Como de costumbre es un día apacible cuando llega a la aldea gala Filatelix, el cartero. Obélix le pregunta si se pueden enviar menhires por correo, a lo que este le responde que sí, siempre que sean certificados para que no se pierdan en el reparto. En la correspondencia trae una carta desde Lutecia (París) para el jefe Abraracurcix. La carta es de su hermano Oceanonix que le informa que su hijo Gudurix, un joven quinceañero, viaja de vacaciones a la aldea y le solicita que lo haga hombre, ya que la vida de ciudad lo tiene muy blando.
El “colérico” muchacho llega a la aldea conduciendo un carro tirado por cuatro caballos, al tío lo trata de “viejo”. Astérix le alaba el carro y éste le contesta que es un sport fabricado en Mediolanum (Milán). El jefe le encarga a Astérix y a Obélix que se preocupen del joven. Astérix organiza un baile de recepción en su honor. El muchacho se aburre con la música y bailes provincianos, hasta que sube al proscenio, le quita la lira a Asurancetúrix, el bardo, y les dice que les tocará lo que se baila en las catacumbas de Lutecia, el Pata Pata y otros bailes modernos; pronto todos bailan entusiasmados, hasta Obélix. El baile termina cuando el bardo recupera su lira y comienza a cantar. Todos se van y el joven le dice que está perdiendo el tiempo, que debería ir a cantar al Olimpix de Lutecia (París).