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14 miradas sobre Albert Einstein PDF

38 Pages·2005·1.1 MB·Spanish
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14 miradas sobre A L B E R T E I N S T E I N El Sistema madri+d se suma a los actos del Año Mundial de la Física 2005 dedicando íntegramente su boletín de noticias a la figura de Albert Einstein. Se cumplen ahora 100 años del centenario de la publicación en la revista ale- mana Annalen der Physik de una serie de artículos firmados por Albert Einstein que revolucionaron la física del momento y que han cambiado profundamente nuestra vida actual. Para conmemorar este acontecimiento, el año 2005 fue declarado por la UNESCO como Año Mundial de la Física. Un siglo después, las disciplinas científicas han dejado de ser departamentos estancos e independientes. Más que nunca se producen intercambios entre los dis- tintos campos del saber. La pluridisciplinaridad está en la base de la ciencia del siglo XXI y la física no está al margen de este movimiento. La física forma parte hoy de disciplinas como la biofísica, las comunicaciones, el patrimonio o la nanotecnología. Se ha convertido en una herramienta clave para comprender conceptos como el de sos- tenibilidad y está presente en la mayoría de los “objetos” cotidianos que nos facili- tan la vida y es clave para entender nuestro lugar en el mundo. El Sistema madri+dse suma a esta conmemoración publicando hoy un especial Notiweb dedicado a la figura de Albert Einstein. Para ello ha contado con la colabo- ración de 14 especialistas en campos muchos de ellos“extraños” a la física y tan diver- sos como la lingüística, la filosofía, la ingeniería, la economía, la geología e incluso la poesía. El resultado son 14 maneras de acercarse a la figura de Einstein. Fragmentos que dan cuenta de la riqueza y complejidad de un personaje, que 50 años después de su muerte, sigue siendo un icono incontestable de la ciencia. Pero, más allá de sus aportaciones a la gran física del siglo XX, la figura de Einstein da cuenta también del complejo proceso de la ciencia, de las inevitables situaciones de incertidumbre y nego- Coordinadores ciación, de las dudas y contradicciones de las personas implicadas, de la importancia Alfonso González Hermoso de Mendoza Carlos Magro Mazo de los contextos y los lugares de su desarrollo. s u m a r i o EINSTEIN Y LA REVOLUCIÓN EN CIENCIAS DE LA TIERRA Francisco Anguita 3 .............................................................................................. INFLUENCIA DE EINSTEIN EN LA TECNOLOGÍA Antonio Barrero 5 ................................................................................................. EL FÍSICO QUE APRECIABA LA METAFÍSICA Fernando Broncano 7 ............................................................................................. LA CONTRIBUCIÓN DE ALBERT EINSTEIN DESDE LA PERSPECTIVA DE LA ECONOMÍA Y DE LA EMPRESA Eduardo Bueno 9 .................................................................................................. NO QUEDA NADA REALMENTE NUEVO EN TELECOMUNICACIONES, SEÑOR EINSTEIN José Ramón Casar 12 .............................................................................................. EL LEGADO CIENTÍFICO DE EINSTEIN Alberto Galindo 15 ................................................................................................ ECOS POÉTICOS DE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD (A propósito de García Lorca) Miguel García Posada 17 .......................................................................................... ¿PENSAMIENTO SIN IDIOMA? EINSTEIN DESDE LA LINGÜÍSTICA Francisco A. Marcos-Marín 19 ................................................................................... LA EDUCACIÓN SEGÚN ALBERT EINSTEIN Antonio Moreno 21 ................................................................................................ EINSTEIN ANTE LA SOCIEDAD Emilio Muñoz 23 .................................................................................................... NANOCIENCIAS Y NANOTECNOLOGÍAS Juan Rojo 25 ......................................................................................................... ALBERT EINSTEIN: A PHYSICIST FOR THE TWENTYFIRST CENTURY Carlo Rubbia 27 ..................................................................................................... ALBERT EINSTEIN: UN FÍSICO PARA EL SIGLO XXI Carlo Rubbia 30 ..................................................................................................... EINSTEIN Y LA CREATIVIDAD Francisco José Rubia 32 ......................................................................................... N I EL BRICOLAGE DE LA RELATIVIDAD E Peter Galison. Relojes de Einstein, mapas de Poincaré. T Los imperios del tiempo. S Reseña: Antonio Lafuente. Centro de Estudios Históricos. N I Consejo Superior de Investigaciones Científicas.............................................................. 34 e E br oT s s R a dE a rB mi L 4 A 1 EINSTEIN Y LA REVOLUCIÓN EN CIENCIAS DE LA TIERRA Por muy amplia que sea la cultura científica de un investigador, los campos de la Ciencia no son ilimitados Francisco Anguita Profesor Titular de Paleontología de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid Debía de correr el año 1964. Tras completar con no pocos apuros el Curso Selectivo, por entonces la puerta obligatoria de acceso a las carreras de Ciencias, yo acababa de aterrizar en Geológicas de la Complutense. Pero aunque el Selectivo estaba diseñado para orientar vocaciones, recuerdo que la mía era una especie de nebulosa, en la que los rechazos habían pesado más que cualquier atracción. En suma, era el prototipo de universitario despistado. Sin embargo, entusiasmo no me faltaba. Entre los proyectos que me forjé estaba ni más ni menos que el de leerme todos los libros de la biblioteca de la Facultad. Ésta ocupaba un pequeño local con unos 30 asientos, gestionado con autoridad por un paternal conserje que incluso nos orientaba sobre las lecturas más eficaces para mejor lidiar con las manías de los profesores. Pero sobre todo, la biblio- teca era una selva llena de misterios científicos. El libre acceso era un sistema entonces desconocido en la Universidad española, de forma que teníamos que conformarnos con mirar los lomos de los libros a través de los cristales de las vitrinas. No puedo decir por qué comencé mi titánica tarea por el Hapgood. Su lomo, de un verde descolo- rido, no me parece ahora especialmente atractivo. Su título, en cambio (“La corteza terrestre se des- plaza”, 1958), tenía gancho. Me apresuro a aclarar que por aquélla época yo no tenía la menor idea de quién había sido Alfred Wegener, y muchísimo menos de que sus ideas básicas estaban a punto de triunfar en lo que sería el momento cumbre de la historia de la Geología. Pedí el libro con la curiosi- dad de quien llega a un país desconocido. En seguida descubrí que Charles H. Hapgood, un oscuro profesor de una escuela de Magisterio del Medio Oeste americano, tenía un as en la manga: el libro estaba prologado ni más ni menos que por Albert Einstein. También se reproducían, además, dos cartas del físico alemán, que respondían a otras del autor pidiéndole orientación (e, indirectamente, apoyo) para sus ideas. Como teórico aspirante a científico, el nombre del sabio de Ulm me deslumbró. Pensé: si Einstein está de acuerdo, esto no pue- de ser erróneo. No se me ocurrió (no podía ocurrírseme entonces) que por muy amplia que sea la cul- tura científica de un investigador, los campos de la Ciencia no son ilimitados, sino que están parcela- dos por espinosas barreras cuya trasposición nos deja inermes, faltos de las claves que nos permiten caminar seguros por nuestra propia especialidad. Así que me leí de pe a pa las ideas de Hapgood. Que, en resumen, venían a decir que los casque- tes de hielo, al no estar perfectamente centrados respecto al eje de rotación, producían una fuerza centrífuga que terminaba por desplazar toda la corteza terrestre (así, en una pieza) respecto al inte- 3 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN rior del planeta. La principal virtud de esta teoría era la explicación de parte de las anomalías paleo- climáticas; su más gigantesco escollo, la casi evidente impotencia de la fuerza aducida para explicar la magnitud del efecto propuesto. Vista con la perspectiva actual, esta obra se puede inscribir en los movimientos inquietos que se producen poco antes de un cambio de paradigma: nuevos datos empie- zan a chirriar, hasta que su acumulación desemboca en una revolución científica. Pero para que ésta se produzca es necesario que algunos tipos listos sepan buscar una nueva armonía entre los crecientes chirridos, y a Charles Hapgood le faltaban muchos instrumentos. ¿Cuál había sido la actitud de Einstein ante las ideas de éste? Excepcionalmente buena, según declaraba en el preámbulo, donde decía haberse entusiasmado ante la primera carta del geólogo. Cali- ficaba la teoría de original e importante, y agradecía que estuviese expuesta con sencillez. Continua- ba con una glosa de sus puntos esenciales, que partían de las evidentes anomalías paleoclimáticas y se centraban en la propuesta de los desplazamientos centrífugos de la corteza. Esta parte concluía con una frase contundente: “Creo que esta idea sorprendente, y aun fascinante, merece la seria aten- ción de quienquiera que se interese en la teoría del desplazamiento de la Tierra”. Pero quedaba una reserva. En el último párrafo, Einstein incluía “una observación que se me ha ocurrido mientras escribía estas líneas”, y que “podría comprobarse”: si toda la corteza terrestre se desplazaba movida por la simple asimetría de los casquetes de hielo respecto al eje de rotación, la distribución de las rocas de la corteza debería ser totalmente simétrica respecto al mismo, ya que en caso contrario produciría fuerzas centrífugas mucho mayores que el hielo. Con esta matización, el físi- co destruía prácticamente la teoría del geólogo, ya que basta con examinar un mapamundi para ver que tal simetría no existe. Por tanto, el apoyo de Einstein a la nueva idea era hasta cierto punto con- tradictorio, y ahora me hace preguntarme sobre las causas de que el sabio alemán no siguiese su pru- dente línea de conducta habitual (“sólo pocas veces las ideas que recibo tienen valor científico”). Es arriesgado caminar sobre terrenos desconocidos, pero probablemente en esta etapa final de su vida Eins- tein estaba fatigado de su largo y vano esfuerzo por encontrar una teoría que unificase la relatividad con las ideas cuánticas y era más propenso a distracciones colaterales. Al cabo de 41 años, releo el Hapgood (que ya ha pasado al depósito de ejemplares antiguos de la moderna biblioteca de mi Facultad) con evidente nostalgia (mi proyecto de lectura total nunca pasó de este libro) y también con una simpatía algo triste por la suerte del autor. Si hubiese esperado tan solo cinco o seis años, hubiese tenido acceso a los datos que desembocaron en la nueva Geología Glo- bal. Entonces podría haber explicado, a partir de un proceso físico también relativamente simple (la convección térmica del interior terrestre) no sólo las anomalías paleoclimáticas, sino el conjunto de la geología del planeta: desde la historia de los continentes y los océanos hasta la evolución de la vida, pasando por la distribución de los recursos naturales. Algo no tan espectacular como las teorías rela- tivistas, pero igualmente revolucionario. A pesar de que esta explosión de Ciencia se estaba cociendo ya en mis tiempos de estudiante, yo no pude conocerla hasta años después de acabar mi Licenciatura: mis catedráticos no frecuentaban la biblioteca, y siguieron apegados al dogma de una Tierra inmóvil hasta más allá de lo razonable. Nun- ca les he perdonado que me hurtasen el momento más candente de la historia de las Ciencias de la Tierra, cuando en las facultades de Geología de todos los países avanzados se celebraban, sobre estas nuevas ideas, acalorados debates que alcanzaban tonos asamblearios de revolución política. ¿Qué habría pensado Albert Einstein de haber vivido esta época? No tengo ninguna duda de que se habría entu- siasmado con la Nueva Geología. Porque, como dijo en una ocasión, si él llegó a realizar sus descubri- mientos fue porque se atrevió a desafiar un axioma. 4 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN INFLUENCIA DE EINSTEIN EN LA TECNOLOGÍA Los descubrimientos de la física habidos en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX revolucionaron la investigación científica y el pensamiento filosófico Antonio Barrero Miembro de la Real Academia de Ingeniería Catedrático de Mecánica de Fluidos de la Universidad de Sevilla Los descubrimientos de la física habidos en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX revo- lucionaron la investigación científica y el pensamiento filosófico. La electrodinámica clásica, formula- da por Maxwell, con el resultado fundamental de la constancia de la velocidad de la luz en cualquier sistema de referencia inercial sirvió de soporte a Einstein para formular su teoría de la relatividad especial que estableció por vez primera la equivalencia entre masa y energía y amplió, de modo drás- tico, las ya anticuadas concepciones de Newton sobre espacio, tiempo y gravitación. Paralelamente, la hipótesis cuántica introducida por Planck para explicar la radiación del cuerpo negro sugirió a Eins- tein la explicación del efecto fotoeléctrico que junto a las contribuciones posteriores de Bohr y De Broglie dieron lugar a la formulación rigurosa de la mecánica cuántica debida a Heisenberg, Schrodin- ger y Dirac, lo que abrió nuestro intelecto a la comprensión del comportamiento de átomos y molécu- las y convirtió el determinismo filosófico y científico en mera antigualla. Menos conocido, sin duda, es el papel extraordinario que las ideas seminales de Einstein han jugado también en el desarrollo tecnológico y en las realizaciones prácticas de la ingeniería habidos posteriormente a lo largo del siglo XX, y que han dado lugar a una transformación profunda de la vida de los ciudadanos de los países desarrollados; lamentablemente, la socioeconomía política, más atra- sada sin duda que las ciencias naturales y que la ingeniería, no ha sabido encontrar todavía el modo de difundir nuestra riqueza y bienestar a los habitantes de países y continentes menos desarrollados. Es quizás poco conocido el interés de Einstein por los inventos prácticos, debido probablemente a sus antecedentes familiares y a su temprano trabajo en una oficina de patentes. Interés que le llevó a patentar un nuevo sistema de refrigeración en colaboración con Leo Szilard, famoso ingeniero, conocido por sus trabajos pioneros en física nuclear, por su participación en el proyecto Manhattan y por su fuerte oposición a la carrera nuclear durante los años de la postguerra. Fuera ya del terreno de lo anecdótico, es preciso destacar el hecho de que son muchas las ideas de Einstein que han encontra- do un desarrollo espectacular en el campo de la ingeniería. Por ejemplo, la equivalencia entre la masa y la energía puso de manifiesto la posibilidad de obtener ésta última a partir de la fisión o fusión de núcleos atómicos, lo que ha dado lugar a grandes proyectos tecnológicos. Nefastos, sin duda, algunos de ellos, como las bombas atómicas y de hidrógeno que tantos sufrimientos humanos causaron en el pasado y la inestabilidad política y el peligro potencial que causan en el presente. Otros, como los reactores de fisión, diseñados para usos pacíficos en la mayoría de los casos, se utilizan como fuentes de energía. Desafortunadamente, los reactores de fisión presentan problemas de seguridad y de ges- 5 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN tión de residuos radiactivos que han dado lugar a una fuerte contestación social. Sin embargo, en el futuro, los nuevos reactores basados en la fisión del torio, con residuos de vida media activa mucho más corta que la de los de uranio y los futuros reactores de fusión constituirán sin duda una alterna- tiva que permitirá la obtención de energía nuclear suficientemente limpia y segura. Como es sabido, las reacciones de fusión de núcleos de hidrógeno son las responsable de la liberación de energía en las estrellas, que como nuestro Sol hacen posible la vida en la Tierra También en el campo de la tecnología electrónica y en el de las comunicaciones se reflejan las ideas seminales de Einstein. Así, su explicación del efecto fotoeléctrico en 1905 (un fenómeno repor- tado en 1839 por Becquerel), según la cual la luz está compuesta por fotones o cuantos de energía que mediante colisiones con los electrones de los átomos de una placa metálica pueden comunicarles una energía suficiente para arrancarlos de ésta. Mediante este efecto podemos regular hoy día la den- sidad de toner en las fotocopiadoras y controlar el tiempo de exposición de las cámaras fotográficas y videocámaras. Este efecto es también de aplicación directa en los fotomultiplicadores, o dispositivos capaces de amplificar señales luminosas sin los que las comunicaciones ópticas de larga distancia serían imposibles. Otra aplicación inmediata de gran relevancia práctica es la pila o célula fotovoltai- ca que permite convertir la energía de la radiación solar en energía eléctrica. Las células fotovoltaicas son en nuestros días un instrumento imprescindible para el suministro de energía de satélites que orbitan alrededor de la Tierra para usos de investigación y comunicaciones. Naturalmente, las células fotovoltaicas son la base de la energía solar sobre la que descansan fundadas esperanzas de que este tipo de energía se constituya en el futuro en una fuente de energía limpia, una vez que se logre mejo- rar sustancialmente los rendimientos de las células y disminuir los costes de las mismas. Años más tarde de la explicación del efecto fotoeléctrico Einstein volvió a considerar el problema de la interac- ción luz-materia, para conjeturar que el salto de un electrón entre orbitales atómicos de mayor o menor energía venía acompañado de absorción o emisión de cuantos de luz. Aplicando esta teoría y mediante consideraciones estadísticas, Einstein fue capaz de proporcionar una derivación alternativa de la ley de Planck y al mismo tiempo poner de manifiesto la existencia del fenómeno de emisión esti- mulada que subyace tras el funcionamiento del laser (la incapacidad para explicar dicho fenómeno por parte de las formulaciones de la mecánica cuántica de Heisenberg y Schrodinger fue, probablemente, una de las razones que condujeron a Dirac a formular su teoría cuántica de la radiación y al adveni- miento de la electrohidrodinámica cuántica). Hoy día los láseres son herramienta común en la indus- tria, en las comunicaciones y en la bioingeniería. Entre estas últimas cabe citar el uso del láser en la cirugía de la retina, en la corrección de defectos visuales, en la cirugía vascular y en la terapia de tumores malignos. La descripción pormenorizada del papel que todas las ideas de Einstein han jugado en muchas de las realizaciones prácticas de la tecnología durante la pasada centuria y del que jugarán todavía en la presente excedería con creces los límites de este escrito. Basten, por tanto, los ejemplos anteriores para mostrar que las ideas de Einstein, aparte de su enorme valor, científico y filosófico, han germinado de una forma muy fecunda en aplicaciones prácticas de relevancia en la química, la biotecnología y otros campos de la ingeniería que afectan determinantemente, para mejorarla, a nuestra vida cotidiana. 6 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN EL FÍSICO QUE APRECIABA LA METAFÍSICA Einstein pasó de una actitud profundamente instrumental hacia la filosofía, a un convencimiento militante en relación con algunas posiciones metafísicas Fernando Broncano Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Facultad de Humanidades. Universidad Carlos III de Madrid. La relación de Einstein con la filosofía fue tan complicada como la que un científico puede tener, especialmente aquél que sea sensible a preguntas que vayan más allá de las exigencias técnicas de su trabajo: relaciones que van desde la curiosidad al entusiasmo pasando por no pocas etapas de profun- do desencantamiento, hastío y desprecio. Einstein, sin embargo, a diferencia de muchos científicos, pasó de una actitud profundamente instrumental hacia la filosofía a un convencimiento militante en relación con algunas posiciones metafísicas que hicieron de él un científico filósofo (así rezaba el título del volumen que se dedicó en la Biblioteca de Filósofos Vivos). Para muchos esta progresiva conversión a posiciones filosóficas fuertes fue un claro indicio de envejecimiento científico y un pro- ducto del éxito social. Para mí que fue lo contrario, un paso más en el descenso hacia preguntas cada vez más profundas sobre el mundo y sobre nuestro puesto en él como sujetos que intentan conocerlo. A lo largo de su etapa de formación Einstein discutió interminablemente con sus amigos, espe- cialmente con Michele Besso acerca de las cuestiones filosóficas relacionadas con el espacio y el tiem- po: si estaba o no justificada la idea newtoniana de un espacio-tiempo absoluto, si la geometría era convencional, si estaba justificado el abandono de la mecánica newtoniana por no estar suficiente- mente bien sostenida por los hechos, etc. En general, a lo largo del periodo de creación de la Teoría de la Relatividad, Einstein sostuvo una posición muy cercana al positivismo, influido especialmente por Ernst Mach. La referencia a lo empírico era el comienzo y el fin de todo trabajo científico: éste era el más importante argumento que permitía hacer plausible la revolución relativista, que tenía que prescindir del éter electromagnético y, sobre todo, de un marco espacio-temporal independiente de los sistemas de referencia. La forma más plausible de entender la Teoría de la Relatividad Especial era tomarla como una teoría que se apoyaba en procesos de coordinación de reglas y relojes en el univer- so, una teoría empírica, pues, a pesar de lo revolucionaria y especulativa que pudiera resultar. Si Einstein no hubiese dado ningún impulso más a sus posiciones filosóficas hubiese quedado como un autor muy de su tiempo en lo que a la filosofía se refiere y, claro, como el físico revolucionario que ya era. Cambio científico y positivismo: eran los signos de los tiempos. La filosofía positivista era el medio de hacer soportable una física que se alejaba de toda comprensión intuitiva y, por lo mismo, de muchos modelos filosóficos que se apoyaban en las intuiciones cotidianas sobre la realidad. La retira- da a los fenómenos observados y a un aparato matemático inaccesible al lego fue la forma en que los físicos se curaron de la crisis que provocaban los cambios que supusieron la Teoría de la Relatividad y la Mecánica Cuántica. Einstein, sin embargo, abandonó su positivismo cuando se enfrentó a Bohr 7 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN sobre el modo de interpretar la mecánica cuántica. Einstein no aceptaba que la última descripción de la realidad fuese probabilística. No le preocupaban los extraños modelos de átomo que la Mecánica Cuán- tica incorporaba, sino la renuncia a describir una estructura última que parecía conllevar la interpreta- ción mayoritaria. Einstein dedicó una buena parte de sus años de madurez a una desesperada resistencia a la visión probabilística de la Mecánica Cuántica. Sus experimentos mentales y razonamientos se mostraron falli- dos con el tiempo y la Mecánica Cuántica se mostró exitosa en todas las pruebas. Para muchos físicos y filósofos esta era la mejor confirmación de los males de los científicos que se dejan arrastrar por prejuicios filosóficos y metafísicos: si el Einstein maduro hubiese sido fiel a su espíritu revolucionario habría aceptado la nueva física y despreciado sus impulsos realistas. Pero ésta es sólo una de las face- tas del Einstein maduro, a pesar de que haya sido una de las más divulgadas. La otra, la que hace de Einstein una figura que sobrepasa a la misma importancia de su descubrimiento de la Teoría de la Relatividad, es su programa de investigación en una teoría unificada del campo, un programa que con los años no ha dejado de crecer en importancia convirtiéndose en el programa de unificación de la física. También en este aspecto fue criticado, como si sus preocupaciones por una constante cosmoló- gica no fuesen sino ensoñaciones de un viejo científico en su decadencia. Hasta el punto de que sus críticas a la Mecánica Cuántica se entienden mucho mejor como corolarios de su obsesión por una físi- ca que describa de una forma unificada la estructura del universo. Nunca renunció Einstein a su fidelidad al empirismo, pero con los años se mostró mucho más cercano a Newton de lo que él creía. Newton pensaba, también en el contexto de muchas críticas que recibía su teoría de las fuerzas, acusada de metafísica, que las propiedades que uno obtiene a través de experimentos cuidadosos nos conectan con la estructura última de la naturaleza. Esta forma de realismo es la que Einstein persiguió. No le importaba ser llamado metafísico. Sabía que ese es el destino del científico: asomarse a una realidad que no depende de los humanos a través de la venta- na de experimentos diseñados para capturar invariancias que conectan indirectamente con la estruc- tura de lo real. 8 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN LA CONTRIBUCIÓN DE ALBERT EINSTEIN DESDE LA PERSPECTIVA DE LA ECONOMÍA Y DE LA EMPRESA Ha sido evidente a lo largo del siglo pasado que sin las aportaciones de Einstein y el desarrollo científico que las mismas han provocado, hoy en día no estaríamos hablando de la sociedad de la información Eduardo Bueno Catedrático de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid Codirector del Parque Científico de Madrid En este año de la Física, como reconocimiento a una de las disciplinas científicas que más ha contribuido a cambiar la vida cotidiana de la sociedad y el desarrollo de la economía, ésta no podía dejar de sumarse al tributo que merece la figura de Albert Einstein, como científico genial e intelectual, cuya imagen e influencia, se sigue agrandando, como “la cara pública de la ciencia moderna”, tal y como fue reconocido en la portada del último número del siglo XX de la prestigiosa revista Time, según la consulta popular a nivel internacional que la misma llevó a cabo. La contribución del físico alemán, perito técnico por la Escuela Politécnica de Zurich y empleado en la oficina de patentes de Berna, nacionalizado suizo, Nobel de Física en 1921 y más tarde naciona- lizado norteamericano; a la economía, a la industria y a las empresas que la integran es de una monu- mental relevancia, pero no sólo ha influido en la actividad económica o productiva, sino que también lo ha hecho en aspectos metodológicos para su investigación y desarrollo científico. Ha sido evidente a lo largo del siglo pasado que sin las aportaciones de Einstein y el desarrollo científico que las mismas han provocado, en concreto, y primero con su Teoría de la Relatividad Espe- cial, formulada en 1905 en su artículo en la revista alemana de Anales de Física: “sobre la electrodiná- mica de los cuerpos en movimiento”, formulando una ley de la gravitación que es válida con mayor precisión que la teoría de la Mecánica clásica o de la gravitación de Newton; de la que dedujo magis- tralmente en 1916 la Teoría General de la Relatividad, hoy en día no estaríamos hablando de la socie- dad de la información, no se habrían desarrollado las TIC´S, las industrias de la electrónica y la infor- mática y las empresas multinacionales que las protagonizan en Occidente y Oriente; en consecuencia, el crecimiento de la economía, su globalización durante el siglo XX no hubiera tenido como protago- nistas de la competencia en los mercados: la televisión, los ordenadores, el láser, la fibra óptica, el CD, el DVD, las placas solares, los satélites, etc … Y todo empezó o todo se sintetizó en una sencilla ecuación que no simple, la universalmente conocida E=mc2, con la que Einstein dedujo la equivalencia de la energía de un sistema (E) y la “masa inercial”, el efecto fotoeléctrico y el fenómeno de la radioactividad que tanta repercusión ha tenido y tiene para la ciencia, la sociedad y su economía. Pero la contribución del genial físico nacido el 14 de marzo de 1879 en Ulm (Alemania), dada su capacidad intelectual y su dimensión filosófica, que impregna todo el conocimiento científico de su épo- 9 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN ca hasta el presente, incluyendo como es lógico el conocimiento económico, merece estas breves líne- as de homenaje desde la perspectiva de la economía de la empresa en particular, o de la economía en general. Volviendo a las ideas iniciales de este trabajo, hay que recordar que la “revolución relativista” de la física y de la ciencia moderna, está asociada básicamente a un solo científico, Einstein, el cual ha tenido una gran influencia en la evolución de la Física del siglo XX, no sólo por sus aportaciones, sino, desde luego, por el proceso creativo con que las logró, que contrasta con la forma en que se ha veni- do avanzando en la mecánica cuántica, la teoría que se ocupa de los fenómenos microscópicos, la cual ha tenido un desarrollo largo y complicado, con una sucesión de contribuciones de científicos, básica- mente europeos, y con una dialéctica continua entre experimento y teoría, por la que la observación de radiaciones o de partículas elementales, por ejemplo, requiere de mucha tecnología y además de coste elevado, por lo que esta investigación necesita mucha financiación y apoyo público. Esta “revo- lución cuántica” aunque pertenece al conocimiento de la Física, influyó profundamente en otras disci- plinas científicas, en especial en el Química y sobre todo en la Biología Molecular. Einstein, en cambio, con su relatividad general, mostró a la ciencia de su tiempo y a la posterior cómo un proceso creativo, gracias a su pensamiento genial, y a la aplicación del cálculo diferencial abso- luto, se podría avanzar científicamente además de los procesos de I+D basados en experimentos y medidas realizados en instalaciones y laboratorios de Física complejos y costosos. Él fue el revulsivo que facilitó el avance de la ciencia en general y, sobre todo, en campos diferentes de la Física moderna, como ha ocurrido con la física nuclear, la electrodinámica y cromodinámica cuántica, o más reciente- mente con la Física del estado sólido o de la materia condensada. En definitiva, se ha pretendido mos- trar cómo la relatividad y mecánica cuántica constituyeron una gran revolución en la nueva concep- ción del mundo físico, trascendiendo a otras ciencias relacionadas con el mundo vivo, y sobre todo en la construcción de la sociedad de la información y la nueva economía. Retomado la línea argumental del aspecto económico, es momento de rememorar que el ciclo de la física del siglo XX se inició con el protagonismo de los científicos alemanes y de habla germana, en especial, y de los europeos en general, ciclo que presenta una ruptura con la Segunda Guerra Mundial, que desvía el foco del escenario europeo al de Estados Unidos. También es momento de mencionar que Einstein ya residía en este país y se había nacionalizado norteamericano en 1940. El citado cambio de foco lo justifica estelarmente el “invento del siglo” tal y como lo bautizó Wiener, es decir, el “transis- tor”, el cual estuvieron muy cerca de lograrlo los físicos europeos, pero el mismo se llevó a cabo el 1948 por tres investigadores norteamericanos, trabajando en el centro de I+D de la Bell Telephone: Bardeen, Shockley y Brattain; los cuales obtuvieron por él, el Nobel de Física de 1956. Con este des- cubrimiento o invento técnico aparece en el escenario económico un nuevo Rey Midas que ha trans- formado y capitalizado la economía mundial, pero, además, ha ejemplificado una nueva estructura y comportamiento del sistema de I+D, característico en los Estados Unidos y más exitoso que el predo- minante en Europa, en el que la ciencia y la empresa se unen y colaboran en un proceso eficiente de transferencia de conocimiento científico para la innovación tecnológica, proceso en el que Europa se va quedando rezagada, lo que la obliga a replantearse en 2005 la recuperación de la llamada Estrate- gia de Lisboa y a apostar en el horizonte de 2010 a una nueva política de I+D+i de mayor esfuerzo económico y compromiso político y social. En resumen, la contribución de la “revolución relativista” de Einstein no sólo se ha concretado en el desarrollo tecnológico y en la estructura productiva de la nueva economía de sus sectores nue- vos de actividad, de sus nuevos procesos técnicos, así como de nuevas tecnologías y nuevos productos 10 14 miradas sobre ALBERT EINSTEIN

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