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Cartas a un Joven Católico PDF

247 Pages·2010·1.019 MB·Spanish
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George Weigel Cartas a un Joven Católico Ediciones Cristiandad, Madrid, 2006 Título Original: Letters to a Young Catholic m morgan editores George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO PRÓLOGO TARJETA DE PRESENTACIÓN 1- BALTIMORE Y MILLEDGEVILLE: ADQUIRIR EL «HÁBITO DE SER» 2- ROMA, LAS EXCAVACIONES EN SAN PEDRO: LA SOLIDEZ DEL CATOLICISMO 3- MONASTERIO DE SANTA CATALINA, MONTE SINAÍ, EL SANTO SEPIJLCRO, JERUSALÉN: EL ROSTRO DE CRISTO 4- ABADÍA DE LA DORMICIÓN, JERUSALÉN: MARIA Y LA CONDICIÓN DE DISCÍPULO 5- EL ORATORIO, BIRMINGHAM, INGLATERRA: NEWMAN Y LA RELIGIÓN «LIBERAL» 6- EL «OLDE CHESHIRE CHEESE», LONDRES: EL «PUB DE CHESTERTON» Y UN MUNDO SACRAMENTAL 7- CASTLE HOWARD, YORKSHIRE, INGLATERRA: RETORNO A BRIDESHEAD Y LA ESCALA DEL AMOR 8- LA CAPILLA SIXTINA, ROMA: LENGUAJE DEL CUERPO, HABLAR DE DIOS, Y LO INVISIBLE VISIBLE 9- IGLESIA DE SANTA MARIA, GREENVILLE, CAROLINA DEL SUR: CÓMO Y POR QUÉ ORAMOS 10- PORTICO DE SAN ESTANISLAO DE KOSTKA, VARSOVIA, CURIA METROPOLITANA, CRACOVIA: VOCACIONES QUE CAMBIAN LA HISTORIA 11- MAUSOLEO DEL COLEGIO NORTEAMERICANO, CAMPO VERANO, ROMA: LAS PRECUNTAS MÁS DIFICILES 2 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO 12- CATEDRAL DE CHARTRES, FRANCIA: LO QUE NOS ENSEÑA LA BELLEZA 13- CATEDRAL VIEJA, BALTIMORE: LA LIBERTAD POR EXCELENCIA 14- BASÍLICA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, CRACOVIA: SOBRE NO ESTAR SOLO FUENTES 3 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO PRÓLOGO La pretendida «muerte de Dios», anunciada por Nietzsche, no dio lugar en el siglo pasado a la afirmación del hombre o a su liberación. Nada más comenzar el siglo XXI podemos constatar que, en todo caso, el alejamiento de Dios ha dejado como secuela una profunda crisis del humanismo –algunos lo han enterrado ya–. Los filósofos de la sospecha y el pensamiento post-ilustrado ni han liberado al hombre ni lo han hecho más digno; es más, lo han dejado en una situación crítica en la que no sabe ni cómo orientarse, ni qué es exactamente lo que busca, ni en qué puede consistir en realidad la dignidad humana. Sólo perviven hoy como herencia de la ilustración un positivismo pragmático y una disolución de los problemas morales en el discurso político. Pero como no todo en la vida es política, no podemos esperar que la política, por mucho que pueda contribuir a mejorar nuestras condiciones de vida, proporcione sentido a nuestras vidas. Otro tanto cabe decir de los avances científicos: son bienvenidos –si son realmente avances: si respetan la naturaleza humana y la dignidad del hombre–, pero tampoco nos dan la respuesta que necesitamos. Antes de ser Papa, el Cardenal Ratzinger decía: «El hombre actual, por una parte, ya no es capaz de reflexionar sobre lo esencial, pero, por otra, nota que le falta algo»[1]. En efecto, en las cuestiones decisivas para nuestra existencia, aunque hemos propuesto «soluciones», no acabamos de estar satisfechos y abunda la infelicidad y el desconcierto. 4 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO La cuestión, en el fondo, es que el hombre no es capaz de vivir humanamente sin Dios. Eso nos señalaba George Weigel en Política sin Dios[2] y nos lo repite ahora en este libro Cartas a un joven católico, que tengo el honor de prologar. Siguiendo a Henri de Lubac, nos advierte que el hombre es muy capaz de intentar organizar la sociedad sin Dios –no hay más que leer la Historia–, pero pagando alto el precio de forjar una sociedad contra el propio hombre. Ya se ha comprobado esto después de los totalitarismos del siglo XX, pero, a día de hoy, esas terribles experiencias no parecen habernos acercado mucho a Dios. La decepción, al agotarse las utopías, no nos ha reconducido al camino de la verdad, sino a evadirnos con alguna de las mil posibilidades superficiales que nos ofrece la industria del ocio. Una tras otra, cada una de esas evasiones del hombre y la mujer actuales han ido tejiendo buena parte de la cultura en la que estamos instalados. Así, se ha configurado poco a poco una cultura alérgica a la pregunta por el sentido de la vida, refractaria y temerosa de las realidades últimas e impregnada de sensualismo. Y esa cultura, guste o no, nos influye y condiciona la manera de instalarnos en la vida y de entenderla. Por eso, estoy convencido de que para cualquier cristiano resultarán muy estimulantes estas Cartas a un joven Católico de Weigel. No somos inmunes a la presión que ejerce la cultura hegemónica, que nos ofrece una imagen parcial, cuando no deforme, del hombre y de la mujer. Por ello, nos ayuda mucho recrearnos a menudo en la rica e inmensa tradición cultural de la que somos herederos. En ella encontramos multitud de antídotos para responder a los esquemas mentales que hoy impregnan el discurso de los valores dominantes. En estas cartas, Weigel nos hace viajar magistralmente por la geografía y la historia católica del mundo entero. 5 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO ¿Qué nos dice el autor? Afirma que una cultura sin raíces no solamente no crece, sino que produce sequía y decrepitud. «Jesucristo es la verdadera medida de quiénes somos nosotros. En su rostro sagrado encontrarnos la verdad sobre nosotros mismos». De la situación actual no saldremos adelante sin Dios y Él es el único que puede ofrecernos el sentido vital que necesitamos. Es el Hijo de Dios, además, el inicio y el fin de esa cultura a la que debemos acudir y que recorremos en estas páginas. La lectura de este libro resulta muy gratificante a medida que repasamos el ingente tesoro cultural que acumula la historia de la Iglesia y que es patrimonio de la humanidad. Por supuesto que nuestra relación con Dios depende de la gracia que Él gratuitamente nos da y de cómo correspondemos nosotros; pero ello no nos exime de conocer lo mejor posible las obras y las vidas de quienes se han entregado al Señor. Haciéndolo, descubrimos en nuestras raíces el testimonio de tantos hombres y mujeres que han seguido a Jesucristo en su Iglesia y un inmenso tesoro artístico que nos muestra cómo los cristianos han dado gloria a Dios y han contribuido decisivamente al progreso humano y a la historia de la humanidad. Hace veinte años, el que sería Benedicto XVI decía que «la única apología verdadera del cristianismo puede reducir-se a dos argumentos: los santos que la Iglesia ha elevado a los altares y el arte que ha surgido en su seno. El Señor se hace creíble por la grandeza sublime de la santidad y por la magnificencia del arte desplegadas en el interior de la comunidad creyente, más que por los astutos subterfugios que la apologética ha elaborado»[3]. Los testimonios de los santos, el arte y el pensamiento que han acompañado a la Iglesia son una inspiración ideal para desenvolvemos en el mundo de hoy e ir tejiendo, poco a poco y desde dentro, una cultura, un pensamiento, un modo de ser y de vivir, en definitiva, que nos acerque a Dios y haga más humano nuestro mundo. Este planteamiento hace que el 6 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO catolicismo sea contracultural, puesto que hoy, ser consecuente con la fe y con la naturaleza de las cosas se opone a los «dictados de lo políticamente correcto», pero es el único modo de resolver los problemas de la humanidad. Ese es el gran servido de los cristianos y es de gran importancia que los jóvenes lo descubran. El recorrido por el espacio y el tiempo cristiano que Weigel hace en este libro está animado por una profunda reflexión filosófica. En estas cartas contemplamos la verdad a través de las reflexiones de Chesterton, Newman, Waugh, O’Connor, el papa Juan Pablo II, el Magisterio de la Iglesia, etc.; también podemos recrearnos en el bien a través de los heroicos testimonios de fe y buenas obras de multitud de cristianos que lo dieron todo por Cristo. Y, de un modo inusualmente destacado, a lo largo de estas cartas podemos también considerar la belleza de las obras de arte que ha gestado a través de los siglos la concepción cristiana de la vida. Y no se queda el autor en las formas, sino que hace que éstas nos expresen el fondo por el que fueron inspiradas. No es cosa menor para Weigel la importancia de la belleza y de lo bello en el seno del catolicismo y en la vida humana en general. Por eso lamenta profundamente que «buena parte del catolicismo moderno esté instalado en la fealdad: construcciones feas, mobiliario convencional, decoración decadente, vestiduras anticuadas, música ratonera...»[4]. Hay un genuino sabor americano que atraviesa el libro desde las primeras páginas y atestigua la universalidad de la fe católica. El relato de lo que significaba para el autor pertenecer en su infancia a la parroquia de la Catedral Vieja de Baltimore, la entrañable Iglesia de Santa María en Carolina del Sur, el Mausoleo del Colegio Norteamericano en Roma, la abundancia de pensadores de primer orden del catolicismo anglosajón, etc., son prueba de ello. Nuestro autor considera que la tradición es la «democracia de los muertos» y que los que nos han precedido en nuestra fe deben tener también un 7 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO voto en las decisiones del presente si no queremos desperdiciar una experiencia muy sabia que la Iglesia ha atesorado desde sus inicios. Y no sólo eso. Como ciudadano de la democracia más antigua de las hoy existentes, Weigel aporta datos sobre la positiva influencia que tuvo el catolicismo en la llegada de la democracia norteamericana. En mi opinión, el acento anglosajón, al menos en este caso, es todo un aliciente para la lectura de estas cartas. Quizá para algún lector puede ser desconcertante si no está familiarizado con el catolicismo británico y norteamericano, pero compensa con creces observar cómo el catolicismo se expresa y se vive de forma natural en cualquier parte del globo, arraigándose en la historia y la cultura de todos los lugares. Por otro lado, ese vitalismo típicamente americano que se advierte en estas páginas es un excelente contrapunto a las algo sombrías reflexiones que se suelen hacer en Europa sobre las relaciones entre la Iglesia y el mundo actual. A poco de empezar la lectura, el entusiasmo del autor ante las excavaciones de San Pedro o la Iglesia de la Dormición en Jerusalén hace que suene bastante extraña una expresión corno «la muerte de Dios» u otras consideraciones que he traído a colación en el inicio de este prólogo. ¿Alguna conclusión? Muchas, sin duda; cada lector sacará las suyas. De este entrañable viaje con Weigel, ahora podemos destacar estas tres: 1) El catolicismo es realismo, no solamente cuestión de ideas, aunque estas sean verdad. Un pretendido humanismo sin Dios no es humano y, pronto o tarde, acaba siendo profundamente inhumano. Si el hombre se aleja de Dios, pierde todo el contacto con las verdaderas exigencias de su humanidad. 2) Vale la pena entregarse a Dios, poner en juego todos los recursos, «cerrar opciones», y comprometerse personalmente, haciendo propio el fiat de María. La gente dispuesta a vivir la verdad de su propio ser vocacionalmente es la fuerza más dinámica de la historia: el Espíritu Santo actúa a través de ellos, y 3) 8 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO Lo que sigue es el nacimiento de una nueva cultura, la salvación de la humanidad y la experiencia personal de la auténtica alegría, la que el mundo no puede dar, la que no encuentran «los que dejan abiertas todas sus opciones». Es la felicidad que da Dios a sus hijos y empapa la vida de los católicos. Es importante que los jóvenes lo sepan: no se la perderán porque saben distinguir muy bien. Para ellos especialmente –pero a todos nos vienen muy bien– ha escrito Weigel estas páginas. Javier Cremades Sanz-Pastor Rector de la Iglesia del Espíritu Santo Capellán de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid [1] Joseph Ratzinger, La Sal de la tierra (Madrid 1998), 39 [2] George Weigel, Política sin Dios. El Cubo y la Catedral (Cristiandad, Madrid, 2005). [3] Joseph Ratzinger – Vittorio Messori, Informe sobre la Fe, (Madrid 1986), 142. [4] George Weigel, Cartas a un joven católico. (Cristiandad, Madrid, 2006), 205ss. 9 George Weigel CARTAS A UN JOVEN CATÓLICO TARJETA DE PRESENTACIÓN Esta colección de cartas va destinada a católicos jóvenes, y no tan jóvenes, interesados en cuestiones religiosas, que no dejan de preguntarse qué significa ser católico hoy en día, cuando acaban de empezar el siglo XXI y el Tercer Milenio. El tema se puede presentar de diversas maneras. Se podría echar un vistazo al Catecismo de la Iglesia Católica, para enterarse de los aspectos fundamentales de la doctrina cristiana, pensando en los infinitos retos que implica vivir hoy como fiel católico. Otra posibilidad sería considerar la vida de los santos, antiguos y modernos, y ver qué nos ofrece su experiencia a modo de ejemplo y de inspiración. Podríamos también reflexionar sobre los sacramentos de la Iglesia, es decir, qué significa estar bautizados, celebrar la Misa y recibir el cuerpo y la sangre de Cristo en la comunión, experimentar el perdón de Cristo en el sacramento de la Penitencia, o examinar el significado de la oración con sus múltiples formas, estilos y métodos. Cuanto más pienso en esas realidades, más me convenzo de que la mejor manera de entender el significado del catolicismo podría ser un recorrido epistolar por el mundo católico o, al menos, por las regiones del mundo católico que han dado forma a mi comprensión personal de la Iglesia, de su gente, de sus enseñanzas y de su modo de vida. El catolicismo es una realidad totalmente sensorial, que consiste en ver, oír, tocar, gustar y percibir todo lo que encierran los textos, los argumentos y las ideas de esa forma de vida. Tengo la esperanza de 10

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