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Cinco charlas de antropología. Cuerpo, cultura, lenguaje, muerte y esperanza. PDF

273 Pages·2010·1.05 MB·Spanish
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1 CINCO CHARLAS DE ANTROPOLOGÍA -CUERPO, CULTURA, LENGUAJE, MUERTE Y ESPERANZA- Juan Masiá Clavel, SJ 2 3 1. CUERPO La separación de cuerpo y espíritu, con un dualismo exagerado, ha influido mucho durante siglos en el pensamiento occidental. Pero la filosofía del siglo XX, sobre todo en las corrientes fenomenológicas y hermenéuticas, ha redescubierto el cuerpo humano, palabra clave de la antropología e hilo conductor para repensarla. El cuerpo no es una simple parte, ni una añadidura yuxtapuesta a un presunto sujeto espiritual, sino constitutivo de su subjetividad. No sólo tenemos cuerpo: somos cuerpo. Además de decir , con el lema orteguiano, "yo soy yo y mi circunstancia", podemos y debemos afirmar: "yo soy yo desde mi cuerpo". El estudio del cuerpo humano ha de conjugar la contribución de las ciencias, investigadoras del "cuerpo que tenemos", con la de la filosofîa, reflexión sobre el "cuerpo que somos". Tal estudio interdisciplinar conlleva una tensión peculiar entre lo que podemos llamar nuestros orígenes biológicos y nuestras originalidades humanas. En efecto, la originalidad del cuerpo humano brota de unos orígenes corporales, tanto en la aparición de la especie humana dentro del marco de la evolución biológica, como en la configuración del cuerpo humano individual a lo largo del proceso de la embriogénesis. Es cierto que el lenguaje, la técnica, la libertad o el amor son originalidades humanas, pero no es posible referirse a ellas prescindiendo de sus orígenes corporales y 4 biológicos. No podemos hablar sobre la actividad mental y personal prescindiendo del sistema nervioso. Por más que insistamos en los rasgos espirituales de una sonrisa comprensiva y cariñosa, nada quedará de ella si prescindimos del rostro, músculos, gestos o mirada, en que se encarna. En el ser humano, aun lo más espiritual es corporal. ¿Qué queda de mi cuerpo, si deja de ser el cuerpo de una persona? Un cadáver o unos restos; un cuerpo muerto ya no es un cuerpo. Pero, por otra parte, hemos de reconocer que el simple estudio de esos orígenes no responde a todos los enigmas que plantean las originalidades humanas. La filosofía del cuerpo humano no es posible sin las ciencias, pero tampoco se elabora exclusivamente a partir de ellas. El cuerpo humano puede ser considerado como objeto y como sujeto, observado desde fuera o percibido vivencialmente desde dentro. Pero notemos que, al decir desde dentro no se está aludiendo simplemente a mirar en la propia interioridad con ejercicios de introspección, sino a la experiencia de que habla la filosofía fenomenológica: vivir en el mundo y en el tiempo, junto con las otras personas, actividad que se realiza a través del propio cuerpo como expresión personal. Por contraste con una tradición muy dominada por planteamientos centrados en las relaciones anímico- corporales, tanto en su perspectiva unitaria aristotélica como en la dal dualismo cartesiano, los enfoques actuales sobre el 5 cuerpo tienden a acentuar más el marco simbólico y cultural. Ha quedado atrás la preocupación excesiva por los debates sobre cuerpo y alma, para dejar paso a la importancia del papel social del cuerpo, sus dimensiones expresivas o comunicativas y su modo de integrarse en el conjunto de los fenómenos simbólicos y en la red de signos constitutiva de las culturas. Además, la mutua interacción de ciencias humanas y ciencias biológicas ha llevado a repensar tanto los aspectos somáticos de la cultura como los condicionamientos y las repercusiones culturales de la captación y representación del cuerpo humano. Efectivamente, en nuestra manera de ver el mundo tendemos a proyectar antropomórficamente la imagen del cuerpo, así como también proyectamos rasgos cosmológicos en nuestra captación de las personas. Pero toda esta ampliación de perspectivas en el modo de considerar el cuerpo humano hace justamente más necesaria que nunca una visión de conjunto sobre él. Visión de conjunto sobre el cuerpo humano. Un primer enfoque para el estudio del cuerpo humano lo proporcionaría la consideración del cuerpo como objeto de narraciones desde la más remota antigüedad. Por ejemplo, hallamos historias sobre el cuerpo humano en las mitologías de diversas culturas. En esas narraciones arcaicas descubrimos puntos de vista anteriores a las etapas científicas y críticas de la humanidad. Bajo formas que hoy día nos 6 parecen ingenuas, se contienen en el mundo de los mitos antiguos gérmenes ricos de filosofía. El antropólogo alemán Landmann puso de relieve las concepciones pre-filosóficas presentes en mitos y formas arcaicas de poesía o religión, ejemplificadas en una conocida narración antigua: "los dioses, decían los incas, intentaron tres veces crear a los humanos. La primera vez los hicieron de barro; sin embargo, los seres humanos de barro era tan tontos y torpes que los dioses, indignados, los destruyeron enseguida y fabricaron otros seres, esta vez de madera. También este intento fracasó, pues los humanos de madera eran tan toscos y tan frágiles que hubo que destruirlos. Pero algunos de estos hombres de madera se libraron de la destrucción huyendo a los bosques; allí constituyeron el pueblo de los monos. La tercera vez los dioses fabricaron a los humanos con una masa. Los seres así producidos eran listos, pero taimados. Mas como los dioses estaban ya cansados de repetir las pruebas, resolvieron permitirles vivir a pesar de su imperfección; solamente le oscurecieron el cerebro, a fin de que, a pesar de su talento, se inclinasen al error y no pudiesen averiguar los últimos secretos de este mundo" Si leemos o escuchamos semejantes narraciones con la actitud propia de una mentalidad científica actual, será inevitable una sonrisa ante la aparente ingenuidad del mundo mítico. Pero, ¿no podría el pensador actual intentar el esfuerzo de acoger tales narraciones desde una postura como 7 la que Ricoeur ha llamado la "segunda ingenuidad"? De ese modo, en vez de tomar el mito a la letra como explicación del mundo, se hace posible descubrir dentro de él su capacidad para simbolizar y sugerir perspectivas e intuiciones fecundas acerca del ser humano, del universo y del sentido último de todo. Es éste un estilo de lectura que, tras haber pasado por la desmitificación científica, lleva a cabo una segunda desmitificación, una "crítica de la crítica", y se capacita así para redescubrir la fuerza de los símbolos en el interior de los mitos. Es entonces cuando, como dice el filósofo francés, los símbolos "dan que pensar". Por ejemplo, a propósito del citado mito de los incas, podemos repensar tres temas de hoy, que equivalen a aquellas tres interrogantes de los primitivos puestas en clave científico-filosófica actual: a) la aparición evolutiva de la especie humana, b) la individualización del embrión y c) la emergencia de la mente humana a partir del cerebro. Un segundo enfoque sobre el cuerpo humano aparece con el comienzo de las ciencias. Las perspectivas dominantes en este caso son la observación, el análisis y la manipulación. El cuerpo humano pasa ahora a ser objeto de observación científica y de control técnico. Ya a nivel del sentido común, el cuerpo era objeto de observación; para una observación más exacta, a nivel teórico, se aplican recursos técnicos y métodos científicos. En la vida diaria utilizamos el sentido común para observar el cuerpo humano: el niño no confunde el caballo de verdad con el de juguete. Sin embargo, el paso desde la mitificación a la observación no se ha dado por igual 8 en todas las épocas o culturas. Los habitantes de una tribu en estado primitivo, pero con televisión recién introducida, no comprendían que apareciese de nuevo en pantalla el mismo actor "asesinado" en el telefilme de la semana anterior. El niño pequeño que quiere “un caballo de carne” y no de juguete, sin hacer teorías científicas, está distinguiendo en la práctica de su vida cotidiana un objeto artificial de un organismo vivo. Cuando, unos años después, ese niño estudie física y química, descubrirá que tanto el caballo de cartón como el de verdad coinciden en unos elementos últimos: conjunto de moléculas, analizable y matematizable, como diría Laín. Ha sobrevenido, tras la crítica de los mitos por la vida cotidiana, la desmitificación de la cotidianidad por obra de la ciencia. Crece el grado de diferenciación de la conciencia humana, que ahora pasa del sentido común al sentido teórico, haciéndose así capaz de corregir y matizar las conclusiones del sentido común. Un tercer enfoque nos coloca en la perspectiva filosófica, propia de las corrientes fenomenológicas. Suele denominarse este punto de vista con expresiones como "el cuerpo vivido", "el cuerpo que somos" o "la vivencia de estar con el cuerpo en el mundo, en el tiempo y con los otros". Así como el sentido teórico servía de complemento y corrección al sentido común, el sentido filosófico los matiza a ambos, cuestionando sus presupuestos: también el sentido común y la ciencia necesitan ser desmitificados, mediante el contraste con la experiencia vivida. Por debajo del mundo que veo o sobre el que elaboro teorías, está la corriente de la vida que discurre en el tiempo, 9

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