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Analisis Linguistico Y Discurso Politico PDF

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Análisis lingüístico y discurso político 0 peder de enunciar María Marta García Mónica Graciela Zoppi Fontana Centro Editor de América Latina Dirección: Ricardo Figueira Secretaría de redacción: Oscar Troncoso Asesoramiento artístico: Oscar Díaz Diágramación: Ricardo Pereyra Coordinación y producción: Natalio Lukawecki, Fermín E. Márquez ©1992 Centro Editor de América Latina S.A. Tucumán 1736, Buenos Aires Hecho el depósito de ley. Libro de edición argentina. Impreso en Carybe, Udaondo 2646, Lanús Oeste, Prov. de Bs. As. Encuadernado en Haley, Av. Moscom 640, Lomas del Mirador, Prov. de Bs. As. Distribuidores en la República Argentina: Capital: Mateo Cancellaro e Hijo, Echeverría 2469, 5o “C". Buenos Aires; Interior: Dipu S.R.L, Azara 225, Capital. Impreso en setiembre de 1992. I.S.B.N: 950- 25-2088-2- PRESENTACIÓN El trabajo que a continuación presentamos fue escrito a principios de 1988. Por entonces (entre 1985 y 1988), el cálido y espacioso Instituto de Lingüística del viejo edificio de 25 de Mayo 217 donde aún se adivina el esplendor de épocas pasadas, albergaba un apasionado equipo de lingüistas dirigido por Beatriz Lavandera. En ese marco, donde la discusión teórica y la conversación amable eran cotidianas, el equipo produjo una serie de trabajos relacio­ nados con el tema central de investigación que, financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, había sido consagrada al análisis sociolingüís­ tico de textos producidos en el intercambio de información entre gobierno y ciudadanía. Dos números de los Cuader­ nos del Instituto de Lingüística, ponencias a diferentes Congresos, artículos publicados en diversas revistas (Len­ guaje en contexto. Revista argentina de Lingüística, Mots, Filología) entre otros fueron parte de lo producido en esos años. Este trabajo también. Pero si aquéllos se insertaban en una discusión académica y científica, tratando de satisfacer los requisitos que ella impone, el que hoy ofre­ cemos al lector busca encontrar su público en ungru pomas extenso interesado por conocer como la Teoría Lingüística trabaja, trata, opera con un texto. El Discurso Político puede ser abordado desde diferen­ tes ángulos y estudiado desde muy diversas disciplinas. La sociología, ¡a historia, la politología, la lingüística descu­ bren allí un terreno fértil de análisis y reflexión y cada una desde su enfoque particular contribuye de manera deter­ minante a esclarecer la especificidad de este tipo de discurso social revelando aspectos y funcionamientos que le son característicos. El texto que hoy proponemos al lector constituye, pues, una introducción a un tipo de análisis particular del discurso político cuyos fundamentos teóricos e instrumentos de análisis provienen de la teoría lingüística y en especial de las corrientes pragmáticas recientes. El nivel de funcionamiento enunciativo (capítulo 2) y la dimensión argumentativa (capítulo 3) del Discurso Político son los dos grandes ejes en torno de los cuales se ha organizado la exposición. En la medida de lo posible y siempre que no ocasionara tergiversaciones conceptua­ les o teóricas hemos buscado utilizar un lenguaje accesi­ ble para un público no especializado; por esa misma razón hemos tenido especial cuidado en la definición de los términos técnicos usados y proporcionamos una abundan­ te ejemplificación con discursos efectivamente produci­ dos, con el fin de facilitar la comprensión del texto. Esta presentación no podría terminar sin los habituales agradecimientos. A la doctora Beatriz Lavandera que diri­ gió el equipo de investigación en el momento en que este trabajo fue redactado, por sus consejos y enseñanzas; al equipo de investigación —Ménica López Ocón, Carlos Luis, Martín Menéndez, María Laura Pardo, Alejandro Raiter—por sus sugerencias, por las ideas intercambiadas y, sobre todo, por el cálido clima que siempre distinguió nuestras reuniones cotidianas. Al CONICÉT por haber apoyado financieramente nuestro trabajo. Al Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires por habernos albergado durante cinco años. Por último, a Carlos José María Olguín por su hospitalidad e infinita paciencia en momentos de nerviosismo. María Marta García Negroni Mónica Zoppi Fontana Agosto de 1992 Introducción EL LENGUAJE: MUCHO MAS QUE COMUNICAR ¿Qué es el lenguaje? Simple pregunta que provocó en la historia del pensamiento multitud de respuestas. Entidad compleja, inserta en la vida del hombre desde sus comien­ zos, el lenguaje impone una reflexión sobre su naturaleza a innumerables disciplinas, directa o indirectamente rela­ cionadas con él. Ya sea como fin en sí mismo o como un medio para el acceso a otros objetos, el problema del lenguaje es abordado por la Filosofía, la Historia, la Teoiía Literaria, la Sociología, la Psicología, la Politicología, la Economía, la Semiótica, la publicidad, etc. y, consecuente­ mente, las respuestas posibles son variadas y diferentes. Dentro de la Lingüística puede encontrarse la misma diversidad de propuestas. Intuitivamente se nos presenta, sin embargo, una evidencia cuya aceptación debería servir como punto de partida y fundamento común para la re­ flexión sobre el lenguaje. Esa evidencia concierne a su función: el lenguaje sirve para comunicarse. Axioma apa­ rentemente básico y unificador, aunque sólo sea en apa­ riencia. La función del lenguaje no siempre ha sido considerada en ei momento de proponer una definición. Baste como ejemplo la definición de lengua propuesta por N. Chomsky: Una lengua es un conjunto (en general infinito) de cadenas finitas de símbolos que forman parte de un “alfabeto" finito. Cada una de tales cadenas es una oración. [Chomsky, 1957.] Chomsky no sólo no toma en cuenta la función comuni­ cativa, sino que la considera irrelevante, poniendo en duda su carácter de función primaria y proponiendo, en cambio, como función, la de organizar el pensamiento. Otros lingüistas reconocen tal función comunicativa, pero la dejan de lado al construir su teoría, la cual surge como resultado de un proceso de abstracción que no considera el uso del lenguaje. F. de Saussure, por ejemplo, al separar lengua-sistema, de habla-uso y fundar la Lin­ güística sobre el estudio de la lengua, no incluye en la descripción de los elementos que integran el sistema ningu­ na observación sobre su uso y función en el habla (Saussu­ re, 1945). En contraposición con las anteriores, la definición de lenguaje propuesta por Sapir es claramente funcional: El lenguaje es un método exclusivamente humano y no instintivo de comunicar ¡deas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada. No es una función biológica del individuo, depende del ambiente social en el cual se nace. Es el producto de un uso social continuo a lo largo de mucho tiempo. [Sapir, 1954.] Sapir no sólo reconoce la función comunicativa del lenguaje sino que también señala el aspecto social del mismo. El lenguaje es herencia cultural, es el resultado de un hábito social; Pero el lenguaje es social no sólo en su origen sino también en su ejercicio. El lenguaje en uso es siempre un hecho social, y lo es por dos razones: a) porque la palabra está siempre orientada hacia un otro, y ese destinatario es un sujeto social e ideológicamen- • te caracterizado. No puede existir, pues, algo así corno un destinatario abstracto. El término "destinatario'* se usa aquí de una manera general no específica (cf. el capítulo 2 para una definición y explicación del mismo); b) porque la forma lingüística y su contenido ideológico no son separables. La manipulación individual del signo lingüístico en una emisión concreta está regulada por las relaciones sociales y determina desde dentro la estructura del enunciado. [Voloshinov, 1973.] La ideología no sólo se expresa sino que se constituye en y por el lenguaje. En el seno de una sociedad pueden reconocerse diferentes formaciones ideológicas que se articulan en formaciones discursivas diferenciadas e iden- tificables. Esas formaciones discursivas pueden definirse como un conjunto de prácticas discursivas que determinan ciertas regularidades en la construcción del discurso, tanto temáticas (tema y objeto del discurso), como formales (estrategias y recursos lingüísticos utilizados). Esas forma­ ciones discursivas se expresan por medio de diferentes sujetos que funcionan como enunciadores (cf el capítulo 3) dentro del discurso y, por ello, el sujeto no sería el origen del enunciado sino simplemente el intérprete de un cierto modo de representación de la realidad organizado discursiva- mentede manera distintiva. lenguaje, entonces, materia­ lizado en discurso, se constituy en instrumento y evid encia de las pugnas ideológicas de una sociedad. En palabras de Foucault: El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación sino aquello por lo que, y por medio de lo cual, se lucha, aquel poder del cual quiere uno adueñarse. [Foucault, 1973.] Forma material de la ideología, factor de poder, el lenguaje representa la realidad y actúa sobre ella modifi­ cándola. El lenguaje categoriza, clasifica, organiza la expe­ riencia. En y a través del discurso, el sujeto hablante construye una representación subjetivade la realidad extra­ discursiva, pero en 0! intercambio discursivo con su interlo­ cutor, esa representación subjetiva, que es un proyecto individualizado y argumentativo de representación de la realidad, es homologada al objeto empírico que la motiva, y adquiere, por lo tanto, un status de nueva realidad: el discurso se construye como para-realidad autónoma y suficiente (Raiter, 1986). Como afirma Vignaux: el discurso no sólo se ofrece sino que sé construye como una representación (...) no es otra cosa que nuestra relación con lo observado y nuestra manera de operar sobre esa relación. (Vignaux, 1986.) La construcción de esa para-realidad abarca no sólo la representación del mundo, sino también la representación/ construcción de las imágenes, identidades y roles de los sujetos que interactúan en el proceso comunicativo, y esto es así porque el lenguaje es, fundamentalmente, inter­ acción. Por y a través del lenguaje se realizan actos que modi­ fican de alguna manera el.estado actual de las cosas. Hablar consiste en hacer cosas con palabras, en realizar actos de habla tales como "hacer enunciados", "dar órde­ nes", "plantear preguntas", "hacer promesas", etcétera. Al dar una orden, por ejemplo, no se está simplemente comu­ nicando o describiendo un cierto estado de cosas, sino que se está realizando un acto, el de ordenar, por medio del cual ese estado de cosas se altera. El lenguaje se nos presenta entonces como acción que modifica y transforma de un cierto modo las condiciones de com portamiento social tanto del sujeto hablante como de su destinatario. E n sus enu nciados, y por el hecho mismo de constituirlos como actos de habla, los participantes en una interacción comunicativa crean una imagen/representación de sí mis­ mos, la que les proporciona la identidad (en el sentido de rol o imagen discursiva) y la posición requeridas para la realización de esos actos. El lenguaje funciona como un juego de enmascaramientos recíprocos: a través de sus enunciados, los interlocutores representan (en el sentido de acción dramática o teatral) diferentes papeles de acuerdo con los actos de habla que realizan. Ese juego de enmas­ caramientos escande un juego de intenciones argumenta­ tivas: los actores de ese pequeño acto de^representación que es un acto de habla crean y adoptan las identidades o máscaras más adecuadas para la obtención de su finalidad argumentativa. El lenguaje es un juego. Un acto de habla tiene, por lo tanto, un doble sentido: el de acción que se practica cuando se produce un enunciado y el de representación dramática de esa acción. Acto de hablar y acto de representar a un mismo tiempo. [Vogt, 1980.] E ntidad compleja y de múltiples funciones, la naturaleza del lenguaje se va develando cada vez más rica a medida que se reflexiona sobre ella. Representación de la realidad y forma material de la ideología, factor de poder e interac­ ción ‘argumentativa, juego de identidades y enmascara­ mientos, el lenguaje es mucho más que "comunicar ideas". Sin tener esto presente, no puede encararse ei estudio del discurso y, mucho menos aun, el estudio del discurso político.

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