Tras haber decidido abandonar el oficio de ladrón, Conan llega a Nemedia para labrarse una fortuna y busca trabajo como guardaespaldas. La situación en la capital, sometida a una escasez generalizada de todo tipo de bienes y a impuestos exagerados, parece particularmente propicia, ya que nobles y mercaderes contratan sin cesar guardias privados ante el miedo a una revuelta popular que parece inevitable. Y sin haber decidido todavía que curso de acción tomar, Conan se ve envuelto en una conspiración cuyo objetivo no es otro que el propio de Nemedia.