A mis más de treinta años, con la seguridad y madurez que me caracteriza nadie creería lo fácil que le resultó a una mujer arruinarme la vida, pero así fue y es la razón por la que no quiero saber nada del amor, o eso pienso hasta que aparece ella y todo se va a la mierda.
Ella, la niña que solía jugar a las princesas con mi hermanita, que me hace sentir un depravado por mirarla con deseo. Ella que me mira con admiración sin imaginar la clase de imbécil que soy.
Le han roto el corazón, mi pequeña Mary también está herida y yo solo quiero abrazarla y prometerle que todo estará bien, pero ni siquiera sé si yo estaré bien.
Es la mejor amiga de mi hermanita y merece a alguien mejor. Debo alejarme de Mary, debo recordar que es parte de la familia, debo dejar de desearla para mí, pero no estoy seguro si lo lograré.