TEOLÓGICO DELNTIEM) TESTAMENTO vol. I II Lothar CoenenErich Beyreuther Hans Bietenhard SFGUEME DICCIONARIO TEOLÓGICO DEL NUEVO TESTAMENTO Vol. III LOTHAR COENEN - ERICH BEYREUTHER HANS BIETENHARD Edición preparada por MARIO SALA y ARACELI HERRERA TERCERA EDICIÓN EDICIONES SIGÚEME SALAMANCA 1993 Título original: Theologische Bregriffslexikon zum Neuen Testament © Theologischer Verlag R. Brockhaus Wuppertal, 1971 © Ediciones Sigúeme, S.A., 1980 Apartado 332 - 37080 Salamanca (España) ISBN: 84-301-0813-0 (obra completa) ISBN: 84-301-0899-8 (vol. III) Depósito legal: S. 44-1990 Printed in Spain Imprime: Gráficas Ortega, S.A. Polígono «El Montalvo» - Salamanca, 1993 REDACCIÓN Dietrich Muller, Gunther Finkenrath, Ulnch Brokhaus, Hans-Georg Link ASESORES Filología y filosofía griegas, antigüedades clasicas Gerhard Fnes Antiguo testamento y versión de los Setenta Horst Seebass, Wichmann v Meding Qumran Reinhard Deichgraber Rabinismo Hans Bietenhard Nuevo testamento, historia de la palabra y teología Hans Bietenhard Historia de la iglesia y de la teología Ench Beyreuther Bibliografía Werner Georg Kummel Coordinación, reflexiones para la praxis pastoral y redacción final Lothar Coenen EDICIÓN CASTELLANA TRADUCTORES Manuel Balasch Faustino Martínez Goñi Miguel A Carrasco Emilio Saura Domiciano Fernandez Sevenano Talavero Francisco Gómez Alfonso C Vevia Jesús Martin ÍNDICES Equipo editorial 9 (KÁÍJOIQ) Llamada Llamada KaXéco [kaleo] llamar, KÁrjait; [klésis] llamada, invitación, vocación, Khyíoc, [kletos] llamado, invitado, éniKixÁéoiiotí [epikaléomai] invocar, apelar, npoaKa?xo¡j.ai [proskaleo- mai] emplazar, convocar 1 1 Kaleo, llamar, de la raíz qala (que tiene el mismo significado), designa —en contraposición a KS/EDÜJ [keleuo], empujar, mandar— la acción de dirigirse a alguien para pedirle que se aproxime a nosotros, ya sea materialmente ya desde el punto de vista de la relación personal De aquí resultan, en el griego clasico, los significados siguientes a) Invitar (a casa, a una fiesta, p ej en Homero, Od 10, 231), el participio kletos significa en este contexto invitado, bienvenido, huésped (Homero, Od 17, 368), y cuando la invitación es especialmente honorífica, escogido (Homero, II 9 k>5) El sustantivo klesis designa la invitación (Jenofonte, Kom 1, 7 Plutarco, Per 7), con frecuencia se emplea para designar la invitación oficial por parte de una autoridad —del ámbito militar o bien de la asamblea del pueblo— y entonces tiene el sentido de convocatoria o cita (Homero, Od 1, 90, 8, 43) b) A partir de aquí, kaleomat (y de un modo esporádico epikaleomai) y, análogamente, klesis toman el sentido de convocar o citar al adversario o a los testigos ajuicio (Demostenes, 19, 211, Jenofonte, Hell I, 7,13) En su lugar aparecen ya desde antiguo (excepto en el caso de delito capital), como términos técnicos, los vocablos proskaleomai convocar, llamar (Jenofonte, Hell I, 7 12) y npooKAnoi^ [prosklésis] (Demostenes XLIII, 15 s) c) Llamar, citar, tanto en el sentido de dirigirse a alguien (Homero, II 1,405) como para expresar la acción de nombrar (la imposición del apellido se expresa generalmente con el verbo epikaleo, Herodoto VIII, 144) Por eso, KctXovpevoQ [kaloumenos] (utilizado ya en Herodoto VI, 61), junto a nombres de personas o lugares, quiere decir también por nombre, de nombre, llamado, denominado Y puesto que el -> nombre también expresa o designa el ser, la forma pasiva KaldaBcu [kaleisthai] es casi equiparable a mai [einai], ser (p ej Homero, Od 7 313) 2 El compuesto epikaleo, la mayoría de las veces usado en voz media, significa generalmente invocar (cf no obstante Ib, voz media), tanto a) en el sentido religioso de venerar, adorar, a la divinidad (a partir de Herodoto II 39, también en Platón, Tim 27 C, Polibio, 15 1 13) como b) en el sentido jurídico de remitirte a apelar a referido p ej al soberano, a la autoridad (Plutarco, Marc 2,1, 299a) o al pueblo (Plutarco, Tib Gracch 16, I, 832b) 3 En el griego clasico aun es poco frecuente la comprensión de los vocablos kaleo y klesis en el sentido religioso de vocación o llamada divina Este significado procede mas bien de las religiones mistéricas (p ej de los misterios de Isis), del influjo de los LXX y especialmente del NT Por este medio se le une a kaleo la idea de exigencia (Herm 119 B III, lOs) y de mandato (CPR 18, 9 llamar para) A diferencia de esta llamada personal, el estoico entiende la klesis de un modo impersonal, es decir, como la exigencia de poner a prueba la verdad y fortaleza de sus principios en una situación critica (cf Epicteto, Diss I, 29, 49) 4 Si la concepción bíblica de la vocación es desconocida en el ámbito griego también lo es el concepto, para nosotros familiar, de profesión La actividad del individuo dentro de una sociedad en la que existe la división del trabajo se expresa con los vocablos ipyov [ergon] (-> obra), TIOVOQ [ponos] (-> carga) íitay¡üia [epangeha], compromiso (-> promesa), Tipaypa [pragma], acción, acto (-> obra), t£Xv1 [techne], arte, o también oxeoiq [schesis] condición, estado, situación, y ra^ic [taxis], orden, disposición Si bien se intento aplicar esta denominación incluso al trabajo manual, la profesión entendida como vocación quedo limitada al sacerdocio y, a lo sumo a aquellos que se dedicaban a tareas nobles o intelectuales 5 Los vocablos parakaleó (-> aconsejar), napaKÁnrog [parakletos] (-» intercesor) y sKK/naim. [ekklesia] (-» iglesia) son tratados en otros artículos II En la versión de los LXX los verbos kaleo (ca 300 veces) y epikaleo (ca 150 veces), y a veces también proskaleomai, traducen por lo general (con escasísimas excepciones) formas del verbo hebreo qara, que solo en raras ocasiones se traduce de otro modo (p ej KpaCoi [krazo], gritar) Dentro de los libros pertenecientes al canon palestinense ( = Biblia hebrea) klesis solo aparece en Jer 38 (TM 31) 6 en donde designa la acción de llamar fuera de esto, aparece en 3 Mac 5, 14 (sin equivalente hebreo), en donde significa la invitación y en Jdt 12, 10, en donde designa incluso el banquete al que se es invitado Kletoi (plural), al igual que el participio KeKA.np.evoi [keklemenoi] significa los invitados, los huespedes La expresión KAntn otyvx [klete hagia] traduce el miqra' — qodes, asamblea santa de la tradición sacerdotal, que designa la asamblea cultual que tiene lugar en las fiestas (Ex 12, 16 Nm 28, 15 y 11 veces en Lv 23, 2 37) y sobre todo el plazo fijado para ella (cf ekklesia -> iglesia, o ovvaiio¡n [synagoge] -• sinagoga) Llamad» (KÁfjaig) 10 1 a) Kaleo se encuentra ante todo con mucha frecuencia en el sentido de llamar, tanto si se trata de denominaciones de cosas (p ej Gn 1, 5 s día. noche cielo, tierra, en Gn 2,19 los animales), de nombres (p ej Gn 25,26 Jacob, Gn 29, 32-34 sus hijos, 2 Sam 5 9 la ciudad de David) o de caracterizaciones (en Is 35, 8 a un camino y en Ex 12,16 a un día, se le denomina «santo» en Is 56, 7 se llama al templo «casa de oración») Cuando los judíos son llamados «sacerdotes del Señor» (Is 61 6) o «hijos del Dios vivo» (Os 1,10, Mt 2, 6, cf también Ez 2,10), esta denominación expresa una nueva existencia, al igual que la imposición por Dios de un nombre nuevo (Is 65, 15) b) También el verbo epikaleo es utilizado esporádicamente en el sentido activo de llamar nombrar (p ej Nm 21, 3) La expresión to moia aob eniKSK/Jitoa t<p nftag [to onoma sou epikekletai eptihemas], tu nombre es invocado sobre nosotros (p ej Jer 7 14 cf 14, 9) designa una relación especial de posesión y protección 2 Pero, considerado desde un punto de vista global epikaleo resulta el mas importante \ocablo de los LXX entre todos aquellos que tienen el sentido de invocar, implorar, venerar, y se refiere especialmente a la profesión publica de la fe (asi en Gn 4, 26 33, 20, para expresar la llamada de socorro se utiliza también xpaíeiv [krazein]) La invocación se dirige a Dios o al Dios de Israel (como acusativo eniKodeiv TOV 9eov lepan? [epikalein ton theon Israel] 1 Cr 4, 10) o al Señor (xupiov [kyrion] 1 Re 17, 21), pero sobre todo se mvoca el nombre del Señor (con acusativo émtcau.sTv to dvopx ¡cvpiov [epikalein to onoma kyriou] Gn 13,4, Dt 14,23 s, Is 64, 7, Jer 10, 25), con mas frecuencia tiene el mismo significado, pero, siguiendo ciertos giros hebreos (be\em), se construye con dativo, év (ta) ovo/joai (Kuphv, Deov) [epikalein en (to) onomati (kyriou, theou)], invocar el nombre (del Señor, de Dios) (p e) 1 Re 18, 24 s, pero también el nombre de Baal 1 Re 18, 26), lo cual presupone quiza la idea de que invocar el nombre de Dios equivale a ponerse bajo su protección (cf Prov 18, 10) Dado que (sobre todo según el Dt) Dios ha de ser invocado en un lugar determinado y escogido por el mismo, es decir en el templo de Jerusalen, incluso el hebreo sákan, morar, habitar, puede traducirse por cniKctláo^ai [epikaleisthai] (Ex 29,45 s, Dt 12,11,16,2 6 11) el fin de la revelación > el signo de la presencia de Dios es que el hombre le invoque, es decir, que responda adecuadamente a su llamada El verbo no aparece en el sentido jurídico de coniocar en Dt 15, 2 se encuentra una sola vez para designar la proclamación del año sabático (Is 61, 2 y Jer 41 [TM 34], 17 utilizan en este caso el verbo kaleo) 3 a) Pero sobre todo kaleo y los pocos pasajes en que aparece proskaleó describen la llamada imperiosa y siempre comprometedora (Job 13, 22) de aquel que posee autoridad a un individuo o a un grupo (p ej de los padres a los hijos Gn 24, 58, de los principes a sus subditos Ex 1,18 Jue 12,1, de Moisés a los ancianos Ex 12,21, 19, 7) En la medida en que esta llamada espera ser escuchada se diferencia evidentemente de la coacción despótica los hombres pueden negarse a obedecer el llamamiento de Dios (Is 65,12, Jer 13,10) e incluso a escucharlo (Is 50,2, Jer 7,13), también pueden intentar rehuirlo (Ex 3,11 ss, Jer 1,6) Frente a ello, la llamada imperiosa de Dios pone inmediatamente orden en el universo (el llama por su nombre a los astros Is 40, 26) y con la misma inmediatez llega a ser acontecimiento en la historia (llama al hambre [Sal 105 16] y a la espada [Jer 32, 29]) b) Pero antes de responder, el hombre ha de comprender la llamada que se le dirige como llamada de Dios, cuan poco la ha comprendido —incluso en el santuario— y con cuanta ambigüedad la experimenta, lo muestra de una manera gráfica el relato de la vocación de Samuel (1 Sam 3 utiliza 11 veces el verbo kaleo en los vv 4-11) Pero, justamente porque la llamada de Dios plantea al hombre una exigencia, este ultimo, al seguirla, apenas puede evitar el conflicto con las exigencias de los soberanos de la tierra (cf Elias 2 Re 1, 3 y 1, 9, Moisés Ex 3, 4 y 5, 2) La llamada conduce a menudo al -> sufrimiento por amor de Dios, aquí se nos muestra con claridad el hecho de que, en el fondo, ella solo se limita a hacer patente la -• elección que ha tenido lugar anteriormente Es significativo que el uso de kaleo en el sentido de la vocación entendida como un ponerse al-servicio-de y una dedicación (que expresa el contenido mas profundo del vocablo), p ej en el Dtls mayormente en los cánticos del 'ebed-Yahve (art jiaic Ssov [país theou], cf -> Hijo de Dios), vaya ligado a un empleo particularmente frecuente de ÍKlerjop.a.1 [eklegomai], elegir, escoger Es di elegido (Is 41,8,43,10) a quien Dios llama en la -• justicia (Is 42,6) y por su nombre (Is 43,1,45, 3) Y el constituye el modelo de todos aquellos que han sido llamados desde el principio de la humanidad (Is 41, 2 4) 4 Si estos términos no se utilizan para designar la vocación del juez (Jue 6 y 13) y el autotestimomo de los profetas (cf Is 6, 1 ss, 40, 6 ss, Jer 1, 4 ss, Ez 2, 1 ss), ello se explica porque lo que caracteriza la vocación no es un vocablo determinado, sino mas bien el contenido y la forma del acontecimiento Dios habla a un hombre, al cual quiere confiar, según su -» providencia, una misión concreta, esta puede ser de carácter profetico o incluso político (cf Ciro Is 48,15) y su contenido puede ser revelado inmediatamente o mas tarde, y la -» palabra de Dios sitúa a aquel a quien interpela ante una opción De este modo, la llamada de Dios es el medio a través del cual Dios convierte a hombres innominados en instrumentos de su voluntad 5 Dentro del judaismo solo los esemos han fomentado una conciencia especial de la vocación En Qumrán juegan un papel considerable ciertas afirmaciones sobre la -• elección (véase allí II), pero solo IQM 14, 5 habla de la llamada de Dios (los que están a punto de caer serán capacitados para realizar hechos maravillosos), en el sentido de una orden conminatoria solo se habla a lo sumo en IQM 16,1 (Dios llama la espada sobre las naciones) En cambio, aparece reiteradas veces la expresión «los llamados por Dios» que en CD 4, 4 es sinónimo de «los 11 (KÁfjffiQ) Llamada elegidos de Israel» y en los demás casos solo se emplea de un modo formal en IQM 2, 7 y IQSa 2, 11 13 como Mulo de los principales de la asamblea (los dirigentes), en el libro de la guerra como enseña de una de las trompetas qne llaman a la asamblea (IQM 3, 2) y de uno de los estandartes (IQM 4, 10) III En el NT kaléó se encuentra 148 veces, de un modo especial en Lucas (43 en el evangelio, 18 en Hech), Pablo (29 veces) y Mt (26 veces); epikaléomai 30 veces, de las cuales 20 en Hech, y proskaléomai 29 veces, también de un modo predominante en Le (4), en Hech (9) y en Mc>(9). Klésis (11 veces) no aparece en los evangelios ni en Hech; klétós 110 \eces en total) se encuentra en Mt una sola vez, ambos pertenecen casi exclusivamente al \ ocabulano paulino Es sorprendente que Jn emplee el verbo kaléó únicamente en dos ocasiones y que el grupo aparezca también sólo esporádicamente en las cartas católicas y en Ap El empleo relativamente frecuente de nuestro grupo de palabras en Lucas está en conexión con su más cuidado léxico griego; él es también el único que emplea varios compuestos que, por lo demás, sólo aparecen en la komé culta (p. ej. sianaMu) [eiskaléó], imitar o pszaKaMopai [metakaléomai], hacer venir, enviar por alguien). Por lo demás aparecen también los significados mencionados en I, 1 y 2; entre ellos destaca la acuñación específicamente teológica de kaléó, klésis y klétós por parte de Pablo (cf injra 3). 1 a) También en el NT kaléo designa ante todo la acción de imponer un nombre o un apellido (p ej. Mt 1, 21: Jesús; Jn 1, 42: Cefas) o la acción de dirigirse a alguien empleando un tratamiento (rabbi Mt 23, 8) o en cuanto poseedor de una dignidad determinada (p. ej. Le 6, 46: kyrie, Señor; Mt 23, 9. TIOLTIJP [patér], padre; Le 22, 25 sLEpyéznc [euergétés], bienhechor), el participio kaloúmenos quiere dedir por nombre, de nombre (p. ej. Le 6,15; 19,29; Ap 16,16) y a veces casi no necesita ser traducido en nuestra lengua (p. ej. Le 8,2; Hech 10,1; 15,37). Especial importancia tienen en el NT los nombres dados por Dios; la imposición del nombre de Jesús (Le 1, 31) o de Juan (Le 1, 13), hecha por Dios, expresa, al igual que en el AT, que aquél que lleva este nombre esta al servicio y a la disposición de Dios. b) Con más frecuencia aún que en el griego clásico y que en los LXX, tras la forma pasiva kaleomai, llamarse, se esconde una afirmación sobre el ser y la existencia de un hombre o de una cosa. Esto aparece con toda claridad quizá en la observación de Pablo de que él no es digno (KXÁETCSOII ánóoTokoq [kaleisthai apostólos]), de ser llamado apóstol (1 Cor 15,9). En esta expresión se recogen a menudo citas veterotestamentanas (cf. en Me 11, 17 par la denominación «casa de oración» aplicada al templo = Is 56, 7) Adquiere especial importancia en aquellos pasajes en los que, por ejemplo, Jesús es llamado Hijo del Altísimo, Hijo de Dios (Le 1, 32.35: KÁn9r¡G£vxi [kléthesetai]), y consiguientemente también los suyos son llamados hijos de Dios {vioí [hywí], réKvoc Beov [tékna theoú] Mt 5, 9; Rom 9, 26 y 1 Jn 3, 1). El nuevo nombre expresa aquí la nueva vida otorgada por la acción de Dios 2 a) En el sentido de invitar se emplea kaléó fundamentalmente en las parábolas del banquete y de las bodas reales (en Le 14, 7-24 aparece 9 veces, y 5 en Mt 22, 3 ss); el sKÁr/Sn [ekléthé] de Jesús en Jn 2, 2 (invitado a la boda) y el KEKÁnpevoi [kekléménoi] de Ap 19, 9 (los invitados al banquete de bodas del Cordero) encajan dentro de este marco. Aparte del pasaje de Jn en el que se utiliza en el sentido comente, en ambas parábolas se insinúa y, en todo caso, en Ap 19, 9 se nos muestra claramente que la invitación no solo significa un privilegio, sino que tras ella aparece una llamada imperiosa. Así hay que entender también las palabras del Señor «no he venido a llamar a los justos» (KaXéoai [kalesai] Me 2, 17 par), que encontramos en los tres sinópticos. Las parábolas quieren explicar precisamente que el hombre, al ignorar la invitación divina, no sólo desperdicia una ocasión, sino que, a veces, pierde lo que da sentido a su vida y a su esperanza. Llamada (KÁrjaii;) 12 b) Este carácter imperativo del verbo se muestra con más claridad aún en los pasajes en los que (cf. supra II, 4) un soberano o una persona que tiene autoridad llama a sus subditos (p ej Herodes: Mt 2,7; el encargado [de la viña]: Mt 20, 8; cf. también Me 3, 31; Le 19, 13). A partir de aquí, estos términos parecen haber sido utilizados para designar de un modo especial la vocación de los discípulos; no obstante, sólo tienen esta función en Mt 4, 21 y Me 1, 20, mientras que los relatos de los evangelios nos transmiten el hecho y las palabras pronunciadas con ocasión del mismo, pero sin utilizar ningún vocablo determinado para introducir la narración. Relato y reflexión, descripción y conceptualizacion no se identifican aquí, esta ultima se limita esencialmente a Pablo. c) Curiosamente, para ello no se ha utilizado tampoco el verbo proskaléomai (que sólo aparece en Mt, Le, Hech y Sant 5,14). Este expresa la acción de dirigirse imperiosa mente o de llamar (Mt 18, 2; Me 15,14) a un individuo o a un grupo bien determinado (p. ej a los discípulos. Mt 10,1; Me 12,43; Hech 6,2; a los doce: Me 6,7; al pueblo. Mt 15,10; Me 7,14). ¡Me 3,13, «fue llamando a los que el quiso», no constituye ninguna excepción a la regla, ya que aquí se alude ya claramente a los doce, en Hech 13, 3 el verbo designa la vocación celestial de Pablo y Bernabé, que debe ser realizada a través de su misión terrestre; Hech 16, 10 hay que entenderlo asimismo como una orden dada a Pablo y sus acompañantes por medio de una visión. Por lo demás, el hecho de la aparición casi exclusiva del participio (npoaKaÁeaápEvoi; [proskalesámenob]) confirma que, para los sinópticos, la llamada solo tiene sentido en cuanto que es un instrumento orientado hacia un fin y tiende más bien hacia el acontecimiento que ello lleva consigo, la -> palabra, el ->• seguimiento d) En la frase nolkoi yáp eiaiv KAnxoi, óliyoi óé SKÁSKTOI [polloígár eisin kletoí, olígoi dé eklektoi], «porque muchos son llamados, y pocos escogidos», que aparece en 2 ocasiones (Mt 20,16 v 1., 22, 14), encontramos una cierta reflexión en torno a la relación entre la vocación de Dios y su elección, ella muestra con claridad —al menos desde el punto de vista de la reacción humana— que el circulo de los llamados no se identifica sin más con el de los elegidos (cf también -» elección). 3 a) Pablo emplea siempre los términos kaléó (29 veces), klésis (8) y kletós en el sentido bien determinado de vocación divina Constituyen una excepción a este respecto las tres citas de los LXX que aparecen en Rom 9,7 = Gn 21,12; 9,25 = Os 2,25; 9,26 = Os 2, 1, asi como 1 Cor 15, 9 (cf supra Ib) y 1 Cor 10, 27, en donde kaléó significa invitar. Pablo no utiliza en absoluto el verbo proskaléomm. Esta costumbre se mantiene en las cartas pastorales y de aquí pasa a las dos cartas de Pedro y a Heb. Pablo entiende la vocación como el proceso a través del cual Dios llama a aquéllos que ha predestinado y elegido de antemano a separarse de las ataduras del mundo, a fin de justificarlos, santificarlos (Rom 8, 29 s) y ponerlos a su servicio. Así, la vocación es una parte de la acción reconciliadora de Dios, de su obra pacificadora (1 Cor 7, 15); ésta sólo puede alcanzar al hombre gracias al amor de Cristo que le busca y se vuelve hacia él (Gal 1, 6.15) Cuando Pablo hace notar que el designio de Dios no depende de las obras, sino únicamente de que el llama (Rom 9, 11 s), quiere subrayar con ello la elección de Dios, que permanece siempre libre y no está ligada a supuestos humanos; esta elección es lo único que puede conducir al hombre a la fe y mantenerle en ella; para subrayar esto, emplea Pablo con especial frecuencia una construcción participial (KIXXOÍIVXOC, [kaloún- tos] 1 Tes 2, 12, Ka/écavioc [kalesantos] Gal 1, 6; cf también 1 Pe 1, 15), con la que expresa esta acción de Dios. Por otra parte, Rom 4, 17 muestra que la vocación de Dios confiere una nueva existencia, equivale a una nueva -> creación. b) Dado que la vocación de Dios tiene lugar a través de la palabra del evangelio atestiguada por los hombres (2 Tes 2, 14), sitúa al que ha sido llamado no sólo en 13 (KÁfjaic) Llamada comunión con Cristo (1 Cor 1,9), sino también con los demás miembros de su cuerpo. En cuanto que la llamada tiene por consecuencia el ser «miembros de un mismo cuerpo», év évíacbfiaxi [en heni sómati] (Col 3,15), se identifica con la incorporación del hombre a la esfera de la soberanía (-* señor) de Dios. Pues la klésis, llamada de Dios, afecta al individuo, pero no solamente a él. Al emplear la palabra se alude diempre al hecho de que la llamada procede de Dios (Rom 11, 29; Flp 3, 14) o a que pone en relación con la comunidad como un tpdo (1 Cor 1, 26; Ef 4, 1). Pero si el llamado queda incorporado a ella, de la llamada de Dios (corroborada en el bautismo) surge al mismo tiempo la obligación de mostrarse digno (incluso desde el punto de vista ético: Ef 4,1; 1 Tes 2,12) de ella, o mejor dicho, del Dios que llama. c) Cuando Pablo en Rom 1, 6.7; 8, 28, así como en 1 Cor 1, 2.24, designa a los que pertenecen a la comunidad con el término kletoí, los llamados (en Rom 1,6 y 1 Cor 1,2 se añade íyioi [hágioi], los llamados a ser santos), quiere subrayar con ello que la existencia de la comunidad, al igual que la pertenencia del individuo a ella, se funda únicamente en la voluntad y el poder de Dios. Hasta qué punto ve Pablo también la llamada en su dependencia de Dios y en su vinculación a la comunidad, lo muestra con claridad 1 Cor 1, 26: cuando dice a los corintios que consideren a quiénes llamó Dios, les invita: a) a pensar en aquél que los escogió, y b) a tener en cuenta de quiénes se ha servido Dios para formar la comunidad. Por otra parte, 1 Cor 7, 15 ss muestra que la vocación no altera necesariamente la situación social del cristiano (no hace al esclavo jurídicamente inde pendiente de su señor) ni le obliga a cambiar de profesión: la transformación de las circunstancias no se logra a través de una revolución, sino mediante un cambio en la actitud interna. Por lo demás, 1 Cor 7,20 es el único pasaje en el que klésis se traduce por profesión; ciertamente, nuestra idea actual de profesión apenas ayuda a clarificar nada, ya que aquí se trata más bien de un determinado estado o lugar (¿dentro de la comunidad?). d) Es cierto que Pablo entiende también esporádicamente el término klétós en el sentido de una misión o tarea personal: p. ej. mediante la adición de kletós a apóstoles (Rom 1,1 y 1 Cor 1,1), subraya el hecho de que él debe el ministerio de -> apóstol a una especial vocación divina. 4. El uso de este grupo de palabras en 1 Pe se mueve totalmente en la línea paulina. También Pedro subraya (en 1,15; 5,10) que la llamada procede de Dios, pero sobre todo el hecho de que Dios, al llamar al hombre, tiene un determinado propósito, una finalidad (1 Pe 2, 21; 3, 9: EÍQ TOVZO éKXr¡&nz£ [eis toüto eklethéte], para esto habéis sido llamados). Los llamados deben dar testimonio (2,9) de él, que los ha llevado de las tinieblas a la luz, y deben hacerlo siguiendo el modelo de Cristo incluso en el sufrimiento (2, 21); de este modo serán herederos de la bendición (3, 9; cf. también 2 Pe 1, 3). También el uso de nuestro grupo en Heb (3, 1: el llamamiento celeste; 9, 15: la promesa hecha a los llamados de participar de la herencia eterna —Kknpovoiáu. [klerono- mía]) viene determinado por Pablo. 5. En una línea similar se mueve epikaléomai, que en el NT sólo aparece en voz media y pasiva cuando, en la expresión «el nombre de Dios es invocado sobre nosotros» (éniKOLkehcti... éní: Hech 15, 17 = Am 9, 12; Sant 2, 7), designa el hecho por el que Dios toma posesión de los hombres y, con ello, la entrada de éstos bajo su protección. Prescindiendo de que, al igual que kaléó, puede significar llamar o ser llamado (Hech 4, 36; 12,12) y de que en Hech 25-28 (el único fragmento en toda la Biblia) se encuentra 6 veces y describe la apelación jurídica de Pablo al César, se emplea con frecuencia para designar la invocación de Dios o de su nombre (p. ej. Hech 7, 59; 9,14; Rom 10, 12 ss; 1 Cor 1, 2) y reviste el carácter de una profesión pública de fe (2 Cor 1, 23 constituye una excepción: Para la praxis pastoral 14 Dios es invocado como testigo) Ahora bien, en cuanto que esta expresión (epikaleomai to onoma o bien en to onomati tou kyriou = hebreo besem Yahweh asi en 2 Cor 1,23), tomada del AT, es utilizada en el NT por los discípulos referida a Jesús (p ej 1 Cor 1, 2, Hech 22, 16), este es caracterizado con ello como el presente de Dios, el «Hijo», el «mesias» PARA LA PRAXIS PASTORAL El hombre desea estar seguro de que la llamada que llega a su conciencia procede realmente de Dios y de que el no se limita simplemente a seguir la proyección de los sentimientos y emociones de su propia alma, el poder de sugestión de otro hombre o la presión que ejerce sobre su conciencia esa estructura religioso-social que llamamos «iglesia» Claro esta que no es posible encontrar una norma absolutamente segura que nos permita conocer de un modo inequívoco si la llamada hecha a un hombre procede o no de Dios Pues ni la confianza en otros hombres ni la que se basa sobre la propia discreción ni el hecho de que la llamada se exprese en lenguaje cristiano ni el que parezca dirigirse a la propia situación pueden garantizarnos que la llamada proviene de Dios Pues la legitimidad de la llamada de Dios no puede experimentarse desde fuera, sino únicamente a través de la obediencia, de la puesta a prueba (cf Jn 7, 17) Por eso el predicador de la palabra debe evitar que se produzcan «interferencias» psicológicas al transmitir la llamada de Dios y tampoco debe «fabricar» una respuesta artificial a esta llamada Pues esta respuesta, en cuanto aceptación de la exigencia de Dios, solo puede y debe provenir de una experiencia interior, de un estar-poseido por el espíritu de Dios, ha de fundarse en la palabra de Dios, que no puede ser reemplazada por la experiencia ajena de la fe Por eso el hombre no puede actuar ya mas que como la comadrona en el parto ella puede desligar al niño de la madre y ayudarle a que viva una existencia propia, pero no puede otorgarle la vida En segundo termino, se plantea la pregunta de si, ademas de la llamada universal a la fe y al servicio, a la herencia de la salvación, ciertos individuos pueden ser llamados para una misión especial Pero con demasiada frecuencia se ha manifestado el trasfondo materialista y oportunista de una llamada supuestamente divina, y, al igual que la llamada a algo especial, en cuanto conciencia de poseer una misión, se ha hecho sospechosa en cuanto signo característico de todas las ideologías, parece arrogancia el que una persona se la atribuya a si misma Por eso el que esta convencido de poseer una vocación personal no puede reivindicar ni exigir nada en nombre de ella, pues su misión no puede ser legitimada mas que por la palabra de Dios Ahora bien, de la misma manera que este Dios da al individuo la confirmación interior de una llamada externa y le exige una respuesta, también puede, en un momento dado, hacer que se confirme la vocación interior para un quehacer determinado a través de la llamada externa de los otros (piénsese, por ejemplo, en la vocación de David en el AT y en su posterior elección) Ciertamente, la llamada puede también dejar al hombre a solas con el «imperativo» divino, la legitimidad de su misión habrá de mostrarse entonces a través de su disposición para el sufrimiento Finalmente, ha quedado bien claro que la tentativa de dar a la palabra «profesión» (que designa la actividad aprendida o desempeñada por cada hombre en la sociedad) un contenido en el sentido de vocación, no puede apelar en absoluto a la Biblia Histórica mente, este intento hunde sus raices en la Reforma y es la consecuencia sociológica de la doctrina luterana del sacerdocio universal si se admitía la validez de esta, en adelante ya no se podía considerar exclusivamente como «vocación» el camino del monje o el ministerio eclesiástico o, en ultimo caso, la misión del principe, en lo sucesivo, y rechazando toda mentalidad aristocrática y elitista, todo cristiano, cualquiera que fuese
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