ebook img

Armas Y Letras 30 de Junio de 1924, Nº82 PDF

40 Pages·2017·9.33 MB·Spanish
by  
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Armas Y Letras 30 de Junio de 1924, Nº82

WÜNiClP^'» W R A 3 ■ G IE M G IA y » • 1M V E -M T O ^ ■ V lA e J E -^ ■ D E P O R - T E - ^ - L IT E 'R . A T V R . A 'P A y^ A T lE -M P O ^ -e V F ?.1 0 ^ lO A D E w / ^ *:*G— v u L 6 tA R > i:sA ei(!)M & y ® e i E ^ T i P i e A c / 0 - ^ - DIRECTOR PROPIETARIO ----- 30 DE lUMO DE 1F24 - VICENTE VALERO DE BERNABE - AÑO'V NUMERO 82 Ayuntamiento de Madrid LA PISTOLA NACIONAL Unica reglamentaria en el Ejército Unica reglamentaría en la Marina de Guerra Unica reglamentaria en el Cuerpo de Carabineros, en el Cuerpo de prisiones y para los Jefes y Oficiales de la Guardia civil CALIBRES, 9mm . 7’65 y 6’35 Los señores Jefes y Oficiales pueden adquirir a plazos Fabricantes: ESPERANZA Y UNCETA estas pistolas por conducto de (Vizcaya) GUERNICA CELE<S»CIÓN GENERAL A. V. OE BERNABÉ A R M A S Y L E T R A S OUQUe DE OSUNA. 3.*MADRID P E D R O A N D I O N I M P E R I A L , 8 Y 16, Y B O T O N E R A S , 8 T E L É F O N O 1 4 - 8 7 M. Lonas para toldos y cortinas.—Lcncería, cutíes y terlices para colchones.— Saquerío para envases de lanas y cereales. — Cordelería y tramillas.—Yutes para enfardaje. — Mantas, colchas y géneros blancos.— G utaperchas.— Lanillas para banderas. PIDANLA A PRUEBA LA M AQUINA DE ES­ A LOS CONCESIONA­ CRIBIR Q U E REUNE RIOS EXCLUSIVOS para TODOS ESPAÑA, PORTUGAL LOS ADELANTOS MODERNOS Y MARRUECOS MADRID: Hortaleza, l7.-Teléfono 44-58 M. BARCELONA: Balmes, .—Teléfono A. 458. ORBIS, (S. A.) 12 VALENCIA: Mar, 8. BILBAO: Ledesma, l8. PALMA DE MALLORCA: Quínt, 7. SEVILLA: Rivero, 7. TOLEDO: Comercio, l4. Procedentes de cambios por la sin par máquina de escribir CONTINENTAL, se venden máquinas de ocasión de todos los sistemas, en buenas condiciones. C A LC U L A D O R A S A L Q U I L E R Taller de reparaciones de toda clase. Accesorios para todos los sistemas. Especialidad en Muebles de Oficina PIDAN PRESUPUESTOS Ayuntamiento de Madrid l a H M A q ^ i L i M A g z - ñ (DIALOGOS MILITARES) CARTAS ENTRE JUAN Y PEDRO errer a las moras que si guiílan el cjo a un perro infiel van ai infierno... ;que crees tu, que no habra va bastantes conden.is? iba a irir que eso es rosa de Querido amigo Pedrote: va estoy mas mejor la cencivilación. pero, me paece que voy a armame d'acu*llo de la cocota que m’hi7*j el mushn que lei­ un lío... otro dia te lo iciré ¿querrá*? mos Paco V que no sabia apuntar; aiuego dirás que ;Oue será, que dende hace unas semanas, muchas »oy cab^^u'do; no se conoce, porque yo, cuando os blancos son fírandes, m'acuerdo ye que en aquellos rasuras que no tenían gente, se ve ahora qu hay mu- días que tirabamos a veinticinco metros, cii Q'-iS u ieres v rhicos? iré el capitán que snn (smilias pue tres v^ccs: siempre fuiste, a ma> de biturrico, anda­ estaban mas allá de los montes, aonde hay soldaos luz ¿V.1 una perra gorda a que no comprendes lo que ferna nsrues ecsacssa v vq upeo rs 'hesaon gcürnevlveennd:o edl e toinuie? nte Bailer^ quieo icir con hacete de dos tierras? como es tan escamón, ice que le pae«.e raro que no Per poco nos estozolamos de risa, t6os los amigos, havan venío antes: enseguida se enzarzan en precin­ cuando leimos lo que icias de las mozas deí pueblo, tas V cosas raras y no se callan hasta au el oue toas s’lian plantao en menos de veintitrés artos Ies dice —no le den u«tés vueltas: pasará lo que Dios V dico yo ciinio el furrio! —tan y niientrns cu estén quiera— v nos queamos tóos, Uin frescotaí, pos, déjalas, que ten}<iin lo? años que quie­ paece eso'a lo que iaa acuel vie;o do -pasará una ran y que no voten— me paere a mi que el sifior cosa u otra?— 0os, mira tu lo que son las rosas, Cura, no tenia necjsiá de cavilar : ¡ya s harán vie­ esn, es lo mas siguro y claro que yo te pueo icir. jas vn ' si están tan majas de iovencicas ¿pa que Los que andan que no deb«n tener tiemoo ni pa amafdaics la vida, iciendolas los años que tienen.-’ rascase, son los que volan : en too el díi. f“ando no es como si a tu, pongo por un decit, t’cstuvMn siem­ está nub’ao ni hav levante, no pasa una hora sm__oue pre iciendo que eres mu feo ¿verdad que no t haría veas uno u tres u cuatro patarr^cos: y oue bancos gracia? van casi siemore : toos van siemnre .il mi«mo pue^ Ove, Pedrico ¿de aorde has sac’.c eso A que ago- to- a dar- pvieltas prr encina d’aquel pueblo que le ra tengo cosas que contar? si aquí, no pasa r«í figú­ pusiste nombre v que me paere aue se í) ner que ramblar: a mí. mr da su«to velos pasar, rate qu’hasta ros aburrimos: si no fuera por .alguna porque, raro es el día oue no se esradiarra alGuno... oartidica de mus que de cuando en cuando echamos 6i no pué ser, seílrr: mus empeñamos en querer ha- y por que mus dejan ir algún qu'otro dommgo a la 1 plaza a ver lo qu’hacen las cocineras robustas y las rer lo que harén Ies hombres v lo ‘ '^ ’?*; niñericas, esta vida sería sopadifera, que ice el tímen­ jaros v no pué ser... es como si los acuiljchos y los te Bailez- si ac.aso. al ir a llevar la compra a lo» ven-ejos, cogían un fusil y se metiesen a soldaos. campamentos d’allá bajo, media docena de tíñeos y /Crees tu au’h^ren murho? t>o« mira, si haremos algún mójamete que cae: total, ná. niimerirrs, en '•ada oeazo de oared ow frnn, con 10 que cuesta firala, podías comnrar el camoo en aiie “ !Xe' dijrque'un dia d’estos vamos a hacer algo está la o.ired v harete una rasica v... amos, cue las que no te feguras? güeno: pos, si no te lo he dicio, cosas qu’inventan hov los hombres p'hacer la gue­ va te lo he dicho : pa que veas si será u no, cosa se­ rra, son como los rios que tieen muchas piedras en ria, va a venir a velo el presidente del Dccretono, d frn-lo- tóo se güelve estrénito v ni te pués bañar, qu'andao por tóos los puestos v se conoce esto, parejo ni riegas n-as oue dos \t tres campicos y malamente, cue si de chiquilico hubiá jugao por aqui: ya com­ prenderás que pA vernos dar un paseo de esos que con el agua que llevan. icen de reconocimiento, no vendría : a mf no me pae- A mf, me se enrii-uerda mucho lo que leía un s<^ s” ce raro que venga ¿es que no es natural que las co­ flor Q-'^ no c'mn se llamaba, ni cuando Mbló sas de la melicia le tiren una miajica? —donde hava hombres, na entrar, si no deian, hom­ bres v naa mas— ;que no tenía rar<Sn?. . como quie­ Si te comara tóo !o que se hice por los campamen­ ras: no tengo ganas de calentame la cocota, pero, sf tos, tendrías pa reite un rato ¿sabes lo que te digo, te diré que muchas cosas que al velas, nos hacen maño? qu'eso de que las mujeres son alparceras, ha­ quédanos con la boca abierta, se tnrdr- niu poouico brá que pasáselo a los hombres, ¡jorque no se yo. si en ver que ■=on una filfa ;no t’acu'-rd.is d aquel ca­ en un lavadero acnde vayan muchas miijenicas, m- talán cue fue una ve-: a la feria del oueblo v quería ventarían las alparcerías que aquí se colan : tit gra­ co'ocanos una escooeta oue mataba las liebres y te cia, que el que m;is y el que menos, tenga guena Ins ponía en un plato guisás. cm salsa y too?... pos tinta pa snber las cosas o beba en buenas fuentes, hay muchas cosas que se le parecen. que va es tener suerte en esta tierra ¿por que será Mas meior es lo que ícen que va a hacer el ceneral eso de qu’el agua d’aqul, te ricuerda siempre a la que manda tcos e^os páiaros míe tanf- niidn meten : que icen de Locches? no se exp!ii.a que los nin¡ame- creo que va a ooner como correos Qu irán d un pues­ tes no beban vino... güeno : qu’Alá no les deje ca­ to a otro la mar de ppsa : eso, ya tic otra cara,^ sf tato, lo peemos creer, pero que si lo ices a uno, sm señor V coste que..., güeno. que ya fesrnto ma-=>ao q-je roigan —ala a tomar un chata— te contesta Alá es grande— dimpués de bebesein. es fijo: s ni- V que 'me vov a ver lo que icen los paneles cue tóos ios Domingos le mandan al furriel: recibirás un re­ cían tanto caso d’olras cosas de! Coran,_ otro gallo Juan. cuerdo suyo y de este que lo es, tu amigo — mus cantara a ellos y a musotros... mía qu'hacer Ayuntamiento de Madrid Q ifrido J^niro: menos mal que dijiste pronto que no había sido ná lo d» la cocota, puL-s, cuando leí tir: claro; las gentes están escamá» v tan v mien- que estabas en el Dokler, me llevé ur^ buen susto- tras qu haiga uno que leve el carro, pos, la dél otro: un trago de la bota v a dormir, que va te avisarán ¡cosas que le hacen a uno pasar los amigos; cuando se les tié ley! cuidao que te dije bien de veces que S P®’’" i'•«concho! asma, no \amos a estar siempre y cuando el Direto- f» te confiaras pero, ccmo siempre p-esumiste de tener la cabeza dura pensarías que las peladillas de rio se vaya, algo habrá qu’hacer; por mas ensebá los mushnes no la iban a poer agujerear: va io has que una rueda esté, si no hay quien la em^p uje,’ tié que parase ¿no? visto ¿es que te crees que las cosas duras son las "o !- lah!... el Paco ese que Hablnndote_ un poquico' de ca cosa; va sabrás mandaste a por las hunses, déjalo, qu’aüí está bien qu hemos temo a los reyes de Italia una semana, en- y s. no pos, cue s'aguante y hubiá aprendido como Ue Parce,ona. Valencia y Madrid ¿por que serán asín se manda una trayetoria pa que s’ajusie con la de de prisa esos viajes? mía qu'el pobre señor, un día tiro y hagan un impato; no pué uno reíse de las co­ de os que leí lo que le hicieron, me lo echaron ca sas que i enseñan, manque parezcan enrovesás. pá la la le a las nueve de la mañana y no ¡o dejaron _ Ties mucha razón en eso que Ices de que los mo- accstar hasta la una de la madrugá : amos, que lle­ jametes echarían mejor pelo si quisián ajustase con gar a Rey pa que te traten asina : ice el notario que nosotros : tamién es pena que tiniendo campos tüe. tco eso son cosas del protocolo v como no nos ha nos y agua y un cielo casi tan majo romo el núes- dicho quien es ese siñor, nos qucamos con la gana tro, no cojan casi ná ; y t6o, por tozudos por no de sabe o: en fin ¡ pobrecico siñor! qu’a gusto ha­ brá cogío su casa. querer que los enseñen ¿que le vas a hacer? Ir.s ca- Dezetas, cuando menos, son hombres v a los hom- Aquf en el pueblo nos divertimos la m ar: escomen­ bres hay que respétales su sentir; dimpués de tóo zaron las mujerucas conque si debíamos ir a la esta­ SI no es hoy, será mañana u al otro, ruando se aba­ ción a velos pasar, que venían en un tren mú majo jen del burro y si no se quien bajar, allá ellos. y pué cue dejaran algo p’al pueblo : allá que fuimos ¿Quies que te cuente cosas de las que pasan acuí? y el secretario nos engañó y cuando llegamos, falta­ gueno ; te iré una, pero no m'hagas preguntas por ban dos horas entoavía : charrando uno» rato» y otros que no te contestaré, ya lo sa-jes : con saber lo que durmiendo encima d’unos sacos de pimentón estu­ sepas, ties bastante; ya está dicho: ¿que no endivi- vimos aspera que t'aspera. hasta que empezaron a nas.'.. SI eres mas torpe... como no te dican una üar \oce¡5 les de la estación y nos espabilamos: vino cosa del revés y del derecho, lo que es la comprenen- la guardia cevil; sentimos un pitío mú largo v mu» cia tu\a... gueno... ya sabes que en un Consejo de cegó el polvo del tren que pasó a tóo meter. guerra que le icen supremo por que está encima de Rediez si nos reimos al ver el chasco: tié gracia tcos, \an a ver si d'aquello de Anal, tuvo alguien la que de tantos como eramos a denguno so le ocurriera culpa y quien fué y... t’aguardas. que ya te dirán lo preguntar si paraba el tren : menos mal que llovía qu haiga, cuando se vea; o ,-eres tan ansioso que bastante y la horica larga qu'hay pa llegr al pueblo, quiés que te lo digan antes de velo?... ala, que se la pasamos iciendo y haciendo cochufletas v acercán­ tapaga la lumbre; ¡a lo tuyo y a callar!... r rediez donos a las mocetas pa que no se mojaran... lo mas Sí eres parlaori chusco fué a la mañana, cuando escomenzaron a ha- _ No creas tu que descansan aquellos unioneros que cenos preguntas los que no habían corrido la juerga icen van a gobernar cuando los generales se vavan ¿xes lo que nos había pasao? pues, la tía Rosa, la a lo suvo: no: toos los díns, en un puesto u otro, madre de la Baltasara, estuvo contándoles a las vie­ charrán a los paisanos v hacen procesiones v tóo • jas, hasta Ies botones que llevaba en la camisa el rev el siñor cura, está mú contento, pero, el maestro y forano, armandosey el primer lío con que si eran de el veterinario y el notario, no están mú conformes • oro u de pedrería sin fijarse en lo atontada» que se icen muchas veces que en lo qu’es de tóos, debemos santiguaban las que oían hablar de la camisa que un hombre llevaba. meternos toos: a mí. no me paece que icen mal, mas que, pa curar a un enfermo, hay qu’ir a velo; si te Te digo cue la mar: yo no me he risotado nunca estás en la plaza, bebiendo y jugando al mu.« y tan tanto, n he tenío el sueño que tenía aquella maña­ na : —no te sepa malo, me icía el siñor Antón, que y mientras va el vecino, a éí le agradecerán la cura. toas las noches no pasan reves por el pueblo y un El siflor alcalde, que es poco charraor, siempre día es un dí.T ¡repaño! total, con dormir la siesta ^ e custionan los demás, con mucha tranquilidad y fpañao : ¿verdá que dá gusto ver como le aprovecha- hasta con sorna,_tié palabras pa los d’uno y otro ban- mos i6o pa di vertí nos? do: al cura le ice —no m’hace grncia. mosen. que lo quián ustés arreglar tóo solicos: si estos, no quien Aun querrás que te diga mas cosas : aluego, en la hacer ná. lo cue debían hacer es cogek..« por los zan­ otra que tVscriba, porque pa arreglar unos asuntos cajos y oblígales, por que es mii coirodo eso de de- de mi agüelico, vov a tener que dir a Madrit unos j«r que hagan los demás pa luego icir que está mal días y te contaré lo que haiga y lo que no haiga y lo hecho: a mas, si los dejan ustés en la vagancia como icen qu'es mu grande, va verás, va : apreparate creeremos tóos que les estorban... pa «PMer dmrou.chas cosas y ya sabes; tu amigo que lo es — _ Total; un lio ; como son tóas las cosas de la polí­ Por la rrntrpcióB, tica, que tié mas mentiras que el qu’inventó el men­ FBBHANDO UE ALTOLAGUIRSE. é t f É . Ayuntamiento de Madrid COSAS DE MI PUEBLO El mejor amigo der zeñó Martín Por E. G. A. No consta ciertamente por qué un día don Prudencio tuera a arreglarse al histórico es­ tablecimiento ; pero sí que, ecuánime, de res- petab e autoridad en la población, las altera­ ciones del pulso del zeñó Martín y las carac­ terísticas ya señaladas, haciéndole compren­ der su estado anormal, le forzaron a interro­ garle : —Pero, hombre, ¿cómo se atreve usted a poner sus manos en mí, si no puede negar La barbería del zeñó Martín, situada en lu­ que esiá bebido? gar cénirico de la población, era el observa­ Zeñó Martín, que derrochaba la coba por torio más impcrtanle en el obligado o volun­ arrobas, le atajó diciendo ; tario paso de íania mocita jacarandosa como —Tiene ozté rasón ; he bebió, pero he be­ taconeaba la transi'ada calle; sólo por ello, bió poco; yo mizmo lo reconosco; mi purzo podría conservarse y aun aumentarse la clien­ fraquea ; qué quié ozté, no he bebió lo mío, tela reclutada entre gente jovial y novelera, y no bebiendo lo mío, no ezfoy en miz caba- porque siendo el zeñó Martín, (a) Papalina, el lez ; hazla una barba tan zuave como la zulla devoto más acérrimo del dios Baco, y sus ofi- ze me rezizie. cia'es dignos discípulos del célebre maestro, Y con más coba aún, acariciándole, en plan el inevííable desuellen quedaba compensado de plena confianza, solicitó su permiso para con el gus'azo de ser (ertuliaro del clásico sa­ pasar al interior, donde cayeron, segtin sus lón coiffeur, más conocido por el de la san­ propias frases, «doz cortadiyoz de un aguar­ gre, y donde más de una vez los vehementes diente zerrano que quila er hipo y da fuersa suspiros de las bellas transeúntes hicieran os­ pa arreglar ar mizmo Sanzón que ze colara cilar las bacías colgadas de su pórtico. por la tienda». Para el que ajeno a estas circunstancias, Al reanudar la operación, tanto alabó las sentado en ei sillón del martirio, sufriendo excelencias de su sistema, tanto criticó lo que con el repulsivo y aguardentesco vaho de su él denominaba el afeitado en seco, y ponderó ejecu or, las impertinencias anexas a un es­ el remojo interno, que ablanda la barba y cai­ tado que, no siendo normal, éralo efectiva­ ma los nervios, que don Prudencio, por no mente, al terminar la espeluznante operación, despreciarle, por no llevarle ía contraria, hizo recibir en pleno desvarío, la frase de rigor: la primera prueba. iiservidoi), era pasar desde los linderos de lo ¡Poder irresistible del virtuosísimo elemen­ trágico al pleno goce de una vida libre de so­ to vital! bresaltos; era quedar invi ado a no traspasar Desde aquel día, la clientela aumentó con los umbrales del famoso establecimiento... el que llegó a ser ei mejor amigo der zeñó —¿ Eztá ozté contento der zervisio, cabaye- Martin, constantemente pelotilleado por los ro?—preguntaba el zeñó Martín. oficiales de la barbería, y el que, viejo y acha­ Y entre las sonrisas de rigor de sus satéli­ coso ya, seguía sin comprender el significado tes, forzosamente, el parroquiano de una hora, del afeitaJo en seco; ¡había que rem.ojarlo midiendo lo sufrido, con el valor inconmen­ interiormente! Tanto, que muchas, muchas surable de lo que respiraba ya a pleno pul­ %eces, hubo de ser conducido en un estado món, había de contestar indefectiblemente: vergonzoso a su propio domicilio, de donde —Comento y agradecido; nunca he salido saliera con la sana intención de arreglarse y tan contento de otra barbería. regresaba desgreñado, con mayor barba aiín Instantánea ejecutoria que hacía olvidar a y con una papalina que cuadraría muy bien aquellos verdugos que la clientela no podría con el apodo de su entrañable amigo, pero no aumentar siró con gente jaranera, porque el con la prudencia que de su respetable posi­ que se marchaba contentísimo... ese no vol­ ción y hasta de su nombre de pila, eran de vía más por el lugar dei suplicio. esperar... Ayuntamiento de Madrid CUENTOS ESPAÑOLES Patria Veréis cómo pasó. oficial de Infantería, que se quedó inmóvil La enfermita se moría ; y como si se hu­ junto a la puerta, sin atreverse a entrar. El biera establecido un paralelismo extraño o padre de la enfermita volvió la cabeza, y con una complicidad trágica, la noche y la muerte voz opaca y temblorosa preguntó: se acercaban juntas ; y mientras la habitación —Se ha recibido la orden, ¿verdad? se llenaba de sombras y a través de los crista­ —Sí, mi coronel; acaba de recibirse. les se veía cerrar el crepúsculo, descendían —¿ Mañana... ? también sombras de muerte sobre la pálida —Mañana, de madrugada. A las cinco debe cabeza de la enferma, cabeza de escultura hun­ estar el regimiento embarcado en el tren. dida a plomo en la almohada, sobre la cual se El coronel añadió concisamente : extendía revuelta una madeja de cabellos ru­ —Está bien ; a las tres, diana ¡ a las cuatro, bios. La expresión del rostro desaparecía, se formaremos. Dé usted la orden para que todo esfuminaba lentamente ; los ojos miraban ya esté preparado. sin ver, y por la entreabierta boca se escapaba El oficial vaciló un momento, y al fin pre­ !a vida en un aliento tenue y fatigoso. guntó en voz baja: Los remedios humanos estaban agotados ; —¿ Hay esperanza ? los divinos no hacían falta, porque aquella po­ —Ninguna, capitán ; ia pobre se muere. M bre criatura que se moría no necesitaba Jor­ Ahogó un sollozo, inclinó la cabeza y no dán donde lavar sus culpas ; le bastaba para dijo más. Si allá en el fondo del espíritu, don- el tránsito supremo ¡a inmaculada inocencia do bate en silencio el oleaje de las pasiones, de sus diez años mal cumplidos. hubo protesta, de la oculta tempestad sólo síí- Estaba la madre de enfermita junto al le­ lió a ia superficie, como espumillo leve y amar­ cho, y cerca de ella un médico que vestía el ga, una lágrima oiuy gruesa que ie empañó uniforme militar y un hombre entrado en años los ojos. de cabello gris y curtido rostro, en aquel ins­ tante desencajado por la pena. Como nadie hablaba, el silencio era angustioso y sólo tur­ El ejército español se batía en lejanas tie­ bado por la respiración cada vez más débil ae rras defendiendo el decoro de su bandera, y el la niña. De pronto sonaron pasos en el corre­ coronel Moneada esperaba de un momento a dor, y entró poco después en la habitación un otro ¡a orden de marchar. Su regimiento es- Ayuntamiento de Madrid un sonrojo, porque el sufrimiento es tan hu­ mano que no avergüenj’a. • » » Pasaron las primeras horas de la noche tris­ tes, con lentitud cruel. Llegó un instante en' que se separaron del lecho, casi a la fuerza, a aquel soldado pundonoroso a quien la Pa­ tria había dado tres galones y Dios una hija que ya no existía. Besó antes de salir de la habitación el h'vido rostro de la muerta, miró con extraviada'fijeza a la madre, y salió tam­ baleándose como un borracho. Una hora más farde, cruzaba la ciudad al frente de su regimiento. Las calles estaban lle­ nas de gente ; los balcones lucían colgaduras amarillas y encarnadas como la bandera de la Patria ; el pueblo entero brindaba a aquellos soldados, que marchaban al campx) de batalla, la ofrenda de su entusiasmo y de su amor j vibraba en el aire el clamoreo general, y el eco de las campanas recordaba a aquel puña­ do de valientes que Dios iba con elJos a san­ tificar sus victorias. De pronto, el coronel Moneada alzó la ca­ beza, que llevaba inclinada sobre el pecho. Advirtió que pasaba bajo los balcones de aquel hogar que dejaba abandonado ; miró ha­ cia uno de ellos, y a través de las vidrieras, que estaban entreabiertas como si hubieran dado paso a un alma, vió un resplandor tenue y amarillento mezclado a la indecisa luz de la mañana. El caballo adelantó unos pasos, y el coronel alcanzó a ver entonces el extremo de unos cirios. No se diá cuenía de que el cla­ moreo había cesado en torno suyo, de qutf to­ dos le miraban con amargiira y con respeto. taba preparado desde muchos días antes. En Fijó los ojos en el balcón, y levantando de uno de ellos su hija había caído enferma. Des­ pronto el sable como para dar un' saludo oe de entonces, a las angustias del pelipro cerca­ honor a Dios, al rey o a la bandera, se despi­ no se habían unido para atormentar al mísero dió en silencio (de su hija rnuerta, que allá arri­ padre las ang^istías cruelísimas de tener que ba quedaba inmóvil, rígida, esperando sola­ acudir al puesto de honor con su espada y se­ mente un jiuñado ,de tierra crisiwna. pararse de aquel lecho. La terrible idea había ,..Y en aiquel momento, después de un to­ cruzado por su imaginación, y cuando una voz que agudo de corneta, la banda rompió con íntima, Ja de su propia conciencia, le había los acordes patrióticos de la Marcha de Cádiz, gritado ícCumplirás. tu deber», sintió brusca y resonó inmenso, atronador y.formidable un sorpresa, asombro de un instante, un conato «¡Viva españa h) de rebelión pronto vencido, sin que le costara Luis López-Ballesteros. Ayuntamiento de Madrid l e y e n d a a r g e n t i n a En los labios austeros cuando cae Santos Pérez en el ara de un viejo de rri tierra pidiéndole ilumine su conciencia... yo recogí, temblando, esta página triste de leyenda Sale del templo, firme, convencido Era al nacer la patria, que Dios arma su diestra. después de la contienda Y va a ponerse al frente de sus hombres en que el pueblo de Mayo acechando el pasar de la galera. con su sangre selló su Independencia. El brazo formidable que libertó la América Amanece. En la loma un punto se desprende '’e la tierra- aún seguía blandiendo, enloquecido crece después. Sus ojos, avizores, U espada vengadora en la tini¿bla. descubriendo la presa, I la espada cayó sobre el hermano, brillan fosforescentes, wmpañtTo de ayer en la peUa. de la roca en la cueva. De Abel la sangre derramó de nuevo Sus hombres adivinan »el eterno Caín de la leyenda»... rué caudillaje: ¡noche sin aurora en la mirada la intención siniestra. ¡Tan llena está de rayos, que aún esparce sus sombras por Américal que ninguno ha podido sostenerla! Allá, en Barranca-Yaco, de Córdoba la bella, —¡A caballol—Es la orden. estaba la partida de bandidos Mientras los remo^ de las bestias tiemblan, acechando el pasar de la galera caen sobre el lomo los jinetes ágiles Jefe de la partida: Santos Pérez, y, recogiendo la trenzada rienda, arrogantes, serenos, el gaucho más valiente de las sierras a la cruzada singular se aprestan. que ha jurado «salvar a la Repúbiica’., iVan a matar al «tigre de los llanos», wataíldo a la más fiera de sus fieras. aventando en el aire su osamenta! La virgen de Tulujnba lo ilumina. Suena el tropel. La virgen de Tuluinba lo aconseja, oobre el altar sagrado . . —p e frente y a la cargal— descendió el anatema: dice el jefe, imperioso. Van que vuelan. «¡Debe caer Facundo Ya están sobre la loma los jinetes. herido por tu brazo entre las breñasl —¡Fuegol—dice la voz. V la serena [No haya piedad para el ouc amó la sangrel manana, luz de gloria, se estremece nenda por el rayo de la guerra. jNo haya pi¿dad para el que todo niega! Después, los carniceros [No haya piedad para el que burla y viola la misma libertad que le dió fuerzal se arrojan sobre todo lo que alienta jNo haya piedad para el que reza y lanza — ¡Sin piedadl—grita el jefe. sobre el rezo la befal Y a una voz que salió de la galera, la voz del mismo «ligre» acorralado |No haya piedad para el que osó el insulto voz sonora y audad, voz de pelea oel mismo Dios sobre su propia reta, voz que quiere decir en su misterio: requiriendo '^e amor a sus esclavas, las mismas, ¡ayl, que de su amor huyeranU «¡Paso a Facundo, rey de inontonerasl le contesta con un pistoletazo Eso ticen las voces de la altura, que cUja al «tigre» con la boca abierta. repercutiendo en la sonora iglesia; eso oye que le sopla, estremecida demáil-sigue, iracundo— ¡Todos deben morir!— la virgen de Tulumba en sus orejas, Y la galera Ayuntamiento de Madrid se Hena de cadáveres sangrientos, de la matanza horrenda. cumpliéndos« la voluntad suprema. y aun cuando Santos viva oculto entre las breñas, Sobre el «tiro» montado, o se interne en el bosque enmarañado partida en dos la juvenil cabeza huyendo a la «partida» que lo acecha, por el sable cruel, ¡fúnebre burla!, él oirá en pleno día, aún queda el postillón. Míralo y tiembla él oirá en la tiniebla una vez Santos Pérez, pues aparécele, el gemido del niño, siempre, siempre, en forma tal abierta, llevado por los vientos a su cueva, la cabeza del niño como perenne torcedi-r de su alma, una copa de sangre, copa inmensa, persiguiéndolo al sol o entre las selvas. que el destino brindara a su venganza. Cierra presto los ojos, pero queda adentro la visión, ya para siempre, Una noche, en el cruce de un camino, en la hora más densa, ya indestructible la visión siniestra. cuando el pleno misterio de la sombra el de nuestra aima aumenta, Acurrucado vió surgir Santos Pérez montoncito de carne entre la hierva—, la aparici6n sangrienta: único ser con vida era el infante mismo que del estrago queda, animado el caballo entre la niebla; vése al niño de posta el Dultito doliente que aún llevaba temblar ante la bárbara tragedia. la gran herida abierta, —;Qué hace aquí este muchacho?—grita, loco, por donde, flagelante, echándose porlierrd. el gemido saliera, Y empuñando el cuchillo Santos Pérez vengador, justiciero, de un tajo lo degüella. a extenderse por llanos y por sierras. No pudo Santos Pérez Sólo se oyó un gemido, continuar su camino hacia la cueva, gemido de dolor y protesta, detenido en el cruce que, agitando, inmenso, por la terrible aparición sangrienta. fué a extenderse por llanos y por sierras. Y al despuntar la aurora, termina ¡a leyenda, se hallaba desarmado El gemido del niño, frente a la «partida» que lo cerca, afirma la leyenda, escuchando el gemido del fantasma quedó eterno, flotando que nunca más repercutió en las sierras... en los vientos de Córdoba la bella, vengador justiciero Albbbto GHIRALDO Ayuntamiento de Madrid I Editorial “Armas y Letras” 8 giiillililliliiiilllilii| Fundada esfa Ediforíal para facilitar a los Jefes y Oficiales del Ejér. m I cito las obras más interejantes que en España y en el Extranjero | I puedan producirse, referentes o en relación con la carrera railifar. | I inicia sus pub icaciones con la de dos libros interesantísimos, i i a saber:----------------------------------- | LOS CARROS DE CO M BATE DE LA INFANTERIA I (MANUAL PRACTICO DEL CARRO RENAULT) | I del teniente Goutay del Ejército francés, traducido, adaptado a | I nuestra organización y piologado por I I I Vicente Valero de Bernabé I P R E C I O : S P E S E T A S | I Siendo una novedad en España el carro de combate, este libro debe | I ser conocido y conservado por todos los Oficiales, pues sintetiza | I de una manera práctica cuanto se refiere a L s fundamentos, me- | I canismo, funLionamiento y táctica del carro de combate Renault, I I reglamentario en nuestro ejército. | MANUAL DEL OFICIAL DE INFANTERIA EN CAMPAÑA Y MANIOBRAS I POR EL TENIENTE CORONEL GARCIA PEREZ | I Y EL CAPITAN VALERO DE BERNABE I I Este libro es una colección de reglas y normas militares, en las qne | B están condensadas todas las que necesita saber un Oficial de Infan- I I tería en campaña o maniobras. Formando un pequeño libro, cuyo i I tamaño permite ser llevado en el bolsillo de la guerrera, coleccio- | I na en forma muy interesante y práctica todos cuantos conocimien- | I tos interesan al Oficial, referentes a organización de columnas, | I campamentos, vivaques, atrincheramieníos, escuelas prácticas, | reglas de liro, devengos etc., etc. 1 Slllinillllllllllllllllr. P R E C I O ; 4 P E S E T A S I I Los pedidos deben dirigirse al Administrador de la EDITORIAL I ARMAS Y LETRAS. — Duque de Osuna, 3. — Apartado 886, acompañando su importe en libranza dd Giro Postal. Ayuntamiento de Madrid

Description:
30 DE lUMO DE 1F24. AÑO'V NUMERO 82. Ayuntamiento de Madrid .. temblar ante la bárbara tragedia. —;Qué hace aquí este muchacho?—grita
See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.