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De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso PDF

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Décalages Volume 1|Issue 4 Article 25 6-1-2015 De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux Pedro Karczmarczyk Follow this and additional works at:http://scholar.oxy.edu/decalages Recommended Citation Karczmarczyk, Pedro (2014) "De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux,"Décalages: Vol. 1: Iss. 4. Available at:http://scholar.oxy.edu/decalages/vol1/iss4/25 This Pecheux Dossier is brought to you for free and open access by OxyScholar. It has been accepted for inclusion in Décalages by an authorized administrator of OxyScholar. For more information, please [email protected]. Karczmarczyk: De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux Pedro Karczmarczyk I. El pensamiento de Michel Pêcheux, está jalonado por varias autocríticas que modulan etapas en su pensamiento (ver Maldidier 2003, Gregolin 2007, Hernández y Terriles 2014) Se trata de etapas donde los nuevos trabajos parecen dejar atrás los desarrollos previos. Sin embargo este pensamiento conserva, paradójicamente, casi en cualquiera de los estadios de su recorrido que se quiera considerar, una extraña pujanza. Lo que queremos decir es que sus textos tempranos, por ejemplo aquellos de la década de 1960, pueden leerse aún hoy como textos inquietantes, llenos de sugerencias, contrariando la opinión que su autor se hizo de ellos, quien muchas veces creyó dejarlos atrás como superados, por hallarlos plagados de errores. El hecho podría recibir explicaciones diversas. Podemos pensar, naturalmente, que las distintas coyunturas en las que su pensamiento se insertó hicieron de sus posiciones teóricas agudas respuestas a la coyuntura, pero que sin embargo, en la medida en que son escritura, sus posiciones son algo más que eso, desbordando su contexto de emergencia, un fenómeno que también puede apreciarse a propósito de Althusser, quien, precisamente en virtud de estudios que lo restituyen en su coyuntura política y teórica, filosófica y científica (ver Elliot 2006 y Montag 2013 y Cavazzini 2011), estudios que de un modo u otro salen al encuentro del “Althusser histórico” y que hacen emerger un Althusser de una enorme relevancia para las preguntas más candentes que se le plantean hoy las praxis política y teórica. Pierre Macherey ha sugerido que Pêcheux se asemejó como nadie a Althusser en lo que tal vez fue su característica más temible: una vocación autodestructiva, un impulso teórico audaz que llevó, a ambos, a destruir constantemente su propio trabajo anterior, como si ello fuera un recurso necesario para hacer lugar para su trabajo venidero (Macherey 2014). No parece aventurado ver en este rasgo una consecuencia de entender a la teoría como un conjunto de opciones teóricas abigarradas, de opciones teórico-filosóficas que Published by OxyScholar, 2014 1 Décalages, Vol. 1 [2014], Iss. 4, Art. 25 cubren todo el espacio, de manera que para hacer lugar a posiciones nuevas, para poder responder a una coyuntura transformada, teórica y políticamente, se les imponía como una condición absoluta, tanto a Pêcheux como a su maestro, la destrucción de lo construido con anterioridad (ver Macherey 2014, ver también Balibar 2004). La distancia entre la coyuntura teórica en la que desarrolló su trabajo Pêcheux y la nuestra es a primera vista de una magnitud insalvable. El elemento que marca la diferencia entre aquellos años sesenta, la década del setenta, e incluso la de los ochenta, es la fuerte presencia del marxismo tanto en la escena teórica como en la política internacional y, consecuentemente, en distintas coyunturas nacionales. Desde entonces esta presencia se ha desvanecido. No nos concentraremos en el hecho de que este desvanecimiento remite, en muchos casos, en Latinoamérica en particular, a la desaparición de los cuerpos que sostenían esas posiciones (ver por ejemplo Marín: 1987). Sin embargo, esta distancia abismal es también la clave de la vitalidad del pensamiento de Pêcheux. Para decirlo de un modo esquemático: el espacio dejado por el marxismo no ha quedado vacío, sino que ha sido llenado con ciertas formas de teoría que sintonizan muy bien con lo que el grupo entero de los althusserianos entendían que era la forma de teoría que funciona como ideología teórica dominante de las ideologías prácticas que se entrelazan con las relaciones de producción del modo de producción capitalista: el humanismo. Estas ideologías se articulan bajo la dominación de la ideología jurídica que interviene sobre las relaciones jurídicas en las que se realiza este modo de producción, cuyos principios dividen el universo social en dos clases de entidades: personas y cosas, a partir de las cuales pueden definirse dos relaciones fundamentales, relaciones de persona a persona, es decir “contratos” y relaciones de persona a cosa, es decir “relaciones de propiedad”. Estas dos relaciones, según están representadas en la ideología jurídica, son contingentes en relación al ser mismo de las entidades básicas, puesto que los contratos son presentados como resultado de la libre voluntad de los contratantes, lo que deja, en el límite, la posibilidad de no entablar ningún contrato. En cuanto a las relaciones de propiedad, las cosas no deben imponer ninguna constricción a sus poseedores, que pueden hacer de ellas el uso que mejor les convenga, para poder estar sometidas a esta libre disponibilidad. En el límite, el paradigma de la propiedad de la ideología jurídica es el atesoramiento, la posesión ociosa de un bien. Lo que queremos destacar de esta concepción es http://scholar.oxy.edu/decalages/vol1/iss4/25 2 Karczmarczyk: De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux que las entidades básicas en las que divide el mundo social, personas y cosas, tienen una existencia independiente, de modo que las relaciones de contrato o de propiedad pueden o no entablarse, sin que esto las afecte en su esencia de cosas o persona. Si fuéramos a decirlo con la jerga de la metafísica tradicional, deberíamos decir que para esta ideología personas y cosas son sustanciales o primarias, mientras que las relaciones son accidentales o secundarias. Ahora bien, en la filosofía universitaria hemos visto, en los últimos 25 años, renacer una serie de opciones teóricas que se subordinan a la dominante de la ideología jurídica por el flanco del individualismo: el renacimiento del mentalismo y la primacía de la ética y una de una filosofía política que la prolonga sin grandes rupturas, como disciplinas filosóficas dominantes. Los efectos de esta hegemonía se pueden reconocer incluso en el pensamiento de izquierda. En el caso latinoamericano, bajo la feroz persecusión sufrida en los años setenta, acaeció una reconversión del discurso de la izquierda, cuya matriz era tradicionalmente histórica y sociológica, a favor de un discurso en términos de derechos, esto es, un discurso de matriz jurídica (ver Markarian 2004). Que el discurso en términos de derechos sea la expresión política con la que los intentos neokeynesianos, neodesarrollistas o populistas latinoamericanos enfrentan la matriz del discurso neoliberal no es, acaso, más que un síntoma de la acendrada hegemonía del pensamiento liberal que el ocaso del marxismo ha dejado como herencia. En el pensamiento social asistimos a elaborados esfuerzos de presentar a la realidad social como producto de la aceptación colectiva.1 En línea con estas premisas, la realidad social es 1 La teoría de la realidad social de John Searle encuentra la cifra de la realidad social en una fórmula sencilla: “Nosotros aceptamos que X [por ejemplo piezas de metal] cuenta como Y [dinero] en C [un contexto determinado]” lo que supone individuos con estamos mentales con una intencionalidad intrínseca y una misteriosa intencionalidad colectiva igualmente intrínseca a los estados mentales individuales (Searle 1997). Una revuelta contra esta postura, como la de la sociología del conocimiento de la escuela de Edimburgo, al intentar despojarse del individualismo que campea en la propuesta de Searle, para lo que desarrolla una posición finitista en relación al significado, que consiste en la tesis de que un efecto simbólico llega hasta donde llega la aplicación del mismo, por ejemplo la referencia de un término alcanza las aplicaciones efectivamente realizadas del mismo pero no va más allá de ellas, por lo cual las aplicaciones futuras estarían indeterminadas. Con esta tesis finitista, cuya inspiración debe buscarse en el sistema del common law, los sociólogos de Edimburgo se preguntan porqué Searle, que acepta la tesis finitista para los hechos sociales institucionales (el dinero por ejemplo), cuyo alcance no va más allá de la aceptación efectiva de su validez, no acepta que esta tesis tiene validez general. De este modo, los sociólogos de Edimburgo, que rechazan la existencia de estados subjetivos intrínsecamente intencionales, siguen suponiendo que la constitución de la realidad social ocurre a través de una base de individuos y cosas, donde los individuos, a través de su comportamiento, aceptan o rechazan otorgarles determinadas propiedades institucionales a las cosas. (Ver Bloor 1996; 1997). Published by OxyScholar, 2014 3 Décalages, Vol. 1 [2014], Iss. 4, Art. 25 presentada como un fluido de decisiones individuales, de manera que cabría hablar de una suerte de democracia instantánea que se manifestaría en el zapping, el rating televisivo, las encuestas de opinión, etc. La profundidad de esta dominación puede medirse en el hecho de que la oposición a la misma es interior a su propia problemática, tendiendo a enfatizar el carácter fáctico de los acuerdos y los procesos de subjetivación, para lo que usualmente se apela a un esquema bastante próximo al de la alienación, llevando a postular un núcleo de racionalidad, seminal o por venir, que habría sido reprimida, es decir, desviada u obstaculizada, por factores ajenos a la misma, aunque este núcleo persistiría siempre, como un telos al que debe apelarse para constituir una teoría critica.2 No es nuestro propósito aquí hacer un diagnóstico detallado de la situación del pensamiento contemporáneo, sino simplemente evocar con trazos gruesos algunos rasgos de la coyuntura teórica contemporánea para obtener una respuesta orientadora para el sorprendente efecto “de te fabula narratur” que producen los textos de Althusser y de Pêcheux: la coyuntura teórica con la que nos enfrentamos, siendo muy diferente en su letra, se asemeja mucho en sus presupuestos, en su problemática, a aquello que Althusser designó con el nombre de humanismo y que Pêcheux combatió de distintas maneras, en particular, al reencontrarlo entre los presupuestos de la semántica. II. Una de las demarcaciones más importantes que realiza Althusser en su lectura de Marx es que las relaciones de producción no son relaciones intersubjetivas, relaciones interpersonales. Lograr pensar este punto, en su densidad teórica y política, es una de las empresas centrales del pensamiento de Althusser, se trata del punto donde la noción de ideología desempeña un papel crucial. Pêcheux establece un punto semejante a través de la siguiente declaración: “El concepto de Ideología en general aparece muy específicamente como el medio de designar, en el interior del marxismo leninismo, el hecho de que las relaciones de producción son relaciones entre los 2 La disputa entre comunitaristas y universalistas en los años ochenta como así también la disputa entre hermeneutas gadamerianos y teórico críticos habermasianos en los años sesenta encajaba en esta matriz. Para este último caso, ver Karczmarczyk 2010. http://scholar.oxy.edu/decalages/vol1/iss4/25 4 Karczmarczyk: De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux “hombres”, en el sentido de que no son relaciones entre cosas, máquinas, animales no humanos o ángeles; en este sentido y únicamente en este sentido: es decir, sin introducir al mismo tiempo y subrepticiamente una cierta idea de “el hombre” como anti- naturaleza, trascendencia, sujeto de la historia, negación de la negación, etc.” (Pêcheux 1975: 135). La formulación busca hacer patente que las relaciones de producción son relaciones humanas en el sentido de un genitivo objetivo, las relaciones sociales no son relaciones “entre los hombres” porque lo sean para ellos, porque ellos las entablen (serían entonces sus relaciones). Al contrario, de lo que se trata es de reconocer que las relaciones sociales son constitutivas de los hombres. Este asunto tiene una larga historia en el pensamiento marxista. La célebre formulación de la sexta tesis sobre Feuerbach establece precisamente este punto: “la esencia humana es el conjunto de sus relaciones sociales”, lo que indica que los hombres son impensables sin esas relaciones. La cuestión es, entonces: la esencia humana tramada de relaciones a la que alude Marx, ¿puede pensarse en términos de relaciones interpersonales, de relaciones intersubjetivas? Indudablemente, la sexta tesis sobre Feuerbach ha tenido secuelas importantes que van en este sentido. Las observaciones de Engels según las cuales los hombres hacen la historia en condiciones que son independientes de su voluntad, lo que haría de la eficacia histórica una resultante de las voluntades individuales, se mueve en este esquema tradicional, lo mismo que la filosofía marxista de Sartre (ver Althusser 2005: 117 y ss.). Sin embargo, sin salirnos de la VI tesis deberíamos preguntarnos, ¿esta interpretación no implica hacer de la relación algo accidental, frente a lo que la persona humana (el sujeto) se comportaría como esencia? La individualidad humana concebida como el terreno en el que opera la ideología, la superestructura, y circunstancias históricas, concebidas como el terreno de la producción, aparecen así en una correlación universal, pero en un vínculo que se pudo pensar en términos de causalidad mecánica, humeana, porque antes se pensó la independencia lógica de los términos. Le corresponde a Althusser el mérito de haber discernido un movimiento más radical en el pensamiento de Marx, a pesar de su recubrimiento por pesadas capas de ideología humanista: Marx remite la esencia humana, tradicionalmente concebida como algo intrínseco a cada hombre o mujer, esto es, como las condiciones necesarias y suficientes que cada ejemplar humano debe poseer para Published by OxyScholar, 2014 5 Décalages, Vol. 1 [2014], Iss. 4, Art. 25 ser tal, a las relaciones sociales, tradicionalmente pensadas como exteriores o accidentales a esta esencia humana. De esta manera la esencia humana tiene en las relaciones sociales un exterior constitutivo, esto es, un exterior que no es accidental, sino un exterior del que depende la propia esencia, un exterior que es condición de existencia de la esencia humana ya que la constituye en cuanto tal. Debemos a la lucidez teórica de Louis Althusser, insistimos, haber comprendido también que este movimiento radical del pensamiento de Marx no ocurrió de un solo golpe en su producción teórica, conviviendo en sus textos con tendencias que ponían el énfasis en la producción más que en las relaciones de producción, o si se quiere ser más preciso, en el sujeto de la producción antes que en las relaciones de producción. Se trata de las variantes diversas de la alienación que remiten a un estado originario de unidad entre el productor y las condiciones de la producción (ver por ejemplo Barth 1951: 109 y ss.). Para las concepciones centradas en la alienación, lo que Althusser identificó como humanismo, el exterior de las relaciones sociales, no sería un exterior constitutivo, sino un exterior accidental en relación a la esencia humana, una fractura acaecida en el curso de la historia que señala a la reunificación del origen fracturado como un telos del proceso histórico. El movimiento teórico radical de Marx, concentrado en la sexta tesis sobre Feuerbach, provocó reacomodamientos diversos en la escena teórica, tanto en el marxismo como fuera del mismo. Por ejemplo, en lo que en la filosofía del siglo XX se conoce como “giro lingüístico”, podemos reconocer dos procesos diferentes. Por un lado, un efecto de descentramiento del sujeto, la remisión, bajo formas diversas, del sujeto de la modernidad a un exterior constitutivo, abría un espacio de juego apenas tematizado, para eludir precisar el exterior constitutivo de las relaciones de producción señalado por Marx. Por otra parte, en el interior del giro lingüístico se verificaba un proceso semejante al operado por el humanismo en el interior de la teoría marxista: el renacimiento del sujeto de la enunciación como centro de las relaciones de significación, el cuartel ese renacimiento es, de acuerdo a Pêcheux, la filosofía del lenguaje, la semántica filosófica. En esta coyuntura, la intervención teórica de Pêcheux tiene un valor inigualable. En efecto, no sólo se aboca a hacer un diagnóstico de la situación del pensamiento contemporáneo, en líneas concordantes con las que acabamos de trazar, sino que planea una http://scholar.oxy.edu/decalages/vol1/iss4/25 6 Karczmarczyk: De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux intervención en esta coyuntura que permita aprovechar los desarrollos en las disciplinas lingüísticas que posibilitan el desarrollo de una teoría materialista de las condiciones ideológicas de la reproducción de las relaciones de producción que simultáneamente invierta las relaciones de dominación y subordinación entre las diferentes tendencias en el campo de la lingüística contemporánea. Otro tanto sería decir: Pêcheux intentó redireccionar en favor del descubrimiento marxista las fuerzas que se desarrollaron para obstaculizarlo. Ahora bien, para la tradición marxista, las relaciones en las que hay que poner el foco son relaciones de producción. Pêcheux se refiere tempranamente a este problema en los textos escritos bajo el pseudónimo Thomas Herbert, retomando una expresión clave de Lire le Capital, la de las “formas de existencia histórica de la individualidad”. Herbert retoma esta expresión del ensayo final del libro, en el que Étienne Balibar utiliza el concepto para responder al problema de la relación concreta entre la práctica técnica y la práctica política en una sociedad dada, colocando el énfasis en las formas diferenciales de la individualidad propias de una sociedad en relación con las cuales los individuos se comportan como soportes (Träger) o personificaciones (ver Balibar 2008: 485 y ss.). La expresión había sido utilizada por Althusser en el ensayo “El objeto de El capital”, para abordar el problema de la acción del individuo en la historia. De acuerdo a Althusser, este problema ideológico es susceptible de recibir un tratamiento científico cuando se lo transforma en el problema de las formas de existencia histórica de la individualidad. Dicho de otra manera, Althusser establecía que para el marxismo, que pone las bases para el estudio científico del continente historia, el problema de la acción del individuo en la historia no podía sino aparecer como un falso problema, ya que pedía relacionar conceptos de órdenes diferentes, el concepto científico de historia centrado en la causalidad de una totalidad estructural sobre sus elementos, con el concepto de individuo libre, que proviene de la ideología, en el sentido de las formas que asume la relación vivida con las condiciones de existencia. En cuanto concepto ideológico, el concepto de individuo libre constituiría una suerte de realidad eterna, extrahistórica en cuanto tal, al presentarse como fundante de lo social. Frente a esto, Althusser disuelve la pregunta, que es en rigor informulable, mostrando que la idea de individuo por cuya acción en la historia se pregunta no es otra cosa que el obstáculo crucial que hay Published by OxyScholar, 2014 7 Décalages, Vol. 1 [2014], Iss. 4, Art. 25 que dejar atrás para desarrollar un concepto científico de la historia, es el obstáculo que hay que dejar atrás para poder desarrollar el concepto de modo de producción. La historia en cuanto tal, sus formas de causalidad o las formas de demostratividad que corresponden al discurso científico que conoce esa causalidad, resulta ser impensable mientras se la concibe como la acción concertada de individuos. En definitiva, historia e individuo son conceptos que pertenecen a espacios teóricos distintos. Pero en la medida en que el concepto de modo de producción se desarrolla como resultado de un proceso de producción teórica que no trabaja en el vacío, sino justamente como una operación realizada sobre un conjunto de ideologías estructuradas en torno a la idea de un individuo libre, el concepto de modo de producción resitúa estas evidencias ideológicas, cambiando su estatus -de básico a derivado- colocándolas bajo la rúbrica de las “formas históricas de existencia de la individualidad” que corresponden a los diferentes modos de producción, es decir, de las formas diferenciales de individualidad que los diferentes modos de producción deben producir forzosamente bajo condiciones ideológicas determinadas. El concepto de las formas de existencia histórica de la individualidad designa una realidad diferente que aquella otra que aparece en la pregunta por la acción de los individuos en la historia, pero por eso mismo está en condiciones de dar cuenta de la evidencia de los términos ideológicos con los que se formula la pregunta (individuos como sujetos libres para sí mismos, la historia como resultado de la acción de estos individuos). Ahora bien, el concepto de las formas de existencia de la individualidad que corresponden a modos de producción determinados designa una realidad diferente de éstos, pero no por ser algo diferente es completamente independiente. Por ejemplo, el análisis del “trabajador libre” como una de las formas de existencia histórica de la individualidad que corresponden al modo de producción capitalista, libre jurídicamente y libre (desprovisto) de los medios de producción para producir por su cuenta, indica que son las formas de existencia histórica de la individualidad aquello que se destaca, tanto en la comprensión científica de la realidad social como en la práctica política. ¿Significa esto que los textos de Marx estaban libres de la tentación humanista? Entendemos que no, que la propuesta althusseriana implica que estos textos han hecho una ruptura en relación a una ideología, la economía política clásica, centrada en la http://scholar.oxy.edu/decalages/vol1/iss4/25 8 Karczmarczyk: De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux idea de individuo, el homo oeconomicous como centro de la economía política clásica. La figura del homo oeconomicous impide pensar el concepto clave de fuerza de trabajo y consecuentemente el de plusvalía, cuya disponibilidad como mercancía requiere de las formas de individualidad específicas del modo de producción capitalista, en concreto la del trabajador libre. Sin embargo, los textos de Marx ofrecen poderosos argumentos contra esta ideología, incluso en los momentos en los que parecen fundirse con la misma. Reparemos en dos momentos en los que los textos de Marx abordan esta cuestión de las formas históricas de existencia de la individualidad. En las “Formas que preceden a la producción capitalista”, ésta es la preocupación prominente. De hecho Marx busca allí establecer que la aparición de los individuos como meros trabajadores, sin otro atributo (“en esta desnudez” dice Marx) es un resultado del proceso histórico. El argumento de Marx en este texto nos permite volver sobre lo que dijimos más arriba acerca de que puede haber separación (autonomía relativa), pero no independencia ontológica entre las formas de individualidad y el modo de producción en cuanto tal. La vinculación entre ambos términos puede ser la de una unidad más próxima, en el caso de comunidades primitivas como las descritas por Marx, donde la actividad vital toma la forma de una actividad conjunta, es decir, la apropiación de la naturaleza toma la forma de un proceso laboral realizado por los individuos en conjunto. Sin embargo, incluso en estas formaciones sociales interviene la división del trabajo, lo que Marx registra al aludir a la división “natural” del trabajo entre los sexos, lo que supone la producción de formas de individualidad diferenciales. Pero también puede haber una separación mayor entre la comunidad y las formas de individualidad que le corresponden, lo que no independiza a los términos relacionados. Marx se ocupa de establecer que antes de esta forma de aparición de los individuos en el capitalismo, antes del “trabajador libre”, el individuo apareció en la historia, en un abanico amplio de formaciones sociales precedentes, para sí mismo, como propietario, como “señor de las condiciones de su realidad” (Marx 2007: 433) y en relación con otros individuos, como copropietario, en tanto miembros de la entidad comunitaria. La tierra aparece aquí como el laboratorio general de la actividad a la que la especie humana está compelida para subsistir: el trabajo. La tierra, como dirá luego en El capital, es tanto el objeto de trabajo como el medio de trabajo en general (Marx 1988: 217), mientras que en las Formen señala que la Published by OxyScholar, 2014 9

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informulable, mostrando que la idea de individuo por cuya acción en la historia se pregunta no es otra cosa que el obstáculo crucial que hay. 7.
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