El libro Ciudadanía al Debate toca un tema valioso no solo para la teoría política sino
para los movimientos sociales cuya finalidad es transformar la sociedad, y para los y
las educadoras a quienes se les ha asignado la difícil tarea de formar los ciudadanos
de mañana. Identificar qué tipo de prácticas ciudadanas son la más adecuadas para
responder a los problemas que Colombia o la ciudad de Bogotá enfrentan, es una
labor urgente y necesaria. Felicito a la profesora Ana Catalina Rodríguez Moreno,
al profesor Israel Arturo Orrego-Echeverría y al equipo de programa de Educación
para el Desarrollo en perspectiva latinoamericana (EpDL) de la UNIMINUTO por
asumir este reto.
En este prólogo subrayo la relación entre la ciudadanía y la política. En especial reflexiono sobre cómo las distintas maneras de entender y practicar la ciudadanía
afectan la política. La importancia de este tema lo planteó Hannah Arendt (1958, p.
296) al plantear que cuando se pierde la capacidad política, o el derecho a reclamar
los derechos, “la vida está en peligro”. Concuerdo con el argumento planteado en
el libro que hay ciertas maneras de hacer ciudadanía que cierran el espacio político,
o poniéndolo en un lenguaje más general, hay ciudadanías que despolitizan.
Otra pregunta diferente es sobre ¿qué tipo de ciudadanía abre las puertas a la
política? Dos de los autores citados en el libro, Michel Foucault y Jacques Rancière,
plantearon respuestas a estas dos relaciones.