ALEXANDER VON HUMBOLDT EN COLOMBIA EXTRACTOS DE SUS DIARIOS Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Obra suministrada por la Biblioteca Luis Angel Arango, Colombia Índice 1. Fin del viaje de Cuba hacía la Colombia de hoy 2. Puerto de Cartagena 3. Estadía en Cartagena y Turbaco 4. Viaje a Turbaco 5. Volcanes de aire de Turbaco 6. Viaje por el río de la Magdalena (hasta Mompox) 7. Sobre los Bogas y Remeros. 8. Llegada a Mompox 9. De Mompox a Honda 10. Experiencias sobre la respiración del Cocodrilo 11. Comercio en el Río Magdalena 12. Mapa del río de la Magdalena 13. Arribo a Honda 14. De Honda a Santa Fe 15. Arribo a Santa Fe 16. Descubrimiento de la Quina cerca de Santa Fe 17. Cerveza de Quina 18. Educación en Santa Fe 19. Ciudad de Santa Fe 20. Viaje al Cerro de Guadalupe cerca de Santa Fe 21. Viaje a Monserrate cerca de Santa Fe 22. Materiales para conformar el plano topográfico de la Sabana de Bogotá 1 23. Viaje por el Meta desde Carichana hasta Santa Fe 24. Viaje a Zipaquirá y a la Laguna de Guatavita 25. Viaje al Salto del Tequendama 26. Viaje de Santa Fe a Popayán 27. Estadía en Pandi y camino a Ibagué 28. Ibagué 29. Medición del Tolima 30. Volcán de Puracé 31. Materiales para hacer el plano de Popayán 32. Viaje al Volcán de Puracé y la tetilla de Julumito 33. Viaje de Popayán a Almaguer 34. Chocó 35. Entrada a Santa Fe 36. Viaje por la cordillera de los Andes 37. Santa Ana 38. Sobre el barniz de Pasto 39. Volcán de Pasto 40. Vegetación Ideas 41. Viaje de Pasto a Quito 2 Diario II y VI : Fin del viaje de Cuba hacia la Colombia de hoy 26-28 de marzo de 1801. Dado que la brisa nos impidió materialmente proseguir el camino hacia Cartagena, definitivamente se consideró aconsejable obtener información sobre este puerto: los piratas .... acampamos en el río Sinú, propiamente en el Zapote, unas pocas casas en el gran golfo del mar, en el cual desembocaba el río. (véanse principalmente los manuscritos (???). Aquí todas las observaciones de longitud eran imposibles debido a un tiempo tormentoso y lluvioso. En realidad llama la atención que columnas de aire tan próximas no comuniquen sus movimientos entre sí. Hasta los 10 de latitud habíamos luchado continuamente con la calma y débil corriente de aire, y desde hace 10 días en la costa bramaba y rabiaba una brisa tan frenética que en Zapote, de 6 a 8 canoas (aproximadamente de 60 pies de largo, de una sola pieza, en forma de piragua totalmente planas en la parte inferior, por lo cual no se hunden ni se voltean) cargaban pesadamente con pollos, plátano, maíz. Cada una de ellas transportaba más o menos 2.000 piastras de víveres; pertenecen a los hacendados de Lorica, o más arriba, en el río Sinú. Cartagena no podría existir sin el río Sinú, y una fragata inglesa, a principios de la guerra con Inglaterra, se estacionó sabiamente en el golfo, entre Tigua y el Estero, para interceptar todos los víveres. Pero se olvidaron que las lanchas cañoneras podían venir por el canal poco profundo de Pasacaballos. Esas lanchas molestaron tanto a la fragata, que esta se retiró. En Zapote estábamos muy poco seguros porque desconocíamos el lugar y estábamos demasiado en la corriente, demasiado cerca de la entrada del canal. Era muy peligroso remar nuestro miserable y pequeño bote hacia la embarcación del piloto, especialmente porque una vez, a medio camino, se nos quebró un remo. De noche el movimiento era monstruoso y una segunda ancla estaba lista para ser lanzada en caso de que se rompiera la primera. El 27 en la mañana amainó el viento y por eso nos pusimos bajo vela. Hasta Tigua, desde el río Sinú, se arrastra una cadena montañosa distante 5 leguas de la orilla del río; esta cadena frecuentemente tiene cumbres y hasta conos, así las de San Antero, Tolú hasta San Martín. Es una cadena montañosa cuyas cúspides se elevan y en su forma gemela, una junto a otra, recuerdan los senos (tetas) de Managua en la Isla de Cuba. En El Rincón, Puerto Boquerón y Tigua, la cadena montañosa se acerca totalmente al mar. Las tetas del Tolú aparecieron a 21 millas de distancia 0° 37’ de altura no corregidas. Corrijo 1) mediante refracción, 2) curva terrestre, 3) la altura fue medida con sextante sobre el horizonte del mar, el que estaba a una distancia de solamente 9 millas, indicando un ángulo demasiado grande, lo que hay que calcular. La distancia según el plano de Fidalgo es muy exacta. Las tetas 3 del Tolú no son más altas de 200 toesas. Entre Tolú y esas tetas hay los excelentes y enormemente gruesos troncos de Toluiferra, los cuales se yerguen individualmente sobre la hierba. Los habitantes del Tolú, Corozal, Caimito y Villa Tacuasán negocian con el bálsamo. En las sabanas altas de Tolú hay reses y mulas, no en grandes cantidades; cada una vale 30 piastras. Bordeamos el interior de las islas de San Bernardo, entre Salamanquilla y Puerto Boquerón; cuando nuevamente llegamos al mar abierto se levanto una brisa tan impetuosa que las olas en todas partes inundaban nuestra pequeña embarcación (de 20 toneladas). Al capitán le dio miedo, viró y quiso anclar en las inmediaciones del cerro Tigua, al Norte del pueblito Rincón. Encontramos 5 brazas de barro. Quiso acercarse a la costa y echar el ancla, encontrándose asustadísimo con que ya se había lanzado el ancla y que estábamos encallados sobre un escollo. Qué griterío, qué zozobra, qué falta de decisión, qué diferente el cuidadoso carácter alemán y el perezoso español, el de los ingleses que se portan con serenidad. Elevaron el ancla. Entre tanto se acercó a la costa la embarcacioncita sin vela. Había una clara luz de luna, mas embate de las olas, de la corriente salpicante que fluía en contra del viento, corriendo hacia el Este. La agitación de las aguas era mas fuerte que el viento. Al parecer el peligro no era inminente, pero el capitán estaba descontrolado. Con mucho griterío nos pusimos al fin bajo velas y pasamos la noche en un lugar donde el mar estaba apaciguado, y el capitán no perdía la oportunidad de alabarse personalmente sobre sus conocimientos de la costa, y maldecir el plano de Fidalgo que, según él, le había desorientado. 28 de marzo. Desafortunadamente, casi siempre hubo viento en calma. Anclamos a las 3 de la tarde, cuando la brisa nos impidió llegar a Bocachica, en la Isla Arenas. Nosotros vimos la Isla y el pueblecito de Barú cerca. En el meridiano de la isla Arenas (al Oriente de la Isla Rosario), latitud 10° 12’, observé dos veces la longitud por la altura del Sol. 6h 11’ 58’’ - - - 59 32 20 12’ 35” - - - 23 10 av. 4h 8’ 23” 13’ 20” - - - 14 50 51” - - - 5 5 7h 26’ 32” - - - 41° 22’ av. 4h 8’ 24” 27’ 13” - - - 10 10 44 - - - 3 15 lg.78 15’ 0’’ Ya que Fidalgo indica esa isla Arenas 11’ al Oeste del cerro de la Popa (en el meridiano de Cartagena), encuentro, según eso la longitud de Cartagena a 78° 4’ 0’’ (las observaciones astronómicas francesas e inglesas dieron 77° 41’), si tomo en cuenta un retardo mayor de 26” del cronómetro, me resulta más hacia el Occidente. A no ser que mi cronómetro se haya retrasado 25”, en el mar más que en la tranquilidad de la Habana, ya que el bote del piloto casi no se movía en el eterno viento en calma. En Cartagena examinaré la marcha del reloj y decidiré eso. Encontré previamente la diferencia de longitud entre la Habana y la Isla Mucará de 6° 18’ 45” y con mas seguridad entre la Habana e Isla Arenas 6° 28’ 48” y los satélites me han dado la Habana 84° 43’ 45” de París, ó a 76° 11’ 15” del nuevo observatorio de Cádiz (que está 4’ 57” al Oriente del antiguo ó a 6° 12’ 15” al Occidente de Greenwich). Para los desconocedores, la Recalada de Cartagena puede ser peligrosa; las piedras de Salmedina, las profundidades enormes de las islas del Rosario y de San Bernardo, y un 4 sólo placer entre los dos mencionados grupos de islas, latitud 10° 5’ y 19’ de arco al Occidente de Cartagena, como a Barlovento del bajo del promontorio la Galera. El 29 de marzo. Hablamos frecuentemente en el año pasado y especialmente en esta navegación del Domingo de Ramos y del cercano peligro de muerte del que habíamos escapado con don Nicolás Soto en el año de 1800, precisamente ese domingo, en el Orinoco, en la playa de Uruana, cuando en la mitad del cauce del río estuvimos rodeados de cocodrilos y se volcó la piragua !Dijimos bromeando que este domingo no quisiéramos estar en el agua! ¿Y quien lo hubiese creído cuando el 8 de marzo salimos desde Batabanó con todas las velas en alto? A las 7 levamos anclas en la Isla Arenas, donde pasamos una noche muy intranquila y borrascosa, tratamos de navegar entre la isla y el continente. En vano, la tenaz brisa lo impedía. Se empezó bordeando hacia fuera, en dirección al occidente desde las islas. Cada hora el mar estaba más impetuoso. Las olas se encrespaban altísimas: El velero de nuestro practico (del que escuchamos, además ahora para consolación nuestra que sus mástiles y velas estaban en malas condiciones y que todos los marineros dudaban de la resistencia de estas al embate de las olas) parecía una cáscara de nuez en el Océano. A las 2 de la tarde, el capitán y don Mariano, quienes decían conocer la costa como su propia mano, nos afirmaban que habíamos remontado felizmente la isla del Tesoro y que dormiríamos sin duda en Bocachica. Señalaban el cerro la Popa, la Boca Grande.. y aseguraban que llegaríamos inclusive al Noroeste de la Bocagrande, ya que es típico que uno se equivoque al arribar a la costa, exprese mis dudas. Se observó más detenidamente la costa y se encontró que realmente se había confundido el cerro la Troaca con la Popa y que no encontrábamos Bocachica! Nos acercábamos cada vez hacia tierra. El mar estaba terriblemente alto. La brisa bramaba y el cielo estaba amablemente azul. Se quiso virar de borda y nos aconsejaron que durante la maniobra bajásemos a nuestro pozo (que se denomina camarote de pozo) por cuanto todo se desarrollaba tumultuosamente y en reducido espacio. Lo hicimos y con Bonpland hablé bromeando del peligro, el cual es inferior a la inutilidad de nuestros marineros —cuando en efecto se repitió el terrible espectáculo de los años pasados. No vimos nada pero sentimos que la embarcación se inclinó sin volverse a levantar. Al mismo tiempo oíamos salvajes y persistentes gritos de miedo en la cubierta. Sacamos la cabeza de la escotilla cuando precisamente había pasado ya el peligro. Pero todas las caras estaban pálidas y 5 horas después seguían conversando sobre el peligro. Por inadvertencia del piloto so dejó (íbamos fuertemente a la bolina) golpear por una enorme ola en el costado del barco en vez de cortarla; en ese momento llegó un ráfaga de viento. El barco escoró y sin enderezarse quedo sumergido a medias. El timonel quiso maniobrar pero dijo a gritos que era inútil. En ese instante se trató de zafar la vela, un remedio que seguramente era demasiado lento, cuando don Mariano, quien era el más resuelto, vio que el piloto estaba totalmente confuso, el le arrebató el timón de las manos para enderezar el barco, lo que felizmente logró. Según todas las declaraciones, el peligro fue muy grande, es decir nuevamente un Domingo de Ramos... Se me puede llamar superticioso. Pero mi fantasía se ha llenado con ese suceso como con historias de fantasmas. El peligro de esos días no había terminado todavía. Se entró (con viento en popa) en la ensenada que forma la costa de la isla de Barú, al Sur de la punta Gigante; Ahí anclamos. Hoy hay eclipse lunar, mañana (lo que es sumamente importante para la determinación de la longitud, tan útil para la geografía, como el eclipse de Aldebarán observado en Puerto Rico, Ferrol, París, Cádiz. . .), 30 de marzo hay una ocultación de Virgo. Hay que temer que Fidalgo no tenga un almanaque marítimo; tal vez no sospecha del eclipse. Seguramente llegaré muy tarde a Cartagena. Se discutió si yo debería hacer o no el camino por tierra desde Punta Gigante hasta Bocachica o al Canal Pasacaballos. Por la 5 espesura del bosque, lo deshabitado de la región, se prescindió de ese proyecto. Entre tanto el capitán sugirió remar hasta tierra para buscar plantas. Vimos salir a un negro del matorral. Observando más de cerca distinguimos en él a un negro joven, gordo, totalmente desnudo, cargado de cadenas en los hombros, cintura y pies; un carcaj de flechas en la espalda y un machete en la mano. A nuestras preguntas contestó ladinamente y sonriendo con descaro. Nos dijo que estaba paseándose. Nos invitaba hacia la orilla y quería ir con nosotros si le dábamos ropa, preguntándonos si realmente no éramos españoles... Durante esa conversación, usando palabras incomprensibles para nosotros, hablaba con sus compañeros en el matorral; a ellos no los veíamos. Hubiese sido una imprudencia llegar a tierra sin armas. Era una banda de esclavos negros fugitivos, cimarrones, cuyo amor a la libertad y justo odio contra el blanco les vuelve capaces de todo. Seguramente nos quisieron atraer para adueñarse del bote, y en que peligro hubiésemos estado si nos permiten llegar a tierra sin descubrirse, atacándonos después (nosotros éramos cuatro). Las cadenas, por lo demás, juzgando según la forma como las tenían colgadas, de acuerdo a su cantidad y la facilidad que tienen todos los negros para limarlas, seguramente eran una mascarada. Se las colocaría para atraemos guiados por la compasión?. Retornamos sin bajar a tierra. Que deseo canibalesco tenían todos los marineros, inclusive el cocinero, un negro francés, de atrapar a los infelices o meterles por lo menos una docena de balas en el cuerpo. Se tasaba cuánto valdría un negro de esa clase para la venta... Fuge fuge littus. ¡Que inhospitalario hace al mundo la crueldad europea! Quise observar el eclipse lunar con el sextante oscurecido, midiendo limbos. Obtuve un tiempo seguro por 1’’. Altura del Sol: lat. 10° 17’ 8h 32 17 - - - 24° 57’ 30” 33 24 - - - 41 20 55 - - - 33 10 34 27 - - - 25 25 35 0 - - - 17 10 Avancé el cronómetro sobre el tiempo medio de Punta Gigante 4h 7’ 20”, longitud 78° 6’ 20”, lo que da Cartagena a 78° 2’, mi cronómetro de 0° 8’ 40” de diferencia de longitud entre Punta Gigante e Isla Arenas, el mapa de Fidalgo da 0° 7’ 0’’ Diferencia de longitud entre Punta Gigantes y la Habana: 6° 37’ 25”. [EL 29 DE MARZO DE 1801] Cartagena y Calamar, Cieca, p. 20 El Domingo de Ramos de 1801 (29 de Marzo) casualmente el día del aniversario de nuestro naufragio en el Orinoco, estuvimos en peligro de muerte a una distancia de 3 millas marinas del puerto de Cartagena. La brisa azotaba violentamente, y las olas golpeaban de tal manera al barco, que el timón cesó de dirigirlo. Si no hubiéramos rasgado las velas, el barco no habría podido enderezarse. Consternados, viramos y buscamos refugio detrás de Punta Gigante en la Isla de Barú, donde pude observar el eclipse total de la luna. ¡Qué extraño! Todas las noches habían sido serenas y claras. Precisamente el 29 de Marzo negros nubarrones impidieron en parte la observación. Yo nunca creí que el disco lunar permaneciera tan claro en un eclipse total de luna. Una vez que transcurrió la inmersión total, el cielo se serenó, y todo el disco lunar apareció 6 envuelto en una luz ígnea de un color rojo melancólico tal, que en Europa la luna llena cuando el cielo está nuboso, aparece menos iluminada. Los contornos de la luna roja en eclipse flotaban ondulantes, algo así como el borde del sol, cuando éste se levanta en el horizonte brumoso. En el centro del disco lunar, así extrañamente iluminado, se veía en la mitad una sombra circular de color negro grisoso, posiblemente el centro del núcleo sombreado de la tierra. Esta sombra se dirigió poco a poco hacia el lado occidental de la luna, de tal manera que el lado que primero debía recibir de nuevo la luz, parecía mucho, muchísimo más claro. En el momento mismo de la emersión fue sorprendente el efecto del contraste de los colores y la desaparición de los colores uno después de otro. Apenas brilló el primer rayo de la recuperada luz, el resto del disco perdió su anterior resplandor. Lo que antes nos había parecido una bella luz lunar, rojiza y plena, era ahora una luz cenicienta. 30 de marzo (Aquí se interrumpe la anotación). 7 Puerto de Cartagena En el año 1776 se gastaban en Bocagrande 8.000 pesos mensuales por trabajo. Cartagena Los ingleses se habían tomado la Popa y la contra - guardia, pero jamás la ciudad. Se culpaba a Bocagrande, porque quedaba demasiado cerca de la ciudad, y se decidió cerrarla; esto constituía un monstruoso trabajo de 1/3 de milla marina, o más de ancho, y 20 brazas de profundidad. Afortunadamente se encontró en la entrada, como en todas las desembocaduras, un bajío de 5 brazas de agua, y sobre éste (sacrificando las vidas de cientos de prisioneros a causa del trabajo y de la humedad, por lo cual se dice que la boca fue cerrada con sangre) se levantó una muralla que emergía del agua, una monstruosa empresa de romanos. El mar se estrellaba espumante... La boca estaba totalmente cerrada. Para los pescadores y contrabandistas eso resultó incómodo. Movieron las piedras; el mar hizo el resto y así se abrió secretamente un canal de 20 pies de ancho y 9 pies de profundidad, a través del cual entraban y salían las lanchas (barcas). Fidalgo, como Comandante del puerto, quiso cerrar la brecha durante la guerra. Pero nadie le creyó hasta cuando hizo zarpar, para gran perplejidad de los habitantes, todas las lanchas cañoneras a través de Bocagrande. A partir de entonces, fueron rellenando nuevamente el canal, y ahora solo tiene 3 pies de agua. Don Jorge Juan se había opuesto al cierre de Bocagrande, según Fidalgo y muchos otros... porque la naturaleza ha sido destruida, las fortificaciones que levantaron en Bocachica, habrían podido ser construidas en Bocagrande, el arribo a través de Bocachica es muy incómodo a causa de Salmedina, el canal que va a la ciudad muy largo (2-3 horas), con frecuencia peligroso por las bordadas (allí precisamente la dirección dominante del viento del este es contraria al canal) y está lleno de bajíos (de ahí la necesidad de un práctico) — pero lo más grave es que Cartagena pronto quedará sin puerto, pues Bocachica se obstruye cada día más con la arena, no de Salmedina, sino por la arena que arrastra la corriente costa arriba, con los vientos del Oeste. Los nuevos fuertes de Bocachica estaban antes en el agua, pero ahora tienen ambos unas 70 - 80 varas de tierra firme, lenguas salientes de tierra. La base se eleva igualmente, aún cuando hasta ahora la corriente del canal central se mantiene aún libre y profunda. Seguramente vendrá una época no lejana, en que la Bocagrande deberá ser nuevamente abierta y fortificada. Ahora se proyecta consolidar mejor la Medialuna —el lado de tierra firme— (contra la Popa) y destruir el castillo de San Lázaro. El castillo de San Lázaro, que de lejos presenta un aspecto horrible pues parece una pirámide egipcia, una roca artificial— es una construcción inestable e inconsistente, una montaña de arena (greda perteneciente a 8 una formación de Nagelfluh), que está revestido en la base y en la cima con ladrillos de *piedra muy delgados. Este castillo so caerá posiblemente pronto por si sólo. Bosquejo de mano de Humboldt Para la ciudad es muy perjudicial ya que es fácil de tomar una vez que se haya desembarcado, y tan cerca de la ciudad que, desde allí (tiene 3 - 400 pies de altura) puede derribar todo a cañonazos. Más hacia el oeste se levanta la Popa con la imagen de Santa María de la Popa, muy visitada por los navegantes, y según Fidalgo un vacío sobre el mar, una loma larga que termina en la parte oriental en una especie de cono (similar a la popa del barco). Allí está el vigía, que debe mirar a través de un horizonte muy brumoso, ya que está demasiado alto. Y allí hay un monasterio, ¡Qué por milagro! no se ha caído aún, ya que la roca está bastante desgastada. Desde el río Sinú, Punta Gigante y toda Tierra Bomba, todo es formación calcárea (más reciente que la formación jurásica de las Islas Caimán) muy parecida a la de Punta Araya en el puerto de la Habana... llena de Meandritas, con pocas conchitas, pero absolutamente ninguna amonita, de la cual aún no he visto en toda Suramérica (*). Aquí y allá, en los valles, se extiende sobré la cal (como por ejemplo al pié de la Popa) un conglomerado de argamasa calcárea (lleno de piedras de Lidita). Sobre la Popa hay una batería de artillería poco utilizada debido a la altura. Tierra adentro al sur de Galerazamba hay una colina cónica (de barro, muy erosionada, con azufre sobre el yeso en el barro), que se denomina el Volcán y sobre el cual dice la leyenda que (hace 60 ó 70 años), de vez en cuando arrojaba llamas. Fidalgo no vió allí nada que pudiera parecerse a un volcán, excepto una charca en la cima, en la cual subían burbujas (hidrógeno sulfuroso?). El * En Tocaima se encuentran amonitas petrificadas y esqueleto, de cocodrilo en piedra calcárea. (Fin de la anotación). 9
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