Description:Diagramadora de microcosmos masculinos implacables, la brasileña Ana Paula Maia cuenta en su haber seis libros, cada uno de ellos el fragmento de una historia que sigue una temporalidad inversa respecto al orden de publicación. Narradora inmisericorde, sus personajes son —la expresión es de Sartre— “criaturas privadas de posibles”, recorren holgados un cerco delimitado con minucia sin saber que todo intento de saltarlo resulta vano y todo comienzo, repetición. En De ganados y de hombres (2015), el cerco es un matadero. El aturdidor Edgar Wilson, inescrutable como los ojos de una vaca, ejerce su oficio con una piedad de la que carecen sus compañeros. La parsimonia de su carácter, el gusto por la soledad y el silencio, se ven interrumpidos por una serie de hechos presentados con dosificada maestría. De repente, algunas vacas dejan de pastar mirando al norte, otra muere en lo que aparenta ser un suicidio, aparecen fetos abortados. La sabiduría adquirida en el trato íntimo con la muerte le permite a Wilson leer los signos de lo inminente. No sólo el cambio de comportamiento de los animales, su humanización, sino la animalización de las personas, que gruñen, berrean o tiemblan como novillos. En la reciente Así en la tierra como debajo de la tierra, el cerco es una colonia penitenciaria a la que Bronco Gil (personaje secundario en la novela anterior que toma ahora el papel protagónico) es trasladado junto con otros dos presos (“La mayoría es de matar por encargo, como hacen los aturdidores en un matadero”). Lo que en un primer momento se presenta como modelo de rehabilitación socioeducativo pronto se revela una chapuza. La escasez de alimentos, la incomunicación con el exterior y la espera incierta de un inspector enrarecen los intercambios en una tensión insostenible. Melquíades, director de la colonia, otrora representante de la ley, se ha vuelto la encarnación de esta, con lo que eso conlleva de feroz despotismo. Periódicamente selecciona un par de presos, los libera