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Conciencia moal y acción comunicativa PDF

211 Pages·1985·12.85 MB·Spanish
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La vcrswn original alemana fue publicada bajo el título ele Moralbewusstein und Kommtmikatives Handeln. © Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1983. Cubierta ele Loni Geest y Tone Hoverstacl. Primera edición: septiembre de 1985. Derechos exclusivos ele esta edición (incluyendo la traducción y el diseño de la cubierta): Edicions 62 s¡a., Provenc;a 278, 08008-Bar celona. Impreso en Nova-Grafik, Puigcerda 127, 08019-Barcelona. Depósito Legal: B. 27.769-1985. ISBN: 84-297-2316-1. Justificación Los cuatro artículos de este volumen tienen orígenes diver sos, pero constituyen una unidad de contenido. En el primer artículo elaboro las tesis para una división del trabajo entre las investigaciones empíricas y las filosófi cas alentadas por el ejemplo de la epistemología genética de Jean Piaget. En el segundo trabajo, la teoría de la moral de Lawrence Kohlberg me sirve como modelo para aclarar la interpenetración de las explicaciones causales y las recons trucciones en función de hipótesis. El tercer artículo se escri bió con motivo del homenaje a Karl-Otto Apel y pretende ayudar a esclarecer la propuesta ~~ la ética discursiva. Por último, sería de agradecer que el artículo que da título al li bro se entendiera como una expresión de buena voluntad que busca poner en práctica la división del trabajo que se reco mienda (al menos desde una de las perspectivas). La dedicatoria no precisa aclaración: de entre los filósofos vivos ninguno ha influido más en mi pensamiento que Karl Otto Apel. J. H. Frankfurt am Main, mayo ·de 1983 7 Sumario Justificación . 7 I. La filosofía como vigilante (Platzhalter) e intérprete 9 II. Ciencias sociales reconstructivas vs. comprensivas 1 (Verstehende) . 31 Observaciones introductorias 33 Dos modos del uso del habla . 35 Interpretación y objetividad de la comprensión (Ver- stehen) . 39 Presupuestos de racionalidad de la interpretación . 43 El ejemplo de la teoría del desarrollo moral de Kohlberg 46 III. Ética del discurso. Notas sobre wt programa de fun- damentación 57 I 59 II 76 III 98 IV. Conciencia moral y acción comunicativa 135 Los supuestos filosóficos fundamentales de la teoría de Kohlberg . 141 La estructura de las perspectivas de la acción orien- tada hacia el entendimiento . 156 La integración de las perspectivas del participante y del observador y la transformación de los tipos preconvencionales de acción . 166 La fundamentación lógico-evolutiva de las etapas mo- rales. 186 Anomalías y problemas: una aportación a la construc- ción de la teoría . 199 l. LA FILOSOFíA COMO VIGILANTE (PLATZHALTER) E INT~RPRETE* 1 Ponencia presentada en el Congreso sobre comparación entre las ' formas de fundamentación trascendental y dialéctica, convocado por la Asociación Internacional Hegeliana, Stuttgart, junio de 1981. Los grandes pensadores han caído en descrédito. Así ha su cedido con Hegel desde hace mucho; Popper le desenmascaró en el decenio de 1940 como enemigo de la sociedad abierta. Lo mismo viene sucediendo, una y otra vez, con Marx. última mente, en el decenio de 1970, los nuevos filósofos se han des r pedido para siempre de él, considerándole como un falso pro feta. Hoy alcanza este destino al mismo Kant. Si no me equi- voco, comienza a tratársele como un gran pensador, esto es, como prestidigitador de un paradigma falso de cuya fascina ción intelectual hemos de liberarnos. Es posible que, en este caso, sigan siendo mayoría aquellos para quienes Kant sigue siendo Kant. No obstante, si miramos más allá veremos que palidece la reputación de Kant y que una vez más está pa sando a Nietzsche. En verdad, Kant ha introducido un modo nuevo de funda mentación en la filosofía. Kant reconoció en el avance de los conocimientos alcanzado por la física coetánea un hecho sig nificativo que no solamente debía interesar a los filósofos en cuanto realidad en el mundo, sino como confirmación de ]as posibilidades de conocimiento de los seres humanos. La Física de Newton no precisa de una explicación empírica, sino de una explicación en el sentido de la respuesta trascendental a la pregunta de cómo es posible cualquier conocimiento a par tir de la experiencia. Kant llama trascendental a una investi gación que se centra sobre las condiciones a priori de la posi bilidad de la experiencia. Lo que le importa es probar que las condiciones de la experiencia posible son idénticas a las condiciones de la posibilidad del objeto de la experiencia. La primera tarea consiste, por lo tanto, en el análisis de nuestros conceptos de los objetos, que siempre empleamos de un modo intuitivo. Este tipo de explicación es una reconstrucción no empírica de esas realizaciones habituales del sujeto cognos cente frente a las cuales no hay otra alternativa: no cabe pen sar como posible experiencia alguna bajo otros presupuestos. En consecuencia, la fundamentación trascendente no descansa 11 sobre la idea de una deducción de los principios; antes bien, descansa sobre la idea de que nosotros podemos asegurarnos del carácter insustituible de ciertas operaciones, que se llevan a cabo ele modo intuitivo y según determinadas reglas. Actualmente, Kant ha caído en descrédito como gran pen sador, debido a que ha creado una nueva disciplina, la teoría del conocimiento, valiéndose de las fundamentaciones tras cendentales. De este modo ha definido la tarea o, mejor di cho, la profesión de la Filosofía de una forma nueva y muy ambiciosa. Dos son los aspectos que hoy nos hacen considerar dudosa esta vocación del filósofo. La duda se relaciona de modo inmediato con el fundamen talismo de la teoría del conocimiento. Cuando la Filosofía se atribuye un conocimiento antes del conocimiento, establece un terreno propio entre ella misma y las ciencias, en el cual ejerce sus funciones de dominación. Al aspirar a explicar, de una vez por todas, los fundamentos de las ciencias y definir para siempre los límites de lo experimentable, la Filosofía se ñala su lugar a las ciencias. Parece como si esta función de acomodadora (Platzanweiser) superara a la Filosofía. No termina aquí este asunto. La Filosofía trascendental no se agota en la teoría del conocimiento. Con el análisis de las bases del conocimiento, la crítica de la razón pura también acomete la tarea de criticar el abuso de nuestra capacidad cognoscente, concentrada sobre las manifestaciones externas. En lugar del concepto sustancial de razón, propio de la tradi ción metafísica, Kant propone el concepto de una razón dis gregada en sus elementos y cuya unidad solamente tiene un carácter formal. Kant separa la capacidad de la razón prác tica y del juicio del conocimiento teórico y dota a cada uno de ellos de su respectivo fundamento. De este modo atribuye a la Filosofía la función de un juez supremo, incluso con res pecto al conjunto de la cultura. Como dirá más tarde Max Weber, cuando la Filosofía separa las esferas axiológicas de la ciencia y la técnica, el derecho y la moral, el arte y la crítica en función de rasgos formales, al tiempo que las legitima en sus respectivos límites, se comporta como la instancia judi cial suprema y no solamente frente a las ciencias, sino frente al conjunto de la cultura.! En consecuencia, se da una relación entre la teoría funda- l. «La crítica... que extrae todas sus decisiones de las reglas fun- 12 mentalista del conocimiento, que atribuye a la Filosofía la función de un aconzoclador de las ciencias, y un sistema de conceptos ahistórico que cubre la totalidad de la cultura y al que la Filosofía ha de agradecer la función, no menos dudosa, de un juez con jurisdicción en el campo de la ciencia, de la moral y del arte. Sin la seguridad que presta la Filosofía tras cendental en cuanto a los fundamentos del conocimiento, tam bién sería insostenible la idea de que «el filósofo pueda resol ver questiones juris a la vista de las aspiraciones del resto de la cultura ... Si renunciamos a la idea de que el filósofo pueda conocer algo sobre el conocimiento que nadie más alcance con tanta exactitud, ello supone que ya no creemos que su voz pueda exigir de los demás participantes en la conversación el privilegio de que se la escuche como si dijera la última pala bra. Significaría, además, que ya no creemos en que exista eso que se llama un método filosófico que posibilite a los filósofos profesionales emitir interesantes juicios ex officio; por ejem plo acerca de la respetabilidad del Psicoanálisis, la legitimidad de leyes dudosas, la solución de conflictos morales, los «fun damentos» de las aportaciones de las escuelas historiográficas o las críticas literarias y cosas semejantes».2 En su impresionante Crítica de la Filosofía, R. Rorty am plía los argumentos metafilosóficos que nos permiten dudar de que la Filosofía verdaderamente pueda cumplir las funcio nes de acomodadora y de juez, que le atribuyó el gran pensa dor Kant. Menos me convence la consecuencia que de ella ex trae Rorty: la afirmación de que, al prescindir de aquellas dos funciones, la Filosofía también debe renunciar a su tarea de ser una «protectora de la racionalidad». Si entiendo bien a Rorty, la Filosofía debe pagar su nuevo comedimiento pres cindiendo de la aspiración a la racionalidad con la que había venido al mundo el propio pensamiento filosófico. Con la ex tinción de la Filosofía, también debe desaparecer la idea de que el poder trascendental que suponemos unido a la idea de la verdad o de la libertad sea una condición necesaria para establecer formas humanas de convivencia. damentales de su propia posición y de cuyo prestigio nadie puede du dar, nos proporciona la tranquilidad de una situación legal, en la cual únicamente podemos dirimir nuestras querellas mediante proceso» (l. KANT, KrV, B 779). 2. R. RoRTY, Der Spiegel der Natur, Frankfurt/m, 1981, p. 424. 13 .. 1 En el concepto de Kant de una razón formal y diferencia da en sí misma, se encuentra una teoría ele la modernidad. Ésta se caracteriza, por un lado, por la renuncia a la racio nalidad sustantiva ele las interpretaciones religiosas y metafí sicas del mundo recibidas ele la tradición y, por otro lado, por la confianza en una racionalidad procedimental ele la que ob tienen su pretendida validez nuestras concepciones, ya sean justificadas en el campo del conocimiento objetivo, de la re flexión moral o del juicio estético. Cabe preguntarse ahora: ¿acaso este concepto de la modernidad u otro análogo han de consolidarse o hundirse verdaderamente con las exigencias funclamentalistas de la teoría del conocimiento? A continuación voy a narrar una historia ele la que se de duce el lugar que ocupa la crítica ele la Filosofía ele Rorty. De esta forma no se resolverá la controversia, pero sí cabe, quizá, aclarar algunos ele sus presupuestos. Comienzo con la crítica de Hegel al funclamentalismo ele Kant. Esta crítica sustituye la forma trascendental de fundamentación por otra, la dialéc tica (1). Luego continuaré con la crítica a estas dos formas ele fundamentación; en primer lugar, la autocrítica que se hace en la escuela kantiana y en la hegeliana (2); a continuación consideraré aquella crítica radical, dirigida tanto contra Kant como contra Hegel, elaborada por el pragmatismo y la filoso fía hermenéutica (3). Al llegar a esta situación, algunos filó sofos, y no los menos importantes, responden que liquidan la aspiración a la racionalidad, sostenida hasta la fecha por la Filosofía (4). Frente a ello, pretendo por último defender la tesis ele que, incluso aunque la Filosofía abandone las funcio nes difíciles ele acomodadora y ele juez, puede y debe mante ner otras más modestas como vigilante e intérprete. l. La forma dialéctica de fundamentación surge del en frentamiento ele Hegel con la trascendental. En mi examen superficial bastará con recordar que Hegel admite el reproche de que Kant ha encontrado el concepto puro ele comprensión en la mesa de las formas del juicio y que se lo ha «apropiado históricamente», sin fundamentarlo. Kant no ha conseguido demostrar que las condiciones a priori de la posibilidad de la experiencia sean «necesarias». El Hegel de la Fenomenología trata ele suplir esta laguna mediante una observación genéti ca. En la reflexión trascendental, que a Kant se le antojaba un giro copernicano único, Hegel descubre el mecanismo de una inversión ele la conciencia, que entra en función de con tinuo en la historia de la manifestación del espíritu. En el 14

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