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Diálogos V PDF

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BIBLIOTECA CLÁSICA CREDOS. 11? PLATÓN D I A L O G O S V tAHMCVlOM, TlfTÍTO. ttOflVTA. titOUCOOMi wrtoMiunts τ unto m M * B4»H- ÍAKTa CBWL ALVAto VAiUK» CAAlttK KISTO* LUIS CClDttO W >\. M Í.53H Asesor para U sección ¿riega: Carlos GaacU Cual. Según las normas de (a B. C. O., las traducciones de csic volumen han sido revisadas por Cakloi García Gual (Parmétudes) y Fernando Gae- cía Romfno (TectetOt Sofista. Político). © EDITORIAL credos, s. a. Sancha Pacheco. 81, Madrid. España, 19dS. Las traducciones» introducciones y notas han sido llevadas a cabo por M.· ísabd Sania Cruz(Pormtn\desy Político), A. VaHejo Campos (Tette­ to) y N- L. Cordero {Sofista)* Depósito Legal: M. 2332M93S. ISBN 84-249-1279-9 Impreso en EspaAa. Prinicd in Spain. Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1988. — 6188. W —»« >aS· ^ · · * P A R M É N I D E S INTRODUCCIÓN 1. Ubicación del diálogo El Parménides marca una ruptura y, a la vez, sirve de transición entre los diálogos medios o de madurez y los tardíos. Marca una ruptura, porque en ¿1 se formulan una serie de objeciones a las Formas y a su relación con las cosas, tal como han sido presentadas en los diálogos de madurez, particularmente en el Fedón y en la República. Sirve de transición, porque en el se ofrecen los elementos para la solución de las dificultades planteadas, y se abre así el camino para el Softs(a> El Parménides es el primero de υο conjunto de cuauo diálogos —Parménides„ Teeteto, Sofista, Político— que es­ tán ligados por varías referencias cruzadas y por un nuevo interés en la filosofía eleaia. Fue escrito por la misma épo­ ca que el Teeteto —con el que tiene una afinidad estilística muy grande—, alrededor del 369/368 a. C. Es muy posible que la composición dei Parménides haya precedido a la del Teeteto, y, por lo demás, Platón mismo sugiere que sean leídos en ese orden *. 1 Para la ubicación cronológica del diálogo resolia muy convincente el are. de S. Pawaoiotou, «T>ie retaüve order of Plato** Parménides and Theaeietus», Class. Phtlo!. 76 (1981). 1, páp. 37-39. cuyas sugerencias sigo. Este diálogo es, sin duda, uno de los más difíciles. Aun­ que los argumentos están perfectamente concatenados y. con una atenta lectura, pueden seguirse sin mayores tro­ piezos, la gran dificultad radica en determinar que relación guardan entre sí las diferentes secciones y cuál es el propó­ sito de cada una de ellas y de la obra en su conjunto. La tercera parte, en especial, ha sido objeto de múltiples y dispares interpretaciones y ha representado por siglos, al decir de A. Capizzi, «la bestia negra de todos los estu­ diosos de Platón» 1. El diálogo es serio * y los problemas en ¿I planteados son de importancia capital. Comprender su alcance, significado y propósito exige leerlo como una unidad, y todo intento de examinar una u otra sección por separado o de analizar un argumento aislándolo del resto parece condenado al fracaso. Pero, aun leído unitariamen­ te, ha sido y sigue siendo fuente de controversia y ambi­ güedad. Tal es su riqueza que, como lo dice con acierto E. Wyler, el Parménides tiene «la extraordinaria facultad de reflejar la mente de quien lo interpreta. Cuando no se le plantea al diálogo ninguna pregunta, no da ninguna res­ puesta; si se le plantean preguntas estúpidas, nos responde estúpidamente; si se lo interroga analíticamente, responde analíticamente (Ryle); si se lo interroga neoplaiónicaroen- 1 cr. «L*uno e i molo nel pensicro di Platonc», Oiorn. Metaf. XI (1956), I, pág. 96. ) Mucho se ha discutido a propósito del carácter de! Parménides. Desde nuestro punto de vista, parece insostcoible que el diálogo sea, como lo expresa A. Taylor (Plofo. The Man and his Work, Londres, 1926 (reimpr.» 1963). pág. 351), un elaborado jeu d'csprif. Una exposición y critica de las más imponames lincas interpretativas pueden tallarse eo el articulo de W. Runciman, citado eo la bibliografía, «Plato's Parmtnldts»* eo R. E. Allen (ed.), Studks in Plato*s Meiaphysics, Londres, 1965. rcirapr. 1968, págs. 149-184. te. responde neoplaíóoicameDte (Speiser); si se lo interroga hegelianamente, responde hegelianamente (Wahl), etc.» 4. El estilo narrativo empicado es complejo y peculiar. Co­ mo en el Banquete, el narrador no ha estado presente en la conversación original. Pero, a diferencia del Banquete, el narrador esiá alejado en tercer grado de la conversación que narra, a la manera del pintor que copia una imagen de la verdadera realidad. En efecto. Céfalo cuenca el relato que le hizo Antifonte, quien, a su vez, lo oyó de Pitodoro, que estuvo presente en la conversación mantenida una vez por Sócrates, Zenón y Parménides. El estilo narrativo no es casual» y Platón logra el efecto que, sin duda, se propon ne: situar la conversación en un pasado remoto y damos la impresión del mucho tiempo transcurrido desde aquel entonces en que, en Atenas, para unas Grandes Panate- neas, un Sócrates muy joven y aún inexperto se enfrentó con el anciano Parménides, venerable y temible, y con su secuaz, Zenón. La conversación es del todo ficticia; pero también es una ficción literaria el encuentro en Atenas: a él se alude en ^Teeteto I83e y es recordado en Sofista 217c, en términos que sólo pueden referirse al diálogo Par­ ménides y no a un hecho históricoj Cuatro son los perso­ najes principales: Sócrates, Parmenides, Zenón, y un Aris­ tóteles, de quien se dice que formó parte de los Treinta y quer en el momento de la conversación, era aún más joven que Sócrates; su función se limita a acompañar, con sus lacónicas respuestas, las trabajosas demostraciones que hace Parménides en la tercera sección del diálogo. 4 *T*o Rewnt fntcrprciaüons οΓ Plaio's Parmenides», lnguiry VI (1963). 210. 2. Estructura y contenido del diálogo La estructura del diálogo es clara; un prólogo y tres partes netamente reconocibles y de extensión desigual. El hilo conductor que recorre todo el diálogo y permite co­ nectar entre ellas las distintas secciones es, a nuestro jui­ cio, el problema de la unidad y la multiplicidad. jpRÓLOOO (I26a-i27d) Céfalo narra su encuentro con Antifonte y relata lo que éste oyó contar a Pitodoro. Circunstancias del encuentro de Sócrates con Zenón y Parménides. Primera partí (I27d-130a) ,J Sócrates y Zenón. Dificultades de la multiplicidad. 1) La paradoja de 2Lenón sobre la multiplicidad (127d-l28e). 2) La solución de Sórates a la paradoja de Zenón (128e-139a). Segunda parte (130a-135d) Parménides y Sócrates. Dificultades de la multiplicidad y la unidad involucradas en: 1) La extensión del ámbito de las Formas (J30a-Í31a). 2) La relación entre las Formas y los particulares: a) Participación de los particulares en la Forma y pre­ sencia de la Forma en los particulares (I31a-132a)* b) La Forma como unidad sobre la multiplicidad de par­ ticulares. El «tercer hombre» (132a-132b). c) La Forma como unidad conceptual de los particula­ res (132b-132d). d) La Forma como paradigma y los particulares como semejanzas. El «segundo tercer hombre» <132d-J33a). 3) La no relación entre las Formas y los particulares. Incóg- noscibilidad de las Formas (I33a-135a). 4) Conclusión: pjO Necesidad de las Formas (135a-I35c). ^ i b) Necesidad del entrenamiento dialéctico (135c-d). Tercera parte (135d-166c): Parménides y Aristóteles. Dificultades de la unidad. 1) Caracterización del método dialéctico (I35d-137b). 2) Desarrollo de las dos hipótesis sobre la unidad (137b-166c): I. Hipótesis positiva: «si lo uno es» (137c-160b) A) Consecuencias para lo uno: 1. si lo uno es (137c-142b) 2. si Jo uno es (142b-157b). B) Consecuencias para los otros: 3. si lo uno es (157b-159b) 4. si io uno es (159b-160b), II. Hipótesis negativa: «si lo uno no es» (160b-166c) C) Consecuencias para lo uno: 5. si lo uno no es (160b-163b) 6. si lo uno no es (163b-164b). D) Consecuencias para los otros: 1. sí lo uno no es (164b-l65e) 8. si lo uno no es (165e-166c). (11. Conclusión general de las dos hipótesis (166c). j ( 3. La paradoja de Zenón (I27d-130a) [El enunciado de la paradoja tiene una estructura válida y su forma lógica e$ la del modus tollens: si hay multiplici­ dad, las mismas cosas deben ser semejantes y desemejan­ tes; es imposible que las semejantes sean desemejantes y que las desemejantes sear* semejantes; en consecuencia, no hay multiplicidad] Zenón procede dialécticamente no sólo para destruir la posición,.generalmente admitida, de que hay multiplicidad, sino también para probar que hay unidad. Así entiende Sócrates el propósito de Zenón, y así lo declara el propio Zenón; sus argumentos constituyen una defensa de la afir­ mación parmenídea, ridiculizada por quienes sostienen la

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J5a, Timeo 30a y 31b, y Carta V¡¡ J42d, En. cMe último pasaje, la cuestión, lo cual demuestra que uno puede tener opiniones verdaderas de algo
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