María Encarna Sanaluija Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria F E M I N I S M O S m 11 » ilÉÉfciay» k m María Encarna Sanahuja Yll Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria EDICIONES CÁTEDRA UNIVERSITAT DE VALENCIA INSTITUTO DE LA MUJER Consejo asesor: Giulia Colaiz/i: Universitat de Va!' ¡a María Teresa Gallego: Universidad Autónom de Madrid Isabel Martínez Benlloch: Universitat de Valencia Mary Nash: Universidad Central de B.m-clona Vercna Stolcke: Universidad Autónoma de Barcelona Amelia Valcáreel: Universidad de Oviedo Instituto de la Mujer Dirección y coordinación: Isabel Morant Deusa: Universitat de Valencia Diseño de cubierta: Carlos Péi ' ifdez Ilustración de cubierta: Venus de Willendorf. N: : Histc ¡a Natural, Viena (Austria). © Archivo Aw, Reservados todos los derechos. El contenido de esta obn e á protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas,; i> lás de las correspondientes indemnizaciones por daños y perji c s, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o co -icaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria itística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. VI.P.O.: 207-02-001-6 ‘ / María Encarna Sanahuja Yil (O Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.) !002 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 NLi rid " Deposito legal: M. 2.848-2002 1 S ¡i.N.: 84-376-1949-1 i'iiada: 2.000 ejemplares impago en Closas-Orcoyen, S. L. Polígono Igarsa. Paracuellos de Jarama (;. Piinted in Spain ... Quiero que la vida de las mujeres cambie para que cambie la mía... A lessandra Bocchiítti A Mercé i David, passat i present A Joan i Julia, present i futur Introducción Hace ya tiempo que tenía en la cabeza la redacción de este libro, tras varios años de impartir la asignatura Arqueología de las Mujeres en el Departamento de Antropología Social y Pre historia de la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero nunca me decidía; siempre había otras cosas más urgentes que hacer. Sin embargo, a mediados del curso 1999-2000, decidí llevar a la práctica mi propósito, sobre todo tras la compra de un nuevo ordenador calabaza que me sedujo desde el primer momento. Así pues, empecé a organizar lo ya hecho y posteriormente a escribir acerca de algunas cuestiones que pienso y pocas veces había ordenado. Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria no es más que un intento para hacer notar a quienes deseen dedicarse a la Ar queología prehistórica ciertas falsificaciones que acompañan el pasado e impulsarlas/os a sexuarlo. También creo que un gran número de mujeres y algún hombre interesados en estos temas pueden encontrar respuesta a muchas de las preguntas que me han formulado en repetidas ocasiones. Quiero señalar que en el texto he utilizado el símbolo @ cuando me refiero a grupos prehistóricos en los que se desco noce el sexo de quienes realizaban determinadas actividades (mujeres, hombres o ambos sexos). En cambio, si se trata de hombres y mujeres en conjunto, como, por ejemplo, investigado res/as o niñas/os, emplearé alternativamente el femenino/mascu lino, o viceversa, haciendo concordar el artículo o el adjetivo, si lo hay, con el primer género empleado. Finalmente, en las refe rencias bibliográficas mencionaré el nombre del autor/a única mente cuando los trabajos sean efectuados por mujeres o por alguna mujer, a fin de poner de relieve los numerosos estudios femeninos. Sé que esta opción resulta un tanto farragosa para unos/as y que algunas otras/os me acusarán de faltas sintácti cas, pero para mí esta manera de hacer todavía constituye una práctica política. El libro se divide en cuatro capítulos. F.I capítulo I sinte tiza las aportaciones de «los diversos feminismos» en lo que se ha denominado Her-storv o Historia de las Mujeres, así como las categorías empicadas y las diferentes líneas teóri cas desarrolladas en este ámbito. Al fin y al cabo, las lectu ras que se realizan desde la Arqueología prehistórica son «históricas» y de ahí que se hallen influidas por las corrien tes teóricas y metodológicas de la Her-story. Soy consciente de que existe un cierto desequilibrio entre las corrientes teó ricas tratadas. Sin embargo, el feminismo materialista y so bre todo el pensamiento y la práctica de la diferencia sexual, al que dedico más espacio por parecerme menos conocido en nuestro país, han intervenido en mi visión sobre el pasado y el presente. El capítulo 2 versa sobre las repercusiones de la Historia de las Mujeres en el campo de la Arqueología y el surgimiento y evolución de la Gender Arehaeology o Arqueología del Géne ro. Advierto, por tanto, que en este capítulo no se encontra rán, más que de pasada, las corrientes teóricas y metodológi cas de la Arqueología, ya que no es mi intención tratarlas en profundidad. En el capítulo 3 planteo la problemática de «los orígenes», basándome principalmente en tres temas clave: los inicios de la humanidad, la aparición de las primeras representaciones feme ninas y la creación del patriarcado. En realidad, insisto en que más que buscar «los orígenes de...», en general, resulta más fructífero centrarse en un contexto arqueológico determinado con evidencias empíricas que permitan contrastar positiva o ne gativamente las diferentes hipótesis planteadas. Finalmente, el capítulo 4 da cuenta de mi postura frente a la Prehistoria, el Feminismo y la Vida, ese trío que tanto me apasiona y, a veces, me distorsiona. No voy a terminar sin dar mi agradecimiento a quienes me han animado a escribir Cuerpos sexuados, objetos y prehisto ria, han enriquecido el texto con sus comentarios y aportacio nes o simplemente me han escuchado sin cansarse: mis compa ñeras/os de trabajo cotidiano Pedro Castro, Trinidad Escoriza, Silvia Gili, Vicente Lull, Rafael Micó, Cristina Rihuete y Ro berto Risch, y los que están alejados debido al espacio, Bob Chapman y Jane Buikstra. Mi entorno cercano: Ángeles Des carga, Salvador Gisbert, Rosa Medina, Montserrat Menasanch, Lluisa Navarro, Marisa Pérez, Maribel Quílez, Marisa Rodrí guez, Eduardo Sanahuja y Montserrat Sanahuja. Joan Sanahu ja Yll y Julia Lull San/ con sus ¿Cuándo lo terminarás? me han forzado a no decepcionarlos. Tampoco olvido a muchas alumnas y alumnos que, con sus discusiones, me han llevado al reto de clarificar y exponer mi propio pensamiento e intentar comprender de qué modo viven el presente las/os jóvenes. A través de algunas mujeres del Centro Duoda de la Universi dad de Barcelona conocí el pensamiento de la diferencia se xual, y a pesar de que la práctica llevada a cabo por ellas no coincide con mis expectativas, mi más profundo reconocimien to. Tampoco puedo dejar de mencionar a las mujeres feminis tas con las que he establecido vínculos políticos, sobre todo las del Grupo Entredones —Mireia Bofill, Cristina Carrasco, Nu ria Casals, Dolors Cruells, Montserrat Otero y Teresa Sanz—, y la Xarxa Feminista de Catalunya. En realidad, ellas son las que me han dado la fuerza, seguridad y potencia que tanto ne cesitaba. Finalmente, las relaciones con Teresa Sanz Coll y Montse rrat Otero Vidal me han sido muy significativas, de manera que Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria es, en gran parte, tam bién obra de ellas. Capítulo 1 La historia de las mujeres 1.1. Hacia una historia no androcéntrica Durante los últimos treinta años se ha ido desarrollando una nueva producción de conocimiento denominada Her-story o Historia de las Mujeres, en la que contribuyeron el contexto político e intelectual de aquellos momentos, la evolución de las Ciencias Sociales y el pensamiento feminista. Sin embar go, sus raíces son mucho más antiguas, ya que, en Europa, siempre que se ha producido un discurso teórico de emancipa ción de las mujeres, se ha intentado averiguar el lugar social ocupado por ellas en momentos anteriores y, por lo tanto, se ha escrito Historia de las Mujeres. Tal es el caso, antes de la Re volución francesa, de La Querelle des femmes (Cabré, Carbo- nell y Rivera, 1990, 57). A pesar de la diversidad de temas, métodos e interpretacio nes de este enfoque sobre las mujeres, existe una dimensión co mún en todas las obras: convertirlas en el centro de la investi gación, en sujetos de la historia, en agentes de la narración. Al mismo tiempo, no sólo se cuestiona la invisibilidad de las mu jeres, sino también la supuesta objetividad de una historia con cebida en neutro, un neutro que es en realidad masculino y an- drocéntrico. Si definimos el androcentrismo como un enfoque de análi sis realizado exclusivamente desde un punto de mira masculino para después considerar los resultados válidos para todos los individuos (mujeres y hombres), podemos afirmar que cual quier rama de la ciencia ha sido y es distorsionada sistemáti camente. Amparo Moreno (1986), basándose en Victoria Sau (1981, 32-33), define el sexismo como las formas de vida social en el patriarcado (práctica de la vida social) y el androcentrismo como la forma de conocimiento propia del sexismo patriarcal (elaboraciones teóricas sobre el funcionamiento de la socie dad). Establecidos los términos, agrupa los rasgos característi cos de la ideología sexista y androcéntrica: • Marcada jerarquización entre los sexos, en la que los hombres imponen su supremacía sobre las mujeres a ni vel de práctica social y de las elaboraciones conscientes sobre la realdad. • Visión distorsionada de las mujeres, vinculada a la dife renciación jerarquizadora de los sexos. • Exclusión o marginación de las mujeres no sólo como sujetos productores de las elaboraciones lógico-científi cas, sino también como objeto de análisis de las mismas. • Producciones lógico-científicas incompletas, ya que se considera universal y generalizable una visión parcial. Sin embargo, Amparo Moreno añade que el concepto an drocentrismo contiene un punto de vista central. El «hombre hecho», al que nos remite el término griego, no se refiere a un hombre de cualquier condición o edad, sino a aquellos que han asimilado los criterios propios de la virilidad y que imponen su hegemonía, de manera que esta perspectiva permite, según la autora, clarificar varios puntos: • Posibilita la investigación del sujeto histórico hegemóni- co en las diferentes sociedades. • Sitúa el problema en un marco más amplio en cuanto a las relaciones de poder. • Permite criticar los supuestos biologistas que intentan le gitimar el orden social. • Autoriza la investigación sobre el proceso de asimilación del modelo de comportamiento viril hegemónico. Tomando en consideración los planteamientos de Foucault entre saber y poder, Moreno propone que la alternativa al an- drocentrismo debe partir de una perspectiva que empiece a va lorar positivamente lo negado y recobre el significado de todo lo que ha sido marginado desde el punto de vista hegemónico central. Por su parte, Margrit Eichler (1987) señala que el andro- centrismo constituye una de las principales formas del sexis- mo, bajo la cual las mujeres son vistas como objetos pasivos de la historia, insistiendo en dos tipos extremos de androcentris- mo, la «gynopia» o invisibilidad de las mujeres y la «misogi nia» u odio a las mismas. Al mismo tiempo, la citada investiga dora alega que el androcentrismo se manifiesta de una manera patente en el lenguaje y da como resultado lo que se ha deno minado «la construcción del actor como macho». En el discur so intelectual o en las diversas disciplinas científicas existen un gran número de ejemplos de este tipo de sexismo y Eichler apunta que si una teoría no fuese aplicada a los hombres nunca adquiriría el rango de teoría general, aun admitiendo que pue den existir teorías o leyes no universales, como las estadísti- cas/probabilísticas. Así pues, la Historia de las Mujeres pretende valorar una experiencia femenina ignorada e insiste en la participación de las mujeres en la construcción de la Historia. Para ello emplea diferentes y variadas estrategias. Una de las estrategias más uti lizadas es la clasificación de las mujeres dentro de las catego rías históricas ya establecidas, con la finalidad de demostrar la semejanza social entre hombres y mujeres como sujetos histó ricos. Precisamente es en este marco en el que empieza a desa rrollarse la Historia de las Mujeres en nuestro país, a mediados de los años setenta y de la mano de un movimiento feminis ta más ligado a la oposición franquista que al Mayo francés de 1968. Al contrario que en Francia e Italia, donde preocupa