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child child & adolescent adolescent psychiatry psychiatry PDF

54 Pages·2010·5.43 MB·English
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Journal of the American Academy of CC AA HHIILLDD & DDOOLLEESSCCEENNTT PP SSYYCCHHIIAATTRRYY E DICIÓN ESPAÑOLA Volumen 4 | Número 1 | Junio 2010 | Páginas 1-53 COMENTARIO A LA VERSIÓN ESPAÑOLA 1 De Estados Unidos a España y de regreso: viejos amigos para nuevos proyectos Xavier Gastaminza, Óscar Herreros EDITORIAL 3 Contra el status quo: revisión de los criterios diagnósticos del TDAH Russell A. Barkley NUEVA INVESTIGACIÓN 6 Trastornos psiquiátricos en niños extremadamente prematuros: Resultados longitudinales a la edad de 11 años en el estudio EPICure Samantha Johnson, CPsychol., Chris Hollis, Puja Kochhar, Enid Hennessy, Dieter Wolke, Neil Marlow 19 Consecuencias de la ampliación del criterio de edad de inicio del TDAH hasta los 12 años: Resultados de un estudio prospectivo de una cohorte de nacimiento Guilherme Polanczyk, Avshalom Caspi, Renate Houts, Scott H. Kollins, Luis Augusto Rohde, Terrie E. Moffi tt 26 Diferencias en los síntomas y diagnósticos del trastorno por défi cit de atención/hiperactividad según el sexo y la edad: consecuencias para el DSM-V y la CIE-11 Ujjwal P. Ramtekkar, Angela M. Reiersen, Alexandre A. Todorov, Richard D. Todd 42 Más allá del modelo de la doble vía: prueba indicativa de la disociación de los deterioros del procesamiento temporal, la inhibición y la aversión a la espera en el trastorno por défi cit de atención/hiperactividad Edmund Sonuga-Barke, Paraskevi Bitsakou, Margaret Thompson En la portada Tanto el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) como el capítulo relativo a la salud mental de la Clasifi - cación Estadística Internacional de las Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados (CIE, o ICD en inglés) pretenden establecer un método basado en la asignación de códigos para defi nir y diagnosticar las enfermedades mentales. El DSM, creado por la American Psychiatric Association, y la CIE, creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), son los principales sistemas de clasifi cación en los Estados Unidos y en la comunidad internacional, respectivamente. Se han convertido en un método importante para la comuni- cación sobre salud mental, no sólo para clínicos e investigadores, sino también para los encargados de la toma de decisiones políticas, los organismos reguladores de los medicamentos y las compañías de seguros. La imagen de portada de este mes, inspirada en el artículo de Polanczyk y cols. (página 17) muestra la progresión del DSM y la CIE a lo largo del tiempo y en sus sucesivas ediciones, sobre un mar de puntos de datos. La imagen puede interpretarse también como indicativa de la esperanza de que, al aproximarse el DSM y la CIE a su quinta y undécima iteraciones, respectivamente, avancen también hacia una convergencia de sus sistemas diferentes para crear una única clasifi cación basada en los datos, que permita poner en común una información estandarizada sobre la salud mental en todo el mundo. Portada de Socorro Rivera Texto de Mary K. Billingsley Offi cial publication of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry COMENTARIO A LA VERSIÓN ESPAÑOLA De Estados Unidos a España y de regreso: viejos amigos para nuevos proyectos Apreciado compañero, ja portada se colorea de novísimos “covert arts”, también de hispánico trazo (Socorro Rivera, que, Llega a tus manos, con un cierto inevitable re- como Andrés, proviene de la Ciudad de México), traso debido entre otras cosas al proceso de cam- sin por ello perder su señero color original. Por bio de editorial del Journal original a Elsevier, y último, en una renovada muestra de compromiso por ende de esta versión, este primer número del de Janssen-Cilag con nuestra psiquiatría del niño cuarto año de la edición local, edición española, y el adolescente, aumenta el número de páginas de la revista ofi cial de la Academia Americana de de esta versión española, y con ello la oportuni- Psiquiatría de la Infancia y de la Adolescencia: Jo- dad de ofrecer una más amplia selección de artí- urnal of the American Academy of Child & Adolescent culos de su revista original. Así se presenta este Psychiatry (JAACAP), coloquialmente llamada “la número, con el mismo deseo que guía la atención Naranja” por el color de su portada. a la población infantil y adolescente y sus fami- A lo largo de los pasados tres años ha habido lias: conseguir el mejor crecimiento y un desarro- importantes cambios en la revista original, que llo integral. desde hoy se refl ejan en la presente versión espa- No está por ello de más recordar la misión del ñola y que conviene, en este su nuevo comienzo, JAACAP: avanzar en la ciencia de la salud mental señalar: se mantiene “la Naranja” con más fuerza infanto-juvenil y promover el cuidado de nues- aún, si cabe, como referente obligado en nuestro tros pacientes y sus familias. Es decir, tener siem- campo de conocimientos, pasando desde el año pre presente lo mucho que tenemos que aprender 2007 hasta la fecha de un factor de impacto de sobre nuestro campo científi co y sobre cómo pro- 3,662 a 4,983 (hoy primera de entre las 94 revistas porcionar el mejor cuidado a los niños y a sus fa- dedicadas a la pediatría y decimocuarta de las milias. La ciencia debe ser útil antes que elegante: 117 dedicadas a la psiquiatría); se incorpora en el así, la función última de la Naranja, y de esta su año 2008, tras el extraordinario trabajo realizado versión española, deberá ser promover la salud por su predecesora, la Dra. Mina K. Dulcan, el Dr. mental de los niños, adolescentes y sus familias, a Andrés Martin como Editor Jefe (junto con el los que servimos. Dr. James J. Hudziak como Editor Asociado). An- Este número que te dispones a leer incluye tres drés es conocido de todos nosotros no sólo por su importantes artículos, en nuestro entender, sobre dilatado currículo, que incluye ser Profesor de el TDAH: dos de ellos (Polanczyk et al., pág. 17; Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia y Di- Ramtekkar et al., pág. 24), notabilísimos para rector de Estudios Médicos del Centro de Estudio aprehender la dirección aparentemente escogida de la Infancia de Yale y Director Médico del Servi- en el futuro nuevo DSM (dsm5.org), de ahí la ilus- cio de Hospitalización de Psiquiatría Infantil del tración de portada elegida, y extraordinaria y so- Hospital Infantil de Yale-New Haven, así como bradamente comentados en el editorial, también dos tratados de obligada referencia en paidopsi- incluido, del Dr. Russell A. Barkley (pág. 1); más quiatría: Pediatric Psychopharmacology: Principles un tercero (Sonuga-Barke et al., pág. 40), cuyo ob- and Practice (2002), y la cuarta (y esperamos que jetivo es tratar de clarifi car los resultados hetero- sucesivas) edición del Lewis’s Child and Adolescent géneos, y a menudo aparentemente incoherentes, Psychiatry: A Comprehensive Textbook (2007), sino, obtenidos en los diversos estudios neuropsicoló- sobre todo, por su particular y entregado apoyo a gicos sobre el TDAH publicados hasta ahora. Los todo lo que de origen hispano pueda darse en la autores encontraron, en los sujetos con TDAH, psiquiatría infanto-juvenil. Además, la tan naran- défi cits independientes en el procesamiento del JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL www.jaacap.org 1 COMENTARIO A LA VERSIÓN ESPAÑOLA tiempo, la inhibición y la aversión al retraso. Si trastornos del espectro autista (relacionados am- bien los niños con TDAH diferían en general de bos con défi cits cognitivos y alteraciones tem- los sujetos sanos en todos estos factores, muchos pranas en el neurodesarrollo), y trastornos de sujetos presentaban défi cits en un solo dominio, ansiedad (relacionados quizás con las experien- lo que apunta a la heterogeneidad neuropsicoló- cias tempranas traumáticas inevitablemente uni- gica del TDAH. Además, los resultados obtenidos das al nacimiento prematuro). En consecuencia, en los hermanos sanos (sin TDAH) de los pacien- el estudio EPICure es un aviso claro de la necesi- tes fueron intermedios entre los de los casos y los dad de desarrollar programas de prevención e de los controles, confi rmando desde una perspec- intervención en salud mental en estos niños pa- tiva neuropsicológica la agregación familiar del rejos a los ya existentes en relación a su salud fí- TDAH, así como su carácter dimensional, por sica, máxime teniendo en cuenta su cada vez ma- más que sus criterios diagnósticos, y los cuestio- yor (afortunadamente) índice de supervivencia narios al uso, no puedan ser sino categoriales. con cada vez mayor prematuridad. Programas Por último, Johnson et al. (pág. 4) se propo- clínicos, basados en pruebas, y evaluados tanto nen, en su estudio sobre alteraciones psiquiátri- en su diseño como por sus resultados. cas en niños extremadamente prematuros (de Confi amos nuevamente en que la presente se- menos de 26 semanas de gestación), evaluar y lección sea de interés y utilidad al clínico que aho- cuantifi car el riesgo de estos niños de presentar ra la tiene en sus manos. Si ello es así, habremos problemas de salud mental a lo largo de su desa- cumplido con nuestro deseo y objetivo. rrollo como secuelas de su nacimiento adelanta- Nos despedimos hasta un próximo número do. Si el riesgo de esta población de presentar agradeciendo la extraordinaria e inestimable ayu- problemas en su desarrollo (motor, verbal, de co- da y compromiso de Andrés, Editor Jefe de la municación, etc.) y de salud física es ampliamen- “Naranja”, en todos y cada uno de los pasos da- te reconocido y ha sido materia de programas dos para que hoy puedas tener esta edición en tus prioritarios de salud general en nuestro entorno, manos, así como el tuyo, lector, que eres quien fi - no ha ocurrido lo mismo con su salud psíquica, nalmente justifi ca su existencia. mental, siendo esta una vez más la gran olvida- Atentamente, da, tanto en la investigación como en la clínica y, por supuesto, en la política sanitaria. El estudio EPICure trata, nos atrevemos a decir que con no- table éxito, de llenar este vacío, mediante la in- Xavier Gastaminza vestigación más larga (11 años de seguimiento) y Psiquiatra. Unidad de Psiquiatría Infantil. más grande (219 grandes prematuros y 153 con- Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario troles a término) realizada hasta la fecha sobre Vall d’Hebron. Barcelona estos niños. En sus resultados destaca el incre- mento por tres del riesgo de esta población de Óscar Herreros presentar problemas de salud mental, principal- Psiquiatra, Unidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil. mente TDAH (de tipo inatento sobre todo) y Hospital Universitario de Canarias; Tenerife JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY 2 www.jaacap.org VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL EDITORIAL Contra el status quo: revisión de los criterios diagnósticos del TDAH Russell A. Barkley, Ph.D. En 1980 se introdujo en los criterios diagnós- permitiera reproducir mejor los resultados de in- ticos del DSM-III para el trastorno por défi - vestigación de los diversos estudios, en compara- cit de atención/hiperactividad (TDAH) un ción con los que proporcionaban los criterios di- requisito relativo a la edad de inicio, que estipu- versos, no estandarizados e idiosincrásicos que laba que la aparición de los síntomas debía pro- por entonces se utilizaban. El CEI de 7 años apa- ducirse antes de los 7 años de edad. El DSM-II reció más tarde en las recomendaciones de un co- daba tan solo una descripción superfi cial del tras- mité internacional3, y fi nalmente en la CIE-10. Sin torno, al que entonces se denominaba “Reacción embargo, en ninguno de estos casos se presentó Hipercinética de la Infancia”, pero no establecía una prueba que indicara que un CEI tan preciso ningún criterio en cuanto a la edad de inicio permitiera diferenciar los casos clínicos válidos (CEI). Tampoco las descripciones o conceptuali- de los no válidos. No obstante, puesto que este zaciones anteriores del TDAH o de sus trastornos CEI de 7 años aparecía en las clasifi caciones diag- precursores habían establecido un CEI explícito. nósticas ofi ciales, quedó instaurado como dogma Habitualmente se consideraba que el TDAH y como si realmente permitiera hacer esta discrimi- sus trastornos precursores aparecían en la prime- nación. ra infancia, a menos que fueran secundarios a Los problemas del CEI de 7 años se pusieron una lesión neurológica obvia en una fase poste- claramente de manifi esto con el reconocimiento rior de la vida, y por tanto se interpretaban como creciente de que los adultos podían presentar trastornos “del desarrollo”, es decir, problemas también el trastorno. A mediados de los años no- derivados de una conducta perturbadora inade- venta, los intentos de diagnosticar clínicamente a cuada para la edad.1 De hecho, durante décadas adultos con el TDAH (y más aún su estudio en este trastorno se consideró casi exclusivo de la in- proyectos de investigación) se enfrentaron con fancia. Desde su introducción, el CEI de 7 años problemas importantes para extrapolar los crite- para el TDAH se ha mantenido en todas las edi- rios del TDAH, específi cos de la infancia, a indivi- ciones posteriores del DSM, y el fundamento duos adultos. Aparte de los problemas evidentes para su inclusión ha sido poco más que la tradi- de la formulación de los ítems de los síntomas del ción. Además, a partir del DSM-IV, el CEI se mo- DSM para el TDAH, que se habían desarrollado difi có para hacer referencia al inicio de los sínto- exclusivamente para los niños, los intentos de am- mas “causantes de un deterioro” y no sólo de los pliar el CEI de 7 años a los adultos planteaban di- síntomas. Aunque la intención era loable, esta fi cultades considerables. Todo ello nos llevó a Jo- nueva exigencia de un deterioro se basaba en una seph Biederman y a mí mismo a publicar una evidencia aún menor que los del CEI original. revisión en esta revista,4 en la que poníamos en No está claro por qué se incluyó un CEI especí- duda que debiera continuarse incluyendo este cri- fi co de 7 años en los criterios diagnósticos forma- terio. No sólo planteábamos la falta de justifi ca- les establecidos en el DSM-III. Puede ser relevan- ción histórica, conceptual o empírica para exigir te el hecho de que, aproximadamente en esa un CEI tan preciso, sino que comentábamos tam- misma época, los investigadores clínicos2 estu- bién los diversos problemas que esto planteaba vieran intentando desarrollar criterios diagnósti- para la investigación en adultos con TDAH. Algu- cos de investigación para el trastorno, con objeto nos de esos problemas eran: 1) intentar establecer, de disponer de una cierta estandarización que con alguna veracidad, el inicio real de los sínto- JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL www.jaacap.org 3 BARKLEY mas en la infancia mediante el recuerdo retrospec- de corte en ese estudio para examinar los casos de tivo de los adultos con TDAH o incluso de quie- TDAH que no se iniciaron antes de los 7 años. Po- nes les conocían bien; y 2) intentar ajustar la dría haberse elegido un CEI aún más alto que lle- formulación de los síntomas, específi ca para la in- vara a unos resultados iguales o muy similares. De fancia, de manera que fueran aplicables a la con- todos modos, el estudio de Polanczk y cols.9 no ducta y las circunstancias de vida de los adultos. aborda la cuestión del diagnóstico de los adultos Sobre este mismo tema, el estudio de campo de los en los que el recuerdo de la edad de inicio no es criterios del DSM-IV indicó de hecho que no sólo exacto ni fi able basándose en lo indicado por el no había diferencias importantes entre los niños propio paciente o por otras personas, como se ha cuyo TDAH se había iniciado antes de los 7 años señalado antes. Los criterios diagnósticos del de edad y los que lo habían presentado posterior- adulto para el TDAH tendrían que ser modifi ca- mente, y que en hasta un 43% de los niños no se dos para abordar este problema. Como se ha de- cumplía este criterio según cuál fuera su subtipo, mostrado anteriormente, más del 98% de los adul- sino también que la exigencia de tal criterio redu- tos con TDAH que, por lo demás, cumplen los cía la fi abilidad de las valoraciones diagnósticas.5 criterios diagnósticos excepto por el CEI, recuer- Lamentablemente, los criterios del DSM-IV se ha- dan un inicio del trastorno antes de los 16 años, y bían publicado ya antes de que se dispusiera de la mayoría antes de los 14.6 Así pues, la exigencia estos resultados, por lo que el CEI de 7 años per- de un inicio del trastorno “en la infancia o la ado- maneció en los criterios diagnósticos, a pesar de lescencia”, sin especifi car una edad de inicio con- toda la evidencia existente en su contra. creta permitiría detectar casi todos los casos ver- Después de nuestra revisión, se han acumula- daderos en niños y adultos, con lo que habría do aún más pruebas que indican que los adultos pocas o ninguna diferencia respecto a los resulta- en los que se cumplen todos los demás criterios dos obtenidos en estudios anteriores en los que sí del TDAH, excepto el CEI, no difi eren en ningún se usó el CEI de 7 años, y esto facilitaría en gran aspecto importante de aquéllos en los que la edad manera la investigación sobre la fase adulta del de inicio ha sido anterior a los 7 años.6-8 Obvia- trastorno. mente no hay nada que legitime el uso del CEI de En este número se publica también el artículo 7 años al seleccionar los casos válidos y los no vá- de Ramtekkar y cols.10 que respalda las recomen- lidos de TDAH. Pruebas posteriores han conti- daciones anteriores4,11,12 para adaptar el umbral nuado indicando que el recuerdo de los niños con diagnóstico respecto al número de síntomas de TDAH que eran seguidos hasta la edad adulta, así TDAH para diferentes fases de edad del trastor- como el de sus padres en ese seguimiento, presen- no. Tal como sugiere ese estudio, no hacerlo así taba notables diferencias respecto a la edad de co- hace que parezca que muchos pacientes superan mienzo real asociada a estos mismos casos en el el trastorno al crecer, cuando en realidad conti- momento de su inclusión en ese estudio en la in- núan teniendo unos niveles sintomáticos muy in- fancia.6 Nosotros recomendamos entonces que se apropiados para la edad, puesto que al crecer sim- abandonara el CEI a favor de una exigencia más plemente superan los criterios del DSM basados general de un inicio en la infancia o la adolescen- en la edad infantil. Considerados conjuntamente, cia, sin especifi car una edad exacta.4 estos dos artículos sobre el TDAH deben consti- A esta evidencia creciente se añade ahora, en tuir un claro mensaje para el comité que estudia al este número, el artículo de Polanczyk y cols.,9 que TDAH para el DSM-V en cuanto a que el status pone de manifi esto que la ampliación de la CEI quo de ciertos aspectos de los criterios diagnósti- hasta la edad de 12 años no modifi cará de manera cos del DSM-IV no es ya aceptable ni justifi cable. radical la prevalencia ni la naturaleza del TDAH Una ampliación del CEI, sobre todo para el uso en infantil; de hecho, la prevalencia cambiaría tan el diagnóstico del adulto, una reformulación de solo en un 0,1% (se identifi carían dos nuevos ca- los síntomas e incluso la inclusión de nuevos sín- sos). Esto sugiere que el CEI de 7 años no es nece- tomas aplicables a la fase adulta del trastorno,6 y sario, y que su extensión hasta los 12 años tendría de umbrales diagnósticos adaptados a la edad, se- pocas repercusiones en cuanto al diagnóstico del rán modifi caciones probablemente necesarias si TDAH infantil. De hecho, esta sugerencia nace se pretende que los criterios conserven su sensibi- simplemente como consecuencia del empleo arbi- lidad para la detección del trastorno a lo largo de trario de un nivel de edad más alto como valor toda la vida. JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY 4 www.jaacap.org VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL EDITORIAL Citar como: Barkley RA. Against the status quo: revising the diagnostic criteria for ADHD. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2010;49:205-207. Aceptado el 3 de diciembre de 2009. de autor de Guilford Publications, Jones and Barlett, J & K Seminars El Dr. Barkley está en la Medical University of South Carolina y la y ContinuingEdCourses.net. SUNY Upstate Medical University. Correspondencia: Dr. Barkley, 1752 Greenspoint Ct., Mt. Pleasant, Declaración de intereses. El Dr. Barkley ha sido consultor de Eli Lilly SC 29466; e-mail: [email protected] & Company y Shire Pharmaceutical Co. Ha formado parte del panel 0890-8567/10/©2010 American Academy of Child and Adoles- de conferenciantes de Eli Lilly & Company, Shire Pharmaceutical cent Psychiatry Company, Janssen-Ortho, Janssen-Cilag y Novartis. Recibe derechos DOI: 10.1016/j.jaac.2009.12.005 BIBLIOGRAFÍA 1. Barkley RA. Attention Defi cit Hyperactivity Disorder: a Handbook for tion- defi cit hyperactivity disorder. Biol Psychiatry. 2006;60:1081- Diagnosis and Treatment. 3rd ed. New York: Guilford Press; 2006. 1087. 2. Barkley RA. Guidelines for defi ning hyperactivity in childre n (at- 8. Faraone SV, Biederman J, Spencer T, et al. Diagnosing adult atten- tention d efi cit disorder with hyperactivity). In: Lahey B, Kazdin A, tion defi cit hyperactivity disorder: are late onset and subthreshold eds. Advances in Clinical Child Psychologv. Vol. 5. New York: Ple- cases valid? Am J Psychiatry. 2006;163:1720- 1729. num; 1982:137-180. 9. Polanczyk G, Caspi A, Houts R, Kollins SH, Rohde LA, Moffi tt TE. 3. Sergeant J. RDC for hyperactivity/inattention disorder. In: Bloom- Implications of extending the ADHD age-of-onset criterion to age ingdale LM, Sergeant J, eds. Attention Defi cit Disorder: Criteria, 12: results from a prospectively studied birth cohort. J Am Acad Cognition, Intervention. New York: Pergamon; 1988:1-8. Child Adolesc Psychiatry. 2010;49:210-216. 4. Barkley RA, Biederman J. Towards a broader defi nition of the age- 10. Ramtekkar UP, Reiersen AM, Todorov AA, Todd RD. Sex and age of-onset criterion for attention defi cit hyperactivity disorder. J Am differences in attention-defi cit/hyperactivity disorder symptoms Acad Child Adolesc Psychiatry. 1997;36:1204-1210. and diagnoses: implications for DSM-V and ICD-11. J Am Acad 5. Applegate B, Lahey BB, Hart E, et al. Validity of the age of onset Child Adolesc Psychiatry. 2010;49:217-228. criterion for ADHD: a report from the DSM-IV fi eld trials. J Am 11. McGough JJ, Barkley RA. Diagnostic controversies in adult ADHD. Acad Child Adolesc Psychiatry. 1997;36:1211-1221. Am J Psychiatry. 2004;161:1948-1956. 6. Barkley RA, Murphy KR, Fischer M. ADHD in Adults: What the Sci- 12. Barkley RA, Fischer M, Smallish L, Fletcher K. The persistence of ence Says. New York: Guilford; 2008. attention-defi cit/hyperactivity disorder into young adulthood as a 7. Faraone SV, Biederman J, Doyle A, et al. Neuropsychological function of reporting source and defi nition of disorder. Abnorm studies of late onset and subthreshold diagnoses of adult atten- Psychology. 2002;111:279-289. JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL www.jaacap.org 5 NUEVA INVESTIGACIÓN Trastornos psiquiátricos en niños extremadamente prematuros: Resultados longitudinales a la edad de 11 años en el estudio EPICure Samantha Johnson, Ph.D., CPsychol., Chris Hollis, Ph.D., MRCPsych., Puja Kochhar, B.Sc., Enid Hennessy, M.Sc., Dieter Wolke, Ph.D., Dipl-Psych, CPsychol., Neil Marlow, D.M., FMedSci. Objetivo. Investigar la prevalencia y los factores de riesgo para los trastornos psiquiátricos en los niños extremadamente prematuros. Métodos. Se reclutó para el estudio EPICure a todos los recién nacidos de menos de 26 semanas de gestación del Reino Unido e Irlanda entre marzo y diciembre de 1995. De los 307 supervivientes a la edad de 11 años, fueron evaluados 219 (71%), junto con 153 compañeros de clase nacidos a término. Los padres completaron una entrevista psiquiátrica estructurada sobre su hijo, y los maestros completaron un cuestionario en función del cual se asig- naron diagnósticos del DSM-IV a 219 (100%) niños extremadamente prematuros y a 152 (99%) compañeros de clase. Se administró también un test de CI y se realizó una evaluación física. Se dispuso de datos longitudinales para los niños extremadamente prematuros. Resultados. Los ni- ños extremadamente prematuros tenían una probabilidad tres veces superior a la de sus compañe- ros de clase de presentar un trastorno psiquiátrico (23% frente a 9%; odds ratio [OR] = 3,2; intervalo de confi anza [IC] del 95% = 1,7, 6,2). Había un aumento signifi cativo del riesgo de : trastorno por défi cit de atención/hiperactividad (TDAH; 11,5% frente a 2,9%; OR = 4,3; IC = 1,5 a 13,0), con un aumento del riesgo para el TDAH del subtipo inatento (OR = 10,5; IC = 1,4 a 81,1) pero no para el TDAH del subtipo combinado (OR = 2,1; IC = 0,5 a 7,9); trastornos emocionales (9,0% frente a 2,1%; OR = 4,6; IC = 1,3 a 15,9), con un aumento del riesgo para los trastornos de ansiedad (OR = 3,5; IC = 1,0 a 12,4); y los trastornos del espectro autista (8,0% frente a 0%; p = 0,000). Los trastornos psiquiátricos se asociaban de manera signifi cativa a un deterioro cognitivo (OR = 3,5; IC = 1,8 a 6,4). Los problemas conductuales descritos por los padres a los 2,5 y a los 6 años eran factores predicti- vos independientes para los trastornos psiquiátricos a la edad de 11 años. Conclusiones. Los niños extremadamente prematuros presentan un aumento del riesgo de TDAH, trastornos emocionales y trastornos del espectro autista a la edad de 11 años. El mecanismo de la asociación con los trastor- nos psiquiátricos puede incluir una un deterioro cognitivo y experiencias traumáticas tempranas que tengan repercusiones en el niño y en los padres. La detección precoz de posibles problemas cognitivos y conductuales puede identifi car a los niños con un mayor riesgo. Palabras clave: ex- tremadamente prematuros; trastornos psiquiátricos; factores de riesgo; TDAH; autismo. Citar como: Johnson S, Hollis C, Kochhar P, et al. Psychiatric disorders in extremely preterm chil- dren: longitudinal fi nding at age 11 years in the EPICure study. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2010;49:453-463. Las secuelas de un nacimiento muy prematuro han demostrado que los niños extremadamente se han venido documentando de manera cre- prematuros (< 26 semanas) o con un peso extrema- ciente desde los años noventa, en que los im- damente bajo al nacer (PEBN; <1.000 g) presentan portantes avances de los cuidados intensivos neo- un riesgo elevado de una posterior morbilidad natales se acompañaron de un aumento paralelo cognitiva, neuromotora y sensorial, que se da, a la de las tasas de supervivencia de niños extremada- edad de 11 años, en hasta un 50% de los supervi- mente prematuros.1 Los estudios poblacionales vientes tras un nacimiento extremadamente pre- JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY 6 www.jaacap.org VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS EN NIÑOS PREMATUROS maturo.2-4 Aunque la parálisis cerebral grave, la gestación al nacer.18,19 La elevada prevalencia de la ceguera y la sorde ra continúan planteando una neuromorbilidad en niños extremadamente prema- amenaza, cada vez está más claro que el deterioro turos4 hace que sea pro bable que los problemas psi- cognitivo es la discapacidad más prevalente y ex- quiátricos aumenten a pesar de una mejoría conti- plica la inmensa mayoría de la discapacidad fun- nuada de la asistencia y de la supervivencia . Hasta cional en esta población en la edad escolar.4 Cada la fecha, la prevalencia de los trastornos psiquiátri- vez son también más abundantes las pruebas que cos diagnosticados en una población contemporá- indican una prevalencia elevada de un deterioro nea de individuos extremadamente prematuros neuropsicológico más sutil en esa po blación, y los supervivientes no ha sido investigada de forma sis- estudios realizados documentan defi ciencias en temática. diversos procesos visuoespaciales, en las capaci- Los objetivos de este estudio fueron investigar dades sensitivomotoras y en la atención y las fun- la prevalencia, los factores correlacionados y los ciones ejecutivas,5,6 de tal manera que en la infan- precursores de los trastornos psiquiátricos en el cia media se documentan di fi cultades de conjunto de una población de niños extremada- aprendizaje en hasta un 40% de los niños extrema- mente prematuros al llegar a la edad de 11 años. damente prematuros.7 En estudios recientes se ha observado también un exceso signifi cativo de pro- MÉTODOS blemas conductuales y emocionales descritos por los padres y los maestros de estos niños, y los ries- Se identifi caron todos los niños nacidos antes de las 26 semanas de gestación e ingresados en unidades inte n- gos más importantes identifi cados repetidamente sivas neonatales del Reino Unido e Irlanda entre marzo en los estudios son los problemas en los dominios y diciembre de 1995 (n = 811), como parte del estudio de: atención, concentración y relaciones sociales EPICure.20 Se realizaron estudios de seguimiento a la con los compañeros.8,9 Se han observado proble- edad de 2,5, 6 y 11 años en todos los niños supervivien- mas conductuales clínicamente signifi cativos, tes, tanto de partos únicos como de partos múltiples. Se id ent ifi cados por los padres y por los maestros, en obtuvo el consentimiento de los padres para la realiza- hasta un 20% de los niños extremadamente pre- ción de evaluaciones formales en 283 (92%) y 241 (78%) maturos a la edad de 6 años, y se han descrito sín- de los 308 supervivientes a los 2,5 años21 y a los 6 años de tomas de un trastorno por défi cit de atención/hi- edad,3 respectivamente. Posteriormente, de los 307 ni- ños supervivientes a los 11 años de edad, 11 (4%) se ha- peractividad (TDAH) en hasta un 31% de los bían trasladado al extranjero, y los padres de 77 (25%) no supervivientes.10,11 Los estudios más recientes han dieron el consentimiento. Los 219 niños restantes (71%) identifi cado también un aumento de la preval en- fueron evaluados (mediana de edad: 10 años, 11 meses; cia de l as difi cultades sociales y de comunicación rango 121 a 145 meses). Se dispuso de forma mayoritaria y de los síntomas del trastorno del espectro autista de información relativa a las variables perinatales y a la (TEA) en esta población.9,12,13 evolución neonatal de todos los niños extremadamente La inmensa mayoría de los estudios previos han prematuros, y se dispuso también de datos longitudina- utilizado cuestionarios de cribado para valorar los les de 213 de los 219 evaluados a los 2,5 años y de 202 de problemas conductuales. En cuatro estudios en los los 219 evaluados a los 6 años. que se han utilizado evaluaciones psiquiátricas En el seguimiento realizado a los 6 años, para cada niño extremadamente prematuro que acudía a la escue- diagnósticas, se ha descrito una prevalencia del la general se seleccionó aleatoriamente a un niño naci- 22% al 28% de los diagnósticos clínicos en niños de do a término, cuando fue posible, de entre los tres com- bajo peso al nacer (<2.000 g)14,15 y de muy bajo peso pañeros de clase de edad más próxima y del mismo al nacer (<1.500 g) en edad escolar,16,17 siendo el ries- sexo y origen étnico.3 A la edad de 11 años, cuando el go más alto para los tr astornos de ansiedad y niño prematuro se encontraba en una escuela diferente TDAH. Dos estudios han descrito t ambié n un au- a la del compañero de clase seleccionado cuando am- mento signifi cativo de la prevalencia del TEA de un bos tenían 6 años, o el compañero de clase inicial recha- 1% a un 2%.14,17 Sin embargo, en estos estudios se zaba la participación, se seleccionaba un nuevo compa- incluyó a todos los niños nacidos con un bajo peso ñero de clase, utilizando siempre que fuera posible la misma meto dología, con lo que se obtuvieron 43 nue- al nacer, que, por tanto, eran gestacionalmente mu- vos niños control.4,7 Así pues, se evaluó a un total de cho más maduros. Es probable que estas poblacio- 153 compañeros de clase, para los que se obtuvo el con- nes tengan un riesgo considerablemente inferior al sentimiento de los padres, a la edad de 11 años (media- de los niños extremadamente prematuros, dada la na: 10 años y 11 meses; rango 117 a 147 meses). No se asociación signifi cativa existente entre los resulta- seleccionaron compañeros de clase para los niños extre- dos neurocognitivos adversos y la menor edad de madamente prematuros que acudían a escuelas espe- JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL www.jaacap.org 7 JOHNSON et al. ciales. No había diferencias signifi cativas de edad, sexo lescentes (C.H. y P.K.) que no tenían conocimiento pre- y origen étnico entre los niños extremadamente prema- vio de los niños ni de su edad de gestación al nacer y turos y los compañeros de clase. que, por tanto, no conocían la asignación al grupo de Se entregaron a los padres y a los niños hojas de in- estudio; estos evaluadores asignaron los diagnósticos formación, y los padres dieron el consentimiento infor- del DSM-IV y del CIE-10 mediante consenso. En este ar- mado. Los niños fueron evaluados por un pediatra y un tículo nos referimos principalmente a los trastornos psi- psicólogo en la escuela. Dado que las evaluaciones rea- quiátricos defi nidos con el empleo de los criterios del lizadas en la escuela fueron programadas por un coor- DSM-IV-TR24 (las clasifi caciones de la CIE-10,23 que se dinador del estudio, y puesto que los pediatras y los asignaron también, se presentan en la Tabla S1 al fi nal psicólogos no habían tenido contacto previo con los del artículo). Las clasifi caciones diagnósticas se asigna- participantes, los evaluadores no conocían el grupo al ron para las categorías amplias de TDAH, trastornos que se había asignado al niño en el momento de reali- emocionales, trastornos disociales, trastornos del espec- zar las pruebas. Para la obtención de datos sobre la con- tro autista y trastornos de tics. En la Tabla 1 se resume la ducta, los padres y los maestros completaron cuestio- subclasifi cación del DSM-IV de estas categorías amplias. narios, y los padres participaron en una entrevista Se utilizó la Kaufman-Assessment Battery for Children psiquiátrica estructurada respecto a la conducta de sus (K-ABC)26 para obtener las puntuaciones de CI, a partir hijos. Las transcripciones obtenidas de las evaluaciones de las cuales se defi nió el deterioro cognitivo (puntua- de los padres y de los cuestionarios de los maestros fue- ciones inferiores a −2 DE) con el empleo de la distribu- ron revisadas por dos psiquiatras de la infancia y la ción de las puntuaciones de los compañeros de clase adolescencia independientes, que no tenían ningún co- (indicaba una discapacidad la puntuación inferior a nocimiento previo del niño y, por tanto, no conocían la 82), con objeto de tener en cuenta las tendencias secula- asignación al grupo de estudio. El estudio fue aprobado res del CI a lo largo del tiempo.27-29 Se realizó una eva- por el Comité Ético de Investigación del NHS de lua ción clínica estándar por parte de un pediatra, que Southampton and South West Hampshire. se utilizó para identifi car el posible deterioro neurosen- sorial (neuromotor/auditivo/visual) funcional grave. Parámetros de valoración Esto se combinó con clasifi caciones de deterioro cogni- Se utilizó la Development And Well Being Assessment tivo para obtener una única clasifi cación de la discapa- (DAWBA),22 una evaluación psiquiátrica estructurada cidad funcional global. Estos datos se han descrito con relativa al desarrollo y la conducta de los niños, que se anterioridad.4 admin istró a los padres telefónicamente (92%) o bien a Se obtuvieron informes de los padres respecto a los través de la versión online (8%), de la que se obtuvo la problemas conductuales a la edad de 2,5 años con el información necesaria para la asignación de los diagnós- empleo de la Child Behavior Checklist (CBCL),30 a partir ticos de la CIE-1023 y del DSM-IV-TR24 para los trastor- de la cual se identifi caron los problemas de conducta nos psiquiátricos infantiles. Las preguntas e ítems inclui- internalizantes y externalizantes clínicamente signifi ca- dos en la entrevista DAWBA telefónica y online fueron tivos según el manual de puntuación (> percentil 97). exactamente iguales. En estudios de validación previos, A la edad de 6 años, los padres y los maestros comple- la reevaluación independiente de la DAWBA en niños taron el Strengths and Diffi culties Questionnaire (SDQ)31, que acudían a clínicas de salud mental ha mostrado una en el cual se ha propuesto que las puntuaciones supe- coincidencia sustancial entre el diagnóstico de la clínica riores al percentil 90 son las que identifi can mejor a los y el de la DAWBA, y las tasas de diagnósticos de la niños con problemas clínicamente signifi cativos.31 DAWBA permiten discriminar sorprendentemente bien Se utilizó la distribución de las puntuaciones de los entre las muestras de la comunidad y las de las clínicas.22 compañeros de clase para clasifi car las difi cultades clí- La fi abilidad interevaluadores (kappa) de la DAWBA es nicamente signifi cativas en cuanto a problemas emo- excelente, con un valor de 0,86 para cualquier trastorno, cionales, de conducta, de falta de atención/hiperactivi- 0,57 para los trastornos de internalización, y 0,98 para dad y de relación con los compañeros, así como las los trastornos de externalización.25 Se obtuvo informa- difi cultades conductuales totales. Se utilizó la con- ción complementaria aportada por los maestros que gruencia entre lo notifi cado por los padres y lo indicado completaron la versión correspondiente de la DAWBA por los maestros en cuanto a difi cultades clínicamente mediante un cuestionario, según un enfoque que se ha signifi cativas para clasifi car los problemas persistentes evaluado anteriormente en un amplio estudio comuni- en cada dominio. Estos datos se han descrito con ante- tario.25 Los datos procedentes de múltiples informadores rioridad.10 Se obtuvieron los datos neonatales en el mo- fueron cotejados por los evaluadores del estudio (pedia- mento del alta hospitalaria de los niños extremadamen- tras y psicólogos) y se identifi caron los casos potenciales te prematuros. La posición socioeconómica (PSE) de los mediante algoritmos de puntuación generados por or- padres, cuando los niños tenían 11 años, se clasifi có en denador (www.dawba.com). A continuación, las hojas cuatro categorías, utilizando la National Statistics Socio- de resumen y las transcripciones clínicas (de las que se Economic Classifi cation del Reino Unido (I—Profesiona- eliminó toda referencia a la edad de gestación al nacer) les cualifi cados/directivo; II—Intermedio; III—Trabaja- fueron revisadas por dos psiquiatras infantiles y de ado- dores manuales; IV—Desempleado).32 JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY 8 www.jaacap.org VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS EN NIÑOS PREMATUROS TABLA 1. Prevalencia de trastornos psiquiátricos DSM-IV en niños extremadamente prematuros (n = 219) y compa- ñeros de clase (n = 152) a la edad de 11 años Diagnóstico del DSM-IV Com pañeros de clase Niños extremadamente OR IC del 95% p prematuros n % n % Cualquier diagnóstico clínico del [152] 13 (8,6) [219] 51 (23,3) 3,2 (1,7–6,2) 0,000 DSM-IV Cualquier TDAH [138] 4 (2,9) [183] 21 (11,5) 4,3 (1,5–13,0) 0,005 TDAH subtipo inatento [138] 1 (0,7) [183] 13 (7,1) 10,5 (1,4–81,1) 0,005 TDAH tipo combinado [138] 3 (2,2) [183] 8 (4,4) 2,1 (0,5–7,9) 0,362 Cualquier trastorno emocional [143] 3 (2,1) [201] 18 (9,0) 4,6 (1,3–15,9) 0,011 Ansiedad por separación [143] 3 (2,1) [201] 5 (2,5) 1,2 (0,3–5,1) 1,000 Fobia específi ca [143] 0 (0) [200] 3 (1,5) — — 0,269 Fobia social [143] 0 (0) [200] 1 (0,5) — — 1,000 Trastorno por estrés postraumático [143] 0 (0) [200] 1 (0,5) — — 1,000 Trastorno de ansiedad [143] 0 (0) [201] 4 (2,0) — — 0,144 generalizada Trastorno emocional de la infancia [143] 0 (0) [200] 1 (0,5) — — 1,000 no especifi cado Depresión mayor [143] 1 (0,7) [200] 3 (1,5) 2,2 (0,2–21,0) 0,643 Cualquier trastorno del espectro [143] 0 (0) [201] 16 (8,0) — — 0,000 autista Trastorno autista [143] 0 (0) [201] 13 (6,5) — — 0,001 Autismo atípico [143] 0 (0) [201] 3 (1,5) — — 0,269 Cualquier trastorno de conducta [152] 9 (5,9) [219] 12 (5,5) 0,9 (0,4–2,2) 1,000 Trastorno negativista desafi ante [152] 8 (5,3) [219] 11 (5,0) 1,0 (0,4–2,4) 1,000 Trastorno disocial [152] 2 (1,3) [219] 1 (0,5) 0,3 (0,0–3,8) 0,570 Trastorno de tics [143] 2 (1,4) [200] 2 (1,0) 0,7 (0,1–5,1) 1,000 Nota. Diagnósticos para los que no hubo ningún caso en ninguno de los dos grupos: trastorno de angustia (pánico); agorafobia; trastorno obsesivo- compulsivo; mutismo electivo; trastorno de vinculación desinhibido de la infancia; trastorno de vinculación reactivo; trastorno de la conducta alimenta- ria; esquizofrenia; episodio maníaco; trastorno por défi cit de atención/hiperactividad, subtipo hiperactivo-impulsivo; síndrome de Asperger. Las odds ratios (OR) corresponden a valores sin ajustar. Los valores de p indicados en negrita corresponden a un nivel de signifi cación de 0,05. Las cifras entre corchetes indican denominadores para los datos completos obtenidos para la asignación con el empleo de la escala Development and Wellbeing Assessment (DAWBA). Para el trastorno por défi cit de atención/hiperactividad (TDAH), esto requería disponer de datos completos proporcionados por los padres y por el maestro; para los trastornos emocionales y los trastornos del espectro autista, requería al menos los datos completos de los padres, y para los trastornos de la conducta los datos completos de los padres o bien del maestro. IC = intervalo de confi anza. Análisis de los datos tuvo ningún efecto signifi cativo, se presentan en Los datos se introdujeron por duplicado y se veri- todo el estudio los valores de OR sin ajustar. Las fi caron. Se utilizaron los programas SPSS y Stata variables neonatales y de valoración del neurode- (S.J., E.H.) para comparar las tasas de diagnósti- sarrollo a los 2,5 y 6 años se utilizaron en regre- cos psiquiátricos de los niños extremadamente sión logística univariada, para predecir los diag- prematuros con las de los compañeros de clase, nósticos psiquiátricos. Se aplicó un procedimiento utilizando pruebas exactas de Fisher bilaterales escalonado anterógrado multivariado para iden- para los resultados dicotómicos. Los resultados se tifi car los factores independientes asociados a los presentan en forma de odds ratios (OR) con inter- diagnósticos psiquiátricos (OR ajustada) en tres valos de confi anza (IC) del 95%. El riesgo de un momentos de valoración: neonatal, evolución a diagnóstico psiquiátrico se investigó también ex- los 2,5 años, evolución a los 6 años. Se utilizó una cluyendo a los niños con un deterioro neurosen- imputación múltiple para estimar la prevalencia sorial o cognitivo. Se determinó la OR ajustada subyacente de trastornos psiquiátricos en los ni- con el sexo y la PSE (I/II frente a III/IV) como ños extremadamente prematuros tras tener en covariables, utilizando una regresión logística. cuenta la pérdida selectiva y creciente del segui- Dado que el ajuste respecto a esas variables no miento a los 2,5, 6 y 11 años. Los factores signifi ca- JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD & ADOLESCENT PSYCHIATRY VOLUMEN 4 NÚMERO 1 JUNIO 2010 EDICIÓN EN ESPAÑOL www.jaacap.org 9

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Samantha Johnson, CPsychol., Chris Hollis, Puja Kochhar, Enid Hennessy, Dieter Wolke, Neil Marlow. 19 Consecuencias de la ampliación del criterio
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