VICTOR I. STOICHITA BREVE HISTORIA DE LA SOMBRA VERSIÓN ESPAÑOLA DE ANNA MARÍA CODERCH BHS Ediciones Símela Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en (nanera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Diseño gráfico: G. Gauger & j. Siruela © Víctor I. StoichUa, 1997 Publicado por primera vez en 1997 por Reaktion Books, Londres, con el título A Sbort History of tfoe Shadow © De la traducción, Anna María Coderch © Ediciones Sirtiela, S. A., 1999 Plaza de Manuel Becerra, 15. «El Pabellón» 28028 Madrid. Teis.: 91 355 57 20 / 91 355 22 02 Teiefax: 91 355 22 01 [email protected] www.sirueia.com Printed and made in Spain ÍNDICE INTRODUCCIÓN 9 BREVE HISTORIA DE LA SOMBRA EL ESTADIO DE LA SOMBRA 15 Orígenes 15 Sombras, reflejos y «otras cosas semejantes» 24 Estadio de la sombra/Estadio del espejo 33 LA SOMBRA DE LA CARNE 47 «¿Qué son los signos negros de este cuerpo?» 48 La sombra que cura 58 Presencias reales 70 UNA SOMBRA SOBRE EL CUADRO 93 Automimesis 93 La sombra de la mirada 106 Observaciones preliminares sobre la sombra y su reproducción en la época de la fotografía 114 EN TORNO A LO SINIESTRO 127 El pastor, la hija de Butades y el chino 127 El efecto demoniaco 132 Relatos de sombra (lucha, persecución, espera) 143 EL HOMBRE Y SUS DOBLES 159 La sombra de las Luces 159 Nadie sobre fondo dorado 174 a través La maravillosa historia de Peter Schlemihl de algunas de sus ilustraciones 178 LA SOMBRA Y SU REPRODUCCIÓN EN LA ÉPOCA DE LA FOTOGRAFÍA 195 195 Cuadrado negro 198 El comienzo del mundo 205 Tu m' A LA SOMBRA DEL ETERNO RETORNO 209 Repetición y diferencia 209 Doble Andy Warhol 226 240 Action Dead Mouse NOTAS 253 LISTA DE ILUSTRACIONES 271 ÍNDICE ONOMÁSTICO 277 8 INTRODUCCIÓN Se sabe muy poco acerca de los orígenes de la pintura, decía Plinio el Viejo en su (XXXV, 15). Pero una cosa es cierta; na Historia Natural ció cuando, por primera vez, se cercó con líneas la sombra de un hom bre. Este nacimiento «en negativo» de la representación artística occi dental es significativo. La pintura nace bajo el signo de una ausencia/ presencia (ausencia del cuerpo/presencia de su proyección). La dialécti ca de esta relación dicta la cadencia de la historia del arte. En la época en que Plinio escribía su tratado (en el siglo I de la era cristiana), la imagen pictórica ya había dejado de ser el simple contorno plano de una mancha. La sombra se había incorporado a un complejo espacio de representación que sugería la tercera dimensión, o sea el vo lumen, el relieve, el cuerpo. La imagen-sombra de los orígenes era, pues (tanto para el autor de la como para los pintores de su Historia Natural tiempo), más bien un recuerdo lejano de un hecho entre mítico e his tórico que la señal de un origen que se debe conocer (o reconocer), pe ro del que necesariamente se aleja. Un contemporáneo de Plinio se pre guntaba qué habría sucedido si los pintores no hubieran tenido la valentía de progresar, y respondía a continuación: «la pintura se reduci ría a trazar el contorno de la sombra proyectada por los cuerpos ex puestos al sol» (Quíntiliano, X, II, 7). Institutio oratoria, En este mito de fundación se adivinan varias fuentes. Quisiera com pararlo con otro, el que inaugura la teoría occidental del conocimiento: el mito platónico de la caverna. Platón imagina al hombre primitivo pri sionero en una gruta 517-519) y sin poder mirar otra co {La República, sa que la pared del fondo de su prisión, pared en la que se proyectan las sombras de una realidad exterior de cuya existencia ni siquiera sospecha. Unicamente al volverse hacia el mundo iluminado por el sol, consegui rá el hombre alcanzar el verdadero conocimiento. El mito pliniano y el mito platónico son dos relatos paralelos que no comunican a nivel del discurso, pero que sí pueden hacerlo a nivel her- menéutico. Si hasta hoy no se ha tratado de estudiarlos/interpretarlos 9 juntos, se debe probablemente ai hecho de que ésta es una empresa arriesgada. Platón y Plinio hablan de cosas distintas en contextos dife rentes. No obstante, diversos detalles me incitan a imaginar una lectura dialogada. Ambos relatos son etiológicos (sobre el origen del arte en Pli- nio, del conocimiento en Platón); tanto el mito del inicio de la repre sentación artística como el de los comienzos de la representación cogni- tiva se centran en el motivo de la proyección; la proyección originaria es una mancha en negativo, una sombra. El arte (verdadero) y el conoci miento (verdadero) consisten en la superación de la situación limite de su nacimiento. La relación con ei origen (la relación con la sombra) marca la histo ria de la representación occidental. El propósito de estas páginas es se guir el hilo y los hitos de ese recorrido. No debemos extrañarnos del re traso que, en relación con la historia de la luz, caracteriza a la historia de la sombra, su explicación reside seguramente en que en realidad es el es tudio de una entidad negativa. Nuestra concepción de la historia -con cepción hegeliana, para ser claros- y nuestra concepción de la represen tación -concepción todavía platónica- han permitido y reforzado, en cambio, otras perspectivas. Existe una pero se ha esca historia de la luz\ moteado la posibilidad de una En líneas generales, historia de la sombra. cabe achacar este equívoco al propio Hegel: Pero se el ser de cierto modo con la imagen de la pura luz, co representa mo la claridad de la visión no enturbiada y [die Klarheit ungetnibten Sehern], la nada en cambio como la pura noche, y se relaciona su diferencia con es ta bien conocida diferencia sensible. Pero, en la realidad, cuando uno se re presenta también este ver de un modo más exacto, puede muy fácilmente advertir que en la claridad absoluta no se ve ni más [in der absohiten Klarheit] ni menos que en la absoluta oscuridad, esto es, que uno de los dos modos de ver, exactamente como el otro, es un ver puro, vale decir un ver nada. La luz pura y la pura oscuridad son dos vacíos que son la misma cosa. Sólo en una luz determinada -y la lu se halla determinada por medio de la oscuri 2 dad-, y por lo tanto sólo en la luz enturbiada, puede distinguirse algo; así como sólo en la oscuridad determinada -y la oscuridad se halla determina da por medio de la luz-, y por lo tanto en k oscuridad aclarada, es posible distinguir algo, porque sólo la luz enturbiada [unterscheiden] [getritbtes Licht) y la oscuridad aclarada tienen en sí mismas la distinción y por [unterscheiden] lo tanto son un ser determinado, una existencia ]\ concreta [Dctsein 10 En una perspectiva estrictamente hegeliana, pues, sólo el estudio de la relación entre la sombra y la luz estaría plenamente justificado. Lo que, traducido a términos de representación pictórica, significa que sólo una historia del claroscuro podría tener éxito3. Estudiar la sombra implica en este contexto un doble desafío, tanto frente a la representación colecti va positiva de la luz como ser absoluto, como frente a la dialéctica del claroscuro. Sin embargo, la historia de la sombra no es la historia de la nada sino, al contrario, una de las posibilidades de acceder a la historia de la representación occidental por la puerta que los propios relatos de fundación nos señalan. Estudios recientes en el campo de la historia del arte acaban de tocar el tema de la sombra4 y de señalar la urgencia de profundizar en su es tudio. Otros escritos pioneros siguen siendo, aún hoy, una buena base para reflexionar sobre la proyección científica de la sombra en la pintura o sobre su simbolismo5, Pero la antropología ha sido la única disciplina que, a mi parecer, ha logrado superar los esfuerzos de las demás puesto que sus importantes contribuciones sobre la significación de la sombra en la mentalidad primitiva datan de principios de siglo*. Sin embargo, creo que vale la pena realizar un último esfuerzo por tratar de definir, con el riesgo que implica una focalización múltiple, el lugar que ocupa la som bra en el discurso sobre la representación en la cultura occidental. Y consciente del riesgo, me dispongo a asumirlo. Las conversaciones e in formaciones de mis colegas y amigos: Oskar Batschmann, Astrid Bor- ner-Nunn, Helmut Brinker, Caroiine Walker Bynum, Christa Dottin- ger, Matei Candea, Thierry {y Ciaire) Lenain, Didier (y Grazia) Martens, Sergiusz (y Kasa) Michalski, Fernando Marías, Reinhard Stei- ner, Anca Vasiliu, Susann Waldmann, han animado mi trabajo. Agra dezco especialmente la ayuda de Catherine SchaUer y Anita Petrovski, que tanto han contribuido a aligerar su periodo de gestación, y a Glo ria Compte, Mireia Freixa y Lucía García por su ayuda en la documen tación y corrección. Debo señalar además lo esenciales que han sido pa ra mi documentación las condiciones ideales de trabajo encontradas en la Biblioteca del Zentralinstitut fúr Kunstgeschichte de Munich y la amabilidad de su personal (y en particular, la del Dr. Thomas Lersch). Mi manuscrito se ha beneficiado de la lectura atenta y constructiva de Victor Alexandre Stoichita, de Catherine Candea, y de los ya aludidos Thierry Lenain y Didier Martens. Quiero también agradecer aquí el interés manifestado por Juan Añ il tonio Ramírez y expresar mi más sincero agradecimiento a quien ha po sibilitado de manera definitiva la publicación en España de este libro: D. Jacobo Fitz-James Stuart, director de Ediciones Siruela. Finalmente, debo agradecer a mi familia su aliento, comprensión y apoyo. Dedico este libro a mis hijos Pedro y María, y a mi esposa Anna María, fiel colaboradora y traductora; a ellos pues, en recuerdo de nues tra «caza a la sombra» y de nuestros paseos en los hermosos atardeceres de Ecuvillens. 12 BREVE HISTORIA DE LA SOMBRA EL ESTADIO DE LA SOMBRA Orígenes Podemos empezar acudiendo a Plinio: La cuestión sobre los orígenes de la pintura no está clara [...]. Los egipcios afirman que fueron ellos los que la inventaron seis mil años antes de pasar a Grecia; vana pretensión, es evidente. De los griegos, por otra parte, unos dicen que se descubrió en Sición, otros que en Corinto, pero to dos reconocen que consistía en circunscribir con líneas el contorno de la sombra de un hombre Así fue, de he [omnes umbra hominis lineis circumducta]. cho, su primera etapa; la segunda empleaba sólo un color cada vez y se lla ma monocroma; después se inventó una más compleja y ésa es la etapa que perdura hasta hoy. Historia Natural, XXXV, 15' El propio autor vuelve más adelante sobre lo dicho: Hemos hablado bastante, demasiado quizás, sobre la pintura: pasemos a la plástica. La primera obra de este tipo la hizo en arcilla el alfarero Butades de Sición, en Corinto, sobre una idea de su hija, enamorada de un joven que iba a dejar la ciudad; la muchacha fijó con líneas los contornos del per fil de su amante sobre la pared a la luz de una vela. Su padre aplicó después arcilla sobre el dibujo, al que dotó de relieve, e hizo endurecer al fuego es ta arcilla con otras piezas de alfarería. Se dice que este primer relieve se con servó en Corinto, en el templo de las Ninfas... Historia Natural, XXXV, 432 Analicemos el testimonio de Plinio. El hecho de que en dos ocasio nes y en pasajes distintos se refiera al mismo mito resulta sospechoso. En el primer pasaje, Plinio habla del nacimiento de la pintura, en el segun do alude al origen de la plástica. De su lectura se deduce que el origen 15