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Actitudes lingüísticas en Dialectología. Estudios Sociolingüísticos del dialecto Murciano PDF

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1. PRESENTACIÓN 2.-DIALECTO Y DIALECTOS EN LA NUEVA EUROPA Peter Trudgill 3.-EL DIALECTO MURCIANO Y SUS VARIEDADES Francisco Gómez Ortín 4.-EL FENÓMENO DE LAS ACTITUDES Y SU MEDICIÓN EN SOCIOLINGÜÍSTICA Juan Manuel Hernández Campoy 5.-ADOLESCENCIA, VARIACIÓN LINGÜÍSTICA, COMPETENCIA METACOMUNICATIVA Y ENSEÑANZA DE LA LENGUA Antonio Miguel Bañón Hernández 6.-MUESTRA DEL SISTEMA DE TRATAMIENTO APELATIVO SEGUIDO POR JÓVENES DE MURCIA Antonio Miguel Bañón Hernández 7.-ACTITUDES LINGÜÍSTICAS Y VARIACIÓN DIALECTAL EN EL ÁMBITO ESCOLAR DE MULA (MURCIA) Andrés Boluda Nicolás 8.-EL HABLA DE LOS VENDEDORES DE El Corte Inglés DE MURCIA. ESTUDIO SOCIOLINGÜÍSTICO Laura Sánchez López 9.-VARIACIÓN GENÉRICA, EDAD Y PRESTIGIO ENCUBIERTO EN FORTUNA (MURCIA) Juan Antonio Cutillas Espinosa 10.-APUNTES HISTÓRICOS Y NUEVAS PERSPECTIVAS EN TORNO AL SESEO DE CARTAGENA. LAS ORDENANZAS DE 1738 Mercedes Abad Merino 11.-EL SISTEMA ENTONATIVO DEL MURCIANO COLOQUIAL. ASPECTOS COMUNICATIVOS Y ACTITUDINALES Rafael Monroy Casas 12.-ANÁLISIS DEL PROCESO DE ESTANDARIZACIÓN LINGÜÍSTICA EN MURCIA: EL USO DE ARCHIVOS SONOROS RADIOFÓNICOS PARA SU MEDICIÓN DIACRÓNICA Y SINCRÓNICA J.M. Hernández-Campoy y J.M. Jiménez-Cano 13.-LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA ESPAÑOLA EN CONTEXTO DIALECTAL. ALGUNAS SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DEL CASO MURCIANO José María Jiménez Cano 14.-REQUISITOS TEÓRICO-METODOLÓGICOS PARA EL ESTUDIO GEOLINGÜÍSTICO DEL DIALECTO MURCIANO Juan Manuel Hernández-Campoy 1. PRESENTACIÓN En estos momentos en que los jefes de gobierno de la Unión Europea han estampado sus firmas y han colocado sobre el tapete la propuesta de Constitución política que debemos, en calendario variable, refrendar los ciudadanos de los diferentes países miembros, es ocasión propicia para seguir enriqueciendo el debate sobre el papel y el futuro de las variedades dialectales en la vieja Europa. La variedad dialectal murciana es todavía una desconocida fuera de los estudios dialectólogicos hispánicos, a pesar de ser una joya filológica en los viejos territorios de la Romania. Simbiosis histórica de tres lenguas (Castellano, Aragonés y Catalán) es un ejemplo activo de continuo dialectal en la Comunidad lingüística hispánica. La que el lector contempla en su pantalla es la primera antología de estudios desde la perspectiva sociolingüística que se hace de las hablas murcianas, más en particular, desde el enfoque de los juicios y actitudes de los hablantes murcianos, aunque también se recogen planteamientos dialectológicos tradicionales (Francisco Gómez Ortín), diacrónicos (Mercedes Abad Merino) y estrictamente lingüísticos (Rafael Monroy Casas). Hemos querido que sean las palabras del Maestro de la Sociolingüística Peter Trudgill las que marquen el tono y definan, por asentimiento, las ‘actitudes’ de todos los autores de estas páginas. Antonio Miguel Bañón ha sido el primero en abordar desde las claves sociolingüísticas las características lingüísticas de la variedad dialectal murciana. Juan Manuel Hernández Campoy, discípulo de Peter Trudgill, introductor y principal difusor de sus estudios en España, ha elevado a la discusión internacional las características especiales de nuestro dialecto. Juan Antonio Cutillas Espinosa, Laura Sánchez López y Andrés Boluda Nicolás detallan en ámbitos rurales y urbanos de la geografía dialectal murciana y desde parámetros sociolingüísticos complementarios (sexo, profesión y edad, respectivamente) las manifestaciones empíricas de algunas de las actitudes de los hablantes murcianos. Finalmente, un discutible planteamiento de didáctica y de política lingüística del editor cierra los contenidos de esta antología. La Región de Murcia es hoy una comunidad lingüísticamente multilectal y socialmente multiétnica. Ecuatorianos, magrebíes, eslavos y africanos negocian en clima de tensión su estatus en la sociedad murciana, que ya les ha asignado sus roles de trabajadores inmigrantes. El cuadro de actitudes se ha multiplicado por cuatro, las aquí recogidas y ejemplificadas siguen siendo válidas y pueden servir de referencia para una de las partes de la nueva sociedad murciana. Todo vuelve a estar por hacer, gracias a Dios. Molina de Segura (Murcia), noviembre de 2004 José María Jiménez Cano DIALECTO Y DIALECTOS EN LA NUEVA EUROPA* Peter Trudgill UNIVERSIDAD DE FRIBURGO Defender que todos los dialectos del inglés son formas de comunicación igualmente complejas, expresivas, gramaticales y válidas no es precisamente un punto de vista popular en la Inglaterra de finales del siglo XX. Es una postura especialmente impopular para los miembros ingleses del último gobierno conservador británico de John Major, quienes mantenían que habría que obligar a hablar el inglés estándar a todos los escolares —aunque esos mismos miembros del gobierno nos han dado razones suficientes para pensar que no saben lo que esto implica. De hecho, su ignorancia en esta materia queda patente con el caso de la entonces Ministra de Educación, Gillian Shepherd, de quien se ha afirmado que dijo que muchos de nuestros jóvenes se comunican con gruñidos. Tampoco es una postura muy popular para los editores de nuestros periódicos locales y nacionales. Numerosos lingüistas los han encontrado nada dispuestos a publicar sus cartas y artículos contra la totalmente errónea creencia tradicional sobre este asunto, la cual es asumida por muchos intelectuales y de la que se habla mucho actualmente debido a las propuestas relativas al Currículo Nacional. En Inglaterra tenemos una lengua estándar basada históricamente en los dialectos de las clases más altas y una población mayoritaria a la que se le da por incapaz de expresarse por la creencia de que no saben hablar inglés ‘correctamente’. Podemos suponer ahora que esta * La versión española de este artículo, realizada por Juan Manuel Hernández Campoy, está mayormente basada en el publicado en The European English Messenger, vol. IV/1, 1995, págs. 44-47, de la European Society for the Study of English (ESSE). Este artículo fue contestado por Grabriele Stein y Randolplh Quirk, de la Universidad de Londres, con el trabajo «Standard English», en The European English Messenger, vol. IV/1, 1995, quienes mantenían que el inglés estándar no es un dialecto social ni elitista a lvaez que le reprochaban a Trudgill no haber definido claramente lo que es el ‘inglés estándar’; Trudgill contrarreplicó a su vez con el trabajo «Standard English: What It Isn’t», en The European English Messenger, vol. VII/2, 1998, donde caracterizaba al ‘inglés estándar’ con seis rasgos fundamentales: i) no es una lengua, ii) no es un acento, iii) no es un estilo, iv) no es un registro, y, finalmente ,v) no es una serie de reglas prescriptivas, sino simplemente vi) es una variedad dialectal del inglés de entre muchas otras con unas características sociales y geográficas muy singulares. Trudgill ha tratado estos problemas de actitudes frente a lenguas, dialectos y acentos, a scíomo sus aspectos educativos, en múltiples trabajos como Peter Trudgill, Howard Giles, Richard Bouri sy Alan Lewis (1974), Peter Trudgill (1975a, 1975b, 1975c, 1976, 1977, 1979, 1982, 1983, 1995, 1998), Peter Trudgill y George Tzavaras (1977), Peter Trudgill y Howard Giles (1978), Peter Trudgill y Ernst Håkon Jahr (1979), V.K. Edwards, P T.rudgill y B. Weltens (1984), Peter Trudgill y Stephen Walton (1985), Peter Trudgill y Jenny Cheshire (1989), Lars Andersson y Peter Trudgill (1990), Peter Trudgill y Jack Chambers (1991), Peter Trudgill y Jean Hannah (1994), Arthur Hughes y Peter Trudgill (1996), Laurie Bauer y Peter Trudgill (1998), o P. Trudgill (2002). P. TRUDGILL: «DIALECTO Y DIALECTOS EN LA NUEVA EUROPA» situación lingüística elitista de Inglaterra empeorará como consecuencia del requisito establecido en el Currículo Nacional por el que se instruirá, y muy probablemente se premiará, a los niños para que utilicen el inglés estándar en su habla1. Por tanto, esta condición favorecerá de forma inmediata a la minoría de niños de clase media y alta —probablemente entre el 12% y 15%—, quienes van al colegio siendo ya hablantes nativos del inglés estándar. El gobierno desestimó el consejo de los pedagogos y lingüistas que emplearon como asesores para este asunto. Algunos de los defensores de este requisito parecen ser gente de buena voluntad, que actúan de buena fe aunque basados en el supuesto seriamente equivocado de que los dialectos se componen de ‘errores’ y que el inglés estándar está de algún modo dotado de una mayor ‘corrección’, ‘comprensibilidad’ o ‘adecuación’. Dicha gente no ha llegado a entender aún que todos los dialectos son sistemas gramaticales estructurados de idéntica inteligibilidad y adecuación. Evidentemente, Inglaterra no es el único país que demuestra oscurantismo e ignorancia a la hora de realizar una valoración realista de los méritos de las distintas variedades de una lengua. Esta falta de respeto por las variedades de nuestro continente está muy generalizada y es más frecuente precisamente donde uno esperaría que lo fuera menos: entre la intelectualidad, la gente de las letras, la prensa o los políticos, quienes expresan un apoyo que nunca ponen en práctica. Valoran la literatura importante. Detestan el analfabetismo. Están obsesionados en el mantenimiento de los ‘estándares’ tanto en el habla como en la escritura. Apoyan la falacia que surge en todas partes y en cualquier generación según la cual su propia lengua está en declive. Pero la realidad es que no respetan las variedades de una lengua excepto las estándares escritas de las principales lenguas europeas. Para ellos, las lenguas y los dialectos no estándares minoritarios simplemente no cuentan. Este menosprecio de las variedades vernáculas es potencialmente desastroso. Actualmente las lenguas están desapareciendo a un ritmo catastrófico. Numerosas lenguas europeas han muerto o están muriendo: córnico, dálmata, livonio, manés (manx), irlandés, escocés gaélico, bretón, frisón nórdico, frisón oriental, saamí/lapón, sorbio, casubio, ladino, rético/romanche, etc. Los sociolingüistas están intentando ayudar a las comunidades amenazadas para que éstas transmitan su lengua a sus futuras generaciones, pero puede que no sea suficiente en el clima intelectual actual: muchas comunidades creen que no merece la pena conservar sus lenguas. En las comunidades minoritarias, hemos de luchar por la conservación de los modos tradicionales de transmisión entre generaciones, así como por el mantenimiento de las comunidades lingüísticamente viables de niños, como se está realizando en la Suiza romanche y en la Alemania hablante de frisón nórdico. Pero también hemos de ayudar a la protección de lenguas engendrando opiniones positivas sobre las mismas entre sus hablantes. Por mucho apoyo oficial que haya en el mundo, no se conseguirá salvar a las lenguas minoritarias si sus propios hablantes continúan teniendo juicios negativos sobre ellas, como tan trágicamente demuestra la lamentable situación actual de la lengua irlandesa. La rápida desaparición de las lenguas forma parte de un fenómeno mayor —la homogeneización lingüística, que lleva a la mortandad dialectal, y que a su vez es una tragedia cultural. Los dialectos están ligados a las culturas tan íntimamente como las lenguas. Los dialectos simbolizan las culturas locales, y, en la nueva Europa, en muchos casos, las identidades locales ciertamente pueden ser más deseables cuando están representadas por los dialectos que 1 Aunque el Consejo Curricular Escolar no se ha atrevido a apuntarlo, el inglés estándar es un dialecto social. 2 ESTUDIOS SOCIOLINGÜÍSTICOS DEL DIALECTO MURCIANO las identidades nacionales cuando lo están por las lenguas estándares. Los dialectos regionales, al reforzar las identidades y culturas locales, pueden actuar como contrapeso frente al nacionalismo —el equivalente lingüístico al argumento oído en la Comunidad Económica Europea, según el cual, la creciente resonancia de la comunidad restaría importancia a las naciones-estado frente a las regiones2. Aquellos intelectuales que desprecian a los dialectos regionales deberían llegar a entender que la mortandad dialectal y la estandarización también pueden generar problemas de comunicación. En numerosas áreas de Europa, se da un continuo dialectal geográfico en el cual los dialectos locales cambian gradualmente de un lugar a otro, de forma que las diferencias entre ellos son acumulativas. La frontera entre los Países Bajos y Alemania, por ejemplo, se encuentra entre dicho continuo. Los hablantes de cada lado hablan dialectos que son muy similares. Ha habido siempre, por tanto, una comunicación fluida entre los dos países fronterizos. Holandeses de clase obrera de Nimega viajan a la región alemana de Cleves a comprar y a trabajar —algo que la CEE nos ha puesto mucho más fácil—, y alemanes de clase obrera hacen lo propio al contrario. Sin embargo, del mismo modo que la nueva Europa está derribando las fronteras nacionales, la gente de clase media de Nimega y Cleves no pueden participar más de este tráfico fronterizo tan fácilmente ya porque no hablan el dialecto local. Si los holandeses que sólo saben hablar holandés estándar quieren trabajar en Alemania, ahora tienen que estudiar y aprender alemán estándar. La estandarización ha destruido el continuo dialectal que posibilitaba la comunicación fluida. En la mayoría de los países europeos, la mayor parte de la población que no sabe hablar la variedad estándar suele ser discriminada de distintas formas y se le hace sentir que su dialecto vernáculo materno es inferior no sólo socialmente, lo cual es desafortunadamente cierto, sino también lingüísticamente, lo cual es rotundamente falso. No es de extrañar, pues, que muchos de ellos traten de cambiarse a la variedad estándar aunque, en algún nivel de consciencia, no lo deseen realmente. Una forma de combatir la hostilidad contra los dialectos consiste en insistir en aquellas sociedades afortunadas que tienen un mayor respeto por las variedades lingüísticas. En las partes de Europa con hostilidad dialectal, incluida Inglaterra, hay una idea generalizada de que los dialectos están desfasados, son rudimentarios, divisivos y económicamente desventajosos. Para combatir esta creencia, podemos señalar el hecho muy interesante de que, según numerosas mediciones de ingresos per cápita, los tres países más ricos de Europa son Luxemburgo, Suiza y Noruega. Toda la población autóctona de Luxemburgo es hablante dialectal. Aprenden y usan el alemán y el francés, pero su lengua materna es el luxemburgués, un dialecto del alemán. En Suiza, también, la mayoría de los habitantes son hablantes dialectales: en el área de habla alemana, toda la población autóctona es hablante del dialecto materno y lo utilizan en casi todas las ocasiones. Noruega también es uno de los países de Europa donde más se hablan las variedades 2 Nota del traductor: en muchos casos la lengua puede ser una importante o incluso esencial manifestación de la militancia en grupo étnico, y la diferenciación de grupos étnicos en una comunidad mixta puede ser un tipo determinado de diferenciación social que adicionalmente implica diferenciación lingüística. En algunos casos, donde hay diferentes lenguas implicadas, la lengua puede actuar como una característica definidora: los individuos se identifican a sí mismos como pertenecientes a un grupo étnico determinado dependiendo de cuál de las lenguas habladas en la comunidad sea la suya materna. El lenguaje también puede actuar como una característica identificadora, concretamente en los casos en los que están envueltas diferentes variedades de la misma lengua e implican diferenciación social (Trudgill 1995: 41-61). 3 P. TRUDGILL: «DIALECTO Y DIALECTOS EN LA NUEVA EUROPA» dialectales. Hay gente que habla el noruego estándar, pero la inmensa mayoría no, independientemente de la situación social. La gente utiliza el dialecto en la radio y la televisión, y los escritores escriben sus poemas y novelas en su dialecto. Hay una enorme tolerancia social en favor de la diversidad lingüística, la cual está reconocida y protegida oficialmente: hay una ley que establece que a los profesores no se les permite tratar de cambiar la forma en que hablan los niños en el aula. Queda claro el desafortunado contraste con los pronunciamientos de la anterior Ministra de Educación británica —según la cual todos los niños deberían hablar el inglés estándar en lugar del propio de ellos. En la mayoría de los países, justo cuando se suponía que el alfabetismo en Europa estaba resultando ya un fenómeno universalizado, hemos cambiado las reglas del juego al hacerlo depender de la adquisición de las variedades estándares que están basadas en las de las clases más altas y las cuales ofrecen mayor dificultad de aprendizaje. Uno puede saber escribir, pero si no sabe hacerlo en la variedad estándar, no cuenta. En Noruega, por el contrario, formas dialectales de las clases sociales más bajas han sido incorporadas deliberadamente al noruego estándar, como si el Consejo Curricular Escolar británico hubiera establecido explícitamente que a los niños ingleses se les permitiría escribir I done it, una construcción dialectal del inglés no estándar, en lugar de la estándar I did it en sus exámenes. Las lenguas estándares no necesariamente tienen que ser elitistas. Sería excesivo afirmar que Luxemburgo, Noruega y Suiza son países ricos porque son hablantes de variedades dialectales. Pero no deberíamos subestimar el grado de alienación que se da en aquellas situaciones en las que se le niega a la gente la dignidad de que su habla vernácula sea respetada. Ni tampoco deberíamos subestimar las ventajas de tener una población capaz de expresarse en su propia variedad vernácula fluidamente, sin necesidad de tener que controlar si lo están haciendo ‘correctamente’ o no. El mito de que los dialectos son ‘inadecuados’ —que no se pueden utilizar con fines educativos o intelectuales— parece particularmente arraigado en Inglaterra. El caso de la Suiza alemana demuestra que no hay nada que pudiera estar más alejado de la realidad. Dos catedráticos universitarios suizos que tratan la obra de Heidegger combinarían el uso de todo el vocabulario filosófico correspondiente con la gramática y pronunciación del dialecto suizo- alemán. Para discutir adecuadamente un asunto concreto, se necesita dominio del vocabulario específico a esa materia. Pero resulta obvio que no hay una conexión necesaria entre dialecto y vocabulario, algo que el Consejo Curricular Escolar, con sus frecuentes referencias al ‘vocabulario del inglés estándar’, no ha conseguido entender. En Inglaterra hay quienes defienden el requisito nuevo del inglés estándar argumentando que los niños que no sepan hablarlo estarán en desventaja educativa y profesional, lo que es tan triste como cierto. A quienes deseen ser bidialectales se les ha de dar la oportunidad, por tanto, de mejorar sus opciones en este sentido. Sin embargo, esto no tiene nada que ver en absoluto con afirmar que todos deberían hablar la misma variedad estándar a todas horas y en todas partes, y, además, ser recompensados por ello en el sistema educativo. Los hablantes de dialectos no estándares también tienen derechos humanos. Si hay individuos que sufren discriminación como consecuencia del racismo, nunca les sugeriríamos que cambien de raza, aunque ha habido una larga y triste historia de gente de color haciendo todo lo que podían para parecer blancos. Si hay individuos que sufren discriminación como consecuencia del sexismo, nunca les sugeriríamos que cambien de sexo, aunque en la historia ha habido casos conocidos de mujeres que pretendían ser hombres para contrarrestar los prejuicios. Si hay individuos que sufren discriminación por los dialectos que hablan, entonces habría que erradicar la discriminación, y no los dialectos. 4 ESTUDIOS SOCIOLINGÜÍSTICOS DEL DIALECTO MURCIANO BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA POR EL TRADUCTOR Andersson, L. & Trudgill, P.J. (1990) Bad Language. Oxford: Basil Blackwell. Bauer, L. & Trudgill, P.J. (Eds)(1998) Language Myths. London: Penguin Books. Edwards, V.K., Trudgill, P.J. & Weltens, B. (1984) The Grammar of English Dialects. A Survey of Research, A Report to the ESRC Education and Human Development Committee. London: Economic and Social Research Council. Hughes, A. & Trudgill, P.J. (1996) English Accents and Dialects: An Introduction to Social and Regional Varieties of British English. London: Arnold (1ª Edición, 1979; 2ª Edición, 1987; 3ª Edición, 1996). Trudgill, P.J. (1975a) Accent, Dialect and the School. London: Edward Arnold. Trudgill, P.J. (1975b) «Sociolinguistics and Scots Dialects», en J.D. McClure (ed) (1975) The Scots Language in Education: Association for Scottish Literary Studies. Occasional Papers No 3. Aberdeen: Association for Scottish Literary Studies. Págs. 28-34. Trudgill, P.J. (1975c) Reseña de B. Bernstein (1973) Class, Codes and Control, St. Albans: Paladin. En Journal of Linguistics, Vol. 11, 1975, págs. 147-151. Trudgill, P.J. (1976) «Språk og kjønn i det engelske språket», en E. Ryen (ed.) Språk og Kjønn, Oslo: Novus. Págs. 155-169; También en Trudgill (1983), págs. 161-8. Trudgill, P.J. (1977) «Language Disadvantage: Further Discussion», en Northern Ireland Speech and Language Forum Journal, Vol. 3, 1977, págs. 37-43. Trudgill, P.J. & Giles, H. (1978) «Sociolinguistics and Linguistic Value Judgements: Correctness, Adequacy and Aesthetics», en F. Coppieters & D. Goyvaerts (eds) (1978) Functional Studies in Language and Literature, Gent: Story-Scientia. Págs. 167-180. También en Trudgill (1983), págs. 201-26. Trudgill, P.J. (1979) «Standard and Non-Standard Dialects of English in the United Kingdom: Problems and Policies», en International Journal of the Sociology of Language, Vol. 21, 1979, págs. 9-24. También en M. Stubbs & H. Hillier (eds) (1983) Readings on Language, Schools and Classrooms, London: Methuen. También en Trudgill (1983), págs. 186-200. Trudgill, P.J. (1982) «On the Limits of Passive ‘Competence’: Sociolinguistics and the Polylectal Grammar Controversy», en D. Crystal (ed) (1982) Linguistic Controversies: Essays in Linguistic Theory and Practice in Honour of F.R. Palmer. London: Edward Arnold. Págs. 172-191; una versión modificada en Trudgill (1983), págs. 8-30. 5 P. TRUDGILL: «DIALECTO Y DIALECTOS EN LA NUEVA EUROPA» Trudgill, P.J. (1983) On Dialect: Social and Geographical Perspectives. Oxford: Blackwell. Trudgill, P.J. (1995) Sociolinguistics: An Introduction to Language and Society. London: Penguin (Edición Revisada; 1ª Edición 1974, 2ª Edición, 1983, 3ª Edición, 1995). Trudgill, P.J. (1998) «Standard English: What It Isn’t», en The European English Messenger, vol. VII/2, 1998, págs. 35-39. Trudgill, P.J. (2002) Sociolinguistic Variation and Change. Edinburgh: Edinburgh University Press. Trudgill, P.J. & Chambers, J.K. (Eds.) (1991) Dialects of English: Studies in Grammatical Variation. New York: Longman. Trudgill, P.J. & Cheshire, J. (1989) «Dialect and Education in the United Kingdom», en J. Cheshire, V. Edwards, H. Münstermann & B. Weltens (eds) (1989) Dialect and Education: Some European Perspectives. Clevedon: Multilingual Matters. Págs. 94- 109. Trudgill, P.J., Giles, H., Bourhis, R., & Lewis, A. (1974) «The Imposed Norm Hypothesis: A Validation», en Quarterly Journal of Speech, Vol. 60, 1974, págs. 405-410. Trudgill, P.J. & Hannah, J. (1994) International English: A Guide to Varieties of Standard English. London: Arnold (1ª Edición, 1982; 2ª Edición, 1985; 3ª Edición, 1994). Trudgill, P.J. & Jahr, E.H. (1979) «Tal Dialekt, Skriv Dialekt!» («Speak Dialect, Write Dialect», discussion between P.J. Trudgill & E.H. Jahr), en L. Vikor & G. Wiggen (eds) (1979) Språklig Samling på Folkemåls Grunn. Oslo: Novus. Págs. 189-199. Trudgill, P.J. & Tzavaras, G.A. (1977) «Why Albanian-Greeks are not Albanians: Language Shift in Attica and Biotia», en H. Giles (ed) (1977) Language, Ethnicity and Intergroup Relations (European Monographs in Social Psychology 13), London: Academic Press. Págs. 171-184. También en Trudgill (1983), págs. 127-140. Trudgill, P.J. & Walton, S. (1985) «To Engelskmenn om Norsk Språkpolitikk», en Syn og Segn, Vol. 4, 1985, págs. 355-360. 6 EL DIALECTO MURCIANO Y SUS VARIEDADES Francisco Gómez Ortín UNIVERSIDAD DE MURCIA PREÁMBULO Se entienden por dialectos las variedades que una lengua presenta según las distintas regiones en que se habla. En España, los principales dialectos de la lengua española son el andaluz, el extremeño, el murciano y el canario. Pero las diferencias con respecto a la lengua general son mayormente de pronunciación, y escasas las que atañen al vocabulario, a la morfología y a la estructura sintáctica. Por eso, para algunos, más que de dialectos, se trata de modalidades de habla del idioma español. Este no se habla de modo idéntico en todas las regiones y comarcas, ni se habla igual en el campo que en la ciudad, ni tampoco en las capitales hablan de manera igual los distintos grupos sociales. Pero, este fenómeno es normal en todos los idiomas, y no afecta en modo alguno a la unidad de la lengua. La unidad de un idioma se patentiza en el habla de las personas cultas. En este nivel, es evidente la uniformidad del español en todo el país. Los españoles cultos (sean castellanos, gallegos, vascos, catalanes, andaluces o murcianos) hablan una misma lengua española —el español común o general—, exenta de particularidades de cada región. Es este español común o normalizado el que ordinariamente se entiende por lengua española, y es el que usan los libros y los medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Las modalidades de la lengua española hablada en cada una de las naciones y regiones donde es oficial, sólo tienen importancia en los niveles popular y coloquial, no así en el culto. I. ¿QUÉ SE HABLA EN LA REGIÓN DE MURCIA? Respuesta lingüística — El murciano L ¿Qué no se habla? — El panocho Echemos un tupido velo sobre la pretendida lengua murciana. Buscar a ultranza el hecho diferencial puede conducir a un absurdo laberinto. Emulando a otras Comunidades Autónomas, F. GÓMEZ ORTÍN: «EL DIALECTO MURCIANO Y SUS VARIEDADES» que cuentan con lengua propia, se ha querido inventar una lengua, a la que pomposamente se le llama “llengua murciana”. Pero, mal que les pese a esos audaces inventores, afortunadamente la lengua que usamos en Murcia es la misma castellana o española, con ciertas peculiaridades perfectamente comprensibles para todo usuario del español en cualquier punto del vasto mundo hispánico. Algunos querrían ser cabeza de ratón de una lengua normalizada, que viene a ser una amalgama de voces rurales y vulgares, salpicada de barbarismos y solecismos, la que, mezclada y agitada en la retorta de ciertas cabezas ayunas de filología, nos daría el precipitado de un galimatías panochizante. Frente a este grupo exiguo, somos aplastante mayoría en Murcia los que preferimos ser cola de león, es decir, nos gloríamos de seguir enganchados al carro tradicional de la lengua española, que emplearon Cascales, Saavedra Fajardo, Selgas o Carmen Conde. Tenemos que aceptar nuestra habla normalmente, sin desvalorarla ni sobrevalorarla, adoptando una actitud positiva y beligerante ante ella, y reconociendo que las particularidades de nuestra habla son tan legítimas como las de cualquier otra región. Por lo mismo, debemos esforzarnos en usarlas prestigiándolas, hasta que los demás hispanohablantes las asuman como tal variedad diferenciadora dentro de la casa común del idioma español. Ejemplifiquemos esto con el uso de los diminutivos, cuyas variantes sufijales caracterizan a las distintas hablas regionales. Si los gallegos emplean el -iño, los asturianos el -in, los montañeses el -uco, los leoneses y extremeños el -ino, los castellanos el -ito, los andaluces el -illo (-iyo) y los manchegos el -ejo y el -ete, ¿por qué los murcianos no podemos usar el -ico, junto con los navarros y aragoneses y también con los “ticos” o costarricenses? En definitiva, en Murcia se habla el español en su variedad murciana, o sea, el murciano, dicho abreviadamente. I.1. ¿Qué no hablamos? ¿Qué es el panocho? Se trata de una modalidad literaria, un lenguaje artificioso y deformante, creado por escritores murcianos sobre la base del habla huertana. Por supuesto que no todo el léxico panocho es desechable, pues recoge muchos vocablos murcianos genuinos, aunque insertos en un contexto degradante o chocarrero. Nadie más autorizado para explicar lo que es el panocho que el gran poeta murciano, que no panochista, Vicente Medina. En 1933 grabó para el Archivo de la palabra este testimonio: En mi tierra se cultivaba un lenguaje llamado panocho, lenguaje de soflamas carnavalescas, que imitando el habla regional, la ridiculizaba con acopios de deformaciones y disparates grotescos, me indignaba por eso este panocho. Tal indignación engendró mi ansia de reivindicar el lenguaje de mi tierra, que no era, ni es otra cosa que un castellano claro, flexible y musical, matizado con algunos provincialismos de carácter árabe, catalán y aragonés. En toda la región murciana y en parte de la de Albacete, Alicante y Almería, tierras linderas, se habla tanto por la gente fina, como por la gente del pueblo, tal como yo hablo en mis Aires Murcianos. En Murcia, la estructura morfológica y la construcción sintáctica son iguales que en todo el dominio del español. Por lo tanto, podemos aseverar que en esta región se habla el español murciano. Esto que para algunos pudiera ser una decepción, para la inmensa mayoría de los murcianos es motivo de orgullo, al saber que hablamos la gloriosa lengua del pasado, la pujante 8

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