Depósito Legal: G.C. 356-1985. Copyrigh Ventura Doreste. Impresión: Litografía Lezcano. Las Palmas 'de Grran Canaria. VENTURA DORESTE . , ' . % ! Y OTROS ENSAYOS EL ARCA 1985 Va de lo uno a lo otro la diferencia que hay entre estudiar el nudo y la tra- ma del tapiz, aplicando la lente y usan- do de las noticias técnicas, o apreciar de lejos y al golpe de vista la belleza del cuadro que el tapiz mismo repre- senta. Son dos órdenes distintos de felicidad, igualmente aguda en .ambos casos. Beatos los que sepan disfrutar de tales placeres. Ya pueden jactarse de que encuentran compañía en su soledad y consuelo siempre. Alfonso Reyes: Cuestiones gongorinas. Prólogo. Madrid, 1927. 14 los amigos que, con excepcio- nal generosidad, se han interesado por la edición de este libro. Y a Josefina, naturalmente. NOTA PRELIMINAR CASI tidos los ensayos y glosas que componen es- te libro aparecieron en pu.blicaciones diversas: en las espa- ñolas Ínsula, Revista de Occidente y Papeles de Son Arrna- dans; en l'Henze, de París; en La Torre y en Asomante, ambas de Puerto Rico; y en la Revista de la Universidad de México. Figuran aquí, en primer lugar, trabajos relati- vos a la literatura hispanoamericana; después, una serie de estudios sobre temas españoles. Tras éstos introduzco, a manera de variación, tres artículos en tomo a la literatura francesa, en los cuales se habla de Guillaume Apollinaire, Maupassant y Rivarol, respectivamente. Siguen (retornan- do a las letras españolas) dos estudios inéditos y una evo- cación casi inédita. El ensayo Sobre "Belarmino y Apolo- nio" es fragmento de un libro acerca del mismo tema, li- bro que hube de componer, con puros fines académicos, tiempo antes de que se publicara el muy necesario volu- men intitulado La novela intelectual de Ramón Pérez Ayala, cuyo autor es Andrés Amorós. De mi citada obra inédita sólo he querido recoger aquí tres capítulos co- rrespondientes a la segunda sección: el II, el III y el I V. Tampoco había dado yo a la estampa el estudio sobre Las'ficciones de Valbuena Prat, que me ha servido de base para pronunciar conferencias en centros universitarios. Las páginas sobre el poeta Saulo Torón son casi inéditas, porque aparecieron en restringida edición privada cuyos ejemplares apenas he difindido. Termina Análisis de Bor- ges y otros ensayos con dos textos sobre clásicos de la literatura española: Alfonso de Valdés y Juan Ruiz de Alarcón. Este último articulo &e redactado con moti- vo de la excelente edición preparada y publicada por el ilustre don Agustin Millares Carlo. En un futuro volumen compilaré no sólo estudios so- bre cuestiones teóricas, sino también exámenes de Leopol- do Alas, Valera, Valle Inclán, Ortega, Antonio Espina, Jo- sé Luis Cano, etcétera. Pero no sé si me será posible tra- bajar en ese proyectado libro. Cumoo hace muchos años descubrí en la vasta bi- blioteca paterna un solo volumen de Jorge Luis Borges, el titulado Discusión (Buenos Aires, 1932), la reveladora originalidad y esplendor del estilo y los temas me movieron anhelosamente a buscar y adquirir otras obras de este au- tor. En colecciones de revistas y periódicos argentinos hallé deslumbrantes ensayos y poemas de Borges; en varios nú- meros de Nosdtros topé con antiguas notas borgianas y hasta con una belicosa entrevista. Pero mi culto era, en- tonces, casi personal; mis amigos inmediatos desconocían a Borges; y pude advertir que cuando yo les prestaba algún volumen o les leía tal o cual ensayo de mi recién descubier- to autor, en los espíritus ajenos no se levantaba un entu- siasmo similar al mío: Borges era considerado como un ensayista de difícil lectura y abrumadora erudición; lo ten- so de su estilo y la abundancia de noticias fatigaban a los nuevos lectores, impidiéndoles degustar la novedad del pensamiento borgiano y el ajustado juego de la fantasía. No obstante, mi afición se fue comunicando y contagian- do, poco a poco, dentro del círculo de mis amigos ;y a al- gunos poseían obras borgianas que no figuraban en mi biblioteca; ya había quien, para sorprenderme gozosamen- te, ponía en 'mis manos una última edición de Historia universal de la infamia, regalándomela; o quien -codicio- so- sólo osaba facilitarme, por unas semanas, cierto an- helado volumen, de no fácil hallazgo en las librerías espa- ñolas. Entre tanto, la fama de Borges iba extendiéndose casi universalmente; sus obras se traducían a otros idiomas, y los especialistas comenzaban a publicar sobre ellas muy documentados estudios. Pero el Borges preferido por la mayor parte de los lectores era -y es- el autor de cuentos y relatos fantásti- cos, mientras que yo he seguido admirando parejamente al poeta, al ensayista y al narrador: tres emanaciones de la gran personalidad borgiana. Es cierto que la opinión de varios críticos tiene por superior al Borges de los re- latos. César Fernández Moreno, en un buen estudio sobre la evolución del ilustre escritor argentino, muestra cómo Borges, inevitablemente, había de ir desde la poesía lírica, pasando por el ensayismo, a la elaboración de relatos, don- de se cifran las mejores cualidades de su espíritu creador. "El tercio ensayistico es tal vez la parte más débil de su obra -declara Fernández Moreno-; los defectos de Bor- ges parecen resaltar y sus virtudes oscurecerse en este cam- po." Y poco después añade: "Los ensayos de Borges se apartan de esta vocación de verdad inherente al género; buscan más bien el asombro, la paradoja, el funciona- miento del pensar como un fin y no como un medio" ' . 1 César Fernández Moreno: Esquema de Borges. Editorial Perrot. Buenos Aires, 1957. 14 Creo que se trata de un juicio somero, para cuya formula- ción, probablemente, no se han tenido en cuenta determi- nados ensayos de Borges, en los cuales se manifiesta una fina percepción crítica del proceso creativo y de las obras ajenas ;B orges suele ser, en esas páginas, exacto y verdade- ro; baste citar, entre muchas, El arte narrativo y la magh, La postulación de la realidad, los trabajos sobre Whitman, el estudio sobre la poesía gauchesca o las muy penetran- tes palabras acerca de Nathaniel Hawthorne. Lo que acon- tece es que en otros ensayos -de índole filosófica-, donde Borges acumula raras noticias, las conclusiones a que llega el autor son (antes que rigurosamente dialécticas) casi ima- ginativas, pero no caprichosas. Tal es lo que se observa, por ejemplo, en las últimas líneas de La perpetua carrera de Aquiles y la tortuga, cuyo tema ha tocado Borges más de una vez. En esta noticia sobre la famosa aporía de Ze- nón de Elea, tras exponer la cuestión y algunas de sus soluciones, Borges escribe: "Mi opinión, después de las calificadísimas que he presentado, corre el doble riesgo de parecer impertinente y trivial. La formularé, sin embargo: Zenón es incontestable, salvo que confesemos la idealidad del espacio y del tiempo. Aceptemos el idealismo, acepte- mos el crecimiento concreto de lo percibido, y eludiremos la pululación de abismos de la paradoja"2. De esta voluntaria creencia de Borges arranca buena parte de su literatura fantástica. ES Borges un idealista. Por eso se figura el universo como un laberinto; por eso 2 Jorge Luis Borges: Discusión. Emecé Editores, S. A. Buenos Aires, 1957.
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