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Arce G., Francisco Et Al. Historia De Las Profesiones En México [1982] [2020] PDF

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Preview Arce G., Francisco Et Al. Historia De Las Profesiones En México [1982] [2020]

Francisco Arce Gurza / Mílada Bazant / Anne Staples / Dorothy Tanck de Estrada / Josefina Zoraida Vázquez Historia de las profesiones en México 2 Open access edition funded by the National Endowment for the Humanities/Andrew W. Mellon Foundation Humanities Open Book Program. The text of this book is licensed under a Creative Commons Attribution- NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License: https://creativecommons.org/licences/by-nc-nd/4.0/ Cuidado de la Edición: LILIA CARDENAS TREVIÑO Primera Edición; 3,000 ejemplares © 1982. El Colegio de México para la primera edición. Composición: El Gusano de Luz, S.A. de C.V. Cerro del Tesoro 198, 04310, México, D.F. Impreso en Programas Educativos, S.A. de C.V. Calz. Chabacano 65, A. México, D.F. Conversión PDF: FS, 2020 3 INDICE Cubierta Portada Créditos INDICE Introducción La Colonia Abogacía Escribanía Medicina Cirugía Botánica Farmacia Primeras Letras Otras profesiones Arquitectura Ingeniería y técnicas mineras Contaduría La Constitución del Estado Nacional Abogacía Escribanía Medicina Ingeniería Minería 4 Ensayador Agrimensor Enseñanza de primeras letras Comercio La República Restaurada y El Porfiriato La ley y el ejercicio de las profesiones La praxis en el ejercicio de las profesiones Los impuestos a los profesionistas Magisterio Abogacía Medicina Odontología Ingeniería y Arquitectura La especialidad de Arquitectura en la Escuela Nacional de Bellas Artes Contaduría y Correduría Agricultura y Veterinaria La enseñanza agrícola en los estados Conclusiones Anexos En Inicio de una Nueva Era, 1910-1945 Promoción educativa y control estatal Los profesionistas y la élite política Hacia la formación de un nuevo tipo de profesionistas: los técnicos El desarrollo de la ciencia y la proliferación de las profesiones Hacia la reglamentación de las profesiones 5 El artículo 4° Constitucional El artículo 5° Constitucional Apéndice I: Ley reglamentaria de los artículos 4° y 5° Constitucionales (1945) Apéndice II: Ley de profesiones y disposiciones conexas 1976 Apéndice III: Listado de profesiones clasificado por nivel y nombre de carrera Bibliografía 6 HISTORIA DE LAS PROFESIONES Introducción Ideas y creencias varían a lo largo del tiempo e influyen en usos y costumbres, en aspiraciones e ideales. Así, cuando seguimos la historia de cualquier aspecto de la cultura, observaremos no sólo que al complicarse la sociedad los hechos se hacen más y más complejos, sino también que aparecen variantes en la concepción y en la apreciación de los mismos. Pretendemos en este libro seguir la historia de las profesiones en México. Entendemos por profesión, la posesión de conocimientos científicos, humanísticos o artísticos especializados, adquiridos por medio de un estudio formal acreditado de alguna manera y cuyo ejercido público se hace a cambio de una remuneración. Con seguridad, en el mundo prehispánico existía la especialización, pero los presupuestos del mundo y de la vida eran otros, de suerte que el empleo de conocimientos o habilidades especiales eran una obligación social y las remuneraciones de carácter diferente. En todo caso, este estudio se inicia con los antecedentes coloniales. No siempre han existido las mismas profesiones, ni se han concebido en la misma forma. Todas surgieron de alguna habilidad útil o necesidad específica que se fue 7 delimitando. Desde fecha temprana se intentó controlar su ejercicio por medio de requisitos que fijaron las autoridades o los mismos gremios o corporaciones que los agrupaban. Aunque a menudo el Estado se inmiscuyó en la autorización del ejercicio de algunas profesiones — e incluso puso en venta tales autorizaciones, como en el caso de las notarías— coincidió con la centralización del poder en la Corona en el siglo XVIII, cuando el Estado empezó a intervenir no sólo para mejorar la preparación profesional, al modernizarla y hacerla más práctica, sino también a cambiar la manera en que se autorizaba el ejercicio de algunas profesiones; se delegaba a nuevas instituciones educativas la facultad de certificar el ejercicio profesional a costa de las corporaciones tradicionales. Con la independencia y la fundación de un estado nacional este proceso se acentuó. El estado se encontraba ante dos posiciones conflictivas: por un lado limitar el monopolio de grupos, corporaciones o gremios (aunque ya no existían legalmente) y al mismo tiempo proteger los intereses de la sociedad. Optó al fin por el camino intermedio y puso en manos del ejecutivo —del gobierno federal o de los estados—, el otorgamiento de los títulos, respaldados por los colegios de profesionistas tales como abogados y notarios. El principio de libertad de trabajo, que tanto defendieron los liberales, se plasmó en la Constitución de 1857 pero se impondrían de todos modos requisitos para el ejercicio de las profesiones y se trataría de que mejoraran los estudios profesionales. Con el restablecimiento de la Universidad Nacional, ésta iba a monopolizar el diseño de los planes de estudio para obtener un título profesional, pero éste tenía que registrarse y revalidarse por alguna agencia estatal para 8 poderse utilizar en la práctica. Claro está que al multiplicarse las instituciones de educación superior, con objetivos no siempre similares, se crearían conflictos y, hasta tiempos muy recientes, la asunción popular de que los títulos de la Universidad Nacional eran mejores que los de otras instituciones. La fundación del Instituto Politécnico Nacional en 1937 fundamentó un sistema que pretendió ser más democrático, con carreras más cortas y más prácticas. En los años cuarenta el Colegio de México y el Instituto Tecnológico de Monterrey aspiraron a lograr un nivel de mayor excelencia en la preparación profesional, con mejores instrumentos de trabajo y profesores y alumnos de tiempo completo. Los títulos del Tecnológico no se reconocieron oficialmente durante largo tiempo, pero la calidad de sus graduados y su aceptación por empresas privadas fue tal, que se impusieron poco a poco. Para la década de 1940 empezó a hacerse necesaria una institución que revisara antecedentes y garantizara un mínimo de condiciones requeridas para poder ejercer las profesiones. Así nació la Dirección General de Profesiones. Otro rasgo que sobresale en la historia de las profesiones es el distinto valor que han tenido a través del tiempo. Al establecerse la Nueva España, la aspiración era la de evitar que la plaga de la abogacía, que todo lo complicaba, pasara al Nuevo Mundo. Claro que no se evitó y la Real y Pontificia Universidad pronto concedería títulos en jurisprudencia. Para fines de la época colonial, con las polémicas jurídicas que fundamentaron las ideas autonomistas e independentistas, la abogacía adquirió un gran prestigio que mantendría a lo largo del imperio del liberalismo. La medicina y sobre todo la cirugía —que mataba a muchos cristianos— eran profesiones 9 poco respetadas durante la colonia, pero que lentamente adquirirían renombre con el progreso de la ciencia a lo largo de los siglos XIX y XX. Con base en la ciencia también se fundamentaron las aspiraciones de progreso económico; daría un gran atractivo al ejercicio de la agronomía e ingeniería. La agronomía iba a lograr su más grande vigencia durante el Porfiriato, pues gran parte de la estabilidad económica que conquistó se derivó del aumento de la exportación de productos agrícolas —café, azúcar, algodón, henequén, tabaco—, por lo que resultaba imperativo incrementar la producción mediante el uso de maquinaria y fertilizantes. En la práctica, poco se logró, pero el prestigio de la profesión se mantuvo, lo que explica que hombres notables como José Clemente Orozco o Daniel Cosío Villegas entraran a estudiar a Chapingo. Al advenir la Revolución, una de las fuerzas que la patrocinaría sería el antipositivismo, lo que daría una gran importancia a las humanidades durante buena parte de la primera mitad del siglo, sobre todo a la filosofía y a las letras, pero el desarrollo económico y el empeño de lograr el progreso volverían a poner en primer plano a las profesiones científicas. En la práctica, el monopolio del poder lo han tenido los abogados, a pesar de que la profesión ha perdido prestigio y ha ido cediendo lugar a los tecnócratas — economistas, licenciados en administración, sociológos— que han pretendido aplicar leyes científicas en el ejericicio del gobierno. La historia es fascinante. Lo que ofrecemos es sólo un primer intento y como tal harto imperfecto. No obstante, aspiramos a sugerir la importancia del tema y los caminos que pueden andarse en su búsqueda. La idea de esta obra se debe 10

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