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Altos Hornos de Liérganes and La Cavada 1622 PDF

268 Pages·2015·4.65 MB·Spanish
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b* . . . 3.* - ' JOSE ALCALA-ZAMORA Y QUElPO DE LLANO r.. C 7 f1 : A I~ISTORIAD E UNA EMPRESA .A! SlDERURGlCA ESPANOLA: 1, LOS ALTOS HORNOS DE i LIERGANES Y LA CAVADA, 1622-1834 DlPUTACION PROVINCIAL DE SANTANDER INSTITUCION CULTURAL DE CANTABRIA DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS CENTRO DE ESTUDIOS MONTANESES HISTORIA DE UNA EMPRESA SIDERURGICA ESPANOLA: LOS ALTOS HORNOS DE LIERGANES Y LA CAVADA, DIPUTACION PROVINCIAL DE SANTANDER INSTITUCION CULTURAL DE CANTABRIA DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS CENTRO DE ESTUDIOS MONTARESES epósito Legal: 60 - Grhficas CAMPHER Guarnizo (Santander). 1974 A Sonsoles y a Elvira PALABRAS PREVIAS El trabajo que el lector tiene en sus manos nació con el propósito inmediato de no rebasar los limites natu- rales aceptados para un articulo de revista, y la ambición, tiempo mediante y habiendo investigado con mayor deteni- miento algunos rincones y enfoques, de conquistar las dimensiones y el empeño de una gruesa y, en la medida de mis fuerzas, exhaustiva monografia. Pero el exceso de paternal entusiasmo por el tema, la abundancia misma de fuentes manuscritas -más de medio millón de páginas consultadas y cinco mil de copias y extractos personales- y tal vez, lo que el autor temería más, su falta de habi- lidad en sacrificar a la sintesis aspectos que le parecieron significativos y cuyo planteamiento consumió mucho trabajo, convirtieron lo que había pretendido ser un resumen, en este libro, concluido en la primavera de 1972. Aunque mantengo la idea de completar en su momento, dentro de algunos años, un tomo más completo, creo que en el pre- sente estudio se hallará lo esencial de los resultados obte- nidos, si bien sea fácil en bastantes pasajes echar de menos un mayor desarrollo. Las páginas que siguen constituyen una pequena con- tribución a la historia general de España en la Edad Mo- derna, más en concreto a la historia de las técnicas y de la economía peninsulares antes de la Era Industrial. En principio, se trata de la historia de los orjgenes, vicisitudes y ruina de una fábrtca, dos veces secular, de artilleria de hierro fundido, pero el argumento técnico-artillero y militar y el enfoque local, erudito, han sido relegados a un segundo plano, en beneficio de una óptica, por una parte más amplia, en busca del paisaje, las instituciones, el hombre, la psico- logia de grupos, la gran politica internacional, la organiza- ción del trabajo o los mercados, y, por la otra, más dinámi- ca, con el deseo de hallar un significado en la evolución temporal del establecimiento siderúrgico en estudio, dentro del marco mfiyor de la historia española. Me parece que las más útiles aportaciones 'en noticias y datos, a aeces curiosos, se refieren a la politica naval hispana en sus distintas fases, desde Felipe II hasta la consumación de la independencia de las Indias, a la /rustrada épo:-J de retormas de los años iniciales de Felipe IV, al crecimiento económico de nuestro siglo XVIII y sus limztactones; a los inconvenientes de la política industrial de Carlos III, a las tensiones y prejuicios de una sociedad de estanzentos en un horizonte regional, a los conflictos entre el Estado y la iniciativa de los particulares, a la lucha por la posesión de la fuente de energía más universal y privilegiada de los tiempos modernos, el bosque, a los origenes de los comien- zos de la industrialización española, a la crisis de 1790 a 1840 y, en fin, por supuesto, a los viejos procedimientos de obtención del hierro colado. Se ha mejorado la obra con un amplio apéndice docu- mental, muy escogido entre centenares de pzanuscritos, que a la vez que apoya e ilustra el discurso del texto, aproxima el latiio, tantas veces ilusionado o apremiante y siempre vivo, del testimonio directo. Como decían antaño, me lison- jea pensar, y discúipeseme la inmodestia de la afirmación, que más de uno de dichos documentos merecería sitio en una hipotética antología de fuentes para la historia de la España moderna. Por lo que se refiere a las notas de pie de página, he procurado que no se restringiesen a su fun- ción primordial de establecer un puente entre testimonio y relato, sino que ampliaran y enriquecieran a éste. En trabajos de este tipo es casi costumbre incluir relación más o menos prolija de agradecimientos, en raras ocasiones -y tal vez tomando pretexto de una palabra cortés o de una sugerencia casual- con el sutil progsito de proporcionar a la obra propia escolta de apellidos cienti- ficos conspicuos. No traeré aqui padrinos que pudieran, de saberlo, sentirse quizá reacios a admitir el honor, porque aunque, como bien dijo Cervantes, no me habrían de cortar la mano con que escribiera sus nombres, prefiero que exce- da la delicadeza a la gratitud que les profeso y ellos cono- cen. Tengo, sin embargo, otro capítulo de reconocimientos, relacionado con el acceso a las fuentes, cuya omisión no constituiría prudencia, sino injusticia descarada. En las pacientes investigaciones que han permitido este libro tro- pecé con multitud de lagunas y obstáculos, tanto sobre el terreno como en los archivos, a causa de la desaparición de las fábricas y de la dispersion, extravzo y perdzda de los documentos y bibliografía pertinentes. Además de una acción de gracias colectiva al personal de los diferentes archivos visitados, quiero hacerla nominal para quienes me ayudaron a ensanchar la base de mi trabajo con la suge- rencia o la noticia: en Santander, a Blanca Alvarez Pinedo, directora a la sazón del Archivo Provincial, a Maria del Carmen González Echegaray, Tomás Maza Solano, Ignacio Aguilera, José Simón Cabarga, Manuel Diaz-Berrio y, sobre todos, a Fernando Barreda, gran erudito e historiador san- tanderino, que me proporcionó pistas «muy» fructiferas; en la siderúrgica «Nueva Montaiaa», de la misma ciudad, a José L. Garcia de los Rios y al ingeniero José Manuel Pérez Soto, quien tuvo la amabilidad de mostrarme las operaciolzes de un alto horno «actual»; en La Cavada, a Amalio Gómez, que me introdujo en el circulo de algunos de los descendientes de los antiguos fundidores flamencos de las fábricas y guió en excursiones «arqueológicas»; en Simancas, a Adela González Vega y a Ascensión de la Plaza; en el Servicio Histórico Militar de Madrid, al co- mandante Juan Barrios; en El Viso del Marqués, a los hermanos Juan y Vicente del Campo, custodios y conoce- dores de uno de los más importantes archivos del pais, y, en fin, al almirante Julio Guillén, cuya pérdida reciente lamenta la ciencia española y quien me brindó, durante tantos días, la hospitalidad de «su» magnifico palacio, man- chego y marinero, de2 Viso. Y por fin, gracias muy especiales a la Institución Cal- tural de Cantabria que ha llevado a efecto esta publicación. Madrid y enero de 1973. «Entre todas las industrias, la siderurgia es la más ligada a la naturaleza, a sus recursos, a su vida interior, a sus caprichos, a la esplendidez de sus veneros, al bosque -nunca suficiente-, al caudal ... tornadizo de los rtos » (F. Braudel) (1). «La resistencia que hace el metal de hierro al fuego, sobre todos los demás metales, ha obligado a los que se ocupan en este miaisterio a usar de más violencia y fuerza para rendirlo y sujetarlo, de suerte que quede apto para que se acomode en los usos humanos, para que es más necesario que el oro ni la plata ...» (Alvaro Alonso Barba, «Arte de los Metales*) (2). 1. -ACOTACION DEL TEMA l.1 . -Horizonte argumental. Dos rasgos fundamentales podrían definir la evolución histórica desde el siglo XVI hasta nuestros días. El uno material, numérico, consistente en el crecimiento espectacular de la producción: débil e indeciso en apa- riencia -si bien firme en su realidad preparatoria para despegues defini- tivos- hasta 1750-1 850, explosivo después. El otro, de índole geográfica ' y espiritual, el proceso de aproximación y la tendencia al entendimiento, el mestizaje y la uniformidad final entre todas las gentes, pueblos y culturas de la tierra. Los hombres de Europa han caminado esos dos itinerarios fundamen- tales con pasos de adelantados y elegido los rumbos a seguir en las más de las encrucijadas. Los condicionantes del legado europeo, al menos en el próximo futuro, orientan la mirada y sugieren el impulso. ¿Qué poderosas fuentes de energía poseyó Europa para que sus desti- nos, sorprendentemente, prevaleciesen sobre otros y se identificasen con los del mundo? Muchas han sido las respuestas (3). En un libro breve, (1) F. BRAUDEL~: CiuilisationM ateriélle et Capitalísvze», p. 285. Remes, 1967. (2) Libro IV, capítulo XXI, páginas 168-169 en la edición de 1770. Como es bien conocido, la edición original es de 1640. (3) Entre las más atractivas podría citarse el modelo comparativo Europa-China (tiempo histórico, energía disponible, alimentación) en la época de los descubrimientos, que pretende insinuar algunas razones profundas de la expansión ultramarina de Europa. BRAUDELy CHAUNUs e han interesado en este tema. Ver, como resumen: P. CHAUNU: d'expansion européenne du XIII au XV si&le», en la colección «Nouvelie Clio», pp. 334-339.

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embarcadero de Tijero apenas quedan los restos de unos cimientos en una granja rodeada de tierras por todas partes. Se puede reconstruir el viejo
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