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Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes PDF

169 Pages·2013·19.18 MB·Spanish
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mmmu CURSO ELOCUENCIA I POESÍA FORMADO SOBRE LA OBRA I ADAPTADO A U I M WU DE LOS COLEAOS HISPANO-AMERICANOS, POR FEDERICO C. AGUIL.AR QUITO. IMP. HE MANUEL BIVADENEIM* ( 8 7 0. Quedan reservados todos los dereehos de reimpresión tanto en el Ecuador como fuera de él, según el privüejio qve la Ui concede. 9. <©. 6fr. ÍNDICE JENERAL ORATORIA. ^^^¿m^p^^ INTRODUCCIÓN Nociones preliminares ..,. División jeneral PRIMERA SECCIÓN. Persona del orador Talentos del orador Ciencia del orador Costumbres del orador Formación práctica del orador . • • • • • • • • • t SEGUNDA SECCIÓN. Composición oratoria XlJVciiCiOll • • • • • • # • • • •• • • •• • • •• • •»-'« Materia del discurso Proposición del discurso Desarrollo de la materia .... Elementos de convicción Elementos de interés Elementos de patético Disposición Plan del discurso División del discurso Gradación del discurso Partes del discurso Elocución Cualidades de la elocución PAJ. Órgano de comunicación 7^ TERCERA SECCIÓN. Carácter especial del auditorio 84. Elocuencia acad eniica * • •. •••• •••» •••• 8(j Elocuencia Forense §9 Elocuencia Política 97 Elocuencia Militar 105 Elocuencia Sagrada 106 Cuadro de los autores consultados 124 P O E S Í A. Nociones preliminares 125 x ossja> linca <•••• ••••• ••••• •••• •••• 101 Poesía dramática . . .. 138 X rsieoia •••• «• * • •••• •••• •••» . • • v í^c é IsOülcGlci *••• • • • * ••«• . » (• ••••• • • «. • loó Poesía épica 157 -ILCCÍOII épica ••••• ••••• ....• ..• • •••• ••••• 1 o& Moral de la epopeya 161 FIN DEL ÍNDICE. INTR0DTO6I0N. Ofrecemos á la juventud hispano-americana el presente CURSO ELEMENTAL DE ORATORIA i POESÍA. Habiendo buscado vanamente en español algún tratado que llenase las exijencías de un estudio tan importante como el de la Oratoria i Poesía, dirijimos nuestra a- iencion á otras naciones mas aventajadas en los ramos de instruc ción elemental. Después de haber consultado varias obras en latin francés, inglés é italiano, nos fjamos con preferencia en la obra francesa del R. P. Broekaerd S. J. Nos pareció inmejorables mas era preciso adaptarla á las necesidades de la anseñanza en las Repúblicas hispano-americanas. Emprendimos gustosos nuestro trabajo el afto de 1660, compendiamos casi todo, modificamos lo que nos pareció conveniente, i tradujimos al español con la mayor corrección que se pudo. La aplicación que después hicimos á la snscñanza, nos convenció que era una obra sumamente útil para las clases de literatura. En consecuencia, teniendo que enseñar de nuevo estas materias, nos decidimos, en obsequio de la juventud estudiosa de nuestras repúblicas, á publicarla como un escelente li bro de texto. Nadie ignora que el estudio de la Retórica i Poesía presupone ya sabidas las reglas sobre pensamientos, cláusulas, figu ras, etc., elc.j pero como de estas nociones se encuentran en espa ñol algunos tratados elementales bastante buenos, tales como Mon- lau, Miguel, Zarate i otros; nosotros las omitimos, atendiendo á lo mas importante i menos bien tratado por los preceptistas españo les. JSsperamos que el público intelijente apreciará este CURSO E- LEMENTAL tan luego como lo conozca/ i si le es favorable su voto, se hará otra edición mas correcta i esmerada. En ella admitire mos gustosos las observaciones que se nos quieran dirijir para ha cer que desaparezcan las faltas que contiene una edición de ensayo. Quito, noviembre 2 de 1869. 8Uúco <& ©(ryJat, TRATADO ELEMENTAL NOCIONES PRELI.W NARES. 1. Elocuencia en jeneral es " la facultad de impre sionarse i trasmitir á otros las propias emociones.'' En la elocuencia no siempre se trata de persuadir. En efec to, antes de pronunciar Flechier el elojio de Turena, el auditorio no ignoraba sus hechos, i así no pretendía el orador persuadir á los franceses que habían perdido un grande hombre; sino que estendia, desarrollaba i profun dizaba por medio del sorprendente cuadro de una vida sembrada de gloria, la idea que ya se tenia de su carác ter, de sus hazañas i de sus virtudes. Así, pues, la elo cuencia se encuentra en donde quiera que haya dejado profundas huellas de emoción, 2. No está necesariamente vinculada á la palabra, si no que puede existir en donde quiera que se encuentre lo sublime; en las reticencias, en el silencio, en el jesto, en la mirada i aun en la actitud exterior del hombre. Sincmbargo como la elocuencia es el principal efecto de la palabra, espresion animada de la intelijencia, es pre ciso para definirla con precisión circunscribirnos á los e- fectos que dependen del lenguaje. 3. La elocuencia es, pues, " el talento de persuadir por medio de la palabra," es decir, el talento de comu nicar á los demás las convicciones, los sentimientos i las resoluciones propias. La facultad de obrar en los espí- itus es el talento de instruir; la de obrar en los cora- — 4 — zones es el talento de mover, i la de obrar en las volunta des es el talento de subyugar* De estos tres talentos re sulta el talento de persuadir. Los que la definen (i ar te de persuadir," no atienden debidamente á la elocuen cia natural, i así restrinjen la significación de la palabra. 4. Algunos hai que deben su inñujo á la superioridad del talento natural; pero esta elocuencia espontánea no podrá adquirir su verdadero complemento sino por me dio del cultivo asiduo; i á esto se dirije el estudio de la Retórica ó del " arte que desenvuelve nuestras disposi ciones naturales para la elocuencia, i las dirije debida mente." Si las reglas se circunscriben al arte de hablar, se tiene una de las partes de la Retórica, á saber, la 0- ratoria. 5. Esta es para la elocuencia, como la teoría es para la práctica. La elocuencia es un don natural, la Orato ria es el fruto del estudio: esta señala el método, aque lla lo sigue : Ja Oratoria indica las fuentes, la elocuencia se vale de ellas, aquella enseña los medios, esta los em plea. De la misma manera el hombre afluente se dife rencia del elocuente; aquel cuyo estilo es fácil, claro, puro i elegante, es afluente ; el elocuente es vivo, ani mado, persuasivo, irresistible; conmueve, eleva, domina al alma; así Flechier de ordinario no es sino afluente, pero Bossuet siempre será un hombre elocuente. Las reglas son útiles al talento, porque le ponen al alcance de conocer mejor el mérito de los que las han sabido a- plicar, evitan el que se descarrie, le dirijen en el uso de sus fuerzas, aumentándolas aun con los medios que ponen á su disposición. Si se pregunta: ¿la naturaleza ó el ar te son los que forman al orador? Diremos: la natura leza suministra el fondo necesario: el arte, es decir, el estudio i la educación le fecundizan i le pulen. No es menos raroe ncontrar hombres naturalmente persuasivos i subyugadores, que poetas ya formados por solo la ma no de la naturaleza. Guando el talento natural, i sobro todo el espíritu de invención ó creación es de una supe rioridad incontestable, se llama jenio. El hombre de je nio so eleva con facilidad, produce sin esfuerzo, é instin tivamente percibe lo bello i lo sublime. Sinembnrgo el mas fecundo jenio tiene necesidad de desarrollo i perfec ción, i exije, mas que los talentos ordinarios, un prndon- te majisterio. 6. Siempre los modelos han precedido alas reglas; pues el jenio embellece á la naturaleza imitándola después de una detenida observación; estudiado este & su vez por observadores atentos, ha dejado descubrir el secreto de sus maravillas. Así es que la Poesía i ia Elocuencia existieron antes que la Poética i que la Retórica; Eurípi des i Sófocles habían ya escrito sus obras cuando Aris tóteles señalaba las reglas de ia trajeiüa, i Homero había sido sublime antes que Longino compusiese su tratado de lo sublime. En consecuencia, puede definirse la Li teratura " el arte de juzgar las producciones del talento i de componerlas por uno mismo." Cuando el jenio pre senta sus obras, el primer sentimiento que escita es el de la admiración, i el instinto que percibe su belleza se llama GUSTO. Gusto, es pues, Ma facultad de apreciar las producciones literarias, fundada en el conocimiento de los principios i en el sentimiento de lo bello." Para a- preciar bien una obra, es preciso apoyarse á la vez en la aplicación juiciosa de las reglas i en el instinto espontáneo del sentimiento; ambos son caracteres esenciales de la CRÍTICA Ó de "la aplicación de la razón i del gusto á las obras del jenio." Ni el conocimiento de las reglas, ni el instinto de lo bello bastarían, tomados separadamente, para el examen de las producciones literarias; pues el primero por sí solo es un criterio demasiado débil, i el segundo nos espondria á errores deplorables. Tanto el sentimiento de lo bello, como una vaga idea de las reglas son innatas en el hombre; sinembaí go, así como pueden extraviarse, así también son capaces de desarrollo i per- — 6 — fcccion. A pesar de las preocupaciones i caprichos de algunas naciones i épocas, hai en el hombre, tomado co lectivamente, un sentimiento invariable de lo verdadero i de lo bello; i bajo este punto de vista el gusto es mas precioso que el jenio; porque si este produce, aquel con serva, i sin el gusto el genio solo seria un loco sublime. La cualidad esencial del gusto es la pureza, con que dis tingue la belleza real de la aparente ; su perfección con- siste en la delicadeza que nos hace apreciar i sentir las mas imperceptibles bellezas, i en la prontitud la cual, por medio de una intuición espontánea, previene todo raciocinio. 7. También la poesía es elocuente; pues que la ima- jinacio?i i la inspiración que forman las dos partes cons titutivas del jenio poético, son también fuentes de elo cuencia; advirtiendo, sinernbargo, que la imajinacion lo es menos que la inspiración, porque el poeta ú orador con la primera al asimilarse las emociones de sus perso najes, dándoles un lenguaje que se armonice con sus pa siones, solo manifiesta una elocuencia de imitación, mu cho menos subyugadora i menos verdadera que la produ cida por una emoción real, es decir, por la inspiración. Esta cualidad preciosa es la que hace que la elocuencia sea imponente, verdadera, irresistible; ella es la que ha ce brotar la elocuencia de la poesía, ya sea en la oda en que los pensamientos íntimos del poeta se manifiestan con viveza, ya sea en la epopeya en donde amenizan la relación de los acontecimientos, ya en los poemas dra máticos en donde se mezclan*con los pensamientos de los personajes puestos en acción. Se equivoca quien se imajine no ser la poesía sino un adorno del pensamien to, i que puede carecer de fondo con tal que se halle re vestida pomposamente de imájenes, i que ostente un lujo majestuoso de palabras. En tal caso carecería de elocuencia, la que no existe sino donde hai un fondo de verdades, i consiguientemente una convicción profunda — 7- que se manifiesta al esterior, ya por medio de un acento de dulzura, ya de un rapto de entusiasmo, ya también por medio de la rapidez del lenguaje. Todo debe ce der á la violencia de sus emociones ó de sus palabras sublimes; i cuando el corazón está movido, escitada la imajinacion i vencida la razón, entonces es cuando la poesía se ostenta elocuente; porque ha cautivado todas nuestras facultades. En consecuencia se puede deducir que la poesía no es sino la elocuencia en toda su fuerza i con todos sus encantos, la elocuencia que nos subyu ga con toda su fuerza, que nos encanta por sus atracti vos, que nos levanta en alas de la imajinacion, apode rándose de nosotros, como la inspiración se apodera del poeta. Cuando nos hallamos bajo su influjo no sentimos sino por ella, no pensamos sino por ella; en una pala bra, nos identificamos con-ella, con sus ideas, con sus sentimientos, con sus pasiones, i este es el mas esplén dido triunfo de la elocuencia. D I V I S I ÓN J £ N E B A L. 8. Todo discurso, dice Aristóteles, depende de tres cosas, del que habla, del asunto de que se trata i de la per sona á quien se habla, la cual es el fin al que se dirije el discurso. Estas palabras encierran no solo una distin ción jeneral perfectamente exacta, sino también un or den eminentemente práctico. En efecto, ¿ qué sucede de ordinario cuando un hombre dotado de algún talento natural, formado bajo la férula de una conveniente edu cación, perfeccionado con el contacto de los modelos vi vos de la elocuencia, qué sucede, digo, cuando se ve en la necesidad de comunicar á los demás sus propias ideas ? Primero determina la materia, i se fija un blanco, des-

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la elocuencia no siempre se trata de persuadir. En efec- to, antes de pronunciar Flechier el elojio de Turena, el auditorio no ignoraba sus hechos, i así
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