de sus brazos. El objeto blanco se desplazó rápidamente a la izquierda y a la derecha para esquivar los ataques, pero al haber demasiados enemigos atacando al mismo tiempo, no pudo eludirlos a todos. En varias oportunidades le dispararon en la espalda, en los hombros, y otras en la palma de la mano. Entonces, uno de los huevos se soltó. El objeto blanco se percató inmediatamente e intentó descender para recuperarlo, pero los persistentes ataques de sus perseguidores le impidieron hacerlo. Miró hacia atrás al huevo caer y, lamentándose, retomó el vuelo para continuar con su huida. A medida que el bombardeo cesaba en la distancia, el huevo caía hacia un denso y oscuro bosque que se extendía por kilómetros… 2 CAPÍTULO I -A la deriva- ① ESE VERANO –¿Estás bien?– preguntó Taichi Yagami a su hermana menor, Hikari, mientas le colocaba un paño de gel fresco sobre la frente. La pobre chica estaba temblando de fiebre bajo las sábanas. –Si– dijo Hikari con la mejor sonrisa que pudo. –Ya veo– Taichi se convenció y se regañó. Ahora comprendía que eran los síntomas de un resfrío lo que estaba encubando el día anterior. Pero al no darse cuenta, la llevó consigo de compras por las cosas para el campamento de hoy (aunque la lista consistía tan sólo en un montón de dulces). Pensó que estaba actuando extraño, pero no creyó que se debía a un resfriado… Debió haber comenzado ayer por la mañana, mientras miraban televisión juntos. En ese momento, una emisora de noticias estaba reportando la anormalidad climática en todo el mundo. Aunque era pleno verano, América estaba cubierta de nieve, mientras fuertes lluvias inundaban el Oriente Medio. Por el contrario, los pantanos del sureste de Asia se secaron completamente debido a la sequía. –Se equivoca– dijo Hikari cuando el meteorólogo anunció que todo se debía a la destrucción del medio ambiente. –¿Eh?– Taichi, que había estado rellenando sus mejillas con tostadas cubiertas con huevo y rebanadas de tomate y jamón, la miró estupefacto. Los ojos de Hikari se fijaron en la pantalla, que no mostraba nada en particular, al menos en lo que Taichi podía ver. Como si estuviera soñando, suavemente susurró una palabra desconocida. –Digi…mon. –¿Digimon? ¿Qué es eso?– preguntó Taichi arqueando las cejas. Esta vez, Hikari apartó la vista de la pantalla para mirarlo con ojos bien abiertos. –¿No puedes verlo, hermano?– preguntó a su vez. –¿Ver que…?– Taichi miró la pantalla. –No veo nada. 3 –Oh…no importa. No te preocupes– Hikari sonrió, antes de volver la mirada hacia el televisor. Sus largas pestañas la hacían lucir un poco triste, notó Taichi mientras la miraba de perfil. Probablemente desde entonces tenía fiebre. Ahora se daba cuenta. Si hubiese tocado su frente en ese momento y la hubiese dejado descansar, la fiebre podría haberse fácilmente evitado desde el principio. Hikari había estado esperando ese viaje de campamento tanto como él… *** Entre las multitudes ruidosas que aguardaban en fila delante de los autobuses para partir, los chicos se reunieron con sus grupos asignados mientras hablaban incansablemente sobre el animé que habían visto ayer, el nuevo videojuego, los avances de la trama del manga de la última edición semanal, o sobre el romance de dos ídolos populares que tenían mucha publicidad recientemente en una revista. Pero Yamato Ishida no se involucraba con ninguno de esos grupos. No porque se sintiera solo. De hecho, muchos de sus compañeros de clase lo saludaban con un amistoso “¡Yo!” u “¡Hola!” cuando se cruzaban con él y, naturalmente, les respondía con una sonrisa. Un niño pequeño vestido con un sombrero verde y camisa de manga larga del mismo color que la camisa sin manga de Yamato, estaba parado a su lado. Aunque muchas personas hablaron con Yamato, ninguna lo hizo con el pequeño, y este nunca hizo un gesto con la mano para saludar a nadie. Simplemente estaba pegado al lado de Yamato, mirando en silencio a su alrededor, sonriendo abiertamente. La situación era de esperar, puesto que no formaba parte de esa escuela, y por lo tanto no conocía a ningún estudiante allí. Era el hermano menor de Yamato, Takeru Takaishi. La razón por la que llevaban apellidos diferentes se debía a que ambos vivían separados a causa del divorcio de sus padres. Takeru tenía permitido participar del campamento de la escuela de Yamato luego de recibir un permiso especial por parte del profesor Fujiyama; encargado de organizar el evento. Takeru no parecía preocupado, pero Yamato temía que su hermano no fuera capaz de relacionarse con los demás. Pensaba que las cosas estarían mejor si Takeru no hubiese ido desde el principio. Todo comenzó en la primera semana de julio, justo antes de comenzar las vacaciones de verano. Debido a que sus padres habían acordado los derechos de visita después de resolver su divorcio, Takeru pasó la noche en el apartamento de Yamato en Odaiba. En ese momento, los ojos de Takeru se fijaron en la fecha marcada con un círculo rojo sobre el calendario: 01 de agosto. Cuando su padre le contó que era el día del campamento de la escuela, Takeru dijo que el también deseaba ir. 4 Su padre seguramente debió haber compartido los sentimientos de pavor de Yamato. Sus problemas habían aumentado dado que ello significaba tener que llamar a su ex esposa y convencerla. Por supuesto, a pesar de refunfuñar, su expresión no demostraba que realmente fuera una molestia. El día anterior al campamento, Yamato fue a la casa de su madre en Sangenjaya en busca de Takeru. –Deberías venir a jugar de vez en cuando, Yamato– dijo su madre incómodamente a su hijo mayor mientas rellenaba con aperitivos la mochila de Takeru hasta que sus costuras quedaran casi a punto de reventar. –Sí. Incluso Yamato llegó a pensar que su corta respuesta sonó fría. –Deberías– repitió su madre alegremente, aunque su sonrisa era algo forzada. Ella sabía, de hecho antes de iniciar la conversación, que Yamato nunca iría voluntariamente. Consciente de la seria personalidad de Yamato, no dudaba que él lo consideraría una conducta inocua que equivaldría a traicionar a su padre. –¡Está bien, mamá, ya me voy! Con la mochila de Takeru ya preparada, su madre lo acompañó hasta el vestíbulo del apartamento. –Takeru, no le causes demasiados problemas a tu hermano, ¿de acuerdo?– sus palabras sonaron como si estuviera dejando a su único hijo en manos de un extraño. Por supuesto, ella no tenía ninguna mala intención. Pero Yamato no pudo evitar murmurar. –No importa si lo hace. Somos hermanos. ② DEL OTRO LADO DE LA AURORA A lo largo de todo el viaje en autobús, Mimi Tachikawa estaba tan absorta de los demás con sus amigas Taako y Mi–chan que nunca se preocupó por mirar como el paisaje cambiaba gradualmente fuera de su ventana. Tampoco estaba interesada en hacerlo de todos modos. Si le preguntaban más tarde por los puntos de referencia por los que pasó el autobús para llegar a sus campamentos en Mikami Keikoku, ella habría dicho que no tenía ni idea. 5 –¡Bien, hemos llegado!– la fuerte voz del profesor Fujiyama era útil durante los actos escolares, puesto que podía llegar hasta el final del auditorio sin la ayuda de un micrófono. Dentro del estrecho autobús, no obstante, llegó a los oídos de todos. –El grupo al que pertenecen aparece en la lista que les entregué antes de que saliéramos. Sus líderes lucirán brazaletes con sus nombres, encuéntrenlos y sigan con su grupo. Después de eso, escuchen lo que su líder les indique. Eso es todo. Mimi miró la copia impresa en sus manos. El encabezado estaba escrito a mano: “Grupo Kido” (Líder: 6to grado, Jyou Kido). –Oye, ¿Sabes quién es Kido?– le preguntó Mimi a Taako, que estaba sentada a su lado. La hoja de Taako tenía escrito: “Grupo Arihara”. –Kido debería ser…– mirando fuera de la ventana no tardó Taako en señalar…–¡Por ahí! El chico que estaba indicando vestía una camisa de cuello abierto y un chaleco estilo Ivy League. Además llevaba gafas y el brazalete que indicaba ser un líder, su brazo cargaba un bolso cuadrado con la etiqueta “Suministro de alimentos de emergencia”. Tal vez él también sentía la gran responsabilidad que implicaba ser un líder puesto que su cara parecía un poco rígida. –Mmm…no parece muy fiable…– musitó Mimi, pero fue interrumpida por Mi–chan, quien les indicó señalando a toda prisa…–¡Miren, miren! Mi–chan estaba apuntando al frente del autobús, donde un chico vestido con una camiseta naranja de manga larga estaba a punto de bajar. Mimi sabía quién era. Casi nunca hablaban, pero era su compañero de clase, Koushiro Izumi. Mi–chan quería que vieran lo que Koushiro llevaba a su espalda: un ordenador portátil. –¿No es extraño que lo lleve consigo a todas partes?– dijo Mi–chan con una risa burlona, pero Mimi no se rió. Simplemente no encontró ninguna razón para hacerlo. *** –¡Oye, Sora! Bajando los baldes vacíos con ambas manos, Sora dejó de caminar por las escaleras de piedra que conducían al suministro de agua para ver a la persona que la había llamado. Era Kenji, el autoproclamado “Akita de Odaiba”, que jugaba como defensor en el equipo de fútbol de Sora. –¿Qué?– le preguntó Sora. –¿Sabes dónde está Taichi? No puedo encontrarlo por ninguna parte. –No tengo idea– dijo Sora sin rodeos. –Estamos en grupos diferentes, así que no lo sé. 6 –Oh– Kenji asintió, pero bufaba por lo bajo mientras continuaba subiendo por las escaleras. Debido a la buena coordinación que demostraban Taichi y Sora en las competiciones de fútbol, debió haber tenido la errónea impresión de que compartían un vínculo telepático. Quizás pensó que Sora lo utilizaría para llamar a Taichi y que este vendría volando a verlo. Al llegar al suministro de agua, Sora abrió los grifos para llenar ambos baldes. Un pequeño arroyo gorgoteaba cerca, pero dadas las condiciones sanitarias, las copias que llevaban indicaban específicamente (subrayado con una línea ondulada lo bastante gruesa) que se utilizaría el agua del suministro para cocinar. Luego de que los baldes estuvieran completamente llenos, Sora cogió uno en cada mano y volvió a subir las escaleras de piedra. El peso de los baldes hacía que sus brazos sintieran que fuesen a salirse de sus órbitas. Normalmente esa tarea estaba reservada a los chicos, mientras a las chicas se les asignaba un trabajo más fácil: como cortar vegetales o chismear mientras recogían la leña. Sin embargo, a Sora no le gustaba hacer ese tipo de cosas. No vistiendo una pollera, de poder evitarlo, Sora descuidaba su condición de niña. Tales rasgos masculinos se acentuaron aún más luego de que se uniera al club de fútbol de chicos. El sudor comenzó a aparecer en la frente de Sora. Bajó los baldes al suelo para secarse con el brazo. Molesta por el cabello que se adhería alrededor de sus ojos, se quitó el sombrero para acomodarse los mechones. Liberada de sus molestias, su corto pelo quedó alborotado. Después de colocarse el sombrero, se dijo…–¡Ahora sí! Cargando los baldes una vez más, y a punto de continuar subiendo por las escaleras, se percató de que Taichi estaba sobre su cabeza, durmiendo en la rama de un árbol grueso con los brazos apoyados detrás de la cabeza. –Taichi, ¿Qué estás haciendo ahí? Sin molestarse en moverse, Taichi simplemente alzó la cabeza para mirar abajo en dirección a Sora. –Nada– respondió con pereza. Fue entonces que ella dijo… –Kenji estaba buscándote. –Oh, está bien– fue su respuesta lenta. Deduciendo que Taichi estaba aflojando el ritmo de sus deberes, Sora sabía que nada de lo que le dijera mientras estuviera así sería útil. Por lo que en su lugar le preguntó algo que le había estado preocupando desde que había llegado. –Por cierto, no he visto a Hikari por ninguna parte– Sora había oído de la misma Hikari decir que estaba muy emocionada por el viaje de campamento de hoy. 7 –Si…ella tenía fiebre –¿Un resfriado de verano?– Sora preguntó simpáticamente. –Supongo –Ya veo, eso es muy malo –Si…–Taichi se apagó al advertir que algo blanco caía frente a sus ojos. –¿Qué es eso?– se preguntó, y extendió una mano en dirección al cielo. Sintiendo un leve cosquilleo de frio sobre la palma, se la acercó para ver una gota de agua sobre su piel. Puede parecer difícil de creer, pero era nieve. –Oye, está nevando– Taichi llamó a Sora allí abajo, pero ella ya lo había notado. Una ráfaga de viento, generando que grandes copos de nieve giraran alocadamente a espaldas de Taichi, llamó su atención. –Parece que se viene una nevada– Sora le gritó. – Apresurémonos a volver con los demás. *** –No lo creo. Mirando por la ventana del pequeño hokora, aislado de los demás, y el olor de la madera podrida cosquillándole la nariz, Koushiro Izumi murmuró asombrado. La repentina nevada había borrado con blanco el verdor del verano en un abrir y cerrar de ojos. –Debe ser por la anormalidad climática que hemos estado teniendo. Resignándose al hecho de no poder salir por un tiempo, Koushiro llevó su ordenador portátil a su cama y aguardó a que se encendiese mientras lo conectaba a su teléfono celular. El sistema operativo del ordenador se encendió. Con una facilidad que demostraba que estaba acostumbrado a hacerlo, doble cliqueó el ícono de su navegador de Internet e intentó conectarse a una búsqueda pre–marcada. Quería chequear la página del pronóstico más reciente. El sonido del módem y el rápido tecleo en su teléfono celular podían oírse en el silencio. Sin embargo, no pudo conectarse a Internet. –La tormenta debe estar interfiriendo la señal. Pero no podía darse por vencido. Justo cuando estuvo a punto de volver a conectarse una vez más, la puerta corrediza se abrió de golpe y dos chicos entraron a pisotones con sus cabezas cubiertas de nieve. 8 Koushiro debería haber fulminado a los intrusos por entrar sin golpear y caminar por todo el suelo con los zapatos, pero el más alto, y obviamente el mayor, se disculpó en nombre de los dos. –Lo siento– dijo Yamato. –¿Podemos quedarnos aquí hasta que deje de nevar? –No hay problema– respondió Koushiro cortésmente, algo nervioso. –Gracias– dijo Yamato, antes de volverse para desempolvar la nieve que cubría el sombrero y la ropa de Takeru. A medida que la nieve continuaba cayendo sin señales de detenerse, otros chicos llegaron para refugiarse. El mayor de todos, que llevaba un brazalete de líder, era Jyou Kido. La compañera de clases de Koushiro, Mimi Tachikawa. Sora Takenouchi. Y, un conocido de Koushiro del club de la escuela, Taichi Yagami. En ese momento, ninguno habría imaginado que pronto se verían envueltos en una larga aventura. *** La nevada cesó lentamente. Al salir, no pudieron ocultar su asombro al ver el paisaje nevado incompatible con el cielo azul del verano. –Yay– con un grito de alegría Takeru saltó sobre la nieve y cogió un puñado en forma de bola. –Oye, hermano. ¡Podemos hacer una batalla de bolas de nieve! –Yo…supongo que sí– dijo Yamato amablemente mientras vigilaba a su hermano menor. A su lado, una voz lo interrumpió. –¿Qué demonios está sucediendo aquí?– preguntó Taichi. La pregunta no iba dirigida a nadie en particular. Taichi a menudo tenía la mala costumbre de decir lo que estaba pensando. Sin percatarse de ello, Jyou alzó la cabeza para mirar al cielo. Acomodándose las gafas explicó… –Probablemente hubo una masa de aire fría que originó la nieve. Tal vez llegó hasta aquí desde América. 9 –Mmm– dijo Mimi, sonando impresionada. –Debes ser muy listo, superior Jyou. –Oh, no es nada de eso– dijo Jyou modestamente, aunque su cara no mostró más que cierto orgullo. Observándolo, Taichi decidió que no se llevarían bien. La piel de Jyou estaba pálida y enfermiza aunque fuera pleno verano. Debió haber estado tan concentrado con la escuela que ni siquiera habrá ido a nadar a una pileta en todo el verano. –De todos modos, Jyou– dijo Yamato. La razón por la que no adhirió honoríficos al nombre de Jyou fue porque pensaba que estaban en el mismo grado. –¿Dejó de nevar? –Sin importar cuán fría sea la temperatura, la nieve no puede formarse sin nubes. Es sentido común– sermoneó Jyou presumidamente, antes de contenerse. –Ah…mm, no quise decir que ustedes no tengan sentido común. No me malinterpreten. Su encubrimiento sonó débil y él lo sabía. Al ver la expresión molesta en las inflamadas cejas de Yamato por un segundo, Jyou se dio cuenta que había metido la pata. –Oye, por cierto– dijo Takeru, que estaba en el medio haciendo un muñeco de nieve. Dejó de palmear para mirar al cielo. –¿Qué es eso? No es una nube, ¿verdad? Todos miraron hacia arriba. Una enorme cortina transparente, que resplandecía iridiscentemente como una burbuja de jabón, flotaba suavemente sobre sus cabezas. –¿Es…una aurora?– preguntó Sora con ojos bien abiertos. –Pero, poder ver una aurora en Japón es sólo… De repente, ocurrió algo increíble. Un misterioso espectáculo captó la atención de todos. En ese momento, dentro de la aurora, algo brilló. No provenía de un solo lugar, sino de muchos. Pensando que sus ojos le estaban jugando una mala pasada, Taichi los cerró y volvió a abrir. Las luces continuaban allí. No parpadearon durante mucho más, pero si brillaron más y más fuerte. No tardó Taichi en darse cuenta que se debía a que las luces se dirigían hacia ellos. –Algo se acerca Sora y Yamato también lo habían notado. –¡Son bolas de luz! ¿Son meteoritos? Incluso Mimi y Jyou, con su débil visión, pronto pudieron ver como las luces se acercaban más y más. Eran siete esferas de luz en total. –¡Cuidado! Todos se arrojaron al suelo para cubrirse. Yamato lo hizo sobre Takeru para protegerlo. ¡BANG! 10

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