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Carta A Roque Dalton PDF

129 Pages·10.872 MB·Spanish
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sidora Aguirre 1 1 1 novela .. . "I Isidora Aguirre Aguirre lSidOra Portada de: JULIO VIVAS Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autarizaci6n escrtta de bs twulares del Copyright, bajo las sanciones estaiblecldas en las Leyes, la teproduocdn total o parcial de esta obra por cualqwier medio o procedimiemo, camprendidos ila repro- grafla y el tratamiento infmltico y la distribucidn de ejemplaires de ella medtante alquiler o prdstamo pdblicos, asl como la exportaci6.n e vnportaubrr de esos ejemplares para su distnbucbn en venta fugra del limbito de la Cornmildad Econ6mica Europea. Primera edicibn: Junio, t 990 0 1990, lsadlora Agvlrre Editado por PLAZA & JANES EDITORES, S.A. Virgen de Guadalupe, 21- 33. Esplugues de Llobregat (Barcelona) Printed in Spain - Impreso en Espana ISBN: 84-01-80059-5 - Depdsito Legal: 8. 21.083-90 lmpreso en- T. G. Soler, S.A. Luis Millet, 69 Esplugues (Barcelona) c<Dicen que las cosas son de quien mas las ama. iY 10s poetas, maestro?, <<Conm ayor razonn, responde usted. Maestro, me lo habia dicho su amigo el poeta Lihn, per0 no pude creerlo, ni el estaba seguro -escucho la noticia en Paris ccsin confirmarD-, asi es que en el estu- dio de television de 10s Domingos-a-todo-color, cuando anunciaron unas viajeras centroamericanas premiadas de cosmkticos Jean-les Pins entre las que habia una compatriota suya, supe que a ella le iba a preguntar por su muerte. Es que antes de bailar la cccumbia, y el cecarbonero,, pronuncio su misma, identica €rase: ccComo mi tierra no tiene folclore, se lo pedimos prestado a1 pais vecino., ($e acuerda? Granja Experimental, tarde rosa, mucho ron bebido y usted cantando el corrido del Hijo Desobediente?) Me quede anhelante, Ia pregunta doliendome en la len- gua mientras la concurrencia, a una seiia del anima- dor, se ponia en cuatro pies para gritar jun-dos-tres Nescafe! Entonces esa mujercita de lentes y trasero abultado le hizo un guiiio a 10s de la orquesta para que la siguieran y empezo a menear las caderas en su baile prestado por el pais vecino. Y yo, maestro, pensando en su vida, tan todo lo contrario de lo que estaba ocu- rriendo alli, y en su CUR0 GOLPE DE ALMA que me marc6 para siempre. sino tragic0 en su frente, ni parecia ser de aquellos que desaparecen o se dejan matar. Mas bien solia us- ted huir de sus carceles con un conjuro, o con un te- rremoto. Su muerte: un pequeiio cataclismo silencioso en algun lugar del Caribe. Pero, si no hacia tanto que es- taba usted sentado en un escaiio de mi cocina, ante una taza de te y pan tostado, leyendome sus ultimos escritos, unos que hablaban de la guerra surrealista del fitbol, con esos heroes chistosos, a su imagen, su- pongo. (Usted y su andar desgarbado por 10s senderos del socialismo, flotando un poco en las ropas dema- siado amplias: aEs que aqui no puedes escoger la talla.*) iQue le paso? iLe empezaron a doler sus muertos? i0 esos hermanos suyos que llegaban a la Isla a repo- nerse de las torturas? El animador, pura sonrisa en la pantalla, ahora daba voces echando a las viajeras premiadas: UiSa- quenme de aqui a esta gente ... rapido las proximas, apaguen el foco putamadre! Empujada, gritada, en- )) redandome en 10s cables, logre salir tras ellas. La luz violenta del mediodia resquebrajo 10s maquillajes y se me confundieron 10s rostros. Doy a1 fin con su compa- triota y le pregunto, sin preambulos, si a ese poeta de su tierra que yo tanto admiro, es verdad que me lo ma- taron. Me miro, ojos redondos detras de 10s lentes, abrio un hociquito de raton, per0 no emitio ningun sonido. Quiza temia ir a dar a una mazmorra, de esas del nunca mas se supo, por nombrar poetas prohibi- dos en paises con regimenes de fuerza. Asi es que re- peti mi pregunta, reiterando mi admiracion por us- ted, a ver si despertaba en ella algo de orgullo patrio. -Si. Di’heron que ese poeta nuestro habia muerto. (Fijese en lo de muestro,, iq& d 8 murio en mi pais. Fue en Guatemala, creo, o en La Habana. Vea usted en accion, la propaganda borradora de toda huella, corriendo a1 muertito para el pais de a1 lado, que no despierte la honorable ciudadania con- sumidora de 10s adelantos tecnicos de las grandes PO- tencias jundostresnescafe! Herida por la sentencia de la mujercita del carbo- nero volvi a1 estudio a cumplir un aburrido deber sen- timental. Una pareja del jet-set disfrutaba, gracias a una marca de cigarrillos norteamericanos, de un pa- raiso de felicidad en 10s canales de Venecia. Luego, sin sonido, nos dejan ver el lugubre escrito de sani- dad, advirtiendo que el tabaco produce cancer. Bueno, ya lo insolito se va haciendo costumbre. En el set de las cproximas,, unas lolitas con rostros reque- tepintados de bebes eroticos, se zarandeaban semi- desnudas y con botas estrechocando traseros y lan- zando tan alto las piernas que parecia que se les iban a desprender. Detras de las camaras, el animador gesti- culaba indicando que marcaramos el ritmo. Descar- gue la ira y la desazon que me provoco la noticia de su muerte en las manos de un viejo que batia palmas junto a mi. Clave en ellas una mirada de escandalo y la mantuve fija hasta que las manos del viejo vacilaron, se detuvieron en el aire y cayeron mustias sobre sus rodillas. Desde un monitor invisible, usted me inte- rrogaba: qQue pasa, maestra?, -Pasa que no debi6 ausentarse, dando un paso fuera de este mundo, pasa que me duele pensar que no volveremos a estar juntos. Pasa, que pudimos ver- nos una vez mas, una vez mas. .. Espero que haya aprobado usted mi interrogatorio a la viajera premiada de cosrneticos, y tambien su epi- tafio, aquel bodrio televisivo tan ajeno a lo que era us- 9 ted. (LBodrio?, me pregunta usted. Se@n el dicciona- : rio es un caldo que le daban a 10s pobres en el que no ' destacaba ninan sabor.) 0 sea, esa mala sopa del set, revoltijos dedicados a1 consumismo, con sus vedetes de un minuto, probando suerte ante la audiencia y el juez pito en la boca, y esas dueiias de casa que envian, ilusionadas, sus cuponcitos de participar en 10s con- cursos y miran con ojos vacunos 10s premios ofreci- dos, artefactos de la llamada Klinea blancax o el auto nuevo, encintado como un tor0 de feria, dispuestas a gatear maullando y a cantar 10s slogans del consumo- luego-existo, esperando llevarse a1 menos una licua- dora o un modesto paquete de fideos. Y usted, maes- tro, iSUPRIMID0 POR NO ESTAR DE ACUERDO! iQue le parece? Esa h es u tumba. Su tumba provi- soria, porque mientras no venga usted a decirmelo -ya ver&c omo se las arregla-, no voy a creer en su muerte. iNo h eb ien refinado de mi parte dedicarle este ritual? -Muy interesante, tendriamos que revisar eso -hu- biera dicho usted. (Su voz delgada aun no se abre paso entre 10s silbidos intermitentes de la noche.) iY que no hubiera descubierto, maestro! Experto como era en lo sorpresivo, mago de las emociones, virtuoso en contradicciones en las que todo cabe, ma- cro y microcosmos, ideologia y escatologia, el amor mas dulce y la muerte. iSabe?, la muerte, ahora que tiene su rostro, ya no me asusta. Sali del estudio preguntandome cull seria la ex- presion idtima de su rostro. iDe dolor? iDe inocen- cia? Ojos cerrados, bajo el arco fino de las cejas, su digna nariz afilandose mas y mas, y usted, desde no se donde, confesandome: (NO se crea, maestra, aquello no es tan negro como lo pintan., Tal vez sea una irreverencia de mi parte, per0 de 10

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