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Diccionario inverso de argot español PDF

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Diccionario inverso de argot español E. Panteleeva Texto © 2016 E. Panteleeva Todos los derechos reservados P REFACIO Se aconseja leerlo antes de empezar a usar el diccionario El Diccionario inverso de argot español fue creado, inicialmente en forma de fichas manuscritas, como ayuda para trabajos de traducción y creación de textos propios. El Diccionario inverso recoge las voces registradas en diferentes diccionarios de argot, así como algunas escuchadas en la calle. Contiene alrededor de 6.000 entradas y unas 10.000 voces. Ante la dificultad de fijar la frontera entre la jerga de los delincuentes y otros marginados de los coloquialismos de uso más amplio, los lexicógrafos parecen haber alcanzado el consenso: el término argot abarca tanto el habla de los marginados como la coloquial. Algunos creadores de diccionarios de argot van incluso tan lejos como incorporar en sus diccionarios la jerga de los camioneros (¿por qué no, entonces, también la de los fontaneros o albañiles?) y la deportiva. Siguiendo el criterio tradicional, el Diccionario inverso recoge aquellos términos deportivos que se han incorporado en el habla general, como la pájara, chupar rueda o penalti, así como los del boxeo que han llegado al amplio público por la vía del cine, y algunas expresiones futbolísticas por ser un deporte de masas por excelencia. El Diccionario inverso está organizado como diccionario de sinónimos, pero también aprovecha el principio de proximidad conceptual que utiliza María Moliner en su Diccionario de uso del español, anidando términos y conceptos. El fin es el mismo: ofrecer al usuario el mayor número de recursos disponibles con el menor esfuerzo de búsqueda. Es posible que buscando una “traducción” al argot aproximada descubra un término inesperado que se ajuste idealmente a sus propósitos. Hubo otro motivo, de más peso, para crear esos NIDOS conceptuales en torno a un término principal: el argot tiene muchos términos que no se dejan “traducir” ni con una ni con dos palabras sino que requieren una definición descriptiva. Por ejemplo, ¿bajo qué palabra se podría colocar ladrón que roba en viviendas cuando sus ocupantes duermen? Claramente, tiene que ir en la entrada correspondiente a ladrón, junto con otras “especialidades profesionales” que precisan de descripciones más o menos extensas. Los NIDOS no se limitan a proporcionar definiciones matizadas de la palabra principal. También incluyen catálogos de términos relacionados. Por ejemplo, si el usuario está trabajando en un texto donde se menciona a un ladrón cometiendo un robo con cierta herramienta que llama por un nombre que no viene ni en el diccionario ni en Google, le bastará echar una ojeada a conceptos afines incluidos en la entrada ladrón, fijarse en el grupo de palabras bajo el encabezamiento utensilios y escoger allí el nombre de la herramienta que mejor se adapta al contexto, ya sea palanqueta, ya sea ganzúa o alguna otra. Además, aprovechando las posibilidades que ofrece el formato electrónico, el usuario tiene a su disposición enlaces a conceptos más amplios o más estrechos, así como la herramienta de búsqueda para moverse por el Diccionario inverso con agilidad. Así, un artículo puede contener, además de la lista de sinónimos y del catálogo de términos, modismos, frases proverbiales, interjecciones y exclamaciones, y referencias cruzadas. Por ejemplo, en el artículo COMER el usuario encontrará la lista de sinónimos de este verbo en argot, una lista de productos, platos y comidas para los que el argot tiene nombres propios, como LA CENA o EL PAN, a su vez acompañados de una lista de sinónimos, y enlaces a HAMBRE y BEBER. Si, por el contrario, el usuario empieza abriendo el artículo dedicado a un producto concreto, por ejemplo, GARBANZOS, además de ver los nombres que los garbanzos reciben en el argot, locuciones que incluyen este sustantivo, al final del artículo encontrará un enlace COMER. NIDOS que incluyen catálogos especialmente extensos, como ASPECTO FÏSICO, CUERPO HUMANO, COCHE, DINERO, HABLAR, SEXO, etc., están destacados en el Índice del diccionario, para agilizar el acceso a este tipo de conceptos. También están destacadas las entradas que no corresponden a ningún concepto concreto sino que agrupan palabras por su calidad lexicográfica, como BARBARISMOS o EXCLAMACIONES. Para un traductor, los NIDOS ofrecen una utilidad más. Como cualquier traductor sabe, la traducción literal no siempre funciona. Puede ocurrir que la traducción literal resulte justamente la más imprecisa o incluso la menos indicada porque la frecuencia del uso del término original no es la misma o porque su “colorido” estilístico es diferente. En estos casos el traductor debe bucear entre palabras y locuciones hasta dar con la que traslada el significado del texto original al otro idioma con mayor fidelidad sin atenerse a la exactitud del término concreto. (Un traductor profesional sabe que la precisión de su trabajo sólo en un cincuenta por ciento depende de la exactitud de la palabra traducida, y que otros factores lingüísticos, ya no estrictamente semánticos, serán igual de decisivos.) Dicho de forma llana: a veces, sacrificar el significado literal de una palabra o frase es justo lo que hay que hacer para asegurar la buena calidad de la traducción y su fidelidad al original. Un ejemplo claro de esto son los juegos de palabras o las frases lapidarias características de uno u otro país: una buena traducción trasladará su significado al lector utilizando palabras y conceptos completamente distintas de las del original. Un NIDO que exhibe un máximo de términos colindantes puede ser de ayuda justamente en este trance. Es posible que una palabra o incluso el solo modelo sintáctico de una expresión proporcionen la solución buscada. Volviendo a la estructura del Diccionario inverso. Las listas de sinónimos suelen seguir este orden: palabras sencilla van al principio y las locuciones les siguen. Cuando una lista es especialmente extensa e incluye formaciones con el mismo verbo, sustantivo o modismo, éstas se agrupan en una entrada aparte señalada como, por ejemplo, (expresiones con poner). A la lista de sinónimos le siguen, en caso de haberlos, conceptos próximos, frases proverbiales, exclamaciones y enlaces. Dentro de ese anidamiento de términos y expresiones, conceptos monoverbales se destacan, por lo general, con negrita. En ocasiones, pero no siempre, el concepto en negrita está enlazado con otro artículo del Diccionario inverso. Las descripciones más o menos extensas van en cursiva y entre paréntesis. Cuando sirven para matizar el significado de una palabra de la lista de sinónimos, este comentario va después de la palabra. Por ejemplo, en el catálogo de DINERO aparece esta entrada: (propina) la propi, el bote (también, el recipiente donde la guardan) Nota. Los paréntesis redondos se usan en el Diccionario inverso sólo con el fin de destacar un texto sin “eclipsar” el texto en negrita. Es decir, se establece un orden de importancia: la negrita supone una importancia mayor. Los paréntesis redondos suponen una relevancia mayor que el texto en redonda pero menor que las palabras en negrita. Si una entrada situada dentro de un NIDO enumera conceptos próximos propios, cada uno de éstos puede introducir una lista de sinónimos propia. Otros signos, como los paréntesis cuadrados y las barras, se utilizan para indicar posibles variantes de las palabras. Por ejemplo, TAPA[D]O indica que son posibles dos formas de la palabra: TAPADO y TAPAO. EN PELOTA[S] [VIVA[S]] señala que la expresión permite cuatro combinaciones: EN PELOTA, EN PELOTAS, EN PELOTA VIVA y EN PELOTAS VIVAS. En algunos casos, para no complicar la legibilidad, se prescinde de los paréntesis y se citan todas las formaciones posibles. La barra se utiliza exclusivamente para señalar una posible variación por género. Así, EL/LA RASPA, ‘pillo, pícaro’, significa que la palabra puede referirse tanto a una mujer (LA RASPA) como a un hombre (EL RASPA), o el adjetivo BOLERO/A, ‘mentiroso’ puede emplearse tanto en masculino (BOLERO) como en femenino (BOLERA). Aunque, en realidad, el Diccionario inverso sólo señala la variabilidad genérica en casos cuando existe algún motivo de duda, ya sea porque la palabra en cuestión se use más como adverbio o sustantivo y es probable que el usuario nunca la haya visto empleada como adjetivo, ya sea porque el contexto puede inducir a la duda. El contexto en este caso son las palabras listadas al lado del término en cuestión: el cansancio o la distracción pueden hacer que el significado de unas palabras “contamine” las palabras colocadas a su lado. Por ejemplo, si un adjetivo susceptible de ser empleado como sustantivo aparece rodeado de sustantivos, lo más probable es que el usuario lo perciba como otro sustantivo. (Se ha procurado evitar esta clase de vecindades pero no siempre ha sido posible.) En relación al género, número y otras categorías gramaticales, se ha seguido el ejemplo de otros diccionarios de argot y se ha prescindido de esta clase de indicaciones. Los sustantivos aparecen sin artículo excepto en casos de que su desinencia no permita conocer su género o el género actúe de modificador del significado. El ejemplo clásico de esto es LA RATA y EL RATA. En todos los casos, se ha deseado presentar las entradas asegurando la claridad y la supresión de cualquier duda posible sobre el uso de las palabras incorporadas. El mismo criterio se aplicó a las locuciones. Se ha procurado conseguir una máxima coincidencia sintáctica entre la construcción descriptiva y la locución en argot. Si la definición dice, por ejemplo, ‘gustarle algo a alguien’ y el coloquialismo que se ofrece como su equivalente es ‘que hace tilín’, después de la definición aparecerá: ‘hacerle tilín algo a alguien’: infinitivo por infinitivo y los complementos correspondientes sin faltar ninguno… excepto en los raros casos en que hacer un calco sintáctico supondría retorcer la sintaxis más allá de lo tolerable y de lo inteligible. Las palabras que encabezan cada artículo, o NIDO, fueron elegidas por la probabilidad de que el usuario les dé la preferencia a la hora de emprender una búsqueda. Así, para los términos relacionados con el consumo del alcohol, se ha preferido BORRACHERA a EMBRIAQUEZ, dado el cariz más coloquial del primer término. Sin embargo, si el usuario empieza su búsqueda por EMBRIAGUEZ, encontrará allí un enlace que lo llevará hasta BORRACHERA. El usuario encontrará también algunas palabras marcadas como voz gitana, calificación que, por lo visto, habrá que suprimir en las nuevas ediciones. La de por sí embrollada etimología del argot se complica aún más por los continuos cruces entre las voces de la germanía castiza con las del caló, de forma que no siempre es posible establecer si una palabra tiene más parentesco con el castellano antiguo o con el habla gitana. Una observación sobre la representación gráfica de las palabras de argot. Obviamente, las normas de ortografía no se aplican a esas voces. Por su propia naturaleza el argot no existe en forma escrita, es un habla ágrafa. Salvo cuando un término deriva de una palabra de uso corriente y registrada en los diccionarios, la escritura de una palabra se presta a toda clase de varia. Por ejemplo, jipiar (mirar) también puede escribirse con g: gipiar. La i en posición posvocal puede ser interpretada como y. Este diccionario recoge todas las variantes posibles, por lo que su usuario encontrará, por ejemplo, tanto la forma jai como jay, tanto jallares como jayares. Por último, señalar que el Diccionario inverso sigue el ejemplo de María Moliner también al desdoblar los signos CH y LL, por los mismos motivos que María Moliner cita en el prefacio de su Diccionario, pero principalmente, por lo cómodo y elegante que resulta mantener la uniformidad del alfabeto latino. Y un consejo más para un usuario meticuloso, que puede desear conocer más a fondo la procedencia y el uso de las palabras de argot. Encontrará de gran ayuda el Diccionario de argot de Julia Sanmartín Sáez (Espasa, 1998), que cita ejemplos del uso de todas las palabras que recoge su diccionario. Esos ejemplos son a veces más clarificadores que los desgloses de las entradas, que revelan una formación filológica deficiente (y es una lástima porque esfuerzo por recoger un enorme número de voces y de ilustrar todas ellas con ejemplos). No sólo algunas definiciones están en abierta contradicción con los ejemplos ilustrativos sino que la propia inclusión de algunos términos despierta dudas: incluye demasiados términos caídos en desuso y demasiadas locuciones que figuran en el DRAE. Hay que tener en cuenta que el diccionario en cuestión contiene términos recogidos en su mayoría de otros diccionarios. En este sentido lo aventajan dos diccionarios, paradójicamente, algo más antiguos pero que dan la impresión de basarse en un trabajo de campo genuino, es decir, incluir palabras escuchadas de vida voz: el diccionario de Juan Manuel Oliver (Sena, 1987) y el de Víctor León (Alianza Editorial, 1981). El Diccionario inverso de argot será útil tanto a los autores y traductores que necesitan incorporar el habla coloquial en sus textos, como a quienes se proponen, sin pensar específicamente en el argot, realzar el tono jocoso de un escrito. La divisoria entre el argot y los coloquialismos del lenguaje mayoritario es imprecisa. Gente que no tiene nada que ver con el mundo del hampa utiliza las palabras como TRULLO o PRINGUE con absoluta normalidad. La gente de la “mala vida”, por su parte, puede sorprender empleando expresiones anticuadas y muy castizas. Es posible que un escritor en busca de frases graciosas las encuentre en este Diccionario inverso ya hechas, o que descubra modelos fáciles de aprovechar para crear expresiones nuevas. Y hablando de arcaísmos. Todos los idiomas, hablas y jergas acusan el paso de los años. El argot español no es una excepción. El Diccionario inverso incluye algunas expresiones de la época de la Guerra Civil, así como los nombres de monedas y billetes de pesetas. Pueden considerarse una curiosidad o un modelo de inventiva que copiar. También se recogen algunas palabras recientes de vida corta, como TURBO, que un usuario joven, tal vez, no sepa identificar con un tipo de motor que fascinó a los conductores durante unos años y cayó en el olvido casi de inmediato, dejando tras de sí muchas expresiones referidas a la forma de funcionar algo e incluso de tocar instrumentos musicales con poderío y a gran velocidad. Hay otras palabras que se van y que… ya nunca vienen. Todos los intentos de encontrar equivalentes a los clásicos TALEGOS (mil pesetas, o CUCAS) en euros fallaron. La culpa puede tenerla el billete más usado, de 50 euros, puesto que tiene un color difícil de definir (¿marrón?, ¿beige?, ¿rosa?) o porque el color verde, que, curiosamente, se utiliza para los billetes más populares en la mayoría de las naciones, corresponde al billete que prácticamente ha desaparecido de la circulación, el de cien euros. Y una última consideración sobre los usos lingüísticos actuales. El usuario ha de estar preparado para encontrarse con muchas palabras malsonantes y, peor todavía, con palabras tan abiertamente en oposición al pensamiento políticamente correcto que su uso puede ser calificado de delito, Las palabras en sí nunca son ni buenas ni malas, su inclusión en un diccionario no significa ni aprobación ni rechazo de las realidades que señalan. Confío en que este trabajo resulte tan útil para otros traductores y autores como lo ha sido para mí, y que al compartir esta experiencia, los usuarios del Diccionario inverso me hagan llegar sus críticas, sugerencias y observaciones. Capellades, marzo de 2016

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