ebook img

Alberto Caeiro: Obra poética completa PDF

92 Pages·2018·0.447 MB·Spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Alberto Caeiro: Obra poética completa

Edición original: Pessoa, Fernando Poesía de Alberto Caeiro Traducción: Angélica Rodríguez Vargas. 2018 EDICIÓN PIRATA Editorial Ataraxia Bogotá, Colombia 2018 [email protected] Facebook: Editorial Ataraxia Twitter: @AtaraxiaEd Instagram: @ataraxiaed Prólogo De estatura media y apariencia frágil, cabello cas- taño claro y unos impávidos ojos azules, Alberto Caei- ro fue un poeta joven, considerado un Maestro, gracias a su inocencia e imperturbabilidad, por algunos de los escritores de espíritu pagano más memorables de Por- tugal. A pesar de que Caeiro quería que lo recordaran simplemente como el único poeta de la Naturaleza, de él se han escrito muchas cosas para vincularlo a un sinnú- mero de corrientes filosóficas y espirituales, entre ellas el estoicismo, el objetivismo absoluto, la antimetafísica, el epicureísmo, el sensacionalismo, la teología negativa o apofática, el materialismo y el panteísmo naturalista, e incluso hubo quienes vieron en él una nueva especie de santo. Estas clasificaciones, a mi manera de ver, mien- ten la simplicidad y humildad que lo caracterizaban y que le hacían, al mismo tiempo, celebrar su oficio de pastor de ovejas y abjurar su labor como intérprete de la Naturaleza, por la imposibilidad de traducir con per- fección la realidad al limitado lenguaje de los hombres. Como descubridor de la Naturaleza, así se llamaba a sí mismo, Caeiro desconfiaba de las palabras y de los pensamientos –por cuanto engañan, sin saber que en- gañan– al punto de darse cuenta de que ni siquiera la Naturaleza existe, por ser tan solopartes sin todo Vi que no hay Naturaleza, Que la naturaleza no existe, Que hay montes, valles, llanuras, Que hay árboles, flores, hierbas, Que hay ríos y piedras, Pero que no hay un todo al que eso pertenezca, Que un conjunto real y verdadero Es una enfermedad de nuestras ideas. Fernando Pessoa Como revelador de la Realidad, en palabras de Ricar- do Reis, discernía primero entre la sensación y lo obser- vado, para reconfortarnos luego en la fatal separación con las cosas: el olvido que nace en la mirada al hombre que fue para mí, como llegará a ser para muchos otros, el revelador de la Realidad, o como él mismo dijo, “el Argonauta de las sensaciones verda- deras” –el gran Libertador, que nos devolvió, cantan- do, a la nada luminosa que somos; que nos arrancó de la muerte y de la vida, dejándonos entre las cosas simples, que nada conocen, en su decurso, de vivir ni de morir; que nos libró de la esperanza y de la des- esperanza, para que no nos consolemos sin razón ni nos entristezcamos sin causa; para convivir con él, sin pensar, en la realidad objetiva del Universo. Presentamos al lector una traducción libre de arti- ficios para acercarlo a la sinceridad del poeta, gracias al descubrimiento de la Naturaleza y la revelación de la Realidad que ocurren en él de una manera tan es- pontánea como ese hecho humilde de escuchar y ver y estar atento, no sin antes advertirle que cuando empiece a habitar estas páginas, se hará su discípulo –incluso si se resistiera a ello– con la misma probabilidad con la que lo hicieron Ricardo Reis, Antonio Mora, Álva- ro de Campos y Fernando Pessoa, entre muchos otros hombres apasionados; salvo, naturalmente, si no tiene oídos ni ojos, pues de ser así el maestro nada tendría para decirle. Su método, del todo sencillo, es muy similar al del Kōan empleado por los maestros de la tradición Zen que consistía en un enunciado, sin sentido lógico aparente, capaz de desafiar la mente racional y provocar en el discí- 4 Alberto Caeiro: Obra poética completa pulo un despertar de la conciencia intuitiva; así, Caeiro se sirve de la paradoja y la negación de un supuesto sentido oculto, para despojar al lector del misticismo y restituirle una actitud contemplativa, como derecho de humanidad, que lo devuelva de súbito al presente del cuerpo. Además de la impresión física y mental que dejan sus versos, sucede lo que con las grandes obras de arte: no se sale de ellas siendo la misma persona; con esta lectura, en particular, se ha documentado un resquebrajamiento del sistema de creencias edificado en torno a la palabra y, en consecuencia, su desprecio por ella a través de ella, es decir, a través de su uso restringido, que es a lo que llamamos poesía. Esto se traduce, en las últimas conse- cuencias, en una ampliación de la capacidad para ver las cosas despojadas de los nombres que las señalan, duran- te un instante que será siempre breve, como el Nirvana, y que será arrancado del tiempo del lector como un lindo vestido nuevo. Estas impresiones pueden llevar, al pa- sar el tiempo, a una desidentificación con las verdades aprendidas o, en su defecto, una insana necesidad de di- bujar símbolos en ventanas, espejos y otras superficies ficticias; recomendamos al lector evitar estos compor- tamientos insólitos y dejar los reflejos limpios, porque esta era justamente la invitación del maestro: limpiar la mirada y no erigir un nuevo castillo para el pensamiento. Quede el lector prevenido de los efectos desafortuna- dos para sí mismo y para el mundo, y libre de disfrutar los más provechosos, de manera que estos versos sean eventualmente la llave para escapar de la jaula del len- guaje, hecha de palabras y pensamientos, a pesar de la incapacidad, que tantos hombres sensibles han testimo- niado, de abandonarla, una vez seducidos por su gracia y su belleza, como si hubieran escuchado un canto lejano. 5 Fernando Pessoa No queda más que augurarle al lector un feliz viaje quieto y, sobre todo, un sillón favorito –como fueran los deseos de nuestro pastor iluminado– con una gran ven- tana, en su casa o en su café preferido, en avión, barco, autobús o cualquier otro vehículo de la experiencia, para que, más que leer, pueda escuchar y ver estos poemas, sin temor a perder de vista el mundo objetivo. * * * Prefacio de Ricardo Reis Alberto Caeiro da Silva nació en Lisboa el 16 de abril de 1889, y en esa ciudad falleció, de tuberculosis, en 1915. Su vida transcurrió casi toda en una casa en el campo de Ribatejo; solo sus primeros dos años, y sus últimos meses, fueron pasados en su ciudad natal. En esa casa aislada cuya aldea cercana consideraba por sentimien- to como su tierra, Caeiro escribió casi todos sus poemas –los primeros, que llamó “de niño”; los del libro titula- do El guardador de rebaños; los del libro, o lo que quiera que fuese, incompleto El pastor amoroso; y algunos, los primeros, de los que yo mismo, siendo heredados para publicar como todos los otros, reuní con el título, que Ál- varo de Campos hizo bien en recordarme, dePoemas In- conjuntos. Los últimos de estos poemas, a partir de aquel numerado, son no obstante producto del último periodo de la vida del autor, de nuevo pasado en Lisboa. Juzgo que es mi deber establecer esta distinción, pues algunos de estos poemas revelan, en la perturbación de la enfer- medad, una novedad algo extraña para el carácter gene- ral de la obra, tanto en naturaleza como en orientación. La vida de Caeiro no puede narrarse puesto que no hay en ella nada que narrar. Sus poemas son lo único 6 Alberto Caeiro: Obra poética completa que en él hubo de vida. En todo lo demás no hubo in- cidentes, ni historia. El mismo breve episodio, insigni- ficante y absurdo, que dio origen a los poemas de El pastor amoroso, no fue un incidente, sino, por decirlo así, un olvido. La obra de Caeiro representa la reconstrucción inte- gral del paganismo, en su esencia absoluta, de una ma- nera en que ni los griegos ni los romanos, que vivieron en él y por eso no lo pensaron, lo pudieron hacer. La obra, sin embargo, y su paganismo, no fueron ni pen- sados ni siquiera sentidos: fueron vividos como lo que quiera que sea en nosotros más profundo que el senti- miento y la razón. Decir más sería explicar, lo que de nada sirve; afirmar menos sería sentir. Toda obra habla por sí misma, con la voz que le es propia, y en el lenguaje en que se forma en la mente; quien no lo entiende, no lo puede entender, y no hay razón para explicarle. Es como hacer comprender a alguien, deletreando las palabras al hablar, un idioma que nunca aprendió. Ignorante de la vida y casi ignorante de las letras, casi sin contacto con la cultura, Caeiro hizo su obra mediante un progreso imperceptible y profundo, como alguien que dirige, a través de las conciencias inconscientes de los hombres, el desenvolvimiento lógico de las civilizaciones. Fue un progreso de las sensaciones, o, mejor, de maneras de tenerlas, y una evolución íntima de pensamientos de- rivados de tales sensaciones progresivas. Mediante una intuición sobre-humana, como aquellas que fundan reli- giones para siempre, pero a la que no le queda el título de religiosa; es por eso que, como el sol y la lluvia rechazan toda religión y toda metafísica, este hombre descubrió el mundo sin pensar en él, y creó un concepto del universo que no contiene meras interpretaciones. 7 Fernando Pessoa Cuando por primera vez me fue encomendada la ta- rea de publicar estos libros y hacerles un prefacio, pensé en hacer un largo estudio, crítico y exhaustivo, sobre la obra de Caeiro, sus teorías y orientación natural. In- tenté, con una gran disposición, hacerlo. Pero no pude hacer estudio alguno que me satisficiese. No se puede comentar, porque no se puede pensar lo que es directo, como el cielo y la tierra. Puede tan solo verse y sentirse. Me pesa que la razón me impele a decir estas pocas palabras ante la obra de mi Maestro, y no poder escri- bir algo útil y necesario con la cabeza, más de lo que dije, con el corazón, en la Oda XIV de mi libro I, en la cual lloro al hombre que fue para mí, como llegará a ser para muchos otros, el revelador de la Realidad, o como él mismo dijo, “el Argonauta de las sensaciones verda- deras” –el gran Libertador, que nos devolvió, cantando, a la nada luminosa que somos; que nos arrancó de la muerte y de la vida, dejándonos entre las cosas simples, que nada conocen, en su decurso, de vivir ni de morir; que nos libró de la esperanza y de la desesperanza, para que no nos consolemos sin razón ni nos entristezcamos sin causa; para convivir con él, sin pensar, en la realidad objetiva del Universo. Entrego la obra, cuya edición me fue encomendada, a la casualidad fatal del mundo. La entrego y digo: ¡Alégrense, todos ustedes, que lloran en la mayor de las enfermedades de la Historia! ¡El Gran Pan resucitó! Esta obra entera está dedicada por deseo del propio autor a la memoria de Cesário Verde. 8 Alberto Caeiro: Obra poética completa El guardador de rebaños I Nunca guardé rebaños, Pero es como si los guardara. Mi alma es como un pastor, Conoce el viento y el sol Y anda de la mano de las Estaciones Pasando y mirando. Toda la paz de la Naturaleza sin gente Viene a sentarse a mi lado. Pero estoy triste como una puesta de sol Para nuestra imaginación, Cuando enfría en el fondo la llanura Y se siente entrar la noche Como una mariposa por la ventana. Mas mi tristeza es sosiego Porque es natural y justa Y es lo que debe estar en el alma Cuando ya piensa que existe Y las manos cogen flores sin ella darse cuenta. Como un ruido de cencerros Más allá de la curva del camino, Mis pensamientos están contentos. Solo tengo pena de saber que están contentos, Porque, si no lo supiera, En vez de estar contentos y tristes, Estarían alegres y contentos. Pensar incomoda como caminar bajo la lluvia Cuando el viento arrecia y parece que [llueve más. 9 Fernando Pessoa No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía. Es mi manera de estar solo. Y si deseo a veces, Por imaginar, ser cordero (O ser el rebaño todo Para andar diseminado por la colina Siendo muchas cosas felices al mismo tiempo), Es solo porque siento lo que escribo al [ponerse el sol, O cuando una nube pasa la mano sobre la luz Y afuera un silencio recorre la hierba. Cuando me siento a escribir versos O, paseando por los caminos o por los atajos, Escribo versos en un papel que está en [mi pensamiento, Siento un cayado en las manos Y veo mi figura Encima de un cerro, Mirando mi rebaño y viendo mis ideas O mirando mis ideas y viendo mi rebaño, Y sonriendo vagamente como quien no [comprende lo que se dice Y quiere fingir que comprende. Saludo a todos los que me leen, Quitándome el sombrero de ala ancha Cuando me ven en mi puerta No bien la diligencia asoma en la cima [del cerro. Los saludo y les deseo sol, Y lluvia, cuando la lluvia sea precisa, Y que en sus casas tengan Al pie de una ventana abierta Una silla favorita Donde sentarse, a leer mis versos. 10

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.