Descartes. Indice. 1. Contexto histórico, cultural y filosófico. (1)……………………………………… 2 Vida y obra…………………………………………………………………………. 4 2. Razón y método: el criterio de verdad. (2 b) …………………………………… 6 Características del racionalismo. (2 b) ………………………………………….. 6 2.1. El buen uso de la razón: la necesidad del método. (2 b y 2 c) ………….. 7 2.2. Las reglas del método. (2 b y 2 c) ………………………………………….. 10 ¿En qué se inspiró Descartes para elaborar su método? ………………...11 2.3. La duda metódica. (2 b y 2 c) ………………………………………………..13 Características de la duda. ………………………………………………………..14 2.4.El «cogito» y el criterio de verdad. (2 b y 2 c) …………………………….. 15 3. La estructura de la realidad: la teoría de las tres sustancias. (2 b y 2 c) ……. 16 3.1. Las ideas como objetos del pensamiento. ………………………………….. 17 3.2. La teoría de las tres sustancias………………………………………………. 17 3.2.1. Deducción de la «res cogitans»……………………………………….. 18 3.2.2. Deducción de la «res infinita»………………………………………….. 18 Deducción de la existencia del mundo…………………………………… 23 3.2.3. Demostración de la «res extensa»…………………………………… 27 4. Relación con otra posición filosófica (3 a )………………………….. 27 5. Actualización de tema (3 b)…………………………………………… 28 6. Vocabulario (2 a)………………………………………………………. 30 Filosofía II Descartes RENÉ DESCARTES [CARTESIUS] (1596-1650) 1. Contexto histórico, cultural y filosófico. (1) El siglo XVII, en el que vive nuestro autor, está marcado por una creciente inestabilidad en Europa. Factor clave son las conflictivas relaciones, entre los católicos y los protestantes del viejo continente. Por ello, para comprender el siglo XVII es necesario hacer referencia a las reformas que Lutero, Calvino y Zwinglio introducen con respecto al catolicismo en el siglo XVI. El protestantismo es contestado desde Roma con el Concilio de Trento (1545-1563). En el surgimiento de la reforma protestante tuvo un papel destacado la invención de la imprenta (hacia la mitad del siglo XV), ya que permitió una expansión generalizada de los textos clásicos y de la Biblia, sacando el conocimiento y el estudio de las escuelas monacales y catedralicias, haciéndolo accesible a los laicos, con la consiguiente pérdida de control de los mismos por parte de la Iglesia. Las disputas religiosas en el seno del Imperio Alemán, la RENÉ DESCARTES intención de Suecia por controlar el Báltico y la antigua disputa entre Francia y España por la hegemonía en Europa, desembocan el la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) en la que se ven involucradas las grandes potencias del momento y en la que participó Descartes como soldado de ambos bandos (el católico y el protestante). Con la paz de Westfalia (1648), en la que se reconoce la igualdad de derechos de los estados católicos y protestantes, se pone término a esta guerra. El Sacro Imperio Germánico acaba dividido y fragmentado; España está al borde de la extenuación, pues ha agotado todas sus posibilidades humanas y económicas en la guerra, y Francia, aunque salió mejor parada, entra en una crisis económica. La brutalidad de esta guerra (masacres en aldeas y ciudades, hambre, epidemias, odio religioso y político...) golpea la conciencia de algunos intelectuales, que se preguntan cómo ciudadanos europeos, supuestamente civilizados, pueden mostrar tanta falta de racionalidad. El intento de alcanzar una ética racional, válida para todos, por encima de sentimientos religiosos, se perfila como una de las tareas más acuciantes. El proyecto cartesiano está presidido por esta idea, aunque Descartes morirá antes de trazar una ética racional. Este intento de racionalización, alcanza también a la economía y al derecho. A finales de la Edad Media se había producido un fuerte crecimiento de las ciudades, que se convierten en el centro económico y social. En el siglo XVII, los burgueses1 dedicados al comercio sienten la necesidad de unas leyes de libre comercio iguales en todas partes, de ahí que se muestren partidarios de un poder político centralizado y fuerte que se imponga a los señores feudales. El Estado tiene, para estos burgueses, un fin utilitario: facilitar los negocios. De esta manera, surgen los estados nacionales centralistas, con leyes absolutistas, y una nueva clase social: la burguesía, cuya máxima virtud es el éxito en el trabajo personal, que se traduce en riquezas. En esta época aparecen organizaciones mercantiles, para racionalizar el trabajo y obtener el máximo beneficio, organizaciones económicas (la Banca y la Bolsa), para mejorar los rendimientos económicos, así como el Derecho Internacional. Pero las disputas de religión no solamente afectaban al orden político y económico, sino que también tenía efectos en el orden cultural: en 1633 la Santa Sede condena la obra 1 Los burgueses son mercaderes y artesanos que, a partir del siglo XI se establecieron en los burgos, una especie de fortaleza (esas fortalezas pronto se convirtieron en pequeñas poblaciones) desde donde el señor feudal vigilaba su territorio. Su independencia (y pretensiones) pronto les hizo enfrentarse a la nobleza y al clero. 2 Descartes Filosofía II de Galileo, y Descartes renuncia a publicar su Tratado sobre el mundo, porque defendía las ideas heliocéntricas de Galileo. Hacia 1643 arrecian las polémicas contra Descartes, siendo atacado tanto por los jesuitas como por los protestantes, que tampoco llegan a comprenderle. Cansado de todo esto, acepta las reiteradas invitaciones de la reina Cristina de Suecia y se traslada a ese país. En 1650 morirá allí, víctima de la pulmonía. Desde el siglo XV al siglo XVII se van a ir proponiendo innovaciones a la física aristotélica que conducirán a la creación de la “NUEVA CIENCIA”, personificada, entre otros, por Copérnico, Kepler y Galileo. Entre otras innovaciones, Copérnico propone un universo Heliocéntrico y Geodinámico (en lugar de Geocéntrico y Geoestático); Kepler formula matemáticamente, en 1609, la teoría de que los planetas se mueven alrededor del sol describiendo órbitas elípticas en vez de circulares; y Galileo construye uno de los primeros telescopios astronómicos a la vez que sistematiza el nuevo método científico: el método hipotético-deductivo. Esta “Nueva Ciencia”, de enorme influencia en la filosofía de Descartes, se caracteriza por: 1. La matematización del mundo: «el mundo está escrito en lenguaje matemático», dirá Galileo, por lo que el conocimiento científico y verdadero del mundo será un conocimiento matemático del mismo, en el que todo lo que ocurre –los fenómenos- se reduce a variables cuantitativas. Esta idea presidirá la filosofía cartesiana, cuyo método tiene como modelo el proceder matemático. 2. El mecanicismo: el mundo deja de entenderse como un enorme organismo viviente, para ser entendido como una gran máquina, similar a las construidas por el hombre. Así pues, los fenómenos quedan explicados cuando descubrimos la causa eficiente de los mismos, eliminando la búsqueda de causas finales. 3. La experimentación: La única manera de acercarse a un conocimiento verdadero de la realidad es experimentar. Este no es un rasgo muy presente en la filosofía cartesiana, precisamente por su carácter deductivo, basado en la matemática. De hecho, incluso en la ciencia también tiene un valor secundario y casi exclusivo para la verificación de hipótesis matemáticas previamente construidas. A veces, el cálculo o el razonamiento sustituían al experimento. Tal era la confianza que se tenía en la capacidad de la razón. 4. La practicidad: no se busca un conocimiento meramente teórico sino un conocimiento útil y práctico que mejore la vida de los seres humanos. En el siglo XVII, se inicia la unión entre la ciencia y la técnica. Esta “Nueva Ciencia”, que tantos descubrimientos y éxitos alcanzará con su nuevo método, es la “reina” del panorama intelectual de los albores de la Edad Moderna. Conocimiento verdadero será igual a conocimiento científico. Junto al entusiasmo por la nueva ciencia, que aparece como algo infalible a los ojos de algunos, encontramos una fuerte corriente de PENSAMIENTO ESCÉPTICO que reaparece sobre todo en Francia, y de la que destaca Michel de Montaigne (1553-1592). Para este autor la mayor “peste” del hombre es creer que puede llegar a conocer verdaderamente las cosas. Los últimos fundamentos de nuestro conocimiento son inseguros y la experiencia de los sentidos es engañosa, por lo que la ciencia de la naturaleza no es más que una bella poesía sofística. En este clima histórico, social y cultural se encuentra Descartes, y al mismo intenta responder su obra, en la que se mantiene que la mejor herramienta de la que dispone el ser humano para huir del escepticismo y poner orden tanto en su vida como en la sociedad y en la naturaleza, es la razón, una y la misma en todos, liberada de las ataduras teológicas y del peso de la autoridad y de las tradiciones, y sometida únicamente a sus propios principios (identidad y no contradicción). Así, Descartes 3 MICHEL DE MONTAIGNE (1553-1592) Filosofía II Descartes inaugura la corriente denominada racionalismo a la que pertenece junto a Leibniz, Spinoza y Malebranche y que mantiene que la razón es la única fuente de conocimiento válido. El texto a comentar contiene dos partes (la segunda y la cuarta) de las seis que componen el Discurso del método. El propio Descartes explica así el contenido de su obra y de cada una de sus partes: «Si este discurso pareciera demasiado extenso para ser leído de una sola vez, podría dividirse en seis partes: 1. En la primera se encontrarán diversas consideraciones relacionadas con las ciencias. 2. En la segunda, las reglas más características del método que el autor ha indagado. 3. En la tercera, algunas reglas de moral que ha obtenido de este método. 4. En la cuarta parte, las razones que permiten establecer la existencia de Dios y del alma humana, que constituyen los fundamentos de su metafísica. 5. En la quinta se detalla el orden seguido en sus investigaciones de física. 6. En la última parte expone lo que estima es necesario para avanzar en la investigación de la naturaleza más allá de dónde él ha llegado, así como las razones que le impulsaron a redactar este discurso». Vida y obra El mayor filósofo francés de todos los tiempos, padre de la filosofía moderna, e iniciador del racionalismo. Nació en La Haye, en Turena, en el seno de una familia de la pequeña burguesía en 1596. Tercer hijo de Joachim Descartes, consejero en el parlamento de Bretaña, y de Jeanne Brochard, que murió de parto al año siguiente. Tras casarse de nuevo su padre en 1600 con Anne Morin, pasó al cuidado de su abuela, quien le educó hasta 1606, fecha en que ingresa en el colegio de los jesuitas de la Flèche, fundado dos años antes, una «de las más célebres escuelas de Europa», y cuyas enseñanzas, en particular la filosofía escolástica aprendida de 1612 a 1614, Descartes enjuicia en su Discurso. Abandona esta escuela y en el año 1616 se halla en Poitiers cursando estudios de derecho. En 1618 se enrola en el ejército de Maurice de Nassau, príncipe de Orange, y participa así en la guerra de los Treinta Años. Este mismo año conoce a Isaac Beeckman, un investigador holandés, momento a partir del cual Descartes se interesa por la investigación científica, que une la matemática y la física. Por la correspondencia de Beeckman se sabe que Descartes por esta época buscaba ya, como había hecho Ramón Llull, un «arte general para resolver todas las dificultades». Rota la amistad con Beeckman, Descartes abandona Holanda y se enrola en el ejército católico de Maximiliano de Baviera. En noviembre de 1619, en Ulm, según su propio relato, descubre «los fundamentos de una ciencia maravillosa», tras interpretar el sentido de tres sueños habidos la noche del 11 de noviembre, que se considera el punto de arranque de su nuevo método. Sigue de 1620 a 1629 un período de 9 años de viajes, de los que hay que destacar que, en 1622, adquiere un patrimonio familiar que le permite autonomía económica y que, pese a llevar a cabo un viaje a Italia, no llega a conocer a Galileo. Hacia 1625-1627 se halla en París, donde llega a ser conocido entre los medios literarios, científicos y filosóficos, como «excelente matemático» y perfecto hombre de mundo. Entre sus amigos, se cuentan sobre todo Mersenne y el cardenal de Bérulle. En este ambiente participa en la discusión entre el valor y sentido de la filosofía tradicional escolástica y los métodos innovadores de la «nueva ciencia» que, por aquel entonces, se hallaba mezclada con las llamadas «ciencias curiosas» (magia, alquimia, astrología). Por esta época Descartes comienza a redactar las Reglas para la dirección del espíritu (en 1628) aunque fueron publicadas póstumamente. En ellas consta ya la conocida afirmación 4 Descartes Filosofía II cartesiana de que, al menos una vez en la vida, conviene poner todo en discusión, y el rechazo frontal y total de la filosofía escolástica y, con ella, del aristotelismo. Frente a las confusiones y ambigüedades de la mezcla de la nueva ciencia con las ciencias curiosas, propia del Renacimiento, Descartes presenta los puntos esenciales de su método deductivo de razonar, esencialmente matemático, proponiendo como ciencia ideal aquella que primero justifica el método en que se fundamenta, cuyos puntos esenciales son: la intuición, la deducción, la enumeración o inducción y la memoria o recuento de todos los pasos dados. Tras una importante discusión pública, en casa del nuncio y ante lo más selecto de París, Descartes expone su método, que denomina «método natural» de razonar. El cardenal de Bérulle le dedica grandes elogios y le anima a desarrollar una filosofía fundada en dicho método, Descartes se marcha a la región de Bretaña y luego, hacia 1629, se instala definitivamente en Holanda. En este país, extrañamente aislado, aunque en contacto epistolar con científicos y filósofos, con Mersenne sobre todo, y cambiando continuamente de lugar de residencia para no ser hallado, encuentra la paz de espíritu necesaria para desarrollar sus investigaciones, matemáticas primero y luego filosóficas, con la intención de hallar razonamientos filosóficos más evidentes que los geométricos. En 1637 aparece el Discurso del método, que publica en Leiden, en francés, sin su nombre, junto con tres ensayos científicos, Dióptrica, Meteoros y Geometría, que él afirma que son ensayos hechos según su nuevo método. Mientras tanto, en 1633, el Santo Oficio condena las afirmaciones de Galileo sobre el movimiento de la tierra, por lo que Descartes interrumpe la redacción de Mundo; en 1635, de Helène Jans, mujer que le cuidaba, tiene una hija (Francine) a la que legitima; en 1640, mueren su padre, su hermana y su hija de cinco años («el dolor más grande de su vida»). En 1641 publica una redacción en latín de Meditationes de prima philosophia -iniciadas hacia 1628-, junto con las objeciones que Mersenne había podido recoger previamente, sobre todo de Gassendi y Hobbes, y las respuestas de Descartes. Nuestro filósofo va siendo cada vez más conocido en Holanda, y mayor es el número de amigos, científicos y filósofos que lo visitan, pero arrecian también las críticas y la oposición a su filosofía. Hobbes le se entrevista con él, pero no logran ponerse de acuerdo; Hobbes se alinea con la nueva ciencia, mientras que Descartes, que no acepta ni la filosofía escolástica ni la nueva ciencia, pretende que su filosofía llegue a sustituir a la antigua escolástica. De hecho, sus Meditaciones van precedidas de una carta dirigida a los profesores de la Sorbona de París para captarse su benevolencia. En realidad, lo que obtiene son ataques, principalmente de Pierre Bourdin, jesuita influyente, y de Gilbert Voët, profesor de la universidad de Utrecht. Tuvo que intervenir la autoridad política para lograr que cesaran los ataques contra Descartes en las universidades holandesas, que lo acusaban de ateísmo y pelagianismo. En 1644 aparecen, también en latín, los Principia philosophiae: con ellos intenta ofrecer un manual de su propia filosofía, redactado al estilo de los que entonces se utilizaban. Los dedica a la princesa Isabel, hija de Federico V, rey de Bohemia, refugiado entonces en Holanda, tras la batalla de la Montagne Blanche (1620). La princesa había conocido y tratado a Descartes y mantenía con él correspondencia sobre temas de filosofía; en sus Cartas a Isabel, puede apreciarse la moral definitiva cartesiana. El interés de esta princesa por cuestiones psicológicas hizo que Descartes compusiera en 1649 un tratado sobre Las pasiones del alma, que es interesante para comprender las relaciones entre mente y cuerpo en su sistema. Durante los años 1647-1649, aparecen las traducciones al francés de las Meditaciones y los Principios y, en 1648, vuelve por última vez a París, donde coincidió con los tumultos de la Fronda. En 1649 aceptó no de muy buen grado la invitación de la joven reina de Suecia, Cristina, interesada en su filosofía desde 1646, a trasladarse a su corte. El clima riguroso de Suecia y el horario intempestivo - las cinco de la mañana- de las lecciones que debía dar a la reina acabaron con la vida de René Descartes, que murió de pulmonía el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad. Tras la muerte de Descartes, en las universidades holandesas comenzaba el cartesianismo. 5 Filosofía II Descartes 2. Razón y método: el criterio de verdad. (2 b) René Descartes pertenece a la corriente filosófica denominada Racionalismo. En sentido estrictamente filosófico, el término “Racionalismo” se refiere a: La corriente filosófica del siglo XVII a la cual pertenecen Descartes, Leibniz, Spinoza y Malebranche (a la que se opondrá el empirismo inglés del siglo XVIII) que mantiene que la razón es la única fuente de conocimiento válido. Características del racionalismo. (2 b) A) Para el racionalismo, la única autoridad posible es la razón, de la que participan todos los hombres y que ofrece las máximas garantías de certeza cuando se aplica con un método correcto. La confianza absoluta en la razón humana se distingue de: 1. La Escolástica y el recurso a la fe y al principio de autoridad. 2. El escepticismo reinante en círculos humanistas como Montaigne. 3. Empirismo. B) El problema del método, se convierte en la cuestión fundamental. A la búsqueda y perfeccionamiento del método correcto, dedicaron los racionalistas buena parte de sus inquietudes, convencidos como estaban de la estrecha relación existente entre método y verdad. Con Descartes, cristalizan siglos de lucha, instaurando la razón como fuente principal de conocimiento y criterio de verdad. La principal característica de la época moderna es la búsqueda de un “Ars Inveniendi”, la búsqueda de un nuevo método que sea capaz de explicar hechos de la naturaleza como el espacio, el movimiento, el tiempo, la velocidad. Elaborarán sistemas físicos, metafísicos, que versarán sobre la relación en el hombre entre el alma y el cuerpo, la existencia de Dios, la relación mecánica de las sustancias existentes en el mundo, el problema de la libertad o el mal moral. C) En esta búsqueda del método fue determinante la fascinación por el método matemático, axiomático (autoevidente), deductivo. Esta importancia de las matemáticas como modelo es común con la nueva ciencia física de Galileo. D) Correlativa a esta importancia concedida a la búsqueda de los primeros principios y su deducción racional, es el descrédito concedido por los racionalistas a la experiencia. Para ellos, la experiencia sensible, es equívoca, y conduce al error. En el método de Galileo, la confirmación experimental se desplaza al último lugar, e incluso a menudo se hace innecesaria debido a que las leyes matemáticas, construidas con un método riguroso son tenidas como irrefutables. E) Galileo, nunca fue tan lejos como los racionalistas en el desprecio por la experiencia. Estos obtuvieron el origen innato del conocimiento, a partir de ciertas ideas innatas que son evidentes para el sujeto. Las ideas innatas están dotadas, como las propiedades formales del álgebra de necesidad lógica (no se pueden contradecir), de validez universal, y permite la construcción del edificio del conocimiento al margen de la experiencia. F) El mecanicismo. El mundo es una máquina, para una explicación se recurre a una cusa eficiente cuantitativa, según las leyes de la mecánica. 6 Descartes Filosofía II Por eso, quizá la mejor forma de entender esta oposición sea comparar lo que afirman estas corrientes sobre el origen del conocimiento: (3 a) El EMPIRISMO sostiene que todos nuestros conocimientos proceden, en último término, de los sentidos, de la experiencia sensible; El RACIONALISMO, por su parte, establece que nuestros conocimientos válidos y verdaderos acerca de la realidad proceden de la razón, del entendimiento mismo. La filosofía racionalista del siglo XVII concede a la razón la primacía en cuanto fuente y origen de los conocimientos, negándosela a los sentidos. No obstante ambas corrientes mantienen posturas diferenciadas en otros temas, así como algunas coincidencias que los sitúan dentro de la Filosofía Moderna. Veamos sumariamente estas coincidencias y diferencias en un cuadro comparativo. RACIONALISMO EMPIRISMO COINCIDENCIA Las ideas (y no las cosas) son el objeto del pensamiento Universidad de París Universidad de Oxford TRADICIÓN (estudio de Platón y el (estudio del Aristóteles FILOSÓFICA Aristóteles metafísico) naturalista) Presión del Papado Libertad de pensamiento ORIGEN DE LAS Innatas al entendimiento Adquiridas por la experiencia S IDEAS VERDADERAS A FACULTAD DE CI Razón Sentidos N CONOCIMIENTO E R CRITERIO DE E Evidencia subjetiva Evidencia sensible F CERTEZA DI MÉTODO Deductivo Inductivo MODELO DE Ciencias experimentales Matemáticas CIENCIA (Física) ACTITUD FRENTE A Optimismo epistemológico: Pesimismo epistemológico: LAS POSIBILIDADES «Nada hay tan alejado que no «Nuestro conocimiento se DEL CONOCIMIENTO lo podamos conocer» reduce a la experiencia» 2.1. El buen uso de la razón: la necesidad del método. (2 b y 2 c) La Edad Media se caracteriza por el denominado “Giro teológico” de la filosofía, lo que supuso que ésta fuera puesta al servicio de las creencias religiosas. Se trata de un período en el cual la razón se convierte en un instrumento de aclaración y defensa de la fe (la filosofía esclava de la teología). La “filosofía cristiana” utiliza en esta labor a la filosofía griega, fundamentalmente a Platón y Aristóteles, convirtiéndose este último en la autoridad racional por antonomasia (se le llegó a denominar “el Filósofo”). La excesiva confianza en la autoridad aristotélica, unida a la función subsidiaria de la razón respecto de la fe, provocó que durante trece siglos se tuviera como verdadera la Física aristotélica, en parte por la autoridad que representaba Aristóteles, en parte por ser compatible con la Biblia. Será en el Renacimiento (siglo XV) cuando progresivamente entren en crisis todos los pilares en los que se asienta la Edad Media (religión, política, filosofía y ciencia). Intelectualmente, la novedad quizá más relevante es la revolución científica que, desde una concepción autónoma de la razón va a hacer una revisión y refutación progresiva de la Física 7 Filosofía II Descartes aristotélica, que representaba la imagen del Universo predominante a lo largo de toda la Edad Media. La actitud de Descartes ante la historia del pensamiento es de total desengaño: la historia de la filosofía no es más que la historia del error. Descartes mantiene que no se ha utilizado la razón adecuadamente: se han creído argumentos falaces, basados no en el buen uso de la razón sino en el “principio de autoridad” (falacia «ad baculum» y «ad autoritatem»). Debido a este desengaño, Descartes considera como una labor fundamental encontrar un MÉTODO (etimológicamente, camino o procedimiento adecuado) que nos permita hacer un buen uso de la razón sin interferencias externas, así como evitar los dos errores fundamentales de la misma: la precipitación y la prevención. La Edad Moderna se inicia con la clara voluntad de CONJURAR EL ERROR, para evitar apoyar nuestro pensamiento sobre cimientos poco sólidos y firmes2. Descartes busca una vacuna contra el error, y esa vacuna es el MÉTODO. Para Descartes, las distintas ciencias son manifestaciones de un saber único ya que hay una sola razón. La sabiduría es única porque la razón (bona mens) es única. La razón que distingue lo verdadero de lo falso, lo conveniente de lo inconveniente, la razón que se aplica al conocimiento teórico de la verdad y al ordenamiento práctico de la conducta, es una y la misma. De esta manera, Descartes volvió la espalda a la idea aristotélica y escolástica de los diferentes tipos de ciencia, con sus diferentes métodos, y la reemplazó por la idea de una ciencia universal con un método universal. La razón es el criterio de verdad. Un criterio de verdad es un patrón que utilizamos para determinar la verdad o falsedad de un juicio. Bacón (1561-1626) propone el criterio empírico. Observación y experimentación inductiva. Pero el criterio de verdad no puede venir de la experiencia, La inducción es una argumentación que partiendo de proposiciones particulares infiere una afirmación de extensión universal. Se le considera el razonamiento opuesto a la deducción. La inducción completa no aumenta nuestro conocimiento, porque siempre puede aparecer la excepción. Su debilidad estriba en una privación de absoluta necesidad, luego las leyes físicas son contingentes. En conclusión, no se puede extraer de la experiencia o principios universales. Si buscamos estos principios debemos buscarlo en las matemáticas. “Pero al igual que un hombre que camina solo y en la oscuridad, tomé la resolución de avanzar tan lentamente y de usar tal circunspección en todas las cosas que aunque avanzase muy poco, al menos me cuidaría al máximo de caer. Por otra parte, no quise comenzar a rechazar por completo algunas de las opiniones que hubiesen podido deslizarse durante otra etapa de mi vida en mis creencias sin haber sido asimiladas en la virtud de la razón, hasta que no hubiese empleado el tiempo suficiente para completar el proyecto emprendido e indagar el verdadero método con el fin de conseguir el conocimiento de todas las cosas de las que mi espíritu fuera capaz.” Para Descartes toda la filosofía es como un gran árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco la física, y las ramas que salen de ese tronco las demás ciencias. En su búsqueda de un método adecuado, Descartes considera necesario realizar un análisis de la estructura de la razón. De este análisis concluye que dos son los modos de operar la razón: la intuición y la deducción. La intuición es una especie de “luz o instinto 2 Como hemos expuesto en el contexto histórico, cultural y filosófico en el que vive Descartes, el escepticismo como posición epistemológica había sido renovado por el pensamiento renacentista. En la segunda parte del siglo XVI, Montaigne había insistido en los viejos argumentos escépticos: la relatividad y desconfianza de la percepción sensible, la dependencia en que la mente está con respecto a dicha experiencia y su consiguiente incapacidad para lograr la verdad absoluta, junto a nuestra ineptitud para resolver los problemas de enfrentamiento entre los sentidos y la razón. Todo ello condujo a los pensadores metafísicos a conclusiones diferentes e incompatibles. Por eso, para Montaigne, mejor es reconocer nuestra ignorancia y la debilidad de nuestra capacidad mental. El esfuerzo, pues, de Descartes de ofrecer un método y un fundamento seguro no era trabajo innecesario. 8 Descartes Filosofía II natural” que tiene por objeto las naturalezas simples3: por medio de ella captamos inmediatamente conceptos simples emanados de la razón misma, sin posibilidad alguna de duda o error (así sucede con los axiomas matemáticos). Todo el conocimiento intelectual comienza con la intuición de naturalezas simples. Entre unas intuiciones y otras aparecen conexiones que la inteligencia descubre y recorre por medio de la deducción hasta llegar a una conclusión (la deducción es utilizada en matemáticas para demostrar los teoremas). Como la intuición y la deducción constituyen el dinamismo interno y específico del conocimiento racional, éste ha de aplicarse en un proceso de dos pasos: 1. Un proceso de análisis, de descomposición, hasta llegar a los elementos o naturalezas simples. 2. Un proceso de síntesis, de reconstrucción deductiva de lo complejo a partir de lo simple. Esta forma de proceder es el único método que responde a la dinámica interna de una razón única. Según Descartes, hasta ahora la razón ha sido utilizada de este modo solamente en el ámbito de las matemáticas, produciendo resultados admirables. Sin embargo, nada impide que esta utilización se extienda a todos los ámbitos del saber (“Mathesis universalis”4), para que produzca unos frutos igualmente admirables. “Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre las partes de la filosofía; de las matemáticas el análisis de los geómetras y el álgebra. Tres artes o ciencias que debían contribuir en algo a mi propósito. Pero habiéndolas examinado, me percaté que en relación con la lógica, sus silogismos y la mayor parte de sus reglas sirven más para explicar a otro cuestiones ya conocidas o, también, como sucede con el arte de Lulio, para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran que para llegar a conocerlas. Y si bien la lógica contiene muchos preceptos verdaderos y muy adecuados, hay, sin embargo, mezclados con estos otros muchos que o bien son perjudiciales o bien superfluos, de modo que es tan difícil separarlos como sacar una Diana o una Minerva de un bloque de mármol aún no trabajado. Igualmente, en relación con el análisis de los antiguos o el álgebra de los modernos, además de que no se refieren sino a muy abstractas materias que parecen carecer de todo uso, el primero está tan circunscrito a la consideración de las figuras que no permite ejercer el entendimiento sin fatigar excesivamente la imaginación. La segunda está tan sometida a ciertas reglas y cifras que se ha convertido en un arte confuso y oscuro capaz de distorsionar el ingenio en vez de ser una ciencia que favorezca su desarrollo. Todo esto fue la causa por la que pensaba que era preciso indagar otro método que, asimilando las ventajas de estos tres, estuviera exento de sus defectos. Y como la multiplicidad de leyes frecuentemente sirve para los vicios de tal forma que un Estado está mejor regido cuando no existen más que unas pocas leyes que son minuciosamente observadas, de la misma forma, en lugar del gran número de preceptos del cual está compuesta la lógica, estimé que tendría suficiente con los cuatro siguientes con tal de que tomase la firme y constante resolución de no incumplir ni una sola vez su observancia.” 3 Las naturalezas simples son los elementos últimos a los que se llega mediante el proceso de análisis. El análisis, por ejemplo, nos muestra que los cuerpos están compuestos de extensión, figura y movimiento; no se trata propiamente de que todo cuerpo tenga una parte de extensión, otra de figura y otra de movimiento: son partes que no se pueden dar aisladamente unas de otras, pero que nuestro entendimiento puede separar. Son el punto de partida para las deducciones. 4 El Racionalismo toma como modelo a las matemáticas, de ahí que su método sea eminentemente deductivo y al margen de la experiencia, mientras que el Empirismo tomará como modelo a las ciencias empíricas de la naturaleza, con lo cual su método de conocimiento será inductivo. 9 Filosofía II Descartes 2.2. Las reglas del método. (2 b y 2 c) En su obra Reglas para la dirección del espíritu Descartes nos define el método como: «El conjunto de reglas ciertas y fáciles que hacen imposible para quien las observe exactamente tomar lo falso por verdadero y, sin ningún esfuerzo mental inútil, sino aumentando gradualmente la ciencia, le conducirán al conocimiento verdadero de todo lo que es capaz de conocer» En esa misma obra expone veintiuna reglas que luego reduce a cuatro en su obra Discurso del método, y que nos indican PORTADA DEL el procedimiento que debe seguir la razón en la búsqueda de la DISCURSO DEL MÉTODO verdad, y que consiste en emplear correctamente las dos operaciones fundamentales de la mente: la intuición y la deducción. Estas reglas son: 1ª. Regla de la evidencia. Esta regla nos obliga a no aceptar ninguna cosa como verdadera si no se la reconoce claramente como tal, es decir, si no se presenta tan clara5 y distintamente6 que no tenga ocasión de ponerlo en duda, debiendo evitar la prevención (dejarse llevar por los juicios de “los que saben”) y la precipitación (dejarse conducir por juicios que no han sido analizados suficientemente) que nos abocan a los prejuicios. Por tanto, la verdad no es ya un problema de adecuación o correspondencia entre nuestras ideas y la realidad externa y objetiva, como venía siendo desde Aristóteles, sino que es una propiedad de nuestras ideas y que se descubre analizando sus cualidades. 2ª. Regla del análisis o resolución. Consiste en «dividir cada una de las dificultades en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlas mejor». Los problemas se deben dividir en sus datos o partes más elementales o simples mediante un proceso de análisis. De este modo la mente llegará a discernir e intuir los términos más simples de la realidad que pretende conocer. Sobre estas ideas simples son sobre las que la mente puede alcanzar la evidencia de su verdad. 3ª. Regla de la síntesis o de la composición. Descartes, en el Discurso del método, la define así: «concluir por orden mis pensamientos comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para subir poco a poco, por pasos, hasta el conocimiento de los más complejos; suponiendo incluso un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos a los otros». Intuidas las ideas simples por el proceso de análisis, entra en juego la deducción a partir de aquellas, siguiendo el procedimiento lógico y ordenado de la geometría. 4ª. Regla de la enumeración y revisión. Es una regla auxiliar, que consiste en hacer enumeraciones y revisiones completas y generales para estar seguros de no omitir nada. La enumeración comprueba el análisis y la revisión la síntesis. Esta regla auxiliar viene exigida porque el espíritu humano está condicionado por el tiempo: las evidencias del pasado tienen que ser conservadas por la memoria, facultad débil y con frecuencia engañosa, por lo que se hace necesario el control, comprobación y verificación de todo lo que se lleve deducido. 5 Claridad: presencia inmediata de una idea en la mente. Se trata de un pensamiento del que soy consciente. 6 Distinción: una idea es distinta cuando está perfectamente delimitada y no la confundimos con ideas parecidas. 10
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