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Apóstol del Corazón de Cristo y Fundador de las Misioneras de las Doctrinas Rurales PDF

20 Pages·2016·1.22 MB·Spanish
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1 Apóstol del Corazón de Cristo y Fundador de las Misioneras de las Doctrinas Rurales de los Dolores. Acudió esta Madre celes- tial que cogiéndolo y cubriéndolo con su manto, le dijo: “No caes al infierno, ni caerás nunca”. Seminarista y sacerdote Pila donde fue bautizado el P. Arnaiz, de la Parroquia de S. Andrés de Valladolid Era un joven vivo, alegre y de buen Infancia corazón. Entró en el seminario con tre- ce años. Sacó los estudios con bastante Tiburcio Arnaiz Muñoz nació en Va- aprovechamiento y brillantez porque “te- lladolid el 11 de agosto de 1865 en el se- nía talento”, pero advierte un compañero no de una modesta familia de tejedores. suyo que “era un calavera de estudiante, Dos días después, sus cristianos padres, en el buen sentido de la palabra; no cogía Ezequiel y Romualda, lo llevaron a bau- un libro de texto en casa, si acaso lo que tizar en la iglesia parroquial de S. Andrés pescaba en los claustros del Seminario 2 imponiéndole el nombre del santo del día. antes de la clase”. Con sólo 5 años quedó huérfano de Para ayudar algo a la precaria eco- padre y tuvo su madre que ingeniárselas nomía de su casa ejerció las funciones para educar y sacar adelante a sus dos de sacristán, en el convento de Dominicas hijos Gregoria y Tiburcio. Cuentan que de de S. Felipe de la Penitencia en el mismo niño tuvo un sueño que le impresionó hon- Valladolid. A veces llegaba tarde y las damente. Soñó que caía en el infierno. religiosas tenían que avisar a la recadera Horrorizado, llamó a su madre. Su madre del convento; la pobre mujer abría, pero no lo oía y recurrió a la Santísima Virgen después regañaba severamente al semi- En sus primeros años de sacerdote narista. Tiburcio no protestaba ni contes- taba; callado, escuchaba la reprimenda y reconocía su falta, dejando admiradas a las religiosas que comenzaron a vislum- brar su virtud. Al acercarse la fecha de su Ordena- ción Sacerdotal, lo notaban serio y ence- rrado en sí, llegando a preocupar a su ma- dre y hermana. Un día se sinceró con una de las monjas diciéndole: “Piensan en Doctor en Teología casa que no tengo vocación. Pero lo que me sucede es que cuantos más Gómez, el 20 de abril de 1890. Se le confió Ejercicios hago, más temor tengo, primero, durante tres años, la parroquia porque veo más la dignidad sacer- de Villanueva de Duero, en Valladolid, y dotal y mi indignidad. Pero cada vez después, durante nueve, la de Poyales del me siento con más vocación”. Hoyo, en Ávila. Las atendió siempre con Recibió el Sacramento del Orden de amorosa solicitud. manos de su obispo D. Mariano Miguel Era de carácter desinteresado y da- 3 divoso. En Poyales costeó el arregló del templo y pronto se ganó el corazón de sus feligreses. A Villanueva la encontró sumi- da en disputas, rivalidades y desavenen- cias políticas, y él, con su capacidad de persuasión y prudencia, consiguió la unión y concordia entre los vecinos. Era cariñoso y paciente al enseñar la doctrina a los más pequeños y visitaba con asiduidad a los enfermos. Todos lo conocían y él, a todos conocía. Cuando hubo de dejar Poyales para entrar en la Compañía de Jesús decía conmovido: “Amo tanto a mi pueblo que no le cambiaría por una mitra; sólo la voz de Dios tiene poder para arrancarme de mi parroquia”. En estos años había obtenido la licen- ciatura y el doctorado en Teología, en la ciudad primada de Toledo. Párroco en Poyales del Hoyo (Ávila) Tiburcio ya tenía hecha en su corazón, y exclamó derramando lágrimas: “¡Ay Ti- burcio, cuántas cosas hicieron los santos por Dios y nosotros qué poco hacemos! ¿Vamos a pasarnos la vida sin hacer nada por Él?, deberíamos irnos cada uno a un convento y allí servir a Dios con perfección lo que nos queda de vida”... Así quedó libre el camino para seguir, cada cual, su particular llamada de Dios: ella entró en las Dominicas de S. Felipe y D. Tibur- cio, después de cerciorarse que quedaba “contenta”, la despidió con un: “Pues entonces, ¡hasta el cielo!”, y marchó Conversión gozoso a pedir su admisión en la Compañía de Jesús. Iban pasando los días y los años, trabajando en la viña de Señor y al abri- Entra en la Compañía 4 go de su familia. Sin embargo, Dios lo iba espoleando a mayor entrega, pues en de Jesús cierta ocasión confesó: “Yo vivía muy a gusto y me daba muy buena vida, Corría el año 1902 cuando entró en el pero temía condenarme”. Su pensa- noviciado de la Compañía en Granada, Ti- miento volaba a la vida religiosa pero veía burcio tenía 37 años. Desde un principio se un obstáculo insuperable en su anciana madre, a quien amaba y veneraba, y con- sideraba que él era el único amparo de su vejez. Hasta que un buen día, dispuso Dios llevársela al cielo; la separación le causó tanta pena que su corazón quedó des- trozado: “Fue tanto lo que sufrí, que me dije: ya no se me vuelve a morir a mí nadie, porque voy a morir yo a todo lo que no sea Dios”. Su hermana Gregoria, una noche des- pués de leer el “Año Cristiano”, vino a ratificar de parte del cielo la elección que Novicio jesuita en Granada Después de una tanda de Ejercicios Espirituales a sacerdotes dispuso a la práctica de toda virtud y fue santos”, decían cuantos lo trataban. Allí la obediencia la brújula de su vida, en descubrió la necesidad de acoger a las jó- ella veía la Voluntad de Dios. Dos propó- venes de los campos y pueblecitos inme- sitos hizo en este tiempo y los cumplió diatos que venían a servir y que sin apoyos con exactitud: “No pedir nunca nada ni recursos materiales estaban expuestas y contentarme con lo que me den”, a mil peligros. Para ellas buscó una ca- “Nunca me negaré a ningún traba- sa donde tuvieran, además de albergue y jo, bajo ningún pretexto”. La idea del amparo, quien las enseñase a conocer y 5 tiempo perdido y de la edad avanzada, amar a Dios. lo alentaban a buscar ansiosamente la Pasada su estancia de formación en perfección. Loyola, y tras unos breves ministerios du- Hizo sus primeros votos el 3 de abril, rante la cuaresma en Canarias y Cádiz, Domingo de Pascua de 1904. Durante este marchó a Málaga donde tuvo lugar su in- tiempo asimiló admirablemente la espi- corporación definitiva a la Compañía de ritualidad ignaciana y comenzó a dirigir Jesús, pronunciando sus últimos votos el tandas de Ejercicios Espirituales; además, 15 de agosto de 1912, Solemnidad de la se inició en el difícil ministerio de las Mi- Asunción de Ntra. Señora. siones Populares. Antes de marchar a Loyola en 1911, Un pacto de confianza donde hizo lo que se llama la “Tercera Probación” (experiencia con la cual la Compañía culmina la formación de sus Su corazón ardiente, por este tiem- miembros), fue destinado a Murcia. Pasó po, hizo un pacto con el Señor que más en dicha ciudad dos años, entregado a tarde reveló a sus íntimos, que si le las almas y dirigiéndolas con admirable concedía diez años de vida los em- acierto. “Este Padre es un santo y hace plearía en “matarse” por su Gloria, sin descanso, y aseguraba, sin darle la más mínima importancia al cuidado de su salud: “Es Dios el que quiere cuidar de mi cuerpo con tal que yo viva confiado en Él”. “Vivamos —decía a sus compa- ñeros—, vivamos sólo para Dios y como si solos con Él estuviéramos • “Deseo ardiente de adversidades o en el mundo; esto es más fácil de injurias y afrentas. lo que muchos creen pues, compa- • Querer que no sepan mis servicios o méritos. radas con Él, todas las cosas son • Desear que no aprueben mi parecer. despreciables y sólo por Él les da- • Callar, no disculparme ni declarar a mos lugar o dedicamos tiempo, nadie mi inocencia ni mis penas. mas a Él sólo y siempre debemos • No querer ni menos pretender que me atender, empezando por el olvido amen, sino que me aborrezcan. de nosotros mismos”. • Dejarlo todo, si lo ordena la Su vida era Cristo; y el deseo de obediencia sin cuidarme de que se identificarse con Él, lo llevó hasta el seguirá deshonra. 6 extremo de escribir los siguientes pro- • No mostrar sentimiento ni dolor. • No buscar comodidad de criatura pósitos, concebidos en los Ejercicios que alguna. había hecho antes de sus últimos votos: • No decir nada bueno de mí, antes querer que se ignore lo que haga”. Olvidado de sí A su hermana Gregoria, ya religiosa, le aconsejaba en una carta: “¡Qué vida más feliz es ésta cuando se vive en Jesús y para Jesús! No me cansaría de ponderar a las almas, máxime a las religiosas, de los bienes que pier- den cuando piensan, quieren, recuer- dan, hallan o buscan otra cosa que a Dios. Sé tú de éstas, hermana mía, no notarlo, me parece imposible”, y él que tienen su vivir en el cielo, en replicó: “Pero ¡qué boba es!; claro Jesús. Te olvidarás de ti...”. que es posible, ¡y tan posible! Vaya Así vivía el P. Arnaiz, tal como había usted a uno que se le está murien- pactado con el Corazón de Jesús, olvidado do un ser querido, o que le viene la por completo de sí y dejando todo su cui- ruina o la deshonra, con que hace dado en Él: la comida era siempre parca mucho frío o cosa así, y verá cómo y desechaba cuanto se le presentara, una la mira. Él no lo ha notado ni pien- vez que consideraba que había tomado lo sa en eso, esta embargado por otra suficiente. El vestido, muy usado, el mismo idea, y esa le llena y le absorbe. Si en verano que en invierno. Una vez un peni- se llenase usted de Dios y del deseo tente suyo, que era sastre, le propuso que de que se salvasen las almas, y esa le diese la sotana, que se la dejaría como fuese su preocupación y anhelo, no nueva; el Padre, que adivinó la intención sentiría esas cosas ni pensaría en del buen hombre y que lo que pretendía era esas tonterías”. cambiársela por otra, le preguntó: —“¿Y Más de una vez llegaba de sus minis- ese trabajo cuánto podría costar?”— terios, calado hasta los huesos; aunque “Pues X pesetas” —“Démelas para mis en otras ocasiones el Señor tuvo compa- pobres que, con la sotana tal como sión de él y... de su cabalgadura, como le 7 está, voy muy bien”—. ocurrió en el Valle de Abdalajís (Málaga) Para hacer sus viajes o determinar donde iba a dar una misión: al bajarse trabajos nunca se arredraba, ya lloviese, en la estación se montó en un borriqui- ya hiciese calor o frío, parecía impasible, llo para llegar al pueblo; por el camino decía: “Yo no me entero”. Un día María cayó un aguacero fuertísimo, los que lo Isabel, una de sus colaboradoras, le pro- acompañaban llegaron chorreando y, sin testaba: “Pero Padre, puede uno callarse embargo, ni él ni su jumento se mojaron y no decir nunca si siente frío o calor pero, lo más mínimo. “Es negocio de Dios el nuestro” “¡Al negocio, al negocio!” les de- cía a los que le acompañaban. “Es ne- gocio de Dios el nuestro”. El negocio de salvar las almas y ganar el cielo no lo dejaba vivir. “Es una pena que, tenien- do una eternidad para descansar, queramos aquí descanso”, repetía con sentimiento. No perdía oportunidad. En una oca- sión hubo de embarcar con el santo obis- po de Málaga, D. Manuel González, para En la casa del Conde de Puerto Hermoso, en Melilla y llegó al puerto media hora antes Pizarra, con motivo de la entronización del Corazón de la partida; al ver que había de estar de Jesús en la Sierra de Gibralmora esperando, voló al hospital vecino; llegó el Sr. obispo y preguntó ansioso por el Llevado de su amor al Señor nunca 8 Padre; la hora de salir se echaba encima decía basta y todo le parecía poco: “¡Qué y cuando faltaban unos momentos apa- fácil es predicar cuando se ama a reció corriendo: —“¿Dónde ha ido?” le Cristo! ¿Qué diría ahora Jesús a es- preguntó el prelado...— “A aprovechar tas almas?... pues pidamos a Jesús el tiempo, Sr. obispo”. San Manuel lo que nos lo diga a nosotros, y repi- apreciaba en grado sumo y se valía de él támoslo, en su Nombre”. muchas veces para preparar la visita pas- Dio muchas tandas de Ejercicios toral, sobre todo en los sitios más alejados Espirituales a sacerdotes, religiosas y de la diócesis, o especialmente dificulto- maestros, a dirigidos suyos de intensa sos por las condiciones sociopolíticas de vida espiritual y a sencillas muchachas aquellos tiempos. de condición humilde. Este apostolado Misionero infatigable por campos y cortijos de toda Andalucía de los Ejercicios, se prolongaba después Fue nombrado director del Apostola- en una intensa correspondencia con los do de la Oración de Málaga y, además de que se acogían a su dirección espiritual. aumentar el número de los socios, pues Muchas veces no daba abasto para con- pasaron de varios centenares a miles, in- testar y aprovechaba los desplazamientos fundió en ellos un espíritu verdaderamente en el tren. cristiano que cuajó en obras de amor a Su apostolado se extendió por varias Dios y al prójimo. partes de España y sobre todo en Anda- En 1915 se decidió, con la colabora- lucía: Cádiz, Córdoba, Sevilla, Granada..., ción de los miembros del Apostolado, a pero fue preferentemente en Málaga, don- procesionar la imagen del Sagrado Cora- de tuvo su residencia habitual y desplegó zón de Jesús que hacía catorce años que un celo incansable. no salía por miedo al ambiente anticris- tiano en que se vivía. Tuvo que vencer la oposición de los que les parecía una imprudencia salir a la calle. Pero, el Padre, El Corazón de Jesús y con esa seguridad en las cosas de Dios el Padre Arnaiz que sólo tienen los santos, siguió adelante con su propósito. Sacó la procesión con una concurrencia numerosísima y gran 9 La devoción al Corazón de Jesús era fruto espiritual, y se hicieron eco del acon- el centro de su vida espiritual. La fuerza tecimiento todos los periódicos de Málaga. expansiva del amor de Cristo era su motor. Nadie esperaba un éxito semejante y des- “El que vive vida de mucha unión de entonces no se ha dejado de celebrar con Dios participa de los afectos de este acto en honor al Divino Corazón. su Corazón”, decía... y lo vivía. Recor- daban, quienes lo trataron, que hasta su manera de pronunciar el nombre de Jesús hacía bien al alma, y que no había más que observarlo cuando celebraba Misa: entonces parecía que se transformaba y veía a Jesús en la Eucaristía. La penitencia y mortificación de su persona era proverbial, tenía verdaderas ansias de reparación, amaba con locura al Señor. Con un fervor que contagiaba, entronizó en cientos de casas al Corazón de Jesús, para que fuese el centro, y la vida misma, de cada familia. Procesión de la imagen del Sagrado Corazón en tiempos del P. Arnaiz (Málaga) Las Misiones y Tiburcio desde el pulpito explicando los Populares misterios de la Santa Misa, los ornamen- tos sagrados, etc. Terminaba a las siete y se iban los hombres a sus ocupaciones. A La predicación de Misiones Populares las diez doctrina para los niños y a la tar- fue uno de sus principales ministerios. Su de a las tres... Restableció el Apostolado íntimo amigo D. Antonio Membibre, que de la Oración; no conoces a tu hermano, más tarde fue arzobispo de Valladolid, lo está rejuvenecido, todo le gusta, todo le acompañó en una de ellas y relataba sus asienta, no tiene comodidades ni pereza impresiones a la hermana del P. Arnaiz, ni necesidades, una gran voz, potente, ya religiosa: incansable, predicando todo el día y toda “Tuve el consuelo de pasar diez la noche, vida de penitencias, sacrificios días con tu hermano que es un misionero y humillaciones, en verdad atraen sobre santo, mortificado y penitente, pues no él las gracias que por su ministerio Dios suele dormir en la cama, se tira en el derrama a torrentes”. suelo y en paz; a las cuatro se levanta, Como bien decía su amigo D. Antonio, hace la hora de oración, me llamaba a el Señor, por su medio, derramaba gracias las cinco e íbamos a la iglesia; él solía a torrentes y los tibios volvían al fervor de tocar, pues el sacristán nunca estaba a 10 la vida cristiana, los justos se convertían tiempo; confesábamos, a las seis Rosario en apóstoles y los alejados volvían al redil de la aurora —Viva María... Pecador, no de Cristo, contándose casos de conversio- te acuestes nunca en pecado,... etc.—... nes realmente extraordinarias. Sin embar- Esta carta tenla como si fuera de tu her- go, llama la atención que no pusiese como mano pues él no tiene tiempo, ni para un fin de sus misiones arrancar confesiones o solo día, siempre misionando y no quiere lograr un crecido número de comuniones, más que trabajar y salvar almas; termi- sino grabar en el alma de sus oyentes las nado el Rosario, yo me vestía en el altar verdades más elementales de nuestra fe: Dios, el alma, la otra vida. “Doctrina y doctrina”, decía. “Persuadámosles que tienen alma, que les espera la eternidad, y ellos buscarán por su cuenta, la confesión y todo lo que sea menester”. Leyendo la lista de las ocupaciones simultáneas que tenía, parecía imposible que las pudiese llevar a cabo, dándose casos como el de Chiclana, pueblo de El P. Arnaiz cruzando el río Guadalhorce a la altura de Pizarra

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Tiburcio Arnaiz Muñoz nació en Va- lladolid el 11 de agosto de 1865 en el se- no de una modesta familia de tejedores. Dos días después, sus
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