Amanece un día más en la urbanización La Encina. Sus habitantes comienzan a desperezarse para comenzar con su rutina diaria. Casilda Clemente es la vecina más odiada de la urbanización y la primera en dar su paseo por la calle principal para fisgar por encima de las vallas de sus vecinos, pero Casilda no se ha percatado de la figura que la sigue con sigilo. Todavía no sabe que al final de la colina le espera la muerte.