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Derrida Y Lo Politico PDF

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Richard Beardsworth Derrida y Lo político Universidad Nacional de La Plata prometeo * l i b r o s Beardsworth, Richard Derrida y lo político - la. ed. - Buenos Aires: Prometeo Libros, 2008. 220 p.; 21 x 15 cm. ISBN 987-574-223-6 1. Ciencia política. I. Título CDD 320 Edición original: Derrida and the Political Routledge - Taylor <Sr Francis Group, Londres y Nueva York. Traducción: Luisa Lassaque ©De esta edición, Prometeo Libros, 2008 Pringles 521 (C11183AEJ), Ciudad de Buenos Aires, Argentina Tel.: (54-11) 4862-6794/Fax: (54-11) 4864-3297 info@prometeolibros. com www.piometeoeditorial.coni Supervisión y cuidado de la edición: Juan Manuel Spinelli Diseño y diagramación: ByN-R&S ISBN: 987-574-223-6 .¿-lecho el depósito que marca la ley 11.723 Prohibida su reproducción total o parcial Derechos reservados índice Agradecimientos.................................,.......................................................13 Introducción...................................................................................................15 Capítulo 1. Del lenguaje a la ley; una apertura al juicio: Saussure, Kafka, Derrida..................................................................23 Capítulo 2. El límite político de la lógica y la promesa de la democracia: Kant, Hegel, Derrida...............................................................77 Capítulo 3. Aporía del tiempo, aporía déla ley: Heidegger, Levinas, Derrida...........................................................................................141 Conclusión...................................................................................................197 Bibliografía...................................................................................................213 Nota sobre las traducciones Las referencias a páginas que se encuentren en el texto hacen referen­ cia a los textos originales en francés o alemán. A estas referencias les siguen las referencias de página a la traducción al inglés (si está disponi­ ble); por ejemplo: (Heidegger 1935: 116-17/152). Salvo ésas, todas las traducciones son obra del autor. A la memoria de mis padres Agradecimientos Este libro no habría podido ser escrito en la forma que reviste en este preciso momento sin la colaboración de mis amigos Howard Caygill, George Collins, Daniel Gunn y Bernard Stiegler, y sin Sylvie Vacher. Mi reconocimiento a ellos. También agradezco a David Kammerman por exigirme aclaraciones, a los alumnos de la Universidad Estadounidense de París, y a los editores generales de la serie, Keith Ansell-Pearson y Simón Critchley, por su generosa supervisión del manuscrito original. También mi gratitud a la Fundación Lunsbery por ofrecerme una pequeña beca que me otorgó más tiempo para escribir. La orientación inicial de este libro fue concebida para mi tesis docto­ ral de la Universidad de Sussex hace varios años, bajo la supervisión de Geoffrey Bennington. Quede aqui constancia de lo mucho que le debo. Introducción Respecto de la política y de la reflexión política sobre lo político, el pensamiento de Derrida ha sido, con frecuencia, desestimado.1 Admira­ da por la elegancia y la sofisticación de su ubicación de lo indetermina­ ble en cualquier gesto conceptual, la filosofía de Derrida evita, según se afirma, problemas específicos del dominio y la historia del pensamiento político y social: la realidad social, la “lógica” y formación del poder, el proceso de toma de decisiones y -tal vez, lo más interesante- la necesi­ dad del riesgo. Es cierto que el dominio de la política no es un objeto privilegiado de reflexión para Derrida, si bien en un trabajo reciente de la década de 1990 se ha movilizado y reelaborado el término más inme­ diatamente que en obras anteriores. Dicho esto, podríamos fácilmente argumentar que cada estrategia de la que participa el pensamiento de Derrida tiene implicancias políticas. Sin embargo, no es mi objetivo aquí presentar sin más una apología de las implicancias políticas de la deconstrucción. Una apología lisa y llana de la filosofía de Derrida sería, luego de veinte años de una cultura de “deconstrucción” en el mundo anglosajón, poco interesante e inútil. 1 Lo que sigue formula una distinción entre “política” y lo “político”. Considero que el término “política” designa el dominio o la práctica déla conducta humana que no mía ti- viza las relaciones entre un sujeto y sus otros (otros sujetos humanos, la naturaleza, la técnica o lo divino). Considero que el término “lo político” es la instancia que reúne o funda dicha práctica como una práctica. Lo “político” es, siguiendo a Platón, el rasgo que nos permite describir o reconocer un gesto de pensamiento o acción como político. En esta definición que, en apariencia, proviene del sentido común, de la política y de lo político, la religión también constituye una política, en el sentido en que considero la religión; es decir, como una determinación específica de qué pertenece y qué no pertene­ ce al dominio de lo político, para pertenecer, en si mismo, al dominio y a la práctica de la política. Por lo tanto, empleo el término “política" (sustantivo) y “político/a” (adjeti­ vo) en un sentido más amplio que lo que una definición pragmática permitiría, sólo una posible, en realidad, luego del pensamiento de Hegel. Uno de los puntos principales de Derrida será que esa reflexión de lo político como rasgo es imposible por razones esencia­ les que la misma reflexión habría de resaltar. Demasiadas personas son las que han seguido con otras cuestiones. Sea lo que se piense de la velocidad de este desplazamiento, o de los térmi­ nos en los cuales éste ha sido realizado, también hay muchísimo que está cambiando en nuestro mundo post Guerra Fría para que cada uno de nosotros asuma una defensa unilateral de un conjunto particular de pen­ samientos y estrategias, por complicados que sean (y Derrida es comple­ jo). Sin embargo, es mi objetivo reparar los malentendidos del pensa­ miento de Derrida sobre la política, que probadamente han resultado inútiles para la tarea del pensamiento y la práctica que se encuentra mucho más por delante que todos los que se encuentran involucrados en la reflexión política de nuestra actualidad: es decir, la reinvención de conceptos políticos para que se encuentren a la altura de la tecnificación y de la globalización de comunidades políticas del próximo siglo. A este respecto, creo que el itinerario de Derrida con relación a la política es ejemplo de un cierto “estilo” de filosofía, o de filosofar, de la cual aún tenemos mucho que aprender, no sólo en lo referente a sus decisiones conceptuales sino también en lo que concierne a la forma misma en la cual este estilo de filosofar reflexiona sobre la política. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con este estilo; a la vez, se podrá reflexionar mucho mejor sobre la política por conocer cuáles son los términos del acuerdo y del desacuerdo. Es en este espíritu que se ha escrito Derrida y lo político. El siglo XXI se aproxima, y es claro que es preciso reínventar nuestros conceptos políti­ cos ya que los campos en que se organizan discursivamente adquieren significado donde operan estos conceptos. La mención de Somalia, Ruan­ da y Bosnia -junto con los muchos que ya están allí, uniendo esos nom­ bres en la mirada pública de lo electrónico y lo digital, o se unirán al futuro de esta mirada- son testigos de la actual parálisis del pensamiento y la práctica de la política, atrapados en la creciente tensión entre la internacionalización y la virtualización, por un lado, y las diferencias territoriales y las realidades físicas de la vida humana, por otro. En este contexto, y dada su incumbencia con las relaciones existentes entre pen­ samiento, tiempo y ubicación geográfica, creo que la deconstrucción .,,muestra una línea contundente sobre la forma en que podríamos rein- ventar. La mayor parte de este volumen se refiere a la exposición teórica de esta línea, que presentaré en forma resumida en los párrafos siguien­ tes. También creo que esta línea de deconstrucción está marcada por una historia particular -filosófica, cultural y empírica- que necesita ser, en parte, reorganizada. Sin embargo, no es mi objetivo, aquí, dar inicio a esta reorganización. En lugar de ello, deseo llevar al lector a un viaje por las implicancias políticas de las negociaciones más complejas del pensa­ miento de Derrida con la tradición occidental, y finalizaré con varias indagaciones respecto de estas negociaciones, indagaciones que prevén dicha reorganización. En otras palabras, en el contexto del horizonte político actual -como ya he dicho, de cada vez mayor tecnificación y globalización- deseo sugerir, con Derrida y a través de él, de dónde veni­ mos. Habiendo expuesto el alcance del pensamiento de Derrida respecto de la política, podré sacar conclusiones -dentro de los términos de esta exposición- acerca de lo que este pensamiento tampoco logra negociar. No sólo habremos visto, en consecuencia, la importancia crítica del pen­ samiento de Derrida para la imaginación política de nuestros días sino que, además, se habrán sugerido negativamente los términos en los cua­ les su pensamiento necesita, en parte, ser reorganizado a través de nues­ tra comprensión misma de su importancia. Por lo tanto, anhelo que la siguiente lectura “política” de la deconstrucción vuelva al lector a los escritos de Derrida con un (renovado) respeto crítico de su complejidad y contemporaneidad, un respeto crítico que promueve el debate con re­ ferencia al destino contemporáneo de lo político a un nivel intelectual maduro y que, a través de éste, participe -bien sea que el lector concuer- de con Derrida o no- en la invención de un futuro que sea tan complejo como pueda serlo. Deseo que este libro sea, en este sentido, en sí mismo, políticamente responsable. Al igual que con gran parte del pensamiento de Francia en los años recientes, la reflexión de Derrida sobre la política se articula a través de su lectura de la metafísica. Siguiendo a Heidegger (1924, 1926) y a Derri- da (1968), entiendo que el pensamiento metafísico es una organización específica del tiempo, que “niega” el tiempo al proyectar una oposición entre lo atemporal y lo temporal, lo eterno y lo transitorio, lo infinito y lo finito, lo trascendental y lo empírico.2 Es bien sabido que Derrida rela­ ciona todo su pensamiento sobre lo político con lo que él llama el “cie­ rre” de la metafísica. El poder de esta reflexión reside, en consecuencia, en su reconsideración del pensamiento político y de la práctica en lo referente a la irreductibilidad del tiempo a todas las formas de organiza­ ción (conceptual, lógica, discursiva, política, técnica, entre otras). En otras palabras, la cuestión que anima esta reflexión es: “¿Qué sucede con 2 “Negar” (“disavow”), en el sentido freudiano; es decir, en el sentido de un rechazo a percibir un hecho que afecta desde el exterior. El ejemplo de Freud en este uso del término es la negación de la ausencia del pene en la mujer (véase Freud 1923), "The Infantile Genital Organisation”, esp. p. 310, nro. 1). Sin embargo, el término es apropia­ do para la forma en que la tradición de la filosofía ha “negado” (“denied”) la finitud. Este concepto se empleará frecuentemente en mi argumentación. la política y el concepto de lo político cuando asumimos, en la propia reflexión en estos campos, la finitud radical?”. Esta pregunta no es, por supuesto, privativa de Derrida. Lo que, con frecuencia, se denomina “filosofía francesa contemporánea” o, con mayor amplitud, “teoría crítica contemporánea” se ha distinguido en años recientes mediante el ofreci­ miento de diversas respuestas a este tipo de pregunta. Cualesquiera sean las diferencias del pensamiento conceptual, estrategia y tono entre las filosofías (entre otras) de Gilíes Deleuze, Jacques Derrida, Michel Foucault, Jean-Frangois Lyotard, Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy, ha habido un acuerdo en Francia respecto de que está justificada una dis­ tinción entre la organización política y el “resto” [le reste] de todos los intentos de organizarse políticamente: es decir, ha de trazarse una distin­ ción entre una comunidad política y lo que necesariamente excede a esa comunidad, o lo que queda afuera del cálculo por ella, en el proceso de su (auto-) formación. Si la distinción enunciada en el párrafo anterior es resultado, en pa­ labras de Derrida, de una comprensión del cierre de la metafísica desde la perspectiva del tiempo, también responde a la saturación del campo político en las últimos doscientos años, campo que ha llevado a variantes comunistas, fascistas y nazis del “totalitarismo”, y que demanda un pen­ samiento de la comunidad política que tome en serio el tiempo y las diferencias. En el contexto más general de lo histórico inmediato y lo filosófico, la distinción trazada con anterioridad ha sido, finalmente, interrogada y elaborada en años recientes en lo atinente a tenture, singu­ laridad y el acontecimiento. Los filósofos de la “escritura” (muy en parti­ cular Derrida, Lyotard y Nancy) son testigos de lo que no puede organi­ zarse políticamente cuando señalan y comentan que lo que necesaria­ mente evade el concepto filosófico es que la organización política depen­ de de la estabilidad de la determinación conceptual, en primer lugar. Así, ha emergido una poderosa concepción dentro deí pensamiento fran­ cés contemporáneo que vincula el “duelo” de la lógica metafísica con una concepción del tiempo y de la singularidad que excede la captación po­ lítico-filosófica de lo “real”. Ecriture es el nombre que se le da a lo que es testigo de este exceso; de ahí que el pensamiento francés, con frecuencia, 'r haya movilizado categorías “estéticas” a fin de articular la distinción men­ cionada con anterioridad entre organización y resto. El pensamiento de Derrida con respecto al texto, la marca, lo aporé- . tico y el acontecimiento ha sido crucial para la formación de esta conste­ lación intelectual. La exposición interpretativa que realiza este libro so­ bre Jas negociaciones de Derrida con la tradición occidental afirma que

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