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antonio saura PDF

254 Pages·2010·6.95 MB·English
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A N T O N I O S A U R A I C R U C I F I X I O N S CRUCIFIXIONES ANTONIO SAURA. Cuenca, 1984. © Ad Petersen ACKNOWLEDGEMENTS I AGRADECIMIENTOS Esta obra se ha publicado con ocasión de la exposición This work was published on the occasion of the exhibition, Antonio Saura, Crucifixiones Antonio Saura, Crucifixions coproducida por el Musée d’art moderne et contemporain de Estrasburgo coproduced by the Musée d’art moderne et contemporain of Strasbourg La exposición y el catálogo se han realizado gracias a la colaboración The exhibition and catalogue were possible thanks to the collaboration of de la Sucesión Antonio Saura. the Succession Antonio Saura. Debemos expresar nuestra profunda gratitud a We wish to express our deep gratitude to MERCEDESBELDARRAIN MERCEDESBELDARRAIN MARINASAURA MARINASAURA OLIVIERWEBER-CAFLISCH OLIVIERWEBER-CAFLISCH Debemos también expresar nuestra gratitud And for their decisive contribution, por su decisiva contribución a we also wish to thank FABRICEHERGOTT FABRICEHERGOTT ADPETERSEN ADPETERSEN EXHIBITION I EXPOSICIÓN CATALOGUE I CATÁLOGO Artist IArtista Publishing IProducción editorial ANTONIOSAURA EDICIONESDELUMBRAL Curator IComisario Design and lay-out IDiseño y maqueta EMMANUELGUIGON JAVIERCABALLERO Coordination ICoordinación Photography IFotografía MARTARINCÓN CortesíaICourtesy SUCCESSION I SUCESIÓNANTONIOSAURA CortesíaICourtesy MUSÈED’ARTETD’HISTOIREDEGENÈVE ADPETERSEN ORONOZ Translation ITraducción WADEMATTHEWS, LAURAGUTIÉRREZ MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES SOCIEDAD ESTATAL PARA LA ACCIÓN CULTURAL EN EL EXTERIOR Ministra Presidente ANAPALACIO FELIPEV. GARÍNLLOMBART Secretario de Estado para la Cooperación Internacional Consejeros y para Iberoamérica MIGUELÁNGELCORTÉS JAIMEPÉREZRENOVALES ALICIADÍAZZURRO Secretario General de la Agencia Española AMPAROFERNÁNDEZGONZÁLEZ de Cooperación Internacional JOSÉJAVIERESPARZATORRES RAFAELRODRÍGUEZ-PONGA JOAQUÍNPUIGDELABELLACASAALBEROLA Director General de Relaciones JUANMANUELBONETPLANES Culturales y Científicas MIGUELZUGAZA JESÚSSILVA ALFONSODASTISQUECEDO RAFAELRODRÍGUEZ-PONGASALAMANCA Subdirector General de Cooperación JESÚSSILVAFERNÁNDEZ y Promoción Cultural Exterior SANTIAGOMIRALLESHUETE ROBERTOVARELA JONJUARISTILINACERO Asesor de Artes Plásticas JUANCARLOSELORZAGUINEA BAUDILIOTOMÉMUGURUZA CHRISTIANDOMÍNGUEZ ANTONIOTORNELGARCÍA ARTUROMORENOGARCERÁN JAIMEGARCÍALEGAZPONCE Secretario del Consejo PEDRORAMÓNYCAJALAGÜERAS Es para mí un honor presentar la muestra del artista español Antonio Saura Crucifixiones. Esta exposición se enmarca dentro del esfuerzo que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores de España se viene realizando para la promoción de nuestra cultura en el exterior centrada en la contemporanei- dad como gran prioridad. Bajo el título “Arte Español para el exterior” se ha creado un programa estable de acción cultural para itinerar, durante los próximos años, diversas exposiciones de artistas plásticos españoles. Se pretende iniciar así una línea de promoción del arte español incidiendo en lo más contemporáneo de nuestra creación artística, que debe ser mejor conocida y valorada en el exterior. El Ministerio de Asuntos Exteriores asume este compromiso con el arte español contemporáneo con ilusión. En primer lugar, porque estamos conven- cidos de la calidad y originalidad de todas las obras presentadas. Y en segundo lugar, porque estas obras constituyen un fiel reflejo de la imagen que España ofrece hoy al mundo. Nuestro país, como nuestros artistas, ha apostado con éxito por una modernidad que, sin renegar de su tradición, la rein- venta y la proyecta hacia el futuro. Somos conscientes de que esa modernidad se halla indisociablemente ligada a nuestra presencia constructiva en la Unión Europea. En ese contexto, resulta especialmente significativo y gratificante que la obra de Antonio Saura se exhiba, durante la Presidencia Española de la Unión Europea, en Estrasburgo, ciudad que simboliza y resume todas las virtudes del proceso de integración europea. A partir de ahora inicia su recorrido por otras ciudades significativas de la Unión Europea. La exposición de Antonio Saura que aquí se presenta comprende, en gran parte, obra sobre papel y se centra en una temática ampliamente desarrolla- da a lo largo de la obra del artista, las crucifixiones, que Saura comenzó a desarrollar a partir de 1957. La elección de este tema no responde, como el propio Saura aclaró, a motivos religiosos sino a una fascinación obsesiva por la imagen del Cristo de Velázquez. “En la imagen de un crucificado he reflejado quizás mi situación de ‘hombre a solas’ en un universo amenazador frente al cual cabe la posibilidad de un grito, pero también, y en el reverso del espejo, me interesa simplemente la tragedia de un hombre –de un hombre y no de un dios– clavado absurdamente en una cruz”. Es mi deseo que esta exposición contribuya al mejor conocimiento de la obra de este artista español y que sirva como muestra de la riqueza de nuestra cultura. Por último, quiero agradecer a la viuda de Antonio Saura, Mercedes Beldarrain, a su hija, Marina Saura, y a Olivier Weber-Caflisch su inestimable cola- boración en el proyecto, así como a Fabrice Hergott, director de los Musées de Strasbourg, y a Emmanuel Guigon, comisario de la exposición. MIGUELÁNGELCORTÉS Secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica I am honoured to present this show of works by the Spanish artist Antonio Saura. This exhibition takes place in the context of efforts being made at the Spanish Ministry of Foreign Affairs to promote our culture abroad, with special emphasis on contemporary culture. Under the title “Spanish Art Abroad” a stable programme of cultural action has been created to sponsor and organise diverse travelling exhibitions of Spanish visual artists. The goal of this programme is to promote Spanish art with emphasis on the most contemporary aspects of our artistic creation, which should be better known and valued abroad. The Ministry of Foreign Affairs assumes this commitment to contemporary Spanish art with optimism. First, because we are convinced of the quality and originality of all the works presented here; and second, because these works are a faithful reflection of the image that Spain offeres the world today. Our country, like our artists, has successfully established a modernity which, without denying our traditions, reinvents them and projects them into the future. We are aware that this modernity is inseparably linked to our constructive presence in the European Union, and in that context it is especially significant, and gratifying, during the Spanish Presidency of the European Union, to see Antonio Saura’s works on exhibit in Strasbourg, a city which symbolises and personifies all of the virtues of the process of European integration. Now the exhibition begins a tour of others signifficant cities of the European Union. The exhibition of Antonio Saura presented here consists mainly of works on paper and focuses on a subject which the artist developed extensively over the course of his entire career: the crucifix, with which he began working in 1957. As Saura himself explains, the choice of this subject was not motivated by religious considerations, but rather by an obsessive fascination with Velasquez’s image of Christ. “In the image of a crucifixion I have, perhaps, reflected my situation as a “man alone” in a threatening universe in whose presence it is possible to scream. Also, on the other side of the mirror, I am simply interested in the tragedy of a man—a man, and not a god—absurdly nailed to a cross.” It is my wish that this exhibition might contribute to a greater knowledge of the work of this Spanish artist, and that it may serve as an example of the weath of our culture. Finally, I wish to thank the widow of Antonio Saura, Mercedes Beldarrain; his daughter, Marina Saura, and Olivier Weber-Caflisch, for their invaluable collaboration on this project, as well as Fabrice Hergott, director of the Musées de Strasbourg, and Emmanuel Guigon, curator of the exhibition. MIGUELÁNGELCORTÉS Secretary of State for International Cooperation and Latin America Una de las imágenes más conocidas de la pintura del Siglo de Oro español, el Cristo que pintara Velázquez en 1631 para el convento madrileño de San Plácido, envuelto en leyendas galantes e interpretaciones místicas, ha inspirado páginas señeras de las letras hispánicas posteriores, como el gran poema de Unamuno, al tiempo que seguía concitando nuevas visiones de los mejores pintores de nuestro siglo XX. En esa tradición siempre evocada se sitúan las obras de Antonio Saura recogidas en esta exposición, cuyo extenso arco temporal cubre la mayor parte de la segunda mitad de la pasada centuria sin restarle por ello coherencia de auténtica serie y fuerza expresiva de la más sugerente modernidad. En torno a la figura tantas veces invocada del Crucificado, que Velázquez vertió en la serena armonía de la belleza clásica, uno de los más representativos creadores del arte español contemporáneo nos ofreció, más de tres siglos después, su particular y provocadora manera de sentir los múltiples desgarros, las apremiantes contradicciones, los anhe- los de la razón y el espíritu de su propio tiempo. Memoria de la creación, tributo a la pintura arquetípicamente condensada en la imagen del maestro barroco y clásico por excelencia, exaltación de la capacidad del arte para sugerir y aún gritar los más profundos sentimientos, la obra de Saura se erige así en un crisol ejemplar de algunas de las más influyentes corrientes técnicas y expresivas que han forjado la actual percepción artística. Por todo ello, la muestra que ahora presentamos constituye un excelente testimonio de la riqueza del arte español de las últimas décadas, de sus raíces en una secular memoria histórica y estética, y de su con- tribución, a partir de las ya lejanas vanguardias del primer Novecientos, a las sucesivas elaboraciones de la modernidad europea. Al asumir esta iniciativa del Ministerio de Asuntos Exteriores de España en el marco de un amplio programa de muestras para dar a conocer por todo el mundo esa realidad artística y cultural, la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, que hace de la difusión de esa memoria y esa actuali- dad su principal objetivo, quiere agradecer la colaboración de cuantas personas e instancias han hecho posible este recorrido por una parte esencial de la obra de Antonio Saura. FELIPEV. GARÍNLLOMBART Presidente de la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior One of the best-known paintings of the Spanish Golden Age, the Christ painted by Velasquez in 1631 for Madrid’s Convent of Saint Placid, and shrouded in gallant legends and mystic interpretations, has inspired some of the finest pages of Spanish literature, including the great poem by Unamuno, as well as reinterpretations by the greatest painters of the twentieth century. It is this very tradition in which the works by Antonio Saura featured in the present exhibition may be understood. These works span most of the second half of the last century, but that extension lessens neither the coherency of this authentic series, nor the stimulating modernity of its expressive powers. The oft’ invoked figure of Christ on the cross, which Velasquez endowed with the serene harmony of classical beauty, is taken up more than three centuries later by one of the most representative creators of contemporary Spanish art in an offering characterised by his particular and provocative way of feeling its multiple wounds and pressing contradictions, and the call for reason and mind in his own time. A memory of creation, a tribute to an archetype of painting condensed in an image by the greatest master of baroque and classic painting, and exaltation of art’s capacity to suggest and even shout out the deepest of sentiments, Saura’s work stands here as an exemplary crucible for some of the most influential technical and expressive currents present in the constitution of current artistic perception. For all these reasons, the exhibition we are presenting here, following its recent stay in Strasbourg, bears excellent witness to the wealth of Spanish art from recent decades, its roots in a centuries-old historical and aesthetic memory, and its contribution, beginning with the now-distant avant-garde movements of the early twentieth century, to the step-by-step building of European modernity. In taking on this initiative by the Ministry of Foreign Affairs of Spain within the framework of a broad programme of exhibits intended to make this artistic and cultural reality known abroad, the State Society for Cultural Action Abroad, whose main goal is the dissemination of this memory and current reality, wishes to thank those persons and institutions who have helped make it possible to contemplate this voyage through a central part of Antonio Saura’s oeuvre. FELIPEV. GARÍNLLOMBART President of the State Society for Cultural Action Abroad UN SIGLO DE ARTE ESPAÑOL DENTRO Y FUERA DE ESPAÑA Un balance de lo que ha sido el arte moderno español debe empezar por una afirmación rotunda: la vanguardia española tuvo, durante bastante tiempo, su epicentro en París. En efecto, de 1900 en adelante, y tras los pasos de Pablo Picasso, en aquella ciudad que enton- ces se consolidaba como capital mundial del arte, se afincaron, entre otros, Juan Gris, Julio González, Pablo Gargallo, María Blanchard, Daniel Vázquez Díaz, Manolo Hugué –“Manolo”–, Mateo Hernández... La simple nómina precedente nos permite calibrar la importancia de la contribución española a la primera modernidad internacional. El cubismo tuvo un marcado acento español. Si en pintura con Las señoritas de Avignon (1907) Picasso abre el siglo, que en buena medida va a llevar su nombre, y si Juan Gris, cuya producción de madurez ocupa el período 1910-1927, puede ser considerado como el cubista más puro, en escultura González y Gargallo son los maestros de la escultura en hierro forjado, y abren nuevos caminos a quienes vendrán después. Tanto Picasso como el resto de sus compañeros de aventura serían ignorados durante largos años por los coleccionistas, críticos y gesto- res españoles que tenían que haber estado pendientes de su trabajo. La historia del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, o más bien la de las pinacotecas que precedieron a ésta, es la historia de la miopía de la oficialidad frente a las propuestas de Picasso, Juan Gris o González –más tarde, frente a las de Miró o Dalí–, preteridos a favor de artistas más convencionales. El arte español del interior discu- rrió efectivamente por cauces mucho más moderados. Triunfaban postimpresionistas y simbolistas, formados durante el siglo XIX, como el luminista Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga –el principal representante en pintura de la generación del 98–, Ramón Casas o Santiago Rusiñol, que habían alcanzado por lo demás un gran reconocimiento internacional. El relevo lo representaban pintores más jóvenes, como los muy literarios Julio Romero de Torres y Gustavo de Maeztu. Más secreto sería el destino del purísimo Darío de Regoyos, de Juan de Echevarría o de Francisco Iturrino. Barcelona asistió a la consolidación del noucentisme, movimiento apadrinado por el escritor y filóso- fo Eugenio d’Ors, que proponía un ideal clasicista y mediterraneísta, una modernidad atemperada, y cuyos principales representantes fue- ron Joaquim Sunyer, Xavier Nogués y el primer Joaquín Torres García en pintura, y Enric Casanovas y Josep Clará en escultura. En Madrid se consolidan por aquel entonces, en pintura, el genial y sombrío solitario que fue José Gutiérrez Solana, cantor de “la España negra”, y el sutil y cristalino Cristóbal Ruiz, y escultores como Julio Antonio –con sus Bustos de la raza– o Victorio Macho. La primera guerra mundial empujó a España a algunos de los protagonistas de la vanguardia de París, como Robert y Sonia Delauny, Francis Picabia, Albert Gleizes, Marie Laurencin, el mexicano Diego Rivera, Jacques Lipchitz... En el Madrid de 1915 Ramón Gómez de la Serna apadrinó a los “Pintores Íntegros”, con María Blanchard y Rivera a la cabeza. En Barcelona, los uruguayos Joaquín Torres García y Rafael Barradas practicaron, durante la segunda mitad de los años diez, el “vibracionismo”. Josep Dalmau, un marchand ejemplar, que ya en 1912 había organizado una colectiva cubista, fue el principal receptor de todas aquellas novedades, y también el organizador, en 12 A CENTURY OF SPANISH ART IN SPAIN AND ABROAD Any appraisal of what modern Spanish art has been must begin with a categorical statement: for quite some time, the epicentre of the Spanish avant-garde was in Paris. In fact, beginning in 1900, artists like Juan Gris, Julio González, Pablo Gargallo, María Blanchard, Daniel Vázquez Díaz, Manolo Hugué -”Manolo”-, and Mateo Hernández followed Pablo Picasso’s footsteps and settled in the city which was fast becoming the art capital of the world. This roster alone is sufficient for us to gage the importance of the Spanish contribution to the first international modernity. Cubism had a markedly Spanish accent. Picasso opened a century of painting—a century that practically bears his name—with his Demoiselles d’Avignon (1907), and Juan Gris, whose mature works were painted between 1910 and 1927, emerged as the purest of cubists. In sculpture, González and Gargallo reigned as masters of wrought-iron sculpture, opening new paths for all who were to follow. Both Picasso and his colleagues in arms were ignored for many years by Spanish collectors, critics and arts administrators who should have paid more attention to their work. The history of the Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Reina Sofía National Art Museum), or rather of those picture galleries that preceded it, is the history of official short-sightedness in the face of Picasso, Juan Gris or González’s work. The same would later occur with Miró and Dalí, who were passed over in favour of more conventional artists. Indeed, within Spain, art was running a much more moderate course. Post-impressionists and symbolists were all the rage; painters with nineteenth-century training, like Joaquín Sorolla, who was a painter of light; Ignacio Zuloaga, the most representative painter of the generation of ‘98; Ramón Casas, or Santiago Rusiñol, all of whom enjoyed considerable recognition abroad as well. The new generation was represented by young and very literary painters like Julio Romero de Torres or Gustavo de Maeztu, while Darío de Regoyos—the purest of painters—Juan de Echevarría, and Francisco Iturrino had more secret destinies. Barcelona witnessed the confirmation of noucentisma,a movement sponsored by the author and philosopher Eugenio d’Ors that proposed a classicist and Mediterranean ideal: a moderate modernity whose protagonists included the painters Joaquim Sunyer, Xavier Nogués and the early Joaquín Torres García, and the sculptors Enric Casanovas and Josep Clará. In Madrid, the painters who were coming to the fore included the inspired and sombre loaner, José Gutiérrez Solana, bard of España negra, and the subtle and crystalline Cristóbal Ruiz, as well as sculptors such as Julio Antonio—with his Busts of the Race—and Victorio Macho. The First World War drove some of the protagonists of the Paris avant-garde to Spain, including Robert and Sonia Delauny, Francis Picabia, Albert Gleizes, Marie Laurencin, the Mexican Diego Rivera, Jacques Lipchitz, and so on. In Madrid, in 1915, Ramón Gómez de la Serna took in the “Integral Painters” lead by María Blanchard and Rivera. In Barcelona, the Uruguayans Joaquín Torres García and Rafael Barradas practised their “Vibracionismo” during the second half of the century’s second decade. Josep Dalmau, an exemplary dealer who had already organised a cubist collective in 1912, was the main recipient of all 13

Description:
Both were close to García Lorca, and the second illustrated his Llanto por Ignacio Second, one should not overlook the fact that Saura was, himself
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