De joven, Yvan solía preguntarse qué sería de él con 50 años. Pues bien, ya no le hace falta preguntarse nada, Yvan acaba de cumplirlos.
Por si fuera poco, en el último año también ha perdido el trabajo, han fallecido sus padres y su relación de pareja se diría tocada de incertidumbre, apenas sostenida por un vínculo de distancia y costumbre.
Su crisis de los 50 pasará por dejar su apartamento de París y refugiarse en la acogedora casa familiar de unos amigos, entre las montañas del Jura, llevándose la vida empaquetada en un puñado de cajas llenas de ropa, libros y enseres útiles o tal vez no tanto.
Y allí, bajo el cielo azul y sobre fondo nevado, tratará de recuperar el rumbo. O, por lo menos, de hacerse con el timón.