De una manera muy dura, Naomi, aprendió que a veces los príncipes convierten en bestias y no de las buenas. Un divorcio, desconfianza, recuerdos que persisten junto a un miedo que no la abandona fue todo lo que a ella le quedó de Ronald, bueno, eso junto a un travieso, coqueto, atractivo e inteligente abogado por el que no debe caer.
Jeremy siempre ha ido por lo que quiere, está convencido de que seguir sus instintos siempre es el camino que él debe tomar. Él sabe que a veces resulta más idóneo escuchar al corazón que a la razón. Y su corazón quiere a Naomi, mucho.
Él sabe que las heridas internas son las que más tardan en sanar, aquellas que no pueden verse son las que más duelen. Él tiene las suyas propias.
Jeremy cayó, él está dispuesto a dar todo por Naomi, pero ¿Cuántas veces puede soportar su rechazo? Cuando él se rinde, Naomi comienza a luchar. No quiere dejarlo ir.
Los papeles se invierten y ahora es Naomi quien se encuentra conquistando a Jeremy.