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CRISIS EPOCAL Y REPUBLICANISMO POPULAR PDF

46 Pages·2020·0.194 MB·Spanish
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HUGO E. HERRERA INDICE PRÓLOGO (Mario Desbordes) Pág. 9 CRISIS EPOCAL Y REPUBLICANISMO POPULAR (HUGO E. HERRERA) Pág. 17 I. LA SITUACIÓN ACTUAL Pág. 17 II. REPUBLICANISMO POPULAR Pág. 29 III. TRES ÁREAS DE RECOMPOSICIÓN DE LA REPÚBLICA, Pág. 34 1. Tensión Estado central-territorio: Regionalismo Político Pág. 34 2. Tensión Estado-sociedad civil: Solidaridad Nacional Pág. 42 3. Tensión Estado-mercado: Republicanismo Colaborativo Pág. 45 NOTAS Pág. 51 PRÓLOGO Mario Desbordes a r e r r e H o g u H | Nos encontramos en un momento histórico. El país está 9 en una situación política y social complicada. A ella se une una pandemia y los problemas económicos que traen consi- go los meses tumultuosos de 2019 y los encierros sanitarios. Más aún, tenemos por delante el desafío de redactar una nueva Constitución y enfrentar, por si fuera poco, varias elecciones importantes. La situación puede conducir a la desazón. Sin embargo, ella también presenta la ocasión de restablecer la confianza en las instituciones y la política, así como de mejorar las con- diciones de muchas chilenas y chilenos que se encuentran apremiados. El 18 de octubre y durante las semanas que siguieron nos enfrentamos a las manifestaciones más grandes de nuestra historia democrática reciente. Es necesario distinguir con nitidez a los violentistas de las millones de personas que legítimamente salieron a las calles a expresarse. Entonces, diversos malestares sectoriales alcanzaron un estadio supe- rior y de tal suerte que la protesta se volvió general, respecto del sistema político en su conjunto. El país ha tenido avances significativos durante las últimas décadas. Hemos dejado atrás el hambre, el frío, la desnutri- ción. La pobreza ha disminuido drásticamente y las clases medias son mayoritarias. La educación se ha masificado en todos sus niveles. Estos son logros de entidad que deben ser reconocidos al momento de definir los próximos pasos que demos como país. Existen, sin embargo, también importantes asuntos pen- 1 dientes que mantienen en el dolor y bajo apremio a gran 0 cantidad de compatriotas. El propio sistema de mercado | C presenta problemas relevantes, como colusiones, monopo- r is is E lios y oligopolios, posiciones dominantes que vuelven difí- p o ca cil una competencia ordenada. l y R e p u blic Nuestros socios de coalición plantean soluciones a las de- a n is mandas ciudadanas fundamentalmente desde la economía m o P de mercado y sus capacidades de crecimiento y creación de o p u la empleo. Nosotros, en cambio, agregamos un componente r fundamental: creemos en una economía social de mercado, en la cual el principio de la solidaridad juegue un papel fundamental, dándole contenido humano a la economía. Entendemos, asimismo, que la subsidiariedad tiene un sen- tido positivo, amplio y fructífero, que se extiende al apoyo y fomento que debe brindar el Estado a la sociedad civil y sus diversas formas de organización. Con estas indicaciones no pretendemos entrar en un con- flicto con las demás vertientes de la centroderecha. Creemos que existen diversas corrientes y ellas son un acervo valioso para el sector. Hay que visibilizar la diversidad y fomentar un contexto político amplio, que tenga la forma de una unidad en la multiplicidad. En el tiempo de las manifestaciones masivas de 2019, varios entendimos que debía abrirse una vía institucional para en- cauzar el malestar popular y ofrecerle salida. Vimos esa vía en el camino constitucional. a r e r Me siento, en ese sentido, responsable del proceso que se r e H inició aquel 15 de noviembre. Pienso que el acuerdo lo- go u H grado fue, en general, bueno. Reconoció el hecho palma- | rio de que la actual Constitución ya no estaba cumpliendo 1 1 el papel que se exige de una carta fundamental: el ser un documento capaz de producir un primer nivel de unidad nacional, un marco compartido, en principio, por todos los sectores republicanos y democráticos. El acuerdo abrió un camino. Él produjo la oportunidad de definir pacífica- mente, en diálogo, con intervención paritaria de mujeres y con integración de los pueblos originarios, un marco de convivencia común. Por primera vez en nuestra historia te- nemos la posibilidad de brindarnos una carta fundamental en democracia, en diálogo pacífico. El proceso constituyente que se abre nos impone, con todo, importantes cargas. Por una parte, estamos ante la tarea de concurrir a la Con- vención Constitucional, todos los sectores, a dialogar y a contribuir a una renovación de la política. No sirven ahí las posiciones de trinchera. La Constitución Política de la Re- pública no puede terminar siendo un documento partidista, cuestión de gustos de grupos, la expresión de la imposición de un bando sobre el otro. Precisamente esa característica es la que marca la crisis de la actual Constitución. En cambio, como digo, la Constitución debe ser un marco compartido, en el que todos los sectores han de, en principio, poder sentirse reconocidos. Dentro del contexto de ese marco con- sensuado, son luego posibles las críticas y las discrepancias. Pero el marco mismo debe ser la base de la convivencia na- cional. Sólo en la medida en que una importante mayoría de los convencionales entienda esto y que se dejen de lado esfuerzos de imposición o, peor aún, llamados a cercar la Convención o a cualquier tipo de presión ilegítima, sólo entonces, digo, tendrá el órgano constituyente posibilida- 1 2 des de arribar a una nueva carta fundamental que termine | C gozando de amplio reconocimiento y cumplir el mandato r is is E de la ciudadanía, expresado de manera tan elocuente en el p o ca último plebiscito. Lo contrario, la defensa de posiciones de l y R trinchera o las presiones partisanas, conducirá al fracaso e p u blic del proceso y a la intensificación de la crisis en la que nos a n is hallamos, con consecuencias difíciles de prever. m o P o p u la Por otra parte, hay que considerar también que la nueva r Constitución es una condición necesaria, pero no suficiente de la recuperación de la normalidad. Hay medidas urgentes, que no pueden esperar a la apro- bación de la nueva carta. El país requiere con prontitud grandes reformas sociales y económicas: una reforma pre- visional, la reforma al sistema de salud, al mercado de los medicamentos, al CAE. Es menester, asimismo, en el corto plazo, terminar con distintos tipos de abusos públicos y privados que han estado también en la base del malestar ciudadano: la demora en la validación de licencias médicas, injusticias en el gran comercio, en el sistema bancario. Además, una vez que la nueva Constitución sea aprobada por la Convención y la ciudadanía, la nueva carta debe ser todavía instalada. El próximo gobierno tendrá sobre sí el peso de llevar a puerto esa instalación. Ella exigirá múltiples ajustes, tino político, capacidades de conducir acuerdos, producir buena disposición y generar confianza en los dis- a r e r tintos sectores políticos. Se requerirá de los diversos actores r e H especial responsabilidad. go u H | En este sentido es que he decidido concurrir al proceso po- 3 1 lítico como actor, precisamente: porque me siento respon- sable del camino que se ha abierto y porque soy consciente de las importantes dificultades que enfrentará la produc- ción y la instalación del orden que nos regirá por las próxi- mas décadas. Encarno un proyecto que no es puramente personal, ni el fruto del solo entusiasmo. Es mi convencimiento, desde hace bastante tiempo ya, que los sectores políticos principales deben renovar sus discur- sos y actitudes, para dar paso a una efectiva rehabilitación de la política. En este sentido, la centroderecha tiene también que hacer lo propio. Somos muchos quienes hemos puesto nuestros esfuerzos en favor de esa renovación, desde hace casi una década. Y se ha avanzado, paso a paso, pero decididamente. Entre los hitos del proceso de revisión, diálogo y actualiza- ción ideológica de la centroderecha se cuentan: la reforma a la Declaración de Principios de Renovación Nacional, im- pulsada en un Congreso Ideológico del año 2014; la consti- tución de la alianza política Chile Vamos, un pacto que no es sólo electoral, sino fundado en ciertas bases ideológicas comunes, incorporadas en el documento del conglomerado titulado Convocatoria Política; poco después, Renovación Nacional fue admitida, con el apoyo de la Democracia Cris- tiana Alemana (CDU) y la canciller Angela Merkel, en la Internacional Demócrata de Centro. Hemos llevado a cabo un contundente trabajo ideológico y 1 político de revisión y actualización de nuestro pensamien- 4 to, con el que buscamos hacernos cargo de la compleja si- | C tuación nacional. Nos han acompañado en este esfuerzo r is is E diversos profesionales, académicos y centros de estudios, p o ca comprometidos con la tarea de revitalizar el pensamiento y l y R la acción política del sector. e p u b lic a n is Queremos producir un discurso abierto al diálogo de buena m o P fe, responsable con la república. Un discurso, además, que, o p u la con asiento en la realidad concreta y los conocimientos de r los que proveen los saberes expertos, proponga principios de acción justificados. A partir de ese discurso debe ser po- sible: entrar en una discusión con los demás sectores políti- cos del país, así como orientar los debates constitucionales y la acción del próximo gobierno. Especialmente, en un tiempo de desajuste entre, por una parte, las inclinaciones, anhelos y capacidades populares, y, por otra, los discursos y

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