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Diccionario morfológico de francés medieval. Vol I: Le roman de Tristan de Béroul A-J PDF

1421 Pages·2001·2.019 MB·Spanish
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Diccionario morfológico de francés medieval Vol. I CARMEN CORTÉS ZABORRAS Diccionario morfológico de francés medieval Vol I Le roman de Tristan de Béroul A-J EDICIONES DEL GRUPO DE INVESTIGACIÓN TRADUCTOLOGÍA. MÁLAGA. © Ediciones del Grupo de Investigación Traductología Facultad de Filosofía y Letras. Campus de Teatinos. 29071 Málaga. Depósito Legal: MA-1632-2001 ISBN: 84-607-4811-1. Obra completa ISBN: 84-607-4813-8. Volumen I PREFACIO El estudio de los textos romances medievales, ya sea en sus aspectos puramente lingüísticos o bien desde perspectivas literarias o históricas, con una finalidad hermenéutica, didáctica o de aprendizaje, puede verse obstaculizado por fenómenos de diversa índole, aunque los primeros con los que topamos son, evidentemente, formales. Entre estos, algunos podrían ser calificados de externos y otros considerarse intrínsecos a la creación del texto, con dos salvedades de calado en las que no nos extenderemos: el concepto de creación es extremadamente difuso en la época medieval ya que generalmente nos hallamos ante textos abiertos y concebidos para ser transmitidos oralmente; en segundo lugar, como consecuencia de lo anterior, la determinación de las fronteras entre lo primigenio y lo modificado es tarea ardua cuando no imposible. Teniendo en cuenta esto, los avatares gráficos de un mismo vocablo debidos a un error de lectura, de interpretación o de transcripción en el proceso de copiado de los manuscritos, o bien una adaptación consciente o involuntaria a una lengua regional durante ese mismo proceso, que puede haber implicado cambios dentro del paradigma gramatical, estarían entre los extrínsecos. Las modificaciones para cuadrar la rima o el número de sílabas, la selección en el paradigma flexivo de un determinado caso o de un modo no canónicos si tomamos en consideración los usos literarios del momento, la adopción de una base verbal frente a otras, o la aparición de ciertas formas regionales, quizá podrían achacarse en más de una ocasión a una primera instancia de composición o de inscripción. En cualquier caso, las perturbaciones que estos y otros fenómenos provocan en la superficie del texto entran a veces en contradicción con lo que se nos dice en los tratados de gramática o bien pueden hacer difícil la búsqueda de una forma entre las que recogen los diccionarios consagrados a la lengua de la época, coartando consecuentemente la comprensión de un fragmento o de su conjunto. Con este diccionario morfológico, del que ahora publicamos los dos primeros tomos dedicados al léxico de Le Roman de Tristan de Béroul, pero que se verá ampliado con el análisis de nuevas obras, queremos complementar las informaciones ofrecidas por gramáticas y diccionarios. Su finalidad es claramente pedagógica y creemos puede servir de ayuda a los estudiantes que intentan descifrar los textos medievales o comprender los mecanismos de la evolución de la gramática y del léxico franceses durante el medioevo. Hemos partido de la edición de L. M. Defourques publicada por la Librairie Honoré Champion en su colección Classiques français du Moyen Âge, que de hecho es una versión revisada de la edición de E. Muret, aparecida en 1982. Los fragmentos citados a modo de ejemplo mantienen la puntuación y la tipografía que hallamos en esta cuarta edición. VI CRITERIOS DE LEMATIZACIÓN Por las características de sus fuentes y a diferencia de los diccionarios que toman como referencia el léxico contemporáneo, los que se ocupan de la lengua medieval suelen hacerse eco de algunas de las variantes posibles que puede adoptar un determinado vocablo, pero no siempre son exhaustivos, especialmente aquellos a los que cualquiera puede tener acceso sin dificultad. Ello supone, además, que asignan varios lemas a un solo tipo, aunque en ocasiones no establecen las referencias cruzadas pertinentes y ello puede llevar a confusión. En nuestro caso, puesto que partimos de una reducción tipológica mínima de los ejemplares del texto, la forma que encabeza cada uno de los artículos corresponde a una unidad gráfica, a la que se asigna una clase gramatical acompañada de las categorías gramaticales pertinentes, por ello, cada una de las posibles variaciones flexivas lleva consigo la aparición de un nuevo artículo. Tras la descripción gramatical se halla, resaltado en negrita, el lema o unidad abstracta con la que identificamos las diversas representaciones y variantes flexivas de un mismo vocablo, con la particularidad de que, excepto para los nombres propios, adoptamos una forma medieval. Añadimos, cuando se encuentra en el texto, un ejemplo inserto en un contexto fijo, el verso en el que se incluye la forma que cumple las características flexivas correspondientes, también resaltada en negrita, y los versos anterior y posterior. Teniendo en cuenta la finalidad primordial de este diccionario y la complejidad léxico-gramatical a la que nos referíamos más arriba, hemos intentado llevar a cabo la asignación de lemas según unos criterios simples que permitiesen reducir en lo posible los márgenes de confusión. La forma que utilizamos habitualmente como lema es la forma régimen singular, del femenino para los sustantivos de ese género, y del masculino para los sustantivos masculinos, para todos los adjetivos, artículos y pronombres. Sin embargo, hemos hecho algunas excepciones que nos parecían más operativas y podían ayudar a identificar más claramente los diferentes vocablos. Así, para los pronombres personales hemos tomado la forma sujeto, singular o plural, del masculino; y para los posesivos, artículos y adjetivos, distinguimos la existencia de uno o más poseedores aunque mantenemos la forma régimen masculino singular como lema. Por otro lado, en algunas ocasiones, los sustantivos podían pertenecer tanto al masculino como al femenino, como ocurría con afaire, en cuyo caso nos hemos hecho de eco de los dos géneros pues, de lo contrario, hubieran podido derivarse errores al analizar un texto; al tomar los ejemplos, si el contexto no mostraba marcas distintivas para determinarnos en uno u otro sentido, hemos optado por utilizar el mismo ejemplo para ambos lemas cuando sólo existía una ocurrencia o ejemplos diferentes para cada uno de ellos si así lo permitía el texto. Por lo que se refiere a los verbos, la forma que sirve como lema es el infinitivo. Consideramos términos diferentes aquellos que, pese a coincidir la forma del lema, divergen en su origen, como por ejemplo el caso de baler; o bien cuando, a pesar de proceder del mismo étimo, la especialización de los sentidos en época temprana los ha alejado semánticamente, como por ejemplo erbe y erber, por otro lado, un fenómeno poco frecuente. En el caso de los verbos, las divergencias en la conjugación a partir de un mismo étimo también nos han llevado a asignar lemas diferentes, con la particularidad de que, generalmente, los sentidos recogidos en los diccionarios muestran variaciones. En cuanto a los diminutivos, los consideramos términos distintos y por lo tanto les otorgamos lemas diferentes. Por el contrario, hemos asignado un solo lema cuando en las obras lexicográficas, en ocasiones no todas los consultadas, se recogen varias entradas con la misma forma pero todas poseen el mismo étimo y significados relativamente cercanos, por ejemplo banir. Cuando las alternancias vocálicas y silábicas en las raíces verbales provocan la aparición de una doble base y el desarrollo de dos sistemas paralelos, no hemos marcado la diferencia, utilizando un solo lema, así por ejemplo hemos reducido la pareja araisnier / araisoner identificando todas las formas correspondientes con el lema araisnier. Con mayor motivo hemos considerado un VIII solo lema cuando, pese a existir dos infinitivos para un mismo verbo, las raíces de las formas conjugadas no difieren, siendo el caso de remanoir y remaindre, por ejemplo; y, en general, cuando nos hallamos ante diferentes formas gráficas de un mismo término, fenómeno puramente accidental. Con el fin de poder a largo plazo unificar en una sola obra los diferentes volúmenes del diccionario, hemos recogido algunas adscripciones a extranjerismos de introducción posterior al periodo en el que se compuso la obra que nos sirve de base para la confección de estos dos primeros tomos, como por ejemplo baston o bastons de baster, proveniente del italiano bastare y que según Greimas se halla documentada en 1298. En cuanto a los nombres propios, el lema que les asignamos se hace eco de las correspondencias modernas citadas por los editores del texto en el índice correspondiente, excepto en el caso de nombres de lugares que no hacen referencia a ciudades, castillos o centros religiosos identificados (como, por ejemplo, la Croiz Roge), y de denominaciones de seres animados de ficción cuyo nombre está formado por más de una palabra (Bel Joeor, el caballo de Tristán, por ejemplo), en cuyo caso las hemos incluido entre las entradas normales, para este ejemplo, caracterizadas como adjetivo y nombre común, aunque en las citas del texto aparezcan en mayúscula pues así se hace en la edición del roman de Béroul. IX CRITERIOS GRAMATICALES Aunque partíamos de una postura absolutamente ecléctica haciendo nuestras aportaciones diversas a la clasificación y estructuración de los paradigmas gramaticales, nos hemos servido fundamentalmente de la gramática tradicional para determinar las clases y categorías gramaticales, y ello por dos motivos. En primer lugar porque, pese a las lagunas que entraña un análisis discursivo basado en ella, prácticamente todos conocemos la división en partes de la oración que realiza. En segundo lugar, porque tanto los diccionarios y léxicos como los manuales y gramáticas referidos a la época medieval francesa usan la terminología gramatical convencional. Dicho esto, conviene que aclaremos las variantes que hemos introducido. En el seno de la clase que hemos llamado artículo, hemos incluido además de los definidos e indefinidos, los posesivos y los demostrativos, que la gramática tradicional consideraba adjetivos (Hasenohr, 1993 y Moignet, 1984). Hemos excluido los partitivos ya que las formas del masculino y del plural son formas contractas y hemos optado por clasificar el conjunto según la clase de la primera forma, en este caso una preposición, y en la asignación de atributos se especifica la unión con el artículo y se marca el género y el número de éste. Los cambios efectuados en la clase de los artículos modifican la clase de los adjetivos, aunque en ella se incluyen los que tradicionalmente eran pronombres posesivos, además de los indefinidos e interrogativos (Zink, 1994). Al definir la clase de los adverbios, hemos combinado dos criterios, los semánticos y los funcionales. Las marcas funcionales responden a adverbios que actúan generalmente como modificadores frásticos o como marcas de enunciación, mientras que los que son caracterizados semánticamente, según la clasificación tradicional, suelen funcionar como modificadores de otras clases gramaticales. X

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