Con la soga al cuello, Conan aguarda la muerte en el cadalso. Sin embargo, el fuerte cimmerio no morirá. Cuando el áspero roce de la cuerda ya le quema la garganta, aparecen los que han de rescatarlo. Los rebeldes de la Rosa Blanca acogerán en su círculo al bárbaro. Éste, una vez libre, matará a legiones enteras por ellos, sembrando la muerte con su acero entre las filas del ejército del déspota. ¡Y sin embargo, conocerá la traición, y no habrá hora tan cruel como la de su venganza!