Lara escribe como si lo hiciera desde siempre, y entrama las palabras como si el orden en que las pone fuera su orden natural. Los cuentos son íntimos, una especie de mar calmo que nos mece, que nos dice que podemos ir a mojarnos los pies y nos hace entrar con confianza hasta que empezamos a sentir que ya no tenemos el control de lo que va a pasar.