Versión digitalizada para su difusión en medios electrónicos por la Arquitecta Yesica Soledad Lamanna y corregida por el Arq. Eduardo M. Rodriguez Leirado 2 3 Presidente de la Nación Argentina GENERAL JUAN D. PERÓN Ministro de Educación DOCTOR ARMANDO MÉNDEZ SAN MARTÍN Rector de la Universidad de Buenos Aires ARQUITECTO JULIO V. OTAOLA Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo ARQUITECTO FRANCISCO N. MONTAGNA 4 5 6 INSTITUTO DE ARTE AMERICANO E INVESTIGACIONES ESTETICAS Director: MARIO J. BUSCHIAZZO Secretario: HÉCTOR H. SCHENONE 7 RETABLOS COLONIALES EN BOLIVIA1 E L periodo de mayor actividad en la decoración de iglesias en Bolivia cubrió un lapso de tiempo de cerca de cien años, de 1650 a 1750. Hacia esa época los primitivos retablos del siglo XVI y primera mitad del XVII fueron casi totalmente destruidos, para hacer lugar a nuevos y más esplendidos monumentos. Idéntico caso se repitió en Perú, donde no sobrevive un solo retablo importante de ese periodo. En el Perú la destrucción de iglesias por obra de los terremotos tiene buena parte de culpa en la pérdida de edificios antiguos, pero no es este el caso de Bolivia. Los retablos mas antiguos que conozco en Bolivia son, el pequeño altar de los santos Franciscanos (fig. 1) en San Lazaro, de Sucre; el retablo de San Juan Bautista (fig. 2) en la Merced, de la misma ciudad; y el altar lateral (fig. 3) en la iglesia de Copacabana. Este último trabajo está fechado en 1618, gracias a una inscripción en la predella, que dice: Esta capilla y retablo hizo el Padre Fray Juan Vizcaino siendo prior 1618... pintolo Dionisio Sebastian Acosta Inca. El altar de Copacabana, que fue originariamente el retablo mayor, no fue destruido pero si trasladado a una capilla para hacer lugar al altar mayor actual, en el tercer cuarto del siglo XVII2. Esta obra de 1618 solo tiene una ligera indicación del estilo barroco del siglo XVII en el frontis quebrado de la parte superior. El dibujo arquitectónico y el ornato son, por otra parte, todavía esencialmente Renacimiento en carácter. Las esculturas y pinturas actualmente en el altar son heterogéneas y posteriores, no perteneciendo al piano original. El estilo de los dos retablos en Sucre parece ser algo anterior al de Copacabana. Aquellos dos fueron probablemente colocados en el último cuarto del siglo XVI, 8 contemporáneamente con trabajos similares en el Cuzco, Checacupe y Huaro, en el Perú. Las fechas de ninguno de éstos son seguras, no obstante, y no debemos olvidar que trabajos retrasados, de tipo similar, fechados en 1609 y 1614 se encuentran en San Jerónimo, cerca de Huancayo3. Presumo, sin embargo, que los dos altares de Sucre pertenecen a las postrimerías del siglo El retablo de los Franciscanos en San Lázaro de Sucre (fig. 1) fue modificado en el siglo XIX, particularmente el nicho principal y el sagrario. El dorado es en gran parte original, pero los hábitos de los monjes han sido repintados en años recientes. La Virgen y las flores de papel son, desde luego, modernas. El carácter general del dibujo arquitectónico, las columnas y el friso con cabezas de querubines son formas renacentistas corrientes. La circunstancia de que los motivos sobre el tercio inferior de las dos columnas sean diferentes, hace suponer que este altar es un fragmento de otro mayor. Normalmente, dos columnas usadas de este modo hubiesen sido idénticas en dibujo. Los monjes, tallados en relieve alrededor del amplio nicho, son todos franciscanos, probablemente San Francisco, San Antonio de Padua, San Buenaventura y San Luis de Tolosa. El retablo de San Juan Bautista (fig. 2) en la Merced de Sucre ha sufrido relativamente poco con las restauraciones. La estatua del santo titular es demasiado pequeña para su nicho, y seguramente no fue la que ocupó originariamente ese lugar. El retablo es un producto local de Sucre, similar en estilo y época al altar de San Lázaro. El provincialismo del dibujo y la mediocridad de su ejecución contradicen la tradición de que fue importado de España. La traza del altar, ancho y bajo en sus pro- porciones, con dos series de figuras de cuerpo entero en relieve, no es típicamente española; sin embargo, refleja en moda provinciana la tradición ibérica. Todo lo contrario sucedía con el magnifico altar (fig. 4) de la Catedral de Sucre, construido en 1604-1607, pero desgraciadamente destruido para dar lugar a otro en 1675-16784. Tuve la suerte de descubrir el contrato original completo, fechado agosto 9 9 de 1604, entre papeles sin catalogar en los archivos de la Catedral de Sucre5. Al legajo de nueve páginas estaban agregadas las cuentas de la tasación final y los pagos efectuados a Joseph Pastorelo, escultor del retablo. Éste había solicitado un pago adicional en 20 de febrero de 1607, después de haber terminado y colocado el altar, porque había hecho más trabajo del especificado originariamente. Su solicitud fue atendida y se le pagaron 1680 pesos en adición a los 8000 pesos corrientes de plata en que había convenido que haría el trabajo. La tasación fue hecha por Miguel de Aguirre, entallador designado por el Cabildo, y Cristóbal Hidalgo, este último escultor de la sillería del coro (1592-1599) de la Catedral de Sucre, que aún existe6. El Profesor Enrique Marco Dorta, de la Universidad de Sevilla, me ha comunicado que ha encontrado una referencia a este contrato para el altar mayor de la Catedral de Sucre en el Archivo General de Indias, en Sevilla, pero no el texto de la documentación. Le he facilitado mis fotografías del documento de Sucre, y publicará, entonces, el texto completo en un libro próximo a aparecer, titulado Fuentes para la historia del arte en Hispano-América. Más interesante aún que el texto es el dibujo original del altar mayor, agregado al expediente, que publico aquí por primera vez (fig. 4). La hoja mide 42.25 cm. x 28.50 cm. y el dibujo está realizado con tintas bistre y negra, a excepción del sagrario, que está dibujado en tinta amarilla suave. Un acuarelado color rosa refuerza el dibujo de las figuras humanas. En el dorso de la hoja aparece un perfil lateral del retablo. El dibujo está en buenas condiciones, excepto una mancha de humedad que cubre casi todo el papel, fácilmente apreciable en la fotografía. El nombre de Miguel de Aguirre, escrito lateralmente en el margen derecho del dibujo identifica al testigo y no al autor del dibujo. Su firma se encuentra varias veces en diversas partes entre los papeles, tanto como testigo como tasador del retablo. El contrato para el altar fue hecho entre el Deán y Canónigos de la Catedral de Sucre y Joseph Pastorelo, pintor. Se había convenido que las estatuas de San Juan Bautista 10
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