Description:La abrilada había pegado fuerte la noche anterior. Mil detalles lo delataban: las alborotadas aguas del Estrecho, el fango de las calles, la humedad salobre agarrada a los rincones muertos, o a las murallas, o a los fríos metales de los cañones adormecidos. Lo pregonaba el musgo reverdecido de la noche a la mañana en los millones de junturas de los millones de rocas apiladas, ordenadas, domesticadas, que formaban los centenares, miles de metros lineales o cúbicos de lo que era llamado muralla, muro, bastión, contrafuerte o foso. La ciudad entera era una enorme roca, un enorme muro, una tremenda muralla. Gris y verde. Musgo y piedra. Humedad y roca. Piedra sobre piedra, y más piedra, eternamente piedra, cerrando el círculo, asfixiando, agarrotando los músculos y los alaridos.