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Del «criollisnio» al neorrealismo en el cuento colombiano. Sobre el cronotopo americano en Los ... PDF

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AnalesdeLiteraturaHispanoamericana iSSN:0210-4547 1998,nfr 27: 125-139 Del «criollisnio» al neorrealismo en el cuento colombiano. Sobre el cronotopo americano en Los funerales de la Mamá Grande EDUARDO CAMACHO Middlebury College(España) 1. Al reflexionar sobre el tema propuesto por la dirección de la Revista Anales deLiteraturaHispanoamericana, a saber, el cuento «criollista» (deno- minación queluego se amplía con las aparentemente análogas de «literatura regionalista, nativista, telúrica, criollista,rural, vernácula, etc.»)enColombia, sólo creo encontrar tal clasificación en el capítulo«El cuento: Historiay aná- lisis» deEduardo Pachón Padilla enel Manual de literatura colombiana en 1, la sección dedicada al siglo XX,en la que se lee lo siguiente: «El cuento colombiano, como el hispanoamericano,podría dividirse encuatro grandesclasificaciones: cuentoregionalo ajo/lista),calcalos diversos detallesy complejidades deuna provinciadeterminada, aunque examina ciertasrelaciones espiritualesde sus pobladores; cuento de rea- lismo social(o deprotesta), su primordial fundamento vienen a ser las críticascontralos dirigentesde lamuchedumbre, enumeralos regímenes dictatoriales, las revoluciones internas nacionales, elestadode inferiori- daddelindígena,las discriminacionesracialesydeotrosgrupos sociales, subyugados en la ignorancia y en laindigencia; cuento neorrealista, sin supeditarel ambienteautóctonoindagamássobre lasintrospecciones,sin dementar el problema colectivo; y cuento cosmopolita (o universal), cuyasdimensioneslindanconloimaginativo,fantástico,misterioso,poli- ciaco,exótico,el vanguardismo,elexistencialismo ydemás en unatemá- ticaimpresionistay delimitaun contornomás generalizado» 2~ 1.1. Se me ocurren varias reflexiones sobre estas clasificaciones tan vagas,tan imprecisas y tanpoco operativas. ¿Sonclasificaciones históricas o temáticas? ¿Los cuentos de Losfunerales de la Mamá Grande, por ejemplo, ¡ Tomo II. Bogotá. Procultura-Planeta. 1988. 2 Ibid.,págs. 531-532, Eduardo Camacho Del «criollisrno» al neorrealismo en elcuentocolombiano. -- podrían caber en ese «cuento regional (o criollista)» que «calca los diversos detalles y complejidades de unaprovincia determinada, aunqueexamina cier- tas relaciones espirituales de suspobladores»? ¿O se limitará a los autoresdel XIX, siglo que podríamos, en consecuencia, llamar «provincianos», como Carrasquilla, EfeGómez o algunos otros? ¿Dónde están loslímitesentrecuen- tos «neorrealistas», por ejemplo, y «criollistas»? Pachón utiliza las clasifica- ciones que haceen suconocidaantología el profesornorteamericano Seymour Menton 3, enlaque se encuentralade«Criollismo», dentrode lacual se meten desde Horacio Quiroga hasta ManuelRojas, pero no aparecen obrasde cuen- tistas colombianos, de los que sólo dos están incluidos en la antología: Tomás Carrasquilla, en el «Realismo» y GarcíaMárquez en el «Neorrealismo» ~‘. 1.1.1. Para mí, y manteniéndome siempre en el ámbito de la narrativa colombiana, resulta lejana y ajena, la clasificación de «criollista», como he dicho. Me inclino a creerque esta palabra proviene más biende lacrítica ¡ite- rada rioplatense, regiónen la que lapalabra ‘criollo’ se usa hoy en día en la lenguanormalen un fuertesentido nacionalista o socialmente diferenciador ~. 1.1.2. Pero, ¿qué significaesode«criollista» hoy en día6? Todoel mundo sabe que ‘criollos’ llamaron—deseguro peyorativamente—a los descendientes deespañoles nacidos en América durante la colonia y que así se llama a los ‘ nacionalesde ciertospaíseslatinoamericanos para diferenciarlosdelosextran- jeros (piensoen Argentina, oUruguay principalmente), peromeparece que,al menos enColombia, mi país deorigen, tal denominación no seusa desde hace más de un siglopor lo menos, si no me equivoco, para nada más que clasifi- car obien cierto tipo detubérculos comestibles de la familia solanum tubero- 3 E/cuento hispanoamericano. 35cd. México. FCE. 1986. Sepodríanhacer al afánclasificatorio deMentonlasmismasobjeciones que aPachón, y tal vezresaltarlainutilidaddelasclasificaciones demasiadopuntualesyestrechas. ¿Quésigni- fica«Cosmopolitismo: surrealismo, cubismo, realismo mágico,existencialismo» comoclasifi- cación?Además, sorprendentemente,no eseneste apanadodonde apareceel cuentodeGarcía Márquez, «La prodigiosatardedeBaltazar». Véanse lasluminosas observacionesde BertilMalmberg ensu libro LaAmérica hispa- nohablante. Unidad y diferenciación del castellano. Madrid. Istmo. 1992, págs. 228 y sigts.: «No sees criollo cuando sedesciende deunemigranteno español. Estesentido dela (...) (...) palabra criollo es general en Latinoamérica, pero en Argentina las peculiares circunstancias debenhabercontribuido a daral término una acepción nacionalista queno pareceposeer .) en losdemás paísesdel continente. Encontramos aquí,pues, un desplazamientoinne- (...) gabledel significadodecriollo. Laoposición«nacional»—«extranjero»ha pasadoa unprimer plano impidiendo que la oposición ~criollo~—«español» quedase limitada a su valor (...) (...) originario». 6 MaríaMoliner.Diccionariode usodelespañol. Madrid. Gredos. 1986, nos recuerdaque criollismo’es«palabrarecientementeaprobadaporlaR.A.parasuinclusiónenel D.R.A.E.». «Adaptación del port. crioulo ‘blanco nacido en las colonias’: significó primeramente esclavoquenaceen lacasadesu señor’ y ‘negro nacidoenlascolonias’..», JoanCorominas. Brevediccionario etimológicodela lenguacastellana.Madrid. Gredos. 1994.Tengolasospe- chadeque,porestaconnotaciónracial,lapalabradesapareciórápidamentedelhablanormal de algunospaísescomoColombiaoVenezueladespuésdelabdepcndencia. Entiendoquesecon- servadel Perúhacia elSun 126 AnalesdeLiteraíuraHispanoamericana 1998,n. 27: 125-139 EduardoCamacho Del «criollismo»al neorrealismo en el cuento colombiano... sum (papas criollas, «papa y no patata», Neruda dixit), o bien cierta razade gallos más corpulentos que los depelea y muycobardes 8~ 1.2. Ahorabien,en ladefinición dela convocatoriadelarevistaAnales se insinúa que el cuento «criollista» es una «vertiente del cuento en particular, procedente del realismo y del naturalismo, que reivindica el espacio america- no y unaforma de ser y estar enél...» Y más adelante, añade: «Cuentorealistaono, yaquenotieneporquéentrarenconflictocon el sesgo fantástico para mostramos su realidad por muy arraigada que estéen el mundoamericano, como tampoco contradecirse conellirismo y el lenguaje de los modernistas o las licenciasvanguardistas. La cues- tión pareceresponder aun puntode mfra—ideológico y cultural—elegido porciertos escritores pararecrear el entornoinmediato en lugardereba- sar los límites geográficos de loconocido.» 2. El crítico que se aproximeal temadel cuento—y,tal vez, la narrativa— en América Latina no puede dejarde plantearse el problema de las clasifica- ciones literarias, en general tan imprecisas o francamente inexactas. Aun sabiendoque «criollista» es unaque sueleusarse concierta frecuencia, su sig- nificado siempre me ha resultado demasiado opaco. En busca de claridad al respecto, he recurrido al artículo «El cuento hispanoamericano en e siglo XIX» de la profesoraJuana Martínez t y allí encuentro algunas pistas que sin duda aclaran el sentido en que tal denominación suele usarse. Comenta la autora las afirmacionesdel críticochileno PedroLastra sobreel desarrollo del cuento y dice: «(...) estima que sólo a finales del XIX, cuando el realismo imprime un fuerte carácter criollista a la literatura, comienzan a apreciarse avancesconsiderables respecto a latécnicacuentistica» Más adelante, com- iO• para la autoracuentos deJavier de Vianay de Horacio Quiroga (los dos, pre- cisamente, uruguayos): «Viana —escribe— anticipa el criollismo de Horacio Quiroga (...)». Más abajo escribe algo que aeste articulista interesa sobre- manera: «Otrafaceta del criollismo la ofrece el retrato de la sociedadprovin- ciana que ha sido objeto de análisis en cuentos de (...) Tomás Carrasquilla Así, pues, el «criollismo» parece incluir tanto a Carrasquilla (1858- SegúnMarcosA.Morinigo.DiccionariodelespañoldeAmérica. Madrid.AnayayMario Muchnik. 1993. En el Lexicón decolo,nbianis,nos, de Mario A/ario di Filippo (Cartagena de Indias. EditoraBolívar. 1964),s. y. Criollo, se lee:«1. Todoel quenace en nuestro sueloolo queesdelpaís.2.Galloquenoesdepelea.3.Pusilánime».Peroestoy segurodequeenColom- bia noes vozcorriente en los sentidos 3-5 del DRAE(¡995): «3. Dicese de lapersonanacida enunpaíshispanoamericano,pararesaltarqueposeelascualidadesestimadascomocaracterís- ticasde aquel país. U. t. c. s. 4.Autóctono, propio,distintivo deunpaíshispanoamericano. 5. Peculiar,propiode Hispanoamérica». En Luis Ifligo Madrigal. Coord., Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Cátedra, ¡987. Ibid.,Tomo II, pág.230. Ibid., págs. 240y 241. 127 Analesde.LiteraturaHispanoamericana 98,a. 27: 125-139 19 Eduardo Camacho Del «criollismo» al neorrealismo en eícuento colombiano... 1940), como a Viana (1868-1926), como aQuiroga (1878-1937), entre otros, es decir, escritoresnacidos en un espacio de 20 años. Podríase, pues,estable- cer unos parámetros cronológicos para el ámbito latinoamericano entre 1870 u SO y 1936, digamos. 2.1. Repito que, aunque no creo que, en Colombia, haya ningún movi- miento o tendencia hacia algo llamado el cuento «criollista», como puede haberloen otros países, posiblemente algunos autores de fines del siglo XIX y principios del XX pudieran empaquetarse bajo tal rótulo, tomándolospres- tados del de «costumbrista» o«realista»; me imaginoque, en primerlugar, el citado y venerable patriarca de la narrativa colombiana, don Tomás Carras- quilla, talvezel másconocidodelos novelistas y cuentistascolombianos antes de José Eustasio Rivera o García Márquez, autor de unajoya como «En la diestra de Dios Padre» (1897), o «Simón el mago» (1887), «¡A la plata!» (1910), ~Palonegro~ (1919) y otros más que podrían calificarse como «crio- jUstas» en cierto sentido —su provincialismo, principalmente—: se suelen ads- cribir a Carrasquilla la dignificación literaria del habla popularde su región, la pintura de las costumbres antioqueñas, la originalidad de las tramas, tradi- cionales o inventadas. EnriqueAnderson Imbertescribe quesu «regionalismo no era ni el de los costumbristas ni el de los realistas: suponía una nueva (...) actitud ante la lengua literaria, una nueva actitud ante los temas» 2 O Efe Gómez (Francisco Gómez Escobar, 1873-1938), otro antioqueño que suele enmarcarseen los límitesde su provinciaoregión, cuentistay novelista empa- rentado con el naturalismo (si queremos caer en el ~clasificacionismo»). Su cuento «Guayabo negro» (1923), sobre losefectos del alcohol («guayabo», es colombianismo que significa lo queel españolismo «resaca~), es muy popular en las antologías nacionales. OJulioPosada (1881-1947) quien mantieneuna merecida fama con sólo unos cuantos cuentos, entre los que sobresale «El machete» (1912), en el queel nivel de lenguadel autor—odel lector—entraen colisióncon el del personaje-narrador, apesar detodos los esfuerzos fonéticos del autor Se podrían citar más nombres de escritores regionalistas (y tal vez «criollistas»),como losde José FélixFuenmayor, Eduardo AriasSuárez, Adel López Gómez, oa Bernardo Arias Trujillo, másnovelista que cuentista, tanto como César Uribe Piedrahita, oa Antonio Cardona Jaramillo, etc., ya escri- tores del siglo XX. Y estoy seguro de que si José Eustasio Rivera hubiera escrito cuentos (y si no hubiera rechazado, seguramente, la denominación de «criollista») seríael representantecolombiano másconspicuo detal corriente, yaque, alparecer, sueleseñalarse al uruguayoHoracio Quirogacomo elcuen- tista más genuinamente representativo de ésta. 2.2. El cronotopo del subgénero nacido de dotarde unatrama narrativa 13 ala descripción de las costumbres regionales o locales—llamado «costumbris- mo» o «realismo-costumbrismo»— es, tal vez, el de la acción insólita en el Historiade/aliteraturahispanoamericana. México.FCE. 1957.Ycd.Tomo1,pág.241. 12 Utilizo, comoampliaré másabajo, laterminologíadeMijail Bajtin. 13 128 Ana/esdeLiteraturaHispannanwricano 1998,nY 27: 125-139 Eduardo Camacho Del «criollismo» al neorrealismoen elcuento colombiano... ámbito familiar, en el mundo de lo inmediato conocido; pero esta acción es meramenteinsólita, noes irreal,fantástica, realmentesobrenatural, enelámbi- to de las creencias —lo cual puede dar entrada a los milagros, considerados como partede éstas,por ejemplo. Enun cuento como «En la diestra de Dios Padre», de TomásCarrasquilla (enel que Jesucristo se le aparecea un campe- sino y le concede cinco deseos,en cumplimiento de unodeloscuales laMuer- te quedainmovilizadayno puede matar; al final,Peraitica, el protagonista,es aupado a la bola del mundo que sostiene el Padre Eterno), la acción folclóri- co-sobrenatural, sólo ilustra la mentalidad habitual en el mundo local mral, «ingenuo», primitivo, mitológico, en el cual la creencia milagrera no es un hecho insólito. En este cuento podrían verse los comienzos de lo que, más tarde, intentallevar a cabo Gabriel GarcíaMárquez: la imagenliteraria de la mentalidad mitológica del mundo rural, algo que podríamos llamar «costum- brismo mitológico». La diferenciaes que la actitud del antioqueño no es críti- ca, mientras silo es, e irónica y desmitificadora, la del autor de Aracataca (recuérdense los «milagros» deCien años de soledad por ejemplo). , 2.2.1. Pero la pregunta sería: aparte de querer resaltar peculiaridades regionalesde formarealista tradicional (costumbrismo-realismo; deunanove- la suya dice Carrasquilla, con la ingenua ideologíade la época: «tomada del natural, sin idealizar en nada la realidad dela vida»; la fórmula «costumbris- mo + trama» es la imperante en casi todosellos); aparte de inventarunajerga pretendidamente campesina o popular; aparte de crear estereotipos, ¿cuáles son los valores literarios de tales cuentistas —insisto en que me refiero a los colombianos que podrían considerarse «criollistas», entre, digamos, 1890 y 1930—? Se me antoja que en la mayoría deellos (hay, desde luego, brillantes, aunque pocas, excepciones) las buenas intenciones son mucho más amplias que las buenas obras. 3. Por otraparte, ¿noes verdad que, en literatura,todo es,en cierto modo, realismo, al cual se le suele poner adjetivos diferenciales?. Lo que pasaes que existen varias posibilidades realistas, ya que la realidad no es una ni simple, pero todo es realismo, hasta las fantasías cortazarianas o garciamarqueñas —si es que éstas son fantasías. Hay un realismo empírico (monológico, disyunti- yo tradicional, basado en la antigua «manera de ver la realidad»—«tomada ~, del natural, sinidealizarennada larealidadde la vida»—,o seapositivista, pre- tendidamente objetivista y cientificista, externa), que incluye el realismo cos- tumbrista, regionalista, rural, etc., etc. Y hay los «nuevos» realismos (otras maneras deverlas infinitas facetas de la realidad, otro concepto,dialógico, no disyuntivo, más amplio ypluralista, desde una perspectiva fundamentalmente interna)frente alo puramentefantástico(quees, también, unrealismo, sino es mera ociosidad). Tal vez podría decirse que los estudiosos de la narrativanos movemos entre dos extremos: el realismo tradicional y lo/(el) (realismo) fan- Tomo elconcepto deIrlemarChiampi. Elrealismo maravil/oso. Caracas. MonteAvila. 14 1983. Procedede laantropologíadeClaude Lévy-Strauss. 129 AnalesdeLiteraturaHispanoamericana 027: 125-139 1998,a. Eduardo Camacho Del «criollismo» al neorrealismoen elcuento colombiano... tástico. Entre estos dos extremos, otros realismos, los neorrealismos: el mito- lógico, el «mágico»,etc. ¿Nosería más sencilloplantearlas cosas así? Y si hablamos deun realismo que, estructuralmente, trata deuna manera peculiarel cronotopo (un espacio-tiempo inmediato, local, provincial, yhasta mral,si se quiere); si prescindimos de la camisa de fuerza de las cronologías histórico-literarias aluso y de la estrechezde laadscripción social oeconómi- ca. ysi, en cambio, obtenemosuna mucho mayorcalidadliteraria, ¿noes per- fectamente lícito y aconsejable estudiar, por ejemplo, ciertos cuentos de Gabriel GarcíaMárquez, como representativos de, si se quiere, un «criollis- mo» —y haber con qué reemplazamos la palabreja losque no nos sentimos en absolutocómodos con ella—trascendente yno estrecho y limitado? 3.1. Comomis actuales intereses críticos secentran en la investigaciónde loque quisiera denominar el cronotopo amen cano, siguiendo las iluminado- rasteorías de Mijail Bajtín, he pensado que tal vez un estudio del espacio en los cuentos «realistas» (no «mágicos» de Losfunerales de laMamá Grande, escritos en 1958 5 ypublicados en 1962, podría contribuir dealguna manera a los propósitos generales de esta monografía. Estos cuentos, por otra parte, caben a la perfecciónen las notas descriptivas del cuento «criollista» citadas más arriba (aunque estoy seguro de que a nadie se le ocurriría clasificarlos como«criollistas»). Me pareceque todoes un problemadesiempre discutible tipologíay taxonomía literarias, las que o bien nunca abarcan exactamentelo que seproponenobien rebasanlos límitesdeseados. Pero si lo queinteresaes conocer mejor un aspecto de la narrativa latinoamericana, sea cual fuere su clasificación por los críticos, comodigo, siempre discutible, entonces estetra- bajo tiene su modesta significación. 4. Desde luego, los ocho cuentos contenidos en Losfunerales..., («La siesta del martes», «Un día de éstos», «En este pueblo no hay ladrones», «La prodigiosa tardedeBaltazar», «Laviuda de Montiele, «Un día después del sábado», «Rosasartificiales» y «Los funerales de la Mamá Grande») 16, son cuentos neorrealistas (novamos a utilizarya más lo de «criollistas») ~7, de un realismopeculiar, un realismoque intenta penetrarmás hondo que el cuadro de costumbres, o que el tradicional cuento lleno de elementos fol- clóricos, de incomprensibles dialectalismos —muchas veces recogidos sólo de oídas por el autor—, de campesinos explotados y patronossin concien- Dasso Saldívar. Elviajealasemilla. Labiografía. Madrid. Alfaguara. 1997, pág. 375. ‘~ ~Existemuypocabibliografía críticaacercadeestacoleccióndecuentosenconjunto.En lasmásrecientes recopilacionesde artículos sobre García Márquez, porejemplo: Homenajea Gabriel García Márquez. 1. 0. CoboBorda, ed. Bogotá. Siglo del Hombre Editores. 1992, y Repertorio crítico sobre GabrielGarcíaMárquez. Y O.Cobo Borda, comp. Bogotá. Instituto Caroy Cuervo. 1995, no apareceningún artículosobre ellibro y sólo alguno sobre alguno de loscuentos. 1’ Desdetuego,usoel términoneorrealista enelsentido deunabúsquedadiferentedeuna realidad noconvencional,invisible, aveces noperceptiblepormedios empíricoso racionalis- tas,peroenmodo alguno~magica~ni«maravillosa~, comodigo enseguida. 130 AnalesdeLiteraturaHispanoamericana 0 27: 125-139 1998,n. Eduardo Camacho Del«criollismo» al neorrealismo en elcuento colombiano... cia, gamonales y doncellas, leyendas regionales, etc., etc. Pero también es cierto que,desde luego, no llegaaeso que enmalahora se leocurrió alisIar Pietri tomar de Franz Roh y al puertorriqueño Ángel Flores «teorizar» y que ha hechotanta fortuna enlos medios universitarios tanto norteamerica- nos como españoles, el tal «realismo mágico»(la «magia»de laignorancia y la pobreza) El último cuento, la elegía alegórica de la Mamá Grande a IS~ lo mejor podría ser confundida en su feroz sátira histórico-política con lo que llaman «mágico» o, paramayor escarnio,«maravilloso». Perono. Cual- quiera que hayavivido la realidad de un pueblocaribeño dominado poruna «cacica» y que haya conocido en carne propia lo que ha venido siendo el sistema político de tantos paises latinoamericanos, sabe que García Már- quez noestátratandodehacer«magia»ni «maravillas».Sólo realismo.Satí- rico, eso si, através de unatropicalisima utilización de la retórica y la iro- nía. Neorrealismo ~ 4.1. Partiendo de la definición, no demasiado concluyente, todo hay que decirlo, deMijail Bajtin 20: «Vamosa llamar cronotopo (lo que entraducción literal significa «tiempo-espacio») a la conexión esencial de relaciones tem- 8 Enelarticulo deAliciaLlarena, «Un balancecrítico: lapolémicadelrealismo má5gi2c6o1y, lo real maravillosoamericano(1955-1993)»enAnalesdeliteraturahispanoamericana, n Madrid, 1997, entre otrosplanteamientosque nosonparaserdiscutidosaquí, sitúa el «espacio literario»(habladela«espaciología»)comoclaveenlasdiscutidas y discutiblesclasificaciones mencionadas,pero sinhacer ningunareferencia alasteorías del,paramí,ineludibleMijail Baj- tín. Porotra parte,el articulo deSandroAbate, «Amedio siglo del realismomágico: balancey perspectivas»,Ibid.,deriva,demaneramásbienirrelevante,eltalrealismo«mágico»delmoder- nismo. La afirmación inicial deeste articulo ignorael movimiento devanguardia en América Latina ydisminuye demanerainaceptable laimportanciade lospoetas delaprimera mitaddel sigloXX: hablandodeRubénDarío,dice: «Casi podríadecirsequelatempranadesaparicióndel granpoeta dejóalaliteraturahispanoamericana enunaatmósferadeconmoción,desintegración y desorientacióngeneralizada, delaque sólolograron sustraerse algunosde susmás genialesy directos herederos: César Vallejo, VicenteHuidobroyPablo Neruda». Laignoranciano sólode la calidad ytrascendencia propia dela obra deLugones o López Velarde, entre lospoetas, la novela delaRevoluciónMexicana,en laprosa,entre otras realidades literarias,parano hablar delasnovelasdelosaños20,loscuentosdeQuiroga,etc.,etc.,resultarealmentebochornosaen unapublicación delaalturadelamencionaday nopuedequedarincontestada. En cuanto al «realismo mágico», preferimos, como diremos másabajo, la acuñación de MarioVargasLlosa, real imaginarlo. VayapordelantequecreoquetantoLosfuneralesdelaMamáGrande,comoElcoronel no tienequien¿eescriba,corno Lamala¡rara, en ellímite de 1962, pertenecen a laetapa del realismo monológico, disyuntivo, aunqueofrecen unavisión diferente de la tradicional, más ampliayabarcadora, comotrataremos deexplicarmásadelante. ~ Utilizo laobra fundamental al respecto: Teoría yestética de lanovela. Madrid. Taurus. 1991, especialmente elcapítulo «Las formas del tiempoy del cronotopoenlanovela».Meha sidodeespecial utilidadellibro deGary SaulMorson y CarylEmerson. Mikhai/Bakhtin. Cre- ationofaProsaics. Stanford. Standord UniversityPress. 1992. Precisamente, sonellos quienes afirman: «What precisely is a chronotope? Characteristicallyfor Bakhtin, he neveroffers a concise definition.Rather, hefirstofferssorne initialcomrnents andthenrepeatedly altemates concrete exarnples withfurthergeneralizations. In thecourse ofthisexposition the terrnturns oídlohuyesevera!re/oledrneanings»(pág. 367). 131 AnalesdeLiteraturaHispanoamericana 1998, nC 27: 125-139 Eduardo Camacho Del «criollismo»al neorrealismo en elcuento colombiano... porales y espaciales asimiladas artísticamente en la literatura» y de los 21, ejemplos que el teóricoruso analiza,aquí tratodeestudiaren esta perspectiva loscuentos garciamarqueñosmencionados.Insistoenel carácterde ensayo, de experimento, del intento. 4.2. Creo que existe un cronotopo genérico o subgenérico —o sea, utili- zando unahorrible palabra, un«macrocronotopo— y uncronotopoespecífico, el cual ofrece variantes concretas con respecto a aquél. Así, más arriba, tra- tando dedescribirel cronotopodel subgénerodel relato realista-costumbrista, escribí: «es,tal vez,eldelaacción insólitaenel ámbitofamiliar,enel mundo de lo inmediato conocido; pero esta acción es meramente insólita,no es irreal,fantástica,realmentesobrenatural, enelámbitodelascreencias—lo cualpuede darentrada alos milagros,considerados como parte de éstas, porejemplo.» 4.2.1. En «La siesta del martes» en el que está tan admirablemente 22, lograda la técnica dela implicación, de la sugerencia, delo no dicho, lotáci- to, en la que el lector ocupa tan satisfactoriamente su función pragmática 23, después de un descriptivo ysofocante viaje entren, una mujery su joven hija visitan al cura de un pueblo para que les facilite la llave del cementerio, en medio deuntiempo de siestaapabullante. Nosenteramos de quelatumbaque van a visitares la del hijo de la mujer,al cual mató una viudacuando, aparen- temente; intentabaasaltarsucasa. El curaanota los detallesburocráticospere- zosamente, y nos enteramos de que, según su madre, el muerto era un buen hombre que se veía obligado arobar loque «no le hicierafalta a alguien para comer». Elcuraleentregalallave a lamujer, peroen esemomentosedacuen- ta de que hay una presencia inusitada yperturbadora de gentedel pueblo ace- chando la salida de la mujer; intenta detener a ésta, pero ella, sin inmutarse, inicia, junto con la niña y su ramo de flores, su salida. Tenemos varias determinaciones iniciales: un pueblo pequeño, un clima sofocante, la miseria, la dignidad. Unespacio rural, local, pueblerino, reduci- do, perfectamente conocido; un acto de dignidad familiar frente a la pobreza y la presión de la opinión pública. Una acción no irreal, no fantástica, solo insólita en una débil mujer, madre de un hombre al que han muerto por sos- pechas de robo.El modesto acto afirmativo de ladignidad popularen la opre- Op. 21 cit., pág. 237 22 Utilizo laedición deTodos loscuentosde GabrielGarcíaMárquez. Barcelona.Plaza y Janés. 1975. Entreparéntesis, acontinuacióndelacita, losnúmeros depágina. 2A Porelloresultansimplemente abrumadoreslosprofusose innecesarioscomentarios,glo- sas. interpretacionesy paráfrasisde Mario VargasLlosa sobre éste y los restantes cuentos de Losfunerales... enGarcíaMárquez. Historiadeundeicidio,Barcelona-Caracas. Monte Ávila- Barral. 1971, págs. 345y sigts.Ahora bien,comoheescritomás arriba,creoqueaciertaplena- mente Vargas Llosa al acuñar ladenominación derealimaginario paralo queotros llamarían «realismomágico» ocosaporelestilo. 132 Ana/esdeLiteraturaHispanoamericana 1998,nfr27: 125-139 Eduardo Camacho Del «criollismo» alneorrealismo enelcuentocolombiano... siva pobreza24, podríamos denominareste cronotopoespecifico. Enmedio de una red de opresiones (la falta de oportunidades, el sistema funerario, la opi- nión pública,etc.), la dignidadpopular se manifiesta sobria y tranquila. 4.2.2. En «Un día de éstos»resplandece también la maestría del autor en elmanejodelaretóricadelaimplicación25~ Undentistade unpueblo, sintitu- lo, recibe lavisita inqueridadelalcalde,que sufre dedolorde muelas,y ame- naza con pegarle un tiro si no lo atiende. El dentista lo recibe y, después de implicarqueel alcaldees unopresoryasesinoal decirle:«Aquínos pagavein- te muertos, teniente» (117), le extrae una muela sin anestesia. Lo implicado, en estecaso, es la situación históricade la época de la Violencia colombiana (1949-1955) en laque las autoridades militaresy policiacas,al serviciodel 26, partido en el gobierno, asesinaban masivamente a los miembros del partido contrario. El dentista, al pronunciar su frase clave, se identificacon las victi- mas del alcalde («nos pagaveinte muertos») y laextracción resultaidentifica- dacon un gratificante e impune acto de venganza. El tiempo es el clima de la violencia soterrada, el del enfrentamiento sofocado, el de la tensión oculta, el de laopresión política y tambiénel de la clandestinidad. Elespacio,el reducidoámbitopueblerino.Laacción esel sim- bólico acto afirmativo de la venganza. Prevalencia simbólica de lo oprimido contralafuerza de laopresión. Laacción noes nifantásticaniirreal, y talvez ni siquiera insólita, aunque, considerando las circunstancias de violencia y opresión, seguramente lo sea; afirmaciónde la dignidad delo oprimidopor la ironía simbólica. En el medio de la (aparente) normalidadpolítica y legal, la manifestación (simbólica) de lo oprimido clandestino.La violenciaha perme- ado toda actividad humanay un simple acto profesional (la extracciónde una muela), de insospechable neutralidad en otras circunstancias, se convierte en un acto político. 4.2.3. «En este pueblo no hay ladrones», el siguiente cuento, de conside- rable extensión, relata, conel mismo estilo implicativo yreticentede los ante- riores, los efectos del robo de tas únicas bolas de billar del único billardel único establecimiento de este tipo de diversión del pequeño pueblo rural de siempre, por un joven desempleado y sin recursos, casado y próximo a ser padre. Como el propio Dámaso dice a su mujer, al robar las bolas, sin «(...) 24 Es lamismasituación,dicho seaentreparéntesis, deElcoronelno tiene quien íe escri- ba (1956), peroaquíapareceel espaciodelaclandestinidad. 23 Al comparar el estupendo cuento de Hernando Téllez (1908-1975), «Espuma y nada más» (H. Téllez. Cenizasparaelvientoyotrashistorias.Bogotá. LitografíaColombia. 1950), enelqueunbarberoseveobligadoaafeitar almilitarquehatorturadoyasesinado asuscopar- tidarios, yvacila, conlanavaja abiertasobre elcuellodel otro, entre su deber profesionaly su deber político,con el deGarcía Márquez, nospercatamos del valor de laimplicación. En el cuentodeTélleztodo noses dichoyel lectorsedebe limitarenbuenaparte a admirarlahabi- lidaddel autor, perono participa activamente, como enel de GarcíaMárquez, en lacreación delaobraliteraria. 24 Saldívar,Op. -it., pág. 338,creeque «eltrasfondo» deloscuentosdeLosfunerales...es ~eldeunacercanaoinminenteviolencia».pág. 388. 133 AnalesdeLiteratura Hispanoamericana 1998, n. 27: 125-139 EduardoCamacho Del «criollismo» al neorrealismo en elcuentocolombiano... quererlonos tiramos al pueblo» (137), ya que su acción transforma de forma notable lavidacotidiana, sinque, apesarde los ingenuosfantaseosde Dáma- so, les reporte a él y a su mujerningún beneficio. Además, el alcalde captura a un inocente,el cual aparececon evidentes señales dehaber sidotorturado en la cárcel. Dámaso ysu mujerno pueden soportar lapresiónde susconciencias ydeciden devolver las bolas;cuandoél intenta hacerlo,penetrando en el salón de lamismamaneraquecuando lasrobó, el dueñodelestablecimientolo sor- prende y, por venganza, lo acusa de haberrobado tambiéndinero. El cuento tiene un insinuado pero definible tono costumbrista, aunque la tramaes tan sugerente y eficazmenteimplicativacomolade los mejorescuen- tos de la colección: nos muestra (y escojo la palabra con toda intención) el ambiente de un pequeño pueblo tropical, caluroso; sus gentes (el corrupto alcaldeque hacechantaje ala prostituta,elpropietariodel salón de billares, la prostituta enamorada, el camarero marica, el pobre negro de siempre, martiri- zado y falso culpable), sus diversiones (billar, cine, salón de baile-burdel), pero sobre todoello, se elevala caracterización deDámaso, eljoven queroba cosas inútiles, pero sobre las que edifica. comolo hacenlos mejores persona- jes deGarcía Márquez, sus fantaseos, yde Ana,la sufridamujerembarazada, como siempre en la narrativa garciamarqueña, hueso y nervio de la familia o pareja... Casi una novela corta. El tiempoes el de la necesidad y la pobreza; el acto ilegalpero comprensible en mediode la opresión socialyeconómica. 4.2.4. En «Laprodigiosatarde deBaltazar»,un artesanogenial fabricauna jaula maravillosa —en el hiperbólico sentido normal de la palabra, es decir, en el mismo en el que se usa lapalabra «prodigiosa»en el título del cuento: nada que ver con «prodigios» religiosos o «mágicos»—, la «más bella del mundo» (147) para algunas personas, que le ha sido encargada por «el hijo de don Chepe Montiel» (149). El médico del pueblo intenta comprársela,pero Balta- zarsemantienefiel aquien lehahechoelencargo, unniñodedoceaños, según nos enteramos después. El padre del niño, el rico del pueblo, rechaza lajaula, pero Baltazar se laregala al niño, alegando que: «La hice expresamente para regalársela aPepe. No pensabacobrar nada» (153). Élpiensa quehaejecutado un acto libre, normal e inocente, pero, por la reacción de la genteen el salón de billar, se da cuenta de que «todo eso tenía una cierta importancia para muchaspersonas» (153) y, lleno demodestoorgullo, seemborracha. Enmedio de laborrachera saca conclusiones ideológicas, a su manera: «Hay que hacer muchas cosasparavendérselas alosricos antesque semueran—decía, ciego de la borrachera—.Todos estánenfermosy se vanamorir., (154). Luego, caído en medio de la calle goza «el sueño más feliz de su vida». Así, lo que comienza como loque se podría talvez leer comouna especiede alegoríadela creación artística—elartistafrente alasociedad«burguesa»,hostileincomprensiva, ade- más delascomplicadas relacionesentre obrade arte y precioo valorde cam- bio—, se tiñe de más o menos explicito significado político y el artista es más bien un trabajador, un artesano que intuye y participa, a su modo, en la lucha de clases. En el tiempo de la división social y económica, en elespacio rural 134 AnalesdeLiteratura Hispanoamnerwana 1998, n.a 27: 125-139

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dementar el problema colectivo; y cuento cosmopolita (o universal), cuyas dimensiones lindan con lo imaginativo, fantástico, misterioso, poli- ciaco
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