Influido por la selva de Misiones, donde pasó muchos años de su vida, Horacio Quiroga escribió estos relatos, llenos de fantasía, humor y ternura, sobre animales personificados. Una tortuga gigante y agradecida, unos flamencos presuntuosos, un loro parlanchín, una pequeña gama que pierde la vista y una abeja que aprende el valor del trabajo son algunos de los protagonistas de los cuentos que Quiroga compuso primero para sus hijos y que luego se convirtieron en un clásico de la literatura infantil mundial.