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A hierro y fuego. Las atrocidades de la guerra en la Edad Media PDF

472 Pages·2009·9.845 MB·Spanish
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A hierro y fuego Las atrocidades de la guerra en ia Edad M edia Sean McGlynn es el autor de The Invasion of England 1216 (2001) y contribuyó en el Cassell Atlas of the Medieval World. Es colaborador regular de las revistas History Today, History Review, English Historical Review y otras publicaciones académicas. Desmitificando los tópicos con que se nos suelen presentar los tiempos de la caballería, Sean McGlynn, profesor de la Universidad de Bristol, nos descubre en este libro la salvaje realidad de la guerra en la Edad Media: una realidad de trato brutal contra soldados y civiles, de presos masacrados, ciudades saqueadas, cam­ pos devastados... Nada de esto era fortuito, sino que estaba encaminado a lograr unos determinados objetivos: figuras históricas que nos han llegado envueltas en un halo caballeresco, como Carlomagno, Saladino o Ricardo Corazón de León, no dudaron en recurrir a las más atroces matanzas para conseguir sus fines. No se trata, sin embargo, de contarnos horrores del pasado, sino de hacernos reflexionar acerca de la naturaleza de la guerra, acerca de problemas que tienen plena vigencia en el siglo XXI. Como ha dicho un crítico: «a diferencia de muchos libros, éste se atreve a decir lo que otros callan». Sean McGlynn A hierro y fuego Las atrocidades de la guerra en la Edad Media Traducción castellana de Tomás Fernández y Beatriz Eguibar CRÍTICA BARCELONA Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informáti­ co, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Título original: By Sword and Fire. Cruelty andA trocity in Medieval Warfare Realización: Atona, SL Diseño de la cubierta: Jaime Fernández Ilustración de la cubierta: © Album / Erich Lessing / Bibliothèque de l’Arsenal, Paris, Francia © 2008, Sean McGlynn © 2009 de la traducción castellana para España y América: Crítica, S.L., Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona [email protected] www.ed-critica.es ISBN: 978-84-7423-939-3 Depósito legal: M-ll.973-2009 2009 - Dédalo Offset Sin embargo, por desgracia, la verdad de las atroci­ dades es notablemente peor que las mentiras que de ellas se cuentan y con las que se las convierte en propa­ ganda. Lo cierto es que ocurrieron. El hecho que fre­ cuentemente se aduce como motivo de escepticismo —que los propios relatos de terror libran una guerra tras la guerra— simplemente hace que resulte bastante más probable que tales relatos sean ciertos. Evidentemente se trata de fantasías muy difundidas, y la guerra ofrece una oportunidad de llevarlas a la práctica ... Estas cosas sucedieron de verdad, ésa es la cuestión que no hay que perder de vista. George Orwell, «Looking Back on the Spanish War», Essays, 1984, p. 219. Para mi madre y recuerdo de mi padre Prefacio Cuando se decretó el armisticio a finales de la primera guerra mun­ dial, un conflicto que había dejado más de ocho millones de muertos, el poeta sir Henry Newbolt exhortó a sus lectores con estas palabras, rayanas en la estupidez: «Piensen en las victorias de la caballería». El mito de la caballería ha demostrado gran persistencia. El atractivo del verso de Chaucer «A decir verdad, era un perfecto y gentil caba­ llero»* sigue siendo irresistible por la imagen que transmite: la de un vigoroso combatiente consagrado a los ideales del valor, el honor, la lealtad y la abnegación, plenamente entregado no sólo al servicio de su señor o de su dama, sino también al desempeño de su papel como auxiliador del débil, el anciano, el mozo y el desamparado. La cir­ cunstancia de que Chaucer describa a su caballero con tales rasgos se presenta en un primer momento, a ojos de los historiadores milita­ res, como una contradicción en los términos, ya que un gentil caba­ llero no resultaba de excesiva utilidad en el campo de batalla. Chau­ cer es un autor de la segunda mitad del siglo xiv y escribe en una época en que los estragos causados por la guerra de los Cien Años y los violentos levantamientos campesinos habían provocado una gran conmoción en Inglaterra y Francia por su terrible brutalidad, como veremos. Chaucer era perfectamente consciente de esa barba­ rie, dado que había podido conocerla, no sólo gracias a sus relaciones con importantes personajes, sino en virtud también de sus viajes por * Geoffrey Chaucer (c. 1349-1400), «Cuento del caballero», en Cuentos de Canterbury, varias ediciones; véase por ejemplo la traducción de Jesús L. Serrano Reyes y Antonio León Sendra, Madrid, Gredos, 2004. (N. de los t.) II Europa. Su «perfecto y gentil caballero» apunta en realidad a una versión idealizada de la hidalguía, una noción espoleada por los ho­ rrores de una guerra endémica y por la inquietud que generaba la agi­ tación social. Chaucer era el continuador de una larga tradición de autores de la Edad Media que trataban de mitigar los excesos de la guerra me­ dieval invocando los nobles instintos de los caballeros. Este género literario es el objeto que aborda Richard W. Kaeuper en su libro ti­ tulado Chivalry and Violence in Medieval Europe, publicado en 1999, obra en la que el autor examina los esfuerzos con que los autores me­ dievales trataban de propiciar una reforma mediante el retorno a los auténticos valores de la caballería. No obstante, también es preciso decir que al mismo tiempo otros autores aceptaban con toda calma —cuando no estimulaban directamente— la realización de acciones de guerra contra los civiles, dado que lo consideraban el modo más práctico de alcanzar la victoria. En este sentido, llegaban incluso a justificar, tales medidas como actos concordantes con los valores ca­ ballerescos. Los pragmáticos dominaron a los idealistas. Este libro analiza lo que esto vino a significar para el personal ci­ vil que tuvo que padecer las guerras de la Edad Media, y expone la lógica que late bajo las atrocidades cometidas —el imperativo mi­ litar—. Empecé a interesarme por el examen de la guerra medieval en Londres hace poco más de veinte años, en una época en que la co­ rriente revisionista de los estudiosos de la historia de los ejércitos me­ dievales se hallaba volcada en la realización de las importantes investi­ gaciones que hoy conocemos. En la actualidad son pocos los que siguen creyendo que en la Edad Media la guerra fuera un asunto pre­ sidido por la falta de profesionalidad y de planificación. Sin embargo, aún se considera con excesiva frecuencia que las barbaridades milita­ res de la época no venían a constituir sino estallidos naturales, propios de una época violenta. Las limitaciones de las órdenes de caballería y la realidad de la guerra medieval han sido objeto de excepcionales es­ tudios, como los llevados a cabo por medievalistas de la talla de John Gillingham, Matthew Strickland y Christopher Allmand. Dichos 12 estudios reciben el merecido reconocimiento en los círculos académi­ cos, y en ocasiones me he inspirado de forma muy notable en el traba­ jo que cada uno de ellos ha efectuado en su particular área de investi­ gación. Con todo, la naturaleza misma de dichas indagaciones ha obligado a concentrarlas en determinados períodos y regiones, con lo que el público que se ha interesado por ellas ha pertenecido predomi­ nantemente a un estrecho ámbito académico. (Vale la pena resaltar aquí de forma especial el sobresaliente texto de Matthew Strickland titulado War and Chivalry: The Conduct and Perception of War in En­ gland andNormandy, 1066-1217, Cambridge University Press, 1996, entre otras razones por el nada desdeñable motivo de que la investiga­ ción —que en su origen constituyó el objeto de una tesis doctoral— ha adoptado finalmente forma de libro, aunque se trate, como digo, de una obra destinada a un público académico.) En el presente trabajo trato de exponer de forma accesible los ha­ llazgos de las investigaciones recientes, incluidas las mías propias, de manera que lleguen a un público más amplio. El texto se propone asimismo demostrar claramente que las crueldades medievales no fueron un simple corolario de la existencia de soldados poco discipli­ nados dispuestos a saciar su sed de sangre, ni un puñado de actos aborrecibles cometidos por una serie de reyes aberrantes impulsados por un temperamento despiadado. Expongo detalladamente esas salvajadas en el marco de su contexto —tanto el inmediato como el más general—, un contexto que pertenece al ámbito de lo militar. Por su alcance geográfico y cronológico —que abarca la totalidad de la Edad Media y del mundo latino e incluye las campañas de los cru­ zados en Oriente Próximo—, creo que, en su género, éste es el pri­ mer libro que aborda tan importantes cuestiones. La ferocidad de la guerra medieval es asunto que se reconoce y comprende de manera general. Sin embargo, la idea de que la caballe­ ría era una fuerza relevante e influyente en los conflictos de la Edad Media ha logrado perdurar de algún modo y permanece a pesar de esta clara conciencia, yuxtaponiéndose a la anterior noción con apa­ rente comodidad. En A hierro yfuego muestro que estas nociones, que mal pueden considerarse compatibles, no reflejan la realidad de aque- 13

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