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Aristóteles y el Renacimiento PDF

203 Pages·2004·1.243 MB·Spanish
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ARISTÓTELES Y EL RENACIMIENTO 1 Charles B. Schmitt 2 ARISTÓTELES Y EL RENACIMIENTO ARISTÓTELES Y EL RENACIMIENTO 3 Charles B. Schmitt 4 ARISTÓTELES Y EL RENACIMIENTO ARISTÓTELES Y EL RENACIMIENTO Charles B. Schmitt Prólogo de Francisco Bertelloni Traducción de Silvia Manzo Epílogo de Salvador Rus Rufino UNIVERSIDAD DE LEÓN Secretariado de Publicaciones 2004 5 Charles B. Schmitt 6 ARISTÓTELES Y EL RENACIMIENTO PRÓLOGO La obra de Charles Schmitt y la historiografía del Renacimiento Francisco Bertelloni Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta hoy la historiografía del Renacimiento ha sido abundante. Si consideramos como término a quo de su desarrollo los estudios de Jacob Burckhardt y como término ad quem los más recientes de Charles Schmitt, podremos verificar que entre ambos tuvo lugar un movimiento creciente hacia intentos cada vez más decididamente orientados a poner de manifiesto la presencia en el Renacimiento de expresiones de la cultura definidas por su marcado interés en la filosofía. En efecto, los trabajos pioneros de Burckhardt transmiten una tipología del Renacimiento en la que abundan los recursos a la literatura y el arte, pero en la que es escasa la presencia de la cultura filosófica. Ya en la primera mitad del siglo XX Ernst Cassirer se propuso corregir la lectura de Burckhardt mediante un modelo que logró transformarse en un canon consagrado de la historiografía. Cassirer subrayó dos notas específicas del Renacimiento: en primer lugar, la presencia de la filosofía, perceptible en su fuerte marca platónica, y en segundo lugar su carácter humanista, manifiesto en el locus renacentista del retorno al hombre entendido como protagonista de la fractura del cerrado cosmos medieval y como artífice de un movimiento de búsqueda del infinito1. También Eugenio Garin insistió en una lectura humanista del período. Garin procuró mostrar que no ha perdido vigencia el carácter emblemático del locus “irrupción del hombre”, propio de los estereotipos del Renacimiento como ruptura con el medioevo. Al mismo tiempo que advertía acerca de la necesidad de no olvidar la 1 Individuum und Kosmos in der Philosophie der Renaissance, (Leipzig, 1927). 7 Charles B. Schmitt presencia del texto aristotélico en el medio intelectual humanista2, Garin mostraba que el Renacimiento había enarbolado una imagen del hombre erigida contra la metafísica medieval en la que el hombre carecía de todo espacio3. Y poco después Walter Ullmann continuó con la misma lectura humanista, pero en lugar identificar su contextura teórica con el platonismo, buscó sus raíces en el movimiento de recepción del aristotelismo de la baja edad media. Ullmann interpretó ese fenómeno de recepción del aristotelismo como un ingreso en el mundo intelectual latino medieval de los recursos filosófico-conceptuales necesarios para recuperar el homo naturalis. Para Ullmann el Renacimiento tuvo su origen en el “despertar” de la conciencia medieval a la necesidad de recuperar -con ayuda de la filosofía de Aristóteles- el homo naturalis secularmente oculto por la figura del homo christianus surgido del bautismo, es decir del acto que durante siglos la edad media entendió como neutralizante de la vieja criatura natural y, al mismo tiempo, como origen del “hombre nuevo” paulino4. Esta rápida reconstrucción de la historiografía del Renacimiento exige una respuesta al problema planteado por la evidente existencia de lecturas diferentes del período: aunque en todas ellas está presente el locus del humanismo, mientras algunas se apoyan en el clásico modelo del predominio platónico, otras presentan al Renacimiento como el resultado de una renovatio introducida por la recepción del aristotelismo. La coexistencia de dos modelos interpretativos tan distantes origina, por lo menos, el problema de su compatibilidad. Paul Kristeller intentó una solución a las dificultades implícitas en esta suerte de desconcertante pendant de la historiografía entre aristotelismo y platonismo. Según Kristeller ninguna lectura del Renacimiento limitada a la extrapolación de un sistema filosófico convertido en protagonista excluyente de su vida intelectual puede pretender dar cuentas de él de modo satisfactorio. En su interpretación, el platonismo y el aristotelismo del Renacimiento no habrían sido filosofías rivales, sino solo “campos de interés coexistentes”. Más aún, 2 ”Le traduzioni umanistiche di Aristotele nel secolo XV” en Atti e memorie dell’Accademia fiorentina di scienze morali `La Colombaria`, NS 2 (1947-50), 55-104. 3 "La storia nel pensiero del Rinascimento", en Rivista critica di storia della filosofia, 1951, fasc. 2 (cito aquí la versión publicada en E. Garin, Medioevo e Rinascimento, Roma-Bari, 19803, 187) 4 The Individual and Society in the Middle Ages, (Baltimore, Maryland, 1966) y Medieval Foundations of Renaissance Humanism, (Londres, 1977). 8 ARISTÓTELES Y EL RENACIMIENTO el platonismo renacentista no solamente habría dependido de la tradición platónica clásica, sino también de la escolástica aristotélica5. En la misma dirección que Kristeller, pero más claramente orientado a recuperar la presencia de Aristóteles en el Renacimiento ha trabajado Charles Lohr6. En un estudio que ya es clásico propuso un esquema de fuerte valor pedagógico para entender el proceso de recepción e interpretación occidental del corpus aristotélico entre el siglo VI y el Renacimiento. Lohr estructuró ese proceso en tres períodos. El primero, desde Boecio hasta el año 1120, conoció sólo Categorías y Perí Hermeneias. El segundo se extiende desde 1120 hasta fines del siglo XV. Mientras que durante los seis siglos correspondientes al primer período el medioevo conoció solamente dos tratados aristotélicos, ya desde el comienzo del segundo período y en apenas un siglo y medio -entre 1120 y 1265- aparecieron en Occidente casi todos los restantes libros aristotélicos. Lohr explica las causas de esas diferencias cuantitativas entre textos recibidos en el primer y en el segundo período mediante el recurso a lo que llama el “paradigma científico” que definió el trabajo de los intelectuales de cada período. Así, por ejemplo, mientras en el primero predominó un modelo de conocimiento orientado hacia la explicación de la realidad mediante la exégesis bíblica, en el segundo apareció una nueva mentalidad, impregnada de un interés más científico que el del primer período. Esta mentalidad habría puesto en movimiento un proceso de búsqueda de lo que faltaba conocer del corpus aristotélico. Los resultados 5 Renaissance Thought and its Sources (Nueva York, 1979) (cito la trad. española El pensamiento renacentista y sus fuentes, México, 1982, 17-8 y 54 ss.) 6 "The medieval interpretation of Aristotle", en N. Kretzmann, A. Kenny, J. Pinborg (eds.), The Cambridge History of Late Medieval Philosophy, (Cambridge, 1982), 80-98; "Die Rezeption der aristotelischen Philosophie im lutherischen Deutschland (Ein Vergleich mit der scholastischen Entwicklung)", en Ecclesia Militans. Studien zur Konzilien- und Reformationsgeschichte, Bd. II, hrsg. von W. Brandmüller, H. Immerkötter, E. Iserloh (Würzburg, 1988), 179-192; "The Sixteenth Century Transformation of the Aristotelian Natural Philosophy", en Aristotelismus und Renaissance (Wolfenbütteler Forschungen, Bd. 40 (1988), 89-99; "Metaphysics", en Ch. B. Schmitt, Q. Skinner, E. Kessler, J. Kraye (eds.), The Cambridge History of Renaissance Philosophy (Cambridge, 1988), 537-638; "Del aristotelismo medieval al aristotelismo renacentista (La transformación de la división aristotélica de las ciencias especulativas en el siglo XVI)" en Patristica et Mediaevalia XVII (1996), 3-15. 9 Charles B. Schmitt de este proceso fueron rápidos: entre 1120 y 1265 Occidente conoció -con excepción de la Poética- casi todo el resto de ese corpus7. ¿Qué sucedió con Aristóteles en el tercer período que coincide con el Renacimiento? A diferencia de los dos primeros períodos, éste no mostró un interés unitario ni homogéneo en la obra de Aristóteles, sino múltiple y cualitativamente distinto de ellos. Esta multiplicidad de diversos intereses en el texto aristotélico permite hablar de distintos aristotelismos. Tal como había sucedido en los dos primeros períodos, también en el tercero cada aristotelismo se definió a través de un paradigma de conocimiento que determinó “lo que merece ser conocido”, es decir que definió las propias opciones científicas de cada período. De esta manera, hubo un aristotelismo cultivado por los jesuitas, con objetivos teológicos y gran interés en la Metafísica; otro aristotelismo, sin la Metafísica, fue cultivado por Melanchton en la Alemania protestante; los juristas franceses se interesaron en la Lógica como instrumento de interpretación de la dogmática jurídica; y el humanismo italiano se orientó hacia la filosofía moral y la Poética, desconocida en el medioevo. Esta desintegración temática de la enciclopedia aristotélica tuvo como consecuencia la fractura de la unidad de la cosmovisión que el medioevo había forjado gracias a su fidelidad a la unidad total de la obra del Filósofo8. Este fenómeno permite anotar una importante conclusión sobre la tipología del aristotelismo renacentista: cuando la historiografía insiste en interpretar el Renacimiento como período de ruptura respecto del medioevo, esa ruptura -dice Lohr- no debe entenderse como un olvido del pasado, sino solamente como un aniquilamiento de la unidad del modelo científico del aristotelismo medieval, sustituido por la multiplicidad de diversos aristotelismos. Por ello, no fue Aristóteles el que desapareció en el Renacimiento, pues de hecho los estudiosos del pensamiento renacentista han encontrado más cantidad de comentarios a obras de Aristóteles escritos durante el siglo y medio que corre entre Pietro Pomponazzi y Galileo que durante los mil años que corren desde Boecio a Pomponazzi. Lo que realmente desapareció fue la enciclopedia aristotélica entendida como modelo científico unitario. 7 "The medieval interpretation of Aristotle", ut supra, nota 6, 80 ss. 8 ibid., 97. 10

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