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Del paganismo a la santidad. La incorporación de los indios del Perú al catolicismo 1532-1750 PDF

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( DEL PAGANISMO A LA SANTIDAD LA INCORPORACIÓN DE LOS INDIOS DEL PERú AL CATOLICISMO 1532-1750 1 Juan Carlos Estenssoro Fuchs J?c-,<( •. llNP, Ei\SWAD DE illENüS l,ül.!Mi l'fl ·1• 1 (r,.-'>,t f'[,L!lI.T' \l".i l'.¡1>:, /, .,Uf•.-(:,• o,f-·•:Í.'",, .Af)tTt ll'>\.tIt,'_, Traducido del francés por GABRIELA RAMOS - :e IFEA Lima, 2003 ) ÍNDICE 1r a edición i1oviembre de 2003 liecho e! Depósito Legal N° ! SO 10 52003-5197 Ley 26905-Biblíoteca Nacional del Perú ISBN 9972-623-25-4 38 6994 Derechos de la primera edición: INTRODUCCIÓN 17 © !FEA Instituto Francés de Estudios Andinos Av. Arequipa 4595 - casilla 18-1217 -Lima 18 PARTE 1 Téléf.: (5 ! l) 4Lt7 60 70 Fax: {5 l 1) 445 76 50 LA PRIMERA EVANGELIZACIÓN DEL PERÚ E-mail: [email protected] O LOS AVATARES DE LA DOCTRINA CRISTIANA 29 Web: http://www.ifeanet.org.pe CAPiTULO -1 Este libro corresponde al tomo 156 de la colección "Travall.x de l'lnstitut f'ram;ais d'Études Andines" EL LABERINTO DE LA SALVACIÓN (ISSN 0768-424X) ·SILENCIOS Y ECOS DEL DISCURSO DOCTRINAL· 1532-J 565 31 Las fuentes de la primera evangelización: huellas borrosas y pistas disturbadas 32 © PONTIFICIA ÜNIVE~SIDAD CATÓLICA DEL PERÚ InstiStuto R iva-Agüero, Camaná 459, Lima J 1. CAMINOS DE SALVACIÓN Y DE VASALLAJE 35 Convento y encomienda: dos vías para la formación de una Publicación del Instituto Riva-Agüero Nº 206 sociedad cristiana 36 illli~ 2. EL CONOCIMIENTO DE LA FE O LA PÉRDIDA DE LA INOCENCIA: 47 DEL PARAISO AL INFIERNO, DEL UBRE ALBEDRIO A LA LEY © Juan Carlos Estenssoro Fuchs 1998, 2003 Los afanes por unificar la doctrina 48 Conversión y salvación: reabrir las puettas del cíe/o 53 El primer concilio o la irrupción del infierno: la espera de los gentiles, el paraíso de los rudos 64 CARÁ~\JLA: ¿JJacia los odgenes de la Plática?, afinidades electivas y la estela de Ilustración: Mariella Agois, /\tanto, 1992, óleo sobre lienzo Erasmo 71 191 cm X 130 cm (Lima, colección particular) Vivir como cristianos: la conversión por la ley y el orc}en social Diagramación: Emilia ·Paredes segtín fray Diego de Parres 77 ' 3. TRADUCIR LA FE: BUSCANDO CORRESPONDENCIAS Y FRACTURAS 84 El nombre de Dios y sus atributos o la hlerza de la traducción 91~ Supay !: de fantasmas, ángeles, demonios y ánimas, la perpetua Gambetta metamorfosis de los anees/ros 103 9 23Y La gran fábrica del universo: palabras para construir una Las trampas del etnógrafo cosrnología 110 PARTE 11 4. TRAS LAS LECTURAS INDÍGENAS DE LA DOCTRINA 115 DE TRENTO A LIMA Los desvelos semánUcos de un concí/io frente a la práctica 241 -LA REFORMA CATÓLICA EN LOS ANDES· h1dígena de la lectura 115 Supay //: la inquietud de los mue,tos 120 CAPÍTULO 3 Los ecos de la ·doctrina o cómo escapar del infierno 126 Los PODERES DE LA PALABRA, LOS ENCANTOS DE LA IMAGEN 245 ~LA CONSTRUCCIÓN DE LA ORTODOXIA COLONIAL- 1582-J 61 Ü l , LA ORTODOXIA Y SU PALABRA 245 CAPITUID 2 Un catecismo en sermones o la doctrina por fa refutación 255 EL SIMIO DE Otos El triunfo del sermón y de la lengua general 261 -LA FE Y SUS GESTOS- l 565-] 582 139 Belleza y persuasión: una poética del sermón 268 l. LA CONCUJACIÓN DE LOS PASADOS: CCRoInStTrIaAfNaIScMluOm I No DeÍGl pEaNsAa, dDoA NcZoAloSn Yiz MaEdMoO/:R lIaA experiencia domioíca 114476 S2.e rE yN rCeApNrTeOsSe nYt aPrE: LlIeGn'>g0u5a DjeEs LyA frIMonAGteErNa s con el ídolo 227744 Despertando un pasado sumergido: inventos agustinos 280 Los pactos de fa imagen veterolestamentarios 155 281 Las imágenes: ¿dioses o textos? Tras los miedos y las sospechas: bailes, pugnas políticas y malas Las lecciones de las pinturas: el ícono y el espejo del infierno 286 influencías !59 Imagen y cuadro: los límites de la devoción 291 El catecismo de un oidor 163 El anver:5o y el reverso de las imágenes: ílusión y desilusión 294 A Dios lo que fue del diablo: desagravios y desengar1os !67 Contrafactum o el pasado co!o11izado JI: Dios, la lluvia y el 3. DE LO PAGANO A LO PROFANO: LAS BASES PARA UNA NUEVA segundo concilio !72 298 , INDIANIDAD Contrafactum o la colonización cifrada: nuevos cantos, nuevos 2. EL PASADO !NDiGENA, DEL PAGANISMO A LA IDOLATRÍA: 298 gestos BALANCE Y LIQUIDACIÓN DE LA PRIMERA EVANGELIZACIÓN BAJO EL Fabricando la indíanidad: una santa cultura profana 304 !79 aomrnNO DEL VIRREY TOLEDO Un Dios inca para una fe católica 308 Los proyectos del virrey !80 Salvación y moral indígena: el proceso contra fray Francisco de la Cruz 184 El analema de José efe A costa contra una evangelización herética 188 CAPITULO 4 EL COMBATE DE LOS DIOSES 311 3. EL SIMIO DE Dios: LOS JESUITAS, LOS SACRAMENTOS y EL DIABLO y EL CATOLlClSMO INDÍGENA DE LOS PREDICADORES, 1610-1649 Las engañosas fronteras entre el pasado cristiano y el presente 1. DON CRISTÓBAL CHOQUECAXA O LAS IMÁGENES OCCIDENTALES idolátrico de los indios: un apóstol predicador y un demonio EN EL !MAOINAR!O DEL HIJO DE UN CACIQUE 316 remedón 195 Uocllayhuancupa o la imagen del ídolo 323 Ser o parecer: cuando Dios se esconde y la virtud se muestra 198 Cerrando los qjos a fa semejanza: una ignorancia bien informada 203 '2. LA EXTIRPACIÓN DE LAS IMÁGENES Y EL CULTO A LOS ÍDOLOS 333 La confesión se mira al espejo 206 Los conibal'es de un doctrinero: fa fiebre iconoclasta de Francisco Los sapos del pecado y cómo librarse de ellos: la creación de de Ávili1 333 una necesidad simbólica 212 Ignacio de Layo/a, /Juaca de 11L1arochirí 338 La memoria del pecado: quipus y r:onfesíón 217 San Martín dios de Reque 341 El doctrinero y sus sosias: quipus de confesión, autoridad espiritual y hermanos mayores 223 3. LA SIEMfüV\ DE LA PALABRA O EL RETORNO DE LOS INCAS 345 En el cuetpo del indio, el cuerpo de [)íos 228 La resurrección de la carne o el retorno de /nkard 349 La comunión o la metamorfosis del ídolo: de la semejanza a Ía analogía 233 10 1 1 \ '2.. Vanitas vanitatum o de la eminente caída del supremo rey Dinastías y conquista: los incas retratados, bailados y cristiano 359 representados en el teatro 498 La fortuna del Tratado de los Evangelios: reacción y peligros Rebelión, sacerdocio y memoria o la conquista derrocada 505 de la palabra 363 FUENTES Y BIBLIOGRAFIA 517 PARTE 111 APÉNDICES 561 LA CIUDAD Y EL MÁS ALLÁ 371 APÉNDICE 1 563 CAPITULO 5 APf:NDICE 11 583 LA CONSTRUCCIÓN DE UN MÁS ALLÁ COLONIAL -tlECHfCEROS, HELIGIOSOS IDÓLATRAS Y ALMAS DEL PURGATORIO EN LIMA-1650-1710 373 La ciudad de Los Reyes o el mundo colonial al revés 377 Los hechiceros y sus clientes 380 La transmisión de los saberes 385 Elementos para una cronología de la hechicería colonial: la magia sagrada de los primeros tiempos 387 El lugar del diablo 394 El vicio maldito, vínculo de sociabilidad 400 Religiosos idólatras y diablos peruanos 402 El más allá: un espejo propicio para la sociedad 405 Las ánimas del purgatorio y las leyes de este mundo 409 Los tres reinos y el más allá .41 l Un alma para sí: antepasados, despojos mortales e imágenes 4. 19 El mundo de los gentiles: ¿un lugar del más allá? 424 El inca de los infiernos: ¿rey destronado o ángel caído? 429 CAPÍTULO 6 A LAS PUERTAS DEL CIELO. MILAGRO, SANTIDAD E f11STORIA 1532-1750 439 1. EL MILAGRO Y LA VIRTUD: l 532-1633. 445 Para una historia del milagro colonial 445 De los milagros prehispánicos a la Virgen de Copacabana: la visión y el objeto 451 El con vertido, el virtuoso y el santo 4-59 2. NICOLÁS DE AYLLÓN: BIOGRAFiA, HAG!OGRAF!A Y PROCESO OE UN SANTO INDIO. 1632-J 7 J Ü 468 La santidad: experiencia y aprendizaje 4 70 Un alcahuete a lo divino 4 7 3 La sagrada famílía o la sociedad puesta en escena 4 77 Lima: unjard¿n de santidad en búsqueda de una flor india 480 Las relaciones peligrosas o los hilos del Santo Oficio !~86 3. DEL MAS ALLÁ A ESTE MUNDO O LA CONQUISTA o'ERROTAOA: !697-1750 1,93 Cierra el libro• sopla la vela, de su soplo que contenía el azar: y, cruzando los brazos, se acuesta sO/;)re las cenizas de sus ancestros. Stéphane M3Jlarrpé lgltur Para traicionar a Hera, Zeus eligió una de sus sacerdotisas, el ser humano más próximo a ella puesto que guardaba fas llaves del santuario: Jo. Tanto en su aspecto como en sus ropas, Jo estaba obligada a repetir la imagen de fa diosa a la que servía. fra una copia que intentaba imitar una estatua. Pero Zeus eligió la copia, deseó la diferencia mínima, que basta para desarticular el orden, para producir Jo nuevo, e} signmcado. Y la deseó porque era una diferencia, porque era una copia. Roberto Calasso las bodas de Cadmo y tfarmonía El combate espiritual es tan brutal como Ja bataJ/a de hombres; pero la visión de la justicia es el placer de Dios -solo. Arthur Rimbaud Une saison en enfer INTRODUCCIÓN Uno de los recuerdos más frescos de mi primer año de universidad, y que consolidó mi obstinada vocación por la historia, es el de un 'examen en que debía identificar, gracias á breves citas de documentos 'del siglo XVI, las diferentes características de la economía y de la organización de las sociedades andinas. Había leido con pasión a los etnohistoriadores y, sin embargo, en el momento de la prueba no me ·pude contener. En vez de contestar obedientemente, cada vez que una visita de las primeras décadas de la presencia espaiiola en el Perú ·mencionaba cultivos de trigo o la cría de ganado de origen europeo, dije que los textos ilustraban, no la reciprocidad o la CompJementariedad, sino la incorporación de nuevas técnicas agrícolas, ·posibles cambios de dieta, modificación del paisaje y adaptación de la i producción agrícola tradicional ante la demanda española. La nota que recibí fue obviamente vergonzosa y el profesor se negó a modificarla Pese a mis argumentos. Yo pretendía haber hecho un esfuerzo de ,._., interpretación personal; él; que mis respuestas eran la prueba flagrante que no había cumplido con las lecturas obligatorias. Finalmente era yo -, :Qt.iien debía asumir el riesgo de haber querido contestar a una preguñta :.ciue_no era la del examen. Sl cuento esta anécdota de adolescente, es para ilustrar la manera cómo fue tomando cuerpo este libro. El di,álogo producido en ese 'examen se debe a una diferencia entre las fuentes coloniales que _manejó la etnol1istoria y sus preguntas que correspondían al estudio "de una realidad prehispánica. La situación colonial que llabían producido lodos esos textos no formaba parte ni de sus interrogantes hi de los parámetros utilizados para su exégesis. Ello no hace Su ·contribución menos significativa: superar las restricciones del uso 'exclusivo de materiales arqueológicos o de la historia elaborada por los cronistas permitió una verdadera y durable revolución de los estudios andinos. La elección del término etnohistoria correspondía a una estrategia ante un medio académico dividido entonces entre hispanistas e indigenistas, evitando que la prestigiosa historia sintiera que se invadía su terreno. Como siempre l1a declarado Jol1n Murra, esta denominación 20 JUAN CARLOS ESTENSSORO INTHODUCCIÓN 21 debía ser provisional, el verdadero proyecto era simplemente el de una pudo entonces, con el objetivo de hacer una historia indígena, ) historia de aquellos pueblos. Pero además, aunque se trabajaran los ~'nfrentar el periodo colonial de alguna manera ignorándolo, o viéndolo al'ios de transición, la disciplina no se ocupaba del mundo colonial -::.torno un elemento completamente exógeno a una sociedad que habría más bien reservado a la otra historia. · · (existido, dentro de otra o junto a otra, perfectamente diferenciada de i,~_lla·"y que habría resistido heroicamente, la prueba, sus estructuras Lo que podía generar un malentendido (y creo que sucedió asi en i"'Jl)[actas. Finalmente, se podía incl.uso leer el presente del siglo XX con parte) era que, habiéndose seleccionado sólo lo que se refería o podia ·-:1~,;.satisfacción de estar estudiando una realidad total o parcialmente referirse al pasado prehispánico, quedaba la impresión, puesto que se :, ó..sil, privilegiando estructuras y permanencias (e incluso Inducir de trataba de documentos coloniales, que se podía proyectar las ~,!las realidades prehispánicas). Lo indígena era necesariamente conclusiones y la metodología aplicada a las fechas de producción ele pf9f1,mdo, estable, eterno, frente a lo demás que era tan superficial las fuentes mismas sin restituirles su sentido y su carácter colonial. Así :qt;!e,,~on un leve soplo sobre las fuentes (que era. negar lo que ellas se hizo sin tener en cuenta el contexto documental al que éstas se ~r.~n), podía emerger devolviéndonos una reconfortante certidumbre encuentran unidas o en el que ru eron producidas. ~.~:.µna historia sin cambios, una historia sin historia, invicta, de la que .~J>ía que sentirse orgulloso. Estas conclusiones lograron pasar a formar Dos otros factores hablan venido a reforzar la impres1on que era :~_rte _de una suerte de sentido común. De alguna manera el debate \1.tr~ posible construir una historia exclusivamente indígena con un objeto hispanistas e indigenistas, que parecía superado a Inicios de los perfectamente definido frente al cual la realidad colonial era un .,~9.!;>. setentas, sobrevivia en dos historias, cada una con su propio elemento exógeno y efímero. Por un lado el estructuralismo, que tantos .Pje_io. El paso de la etnohistoria a la Historia no se había logrado o no logros estaba permitiendo en ese momento a las ciencias sociales, pos habían asumido ese objetivo. venía a respaldar la posibilidad de una lectura que se podría llamar prehispánica de las fuentes coloniales. Aunque sea por momentos un •3;\; Esa es la impresión que un estudiante que, como yo, pisaba por verdadero enigma saber cómo se había podido id.en ti ficar las estructuras '}i~era vez la universidad en 1980 podía tener. No pretendo que todos que debían reconocerse como lales sin otras fuentes anteriores y sin tj~.·}:iistoriadores pensaban así, ni que escribían en ese sentido (no estudiar previamente cuáles podían ser las estructuras propiamente 1\},ie'r_o ser en ningún modo injusto y en parte el panorama comenzaba coloniales, hispánicas o cristianas que podían también estar presentes. '\~.a.~biar) sino que esa era la lección que difundía y destilaba la historia lnclus? en los raros documentos escritos por indígenas, sus au_tores se r,!:periodo colonial de los siglos X.VI y XVII que podía contraponerse a reclan1aban católicos. El otro factor fue el entusiasmo anticolonialista ~l;_ejercicio positivista que, incluso ejecutado con el mayor rigor, no de esos af10s. Pero, muy probablemente, algunos investigadores .'pr~sentaba. un aliciente intelectual lo suficientemente fuerte como peruanistas tenían en realidad más cerca corno modelo los valores del ~ára.hacerme perseverar en la disciplina. ,,,.., ,J caso concreto de la resistencia de la guerra europea de 1939-45, y sospecho que estos fueron proyectados a la historia peruana. ú;(~T/?P da esta cuestión no tendría mayor trascendencia_ si hubiese sido un Internamente el Perú vivió experiencias políticas y un marxismo debate interno a las ciencias sociales pero estaba ligada a la academico que formaron parte de ese diálogo. .;~f"~~pción de base que la sociedad peruana tenía de sí misma y que t~_tb.uía a una herencia colonial (olvidando por ejemplo que la experiencia Estos valores político-morales {válidos en sí mismos) y esa Í?,Ji~Hcana tiene en ello un peso decisivo), la idea de una sociedad certidumbre de la existencia de esquemas culturales lrascend_entales ,,~i;;:!,gd_ida o incluso la de varias sociedades que conviven en un mismo (puesto que permitían identificar una esencia andina a lo largo de un -~í~;y_.también si el estallido de la _violencia en esos años no le hubiesen vasto territorio y de una historia milenaria) reforzaron y dieron una )i~é/elra significación. No que la ideología terrorista hubiese hecho suyas supuesta legitimidad científica a esta visión. liubo quienes se }~.\C.on.clusiones del discurso histórico (posiblemente la lección de la preocuparon de manera auténtica por estudiar la situación colonial .b'#\~Y-llidad indígena había conlribuido a que considerara con pero no pudieron evitar juzgar a aquellos indigenas que lograron ocupar ... ,. 'h_osprecio a la población campesina, pensando que llevaban una un lugar en la nueva sociedad o recibieron la influencia de Occidente l,:_~~!lcia en sí y no para sí) pero la historia no contribuyó realmente ni de acusarlos de aculturados, de arribistas o, en definitiva, de traicionar ?n;iprender lo que stKedía ni a generar una reacción. su causa y venderse al colonizador {lo que constituye, además de un \"; anacronismo, una profunda e injusta incomprensión). La única E{origen de este libro remonta a inicios ele 1986. Trabajaba entonces resistencia puesta en valor era implícitamente !a de ta marginalidad o .:·;i(f..rchivo General de Indias recogiendo fuentes para un proyecto !a inmovilidad. ;:'foj-!Jo aliento sobre los vínculos entre la música y el poder en el '·~-~itÍato peruano cuando me topé con una carta firmada de puño y ,(·,,; 1 22 JUAN CARLOS ESTENSSORO INTRODUCCIÓN 23 letra por más de veinte caciques reclamando la canonización del indio iertas condenas. Sólo más tarde ello ocurrió cuando la saturación de Nicolás Ayllón. Conocía ese nombre, pero la idea de un santo indio era iolencia engendró finalmente una solidaridad más firme que aquella. para mí una gran sorpresa. Su existencia me permitía ver concretizada en el plano religioso, y gracias a una figura precisa, la que era mi La tesis de un país históricamente dividido ganaba en la pregunta principal en torno a la música en ese momento: cómo la aUtorepresentación la partida frente al mito mestizo de fundación de sociedad colonial había podido construir convenciones compartidas ·a,.:.sociedad peruana que se había querido consolidar haciendo del por todos sus miembros, pese a las diferencias que ·obligaban a hablar <i{nca Garcilaso el primer peruano. La principal vertiente de esta lectHra, de una realidad pluriculturaL Prosiguiendo mis investi9aciones musicales ih_etedada del indigenismo y defendida por el marxismo, era la de un y abierlo este nuevo proyecto (que sabía tomaría años en dar sus -'País enfrentado. El informe de Uchuraccay planteaba también una primeros frutos), pasé gran parte del año siguiente trabajando los fondos 'eparación pero de signo contrario, entendida corno grupos de inquisición limeños y leyendo sermonarios y libros de devoción sencia!mente distintos que se habían dado secularmente la espalda; coloniales. Haberme sumergido simultáneamente en esas fuentes , a ,,incomprensión y el desconocimiento hacían que emergiese una durante meses me convenció que era imposible estudiar la experiencia )olencia que era básicamente un trágico malentendido, religiosa separando la ortodoxia de la heterodoxia, la idolatría del cristianismo, e! fenómeno urbano de la realidad de los pueblos de \n.Sín abandonar esta postura, algunos intelectuales sintieron la indios (en una sociedad que imponía una importante movilidad entre , e;1:esidad de pedirle a la historia que les revela_ra una identidad esos espacios), incluso había que repensar los límites internos de la !1_tegradora común al conjunto de los peruanos, algo así como la base pluriculturalídad no sólo en su permeabilidad y fluidez sino abrirse a la ,·ara construir una comunidad imaginada y darle a la socíedad un posibilidad que los orígenes y las definiciones de sus componentes .royecto que, a diferencia del mestizaje, recuperara el pasado fuesen coloniales, es decir un producto del contacto y que no hubiesen ,rehispánico que todos ligaban a la identidad de la población iñdígena. sido determinados unilateralmente ni de forma pl~namente aut()norna. e. este modo tomó forma la corriente de la utopía andina cuyo más -i,:'(g::ido representante fue el recordado Alberto Flores Galindo. A este El regreso a Lima en 1988 me sumergió en una realidad (muy P"royecto (que me podía parecer sugerente en algunas de sus diferente de la de esos dos años dedicados exclusivamente al trabajo hnplicancias pero que como tarea histórica me parece discutible y no diario de archivo) que marcó más fuertemente mi reflexión. tfabía · mparlo}, su antagonista liberal intentó una polémica _que, con otro partido del Perú poco después del desconcertante informe de -~nto'de ideología, contrapuso al sueño de la utopia de los incas como Uchuraccay que pretendía dar las explicaciones históricas de la violencia :· 9delo social el de la modernidad. Una fórmula que pasó finalmente a Y el miedo en el Perú a partir de una incomprensión y separación del ·~r tenida en cuenta y estudiada. mundo indígena; volvía para_l_a gran crisis económica del gobierno de Alan Garcia y en el momento-·en que la violencia terrorista, y también Pero la dificultad de explicar el presente era patente. Algunas la del Estado, llegaba a la ciudad. La historia era desde hacía algunos rmaciones que podían leerse o escucharse en el Perú a lo largo de años en el Perú una suerte de oráculo hacia el cual muchos se dirigían 's ·años ochenta y noventa me sublevaban tanto como la miseria en en búsqueda de explicaciones. Ella debía develar los orígenes de !a :·iú~ vivían la mayoría de los peruanos o la violencia descabellada que violencia, de los enfrentamientos, del temor y las desconfianzas, señalar retendia querer abolirla: el Perú era desde hacia milenios un país responsabilidades antiguas y las culpas que los justificaran partiendo. iolento, era un atavismo que había que aceptar; la ideología y el de un presente cuyo peso ciaba la ilusión de ser indiscutible; .~nguaje de Sendero Luminoso poseian estructuras andinas {dualidad, Probablemente por estar perplejos frente a lo que sucedía, la historia Úadripartición, complementariedad e incluso rasgos estéticos), Esto parece haber mantenido una relación particular con el presente, !timo significaba, implícita o explícitamente, darle origen prehispánico, confundiéndolo con el pasado, es decir tomándolo por algo tan 'ntegrarlo a una supuesta identidad indígena o, peor aún, a, algo inevitable como lo que ya ha tenido lugar. Conservo la impresión de t\~onsciente y más fuerte que una identidad, a una esencia andina explicaciones que convertían a los que no combatían en alguno de los ~_ávica lo que hubiese sin duda hecho reír a los analizados pero que, bandos atroces de esa guerra en espectadores de algo quE'. debía ocurrir ,{;lemás de ser falso, era de una irresponsabilidad intelectual flagrante. y a los que lo hacían en algo así como individuos poseídos por un sino :es que finalmente el resultado de la transmisión de la historia a la o siguiendo impulsos más fuerte que ellos. No recuerdo entre las lecturas _qciedad era la imagen de la población campesina sobre la base de críticas del presente una que haya condenando por igual a todos los ·fl'a indianidad definida como una esencia de origen prehispánico sin responsables de la violencia. Cierta cautela parecía inducida por !a ¡-nguna intervención de la experiencia colonial ni republicana si no incertidumbre del desenlace pero también la insenSata idea de que /a ,una resistencia a ellas permaneciendo lo más posible igual a sí los fines y los medios son cosas totalmente distintas convertía en tabú INTRODUCCIÓN 25 24 JUAN CARLOS ESTENSSORO La insatisfacción que experimentaba frente a un discurso sobre la tiu:Siones de la Comisión de la :verdad es como llegar a un umbral historia que se volvía abiertamente ideológico (e Incluso manipulador} .··J"óhtrarse con otros que han recorrido caminos semejantes aunque era sin embargo estimulante. Terminaba casi con rabia mi trabajo sobre i\Ütamente más apremiantes y i;lolorosos que el mío. Un signo de la música, comenzaba a presentar los primeros avan·ces sobre el tema ::?Jirez es la ausencia de polarizaciones, de una historia de religioso, Pronto se me brindó la posibilidad de enseñar mí oficio en la ; licaciones tan fáciles como injustas. La constatación que me invita .universidad, y, con un grupo de historiadores de mi generación, logré -~~tergar cualquier triunfalismo es volver a encontrar a aquellos que compartir una práctica de la reflexión histórica que por momentoq nos fiin:todas las respuestas de antemano en su ignorancia, que quieren 'costaba formular claramente (la lista es amplia pero no puedo dejar de J?pri.~rselas a los demás y que rechazan mirar a los ojos a un pasado mencionar al menos a Susana Aldana, Bedford Betalleluz, Javier Flores, .f6·,,s_e-niega a ser un espejo que, reconfortante, les permita contemplar Cecilia Méndez, Gabríela Ramos y Mónica Ricketts), con ellos compartí ~!· creen ser su propia imagen. y s01ié tantos proyectos en esos tiempos difíciles en los que nos empecinábamos en permanecer en el Perú, sobreviviendo aferrados a nuestra labor de historiadores e imaginando mil formas de poder comunicar nuestras reflexiones. fab_iendo conseguido reunir algunos miles de páginas de ·~rylentos sobre un solo personaje indio -lo que, pienso, sólo se La experiencia de los años de la violencia me permitió cobrar <~~~;lograr en el Perú para un puñado de caciques o miembros d: ~a consciencia de la grave responsabilidad del historiador. Es ante la 'e\9,e.-}a segunda mitad del siglo XVlll-, el material me perm1t1a urgencia del presente que se hadan evidentes las graves consecuencias )1~tituir un gran fresco social de la ciudad de Lima y de las actitudes sociales y políticas de su discurso. Era inadmisible servirse de él para il_g_io,s_as hacia el catolicismo indígena. El cuadro se iba armando con inventar identidades o naciones (la utopía andina quería ser por lo ,.Í~tiVa _facilidad y, sin embargo, para entender a Nicolás Ayllón era · menos la base de una), para proyectar sobre el pasado los problemas ij~i_;pensable mirar hacia atrás y emprender un trabajo en b_ase a del presente (en vez de servirse de ella para comprenderlos), inadmisible :<l'in~es primarias. En pleno camino, lo que era el eje central de mi también defender esencia!ismos trascendentales que pueden ·servir .,;:,;.-:.)ictp_ original se convirtió en realidad en el punto de llegada. para propugnar la exclusión o la discriminación (incluso si es en sentido ¿'.<*·á_,: opuesto al conjunto que definen), como comienza a estar hoy ~:_-prodµcción sobre la historia de la experiencia religiosa colonial tS.!:ma nuevamente de moda. También peligroso jugar al juez supremo y b~scar no es abundante. Además de las historias instituciones de la culpabilidades que no sólo serían colectivas sino hereditarias, pero nS~lización y de la Jglesia, útiles sólo cuando están basadas en una igualmente tener cuidado de, al defender a la víctima, no reducirla a ~-'é,e_mpírica sólida, la otra corriente la constituye la abundante ese pape! ni negarle su derecho a ser o querer ser otra cosa. La reflexión '_'~:~~ión dedicada a los movimientos religiosos del siglo XVI (frenada histórica debe convertirse por el contrario para mí en una suerte de b:cct~ la evaluación crítica de Ramos en 1993 a las fuentes del Taki mala consciencia que obligue a un ejercicio crítico permahente respecto \,) y a las idolatrías y su extirpación a lo largo del siglo siguiente. del presente, poniendo en duda nuestras certidumbres y ello con el :~te :-último campo el camino fue abierto por Duviols ( 1971) que máximo rigor posible. La Historia debería también servir para ofrecer, ú~~siendo la referencia. Las contribuciones recientes más interesantes sin imponer ninguna moraleja reductora, los elementos para $011, a mi parecer, aquellas que se refieren a los aspectos religiosos comprender el presente devolvién.dole su complejidad y tratando de :,p,¡_~mente dichos sino sociales, económicos, institucionales y a las mostrar que todo en el pasado no conduce a él y que por !o tanto éste ·tlOnes al interior de las doctrinas entre los feligreses y sus curas. no es ~n ninglln caso una fatalidad. Que el pasado, si no es deformado : .. :'t~abajos y tendencias, no siempre al margen de estas dos corrientes, e.n por el anacronismo, sirve para cobrar consciencia del cambio, para mencionarse. El trabajo de M,;:1rzal S. J. ( 1983, 1988) es una hacernos experimentar cómo somos (y podemos ser) diferentes a h,dón que se ocupa por la historia de las transformaciones religiosas nosotros mismo, que somos otros (de lo que éramos, de nuestros ~x'periencia del catolicismo, aunque su pregunta principal no deja de orígenes) en definitiva para recordarnos la alteridad de la que somos 'i'.~ de los evangelizadores (en ese sentido su motivación no constituye portadores. A cada uno luego de reconocerse o no en una historia ~flacronismo): cuándo los indios fueron-cristianos, qué elementos que, sin ignorar, silenciar, ni dejar de denunciar los intereses del poder, ilaron y cuáles sobrevivieron, qué es cristiano y qué andino. Explica incluso y sobre todo los más crueles, deje de estar polarizada entre )a·s .particularidades de un cristianismo indígena por un sustrato de ganadores y perdedores o que pretenda imponer identidades atávicas. eiicias campesinas anteriores que se perpetuaron, agregándose al 8liciSmo, en la medida que no entraban en contradicción con él. Revisar estas páginas (escritas hace más de cinco años) para su \fhez (Ed. 1991) y MacConnadi: ( 1991) abordan los fenómenos publicación estando en Lima cuando' se han hecho públicas !as i6sos integrando !a historia europea, !o que es sin lugar a dudas

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