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1 NUEVO TESTAMENTO PARA RyF Sergio Armstrong Cox 1. Jesús de Nazaret, centro del Nuevo ... PDF

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1 NUEVO TESTAMENTO PARA RyF Sergio Armstrong Cox 1. Jesús de Nazaret, centro del Nuevo Testamento 1.1. El contexto histórico de Jesús y la espera mesiánica 1.2. El anuncio de Jesús 1.3. La Pascua de Jesús 2. Breve historia de la Iglesia del Nuevo Testamento 2.1. El origen de la Iglesia 2.2. La Comunidad Primitiva de Jerusalén 2.3. La propagación del cristianismo 2.4. La caída de Jerusalén y la ruptura con el Judaísmo 2.5. La persecución romana 3. Descripción del Nuevo Testamento 3.1. Los Evangelios Sinópticos 3.2. El Evangelio de Juan 3.3. Los Hechos de los Apóstoles 3.4. Las Cartas de Pablo 3.5. Las Epístolas Católicas 3.6. El Apocalipsis 4. San Pablo y sus cartas 4.1. La figura de Pablo a) Orígenes de Pablo b) La llamada de Cristo c) Las comunidades paulinas 4.2. Las cartas paulinas a) El género literario b) Clasificación de las cartas paulinas 4.3. Las grandes temáticas de Pablo 4.4. La justificación es por la fe y no por las obras de la Ley: la Carta a los Gálatas 4.4.1.Datos generales sobre la carta a) Pablo y las comunidades cristianas de Galacia b) Género literario y estructura de la carta 4.4.2. Contenido teológico fundamental a) La justificación b) La Ley no justifica c) Jesús justifica por la fe d) La libertad de los hijos de Dios 5. Los evangelios sinópticos 5.1. La tradición oral 5.2. La formación de los evangelios 5.3. El problema sinóptico 2 5.4. El evangelio de Marcos a) Datos generales b) Estructura c) Cristología 5.5. El evangelio de Mateo a) Datos generales b) Estructura c) Cristología 5.6. El evangelio de Lucas a) Datos generales b) Estructura c) Cristología 5.7. Breve comentario de las bienaventuranzas 6. El evangelio de Juan 6.1. Peculiaridades literarias de Jn a) Un escrito catequético b) Vocabulario e incoherencias c) Grandes unidades: signos, controversias y diálogos 6.2. Autor y composición del Cuarto Evangelio a) El discípulo amado b) Forma de composición 6.3. La cristología joánica a) Jesús como rey b) Jesús, revelador del Padre c) Jesús y el envío del Espíritu Santo 6.4. Breve comentario de “Las bodas de Caná” 3 BIBLIOGRAFÍA A. Mínima Ubieta, José - Morla, Víctor (dirs.) (2009), Nueva Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao. - Apuntes entregados por el profesor respecto de todos los contenidos del curso. B. Bibliografía complementaria Texto bíblico NBJ = Ubieta, José - Morla, Víctor (dirs.) (2009), Nueva Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao, Benoit, Pierre – Boismard, Marie-Émile– Malillos, José Luis (1987), Sinopsis de los cuatro evangelios, Desclée de Brouwer, Bilbao. Introducciones al Nuevo Testamento Theissen, Gerd (2003), El nuevo testamento: historia, literatura, religión, Sal Terrae, Santander Brown, Raymond (2002), Introducción al Nuevo Testamento, Trotta, Madrid. Charpentier, Etienne (1994), Para leer el NT, Verbo Divino, Estella. Comentarios del NT Alonso Schökel, Luis (1998), Biblia del peregrino III, Verbo Divino, Estella Farmer, William Reuben (dir.) (1999), Comentario bíblico internacional, Verbo Divino, Estella. Guijarro, Santiago - Salvador, Miguel (eds.) (1995), Comentario al Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella. Levoratti, Armando (dir.) (2007), Comentario bíblico latinoamericano. Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella. Jesús histórico Barbaglio, Giuseppe, (2003) Jesús, Hebreo de Galilea, Secretariado Trinitario, Salamanca. Bornkamm, Gunther, (1975) Jesús de Nazaret, Sígueme, Salamanca. Gnilka, Joachim, (1995) Jesús de Nazaret, Herder, Barcelona. 4 González Faus, José Ignacio, (1984) La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, Sal Terrae, Santander. Meier, John P., (2004) Un judío marginal II,1. Juan y Jesús. El reino de Dios, Verbo Divino, Estella. Meier, John P., (2002) Un judío marginal II,2. Los milagros, Verbo Divino, Estella. Meier, John P., (2003) Un judío marginal III. Compañeros y competidores, Verbo Divino, Estella. Meier, John P., (2009) Un judío marginal IV. Ley y amor, Verbo Divino, Estella. Pagola, Pikaza, Xavier, (2003) La nueva figura de Jesús, Verbo Divino, Estella. Sanders, E. P., (2005) La figura histórica de Jesús, Verbo Divino, Estella. Theissen, Gerd - Merz, Annette, (2004) El Jesús histórico, Sígueme, Salamanca. Wright, Nicholas Thomas (2003), La resurrección del Hijo de Dios, Verbo Divino, Estella. Historia de la Iglesia del Nuevo Testamento (Comentario biblico latinoamericano) Croatto, José Severino, (1995) Historia de la Salvación, Verbo Divino, Estella. Pablo y sus cartas Barbaglio, Giuseppe, (2006), La teología de san Pablo, Secretariado Trinitario, Salamanca. Bornkamm, Gunther, (1991), Pablo de Tarso, Sígueme, Salamanca. Sánchez Bosch, Jordi, (1998), Escritos Paulinos, en Sánchez Caro, Jordi (dir.), Introducción al estudio de la Biblia 7, Verbo Divino, Estella. Villegas, Beltrán (1992), Introducción a las Cartas de San Pablo. Publicaciones Teológicas. Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Introducciones a los evangelios Aguirre Monasterio, Rafael – Rodríguez Carmona, Antonio (2012), Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles, en Sánchez Caro, José Manuel (coord.), Introducción al estudio de la Biblia 6, Verbo Divino, Estella. Armstrong, Sergio (2008), Introducción a los evangelios, UCM, Talca. 5 Artola,Antonio (1989), Biblia y Palabra de Dios, en Sánchez Caro, José Manuel (coord.), Introducción al estudio de la Biblia 2, Verbo Divino, Estella. Auneau, Joseph – Bovon, Fran¢ois – Charpentier, Étienne – Gourgues, Michel – Radermakers, Jean (1983), Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Cristiandad, Madrid, 1983. Bartolomé, Juan José (1995), El Evangelio y Jesús de Nazaret, CCS, Madrid. Brown, Raymond (2002), Introducción al Nuevo Testamento 1, Trotta, Madrid. Brown, Raymond (1991), La comunidad del discípulo amado, Sígueme, Salamanca. Cothenet, Edouard (1985), “Evangelio según Juan”, en Cothenet, Edouard – Dussaut, Louis – Le Fort, Pierre – Prigent, Pierre, Escritos de Juan y Carta a los Hebreos, Cristiandad, Madrid. Delormé, Jean (1987), El Evangelio según san Marcos, Verbo Divino (Cuadernos bíblicos nn. 15-16), Estella. Guijarro, Santiago (1987), La Buena Noticia de Jesús, Sociedad de Educación Atenas, Madrid. Guijarro, Santiago (2010), Los cuatro evangelios, Sígueme, Salamanca. Tuñí, Josep-Oriol – Alegre, Xavier (2002) Escritos joánicos y cartas católicas, en Sánchez Caro, José Manuel (coord.), Introducción al estudio de la Biblia 8, Verbo Divino, Estella. Villegas, Beltrán (1990), Introducción crítica a los Evangelios Sinópticos, Seminario Pontificio Mayor, Santiago. Comentarios detallados de los evangelios y de Hechos Bonnard, Pierre (1976), El evangelio según san Mateo, Cristiandad, Madrid. Luz, Ulrich (2010, 2001, 2003, 2005), El evangelio según san Mateo I - IV, Sígueme, Salamanca. Marcus, Joel (2010, 2011), El Evangelio según Marcos I - II, Sígueme, Salamanca. Bovon, Fran¢ois (1995, 2002, 2004, 2010), El Evangelio de San Lucas I - IV, Sígueme, Salamanca. Fitzmyer, Joseph (1986, 1987, 1988, 2006), El evangelio según Lucas 1 a 4, Cristiandad, Madrid. Brown, Raymond (1979), El Evangelio según Juan I - II, Cristiandad, Madrid. Léon-Dufour, Xavier (1997, 2000, 1998, 2001), Lectura del evangelio de Juan I - IV, Sígueme, Salamanca. Fitzmyer, Joseph (2003), Los Hechos de los Apóstoles I - II, Sígueme, Salamanca. 6 1. JESÚS DE NAZARET, CENTRO DEL NUEVO TESTAMENTO 1.1. El contexto histórico de Jesús y la espera mesiánica El Imperio Babilónico es derrotado por el Imperio Persa. El año 539, el emperador, Ciro, conquista la ciudad de Babilonia. Se trata de un hombre respetuoso de los pueblos que va conquistando, de sus costumbres y tradiciones. En virtud de esta política, permite a Israel retornar a Palestina y reconstruir el Templo de Jerusalén. Más aún, les devuelve los objetos de culto que habían sido llevados a Babilonia (pero el Arca de la Alianza se pierde totalmente) y les da una cierta ayuda económica para su reconstrucción. Se llama Judaísmo (del Segundo Templo) al período comprendido entre los años 538 a.C. al 135 d.C. En esta época, Israel no tendrá autonomía política ni territorio propio; se agrupará en pequeñas comunidades en torno a sinagogas (casas de oración). La mayoría de los judíos vive fuera de Palestina (esta situación de dispersión se llama “diáspora”). Los que están en ella son un pequeño grupo en torno a Jerusalén y al lago de Genezaret, que pasa a estar dominado por los grandes imperios de la época: persa, griego, romano. Esta situación general plantea el problema de buscar elementos que cohesionen a Israel (en su manera de ser y en su fe), de tal manera que no se diluya en medio de los grandes imperios. El primer elemento que surge es el Templo: así, judío será quien acuda al Templo a realizar sacrificios. Israel será una comunidad congregada en torno al Santuario. Sin embargo, con el tiempo se ve que este elemento es insuficiente. La mayoría de los judíos sigue viviendo fuera de Palestina, y en el mejor de los casos, peregrinará a Jerusalén unas pocas veces en su vida. De ahí que se descubra un segundo elemento: la Ley o Torah. Ésta está compuesta ahora por los cinco libros del Pentateuco, es decir, los cinco primeros libros de nuestra Biblia. La Torah se lee todos los sábados en la Sinagoga y es comentada por los maestros de la Ley o escribas. A partir de ahora, un judío se distingue del que no lo es por la Ley. Su cumplimiento o no cumplimiento determinará quienes en el interior del pueblo son “justos” o “injustos”, respectivamente. Si bien, en general en este período el pueblo judío puede vivir en paz, existe, sin embargo, una cierta desilusión. Considera que la opresión de los grandes imperios y la dispersión no puede ser la última palabra de Yahveh respecto de su pueblo. Por ello se espera la llegada del “Reinado de Dios”, es decir, de una nueva época en que Dios gobierne realmente y no los imperios y el pecado humano. La mayoría de Israel espera la llegada de un “mesías”, es decir, de un salvador del pueblo. La imagen más frecuente del mesías es la de un libertador al estido del rey David del que se espera que derrote a los imperios, imparta la justicia al interior del pueblo y haga de Israel una gran nación. Se va abriendo camino gradualmente entre muchos grupos judíos una esperanza más profunda en un mundo nuevo y en la resurrección de los justos, especialmente de los mártires. Efectivamente, existe la conciencia de que este mundo es finalmente caduco y que tendrá un pronto fin con el "día de Yahveh". Ese día Dios resucitará a los muertos, juzgará a todos los hombres y traerá un mundo renovado, pleno, que sustituirá al viejo. 7 En algunos grupos judíos se mezclan varias de estas esperanzas. Se espera a veces un gobierno del mundo actual por el Mesías, que abarca a todos los pueblos con Israel a la cabeza. Después de varios siglos tiene lugar el fin del mundo, la resurrección y el juicio, tal como se describe en el parrafo anterior. 1.2. El anuncio de Jesús Jesús pasó la mayor parte de su vida en Nazaret, una pequeña aldea de Galilea, situada cerca de las fértiles llanuras de Esdrelón y del lago de Genesaret. Su padre era carpintero, un oficio estable, que por entonces abarcaba también diversas faenas de la construcción. Además de su profesión, Jesús parece un buen conocedor de los procesos agrícolas y de las labores de la pesca. Su formación no fue intelectual, sino que hunde sus raíces en la vida cotidiana de su aldea, observada cuidadosa y reflexivamente. Como todo buen judío acudía a la sinagoga para conocer la Ley de Moisés. Allí seguramente aprendería de pequeño a leer y escribir, y a través de ella habría entrado en contacto con escribas y fariseos. En la peregrinación anual a Jerusalén debió conocer el culto del Templo, así como todo el comercio que estaba montado sobre él. Los evangelios coinciden en relacionar sus comienzos con Juan Bautista. Jesús fue seguidor de Juan, como lo demuestra el hecho de que se hizo bautizar por él. Compartió la convicción de éste según la cual el fin del mundo estaba cerca y sólo el arrepentimiento radical podía salvar al pueblo del juicio. Cuando Jesús comienza sus viajes se encuentra con una realidad más compleja de la que había vivido en su propio pueblo. Conoce el alcance de la dominación romana, la actividad de los distintos grupos político-religiosos y, sobre todo, entra en contacto con la gran masa de mendigos, enfermos y desamparados que vivían despreciados y reducidos a una miseria infrahumana. En su ir y venir de aquellos años pudo captar la miseria de un pueblo aplastado por los impuestos y marcado por la división entre unos pocos ricos y muchos pobres. A pesar de todo, Jesús comenzó a predicar un mensaje de esperanza, una “buena noticia” (evangelio), que consistía en la cercanía inminente del reinado de Dios. Esto significaba un pronto fin del mundo en el que Dios derrotaría a los poderes malignos y al pecado humano. En este punto, Jesús se situaba en concordancia con el pensamiento de Juan Bautista y el de los más importantes grupos judíos (fariseos, esenios). Sin embargo, se diferencia de ellos en varios puntos: - Dios es presentado, ante todo como Padre, que inaugura un tiempo de perdón y de aceptación incondicional de sus hijos. - El reinado de Dios, sin dejar de ser futuro, comienza a realizarse en el presente mediante los milagros de Jesús, las palabras y las actitudes del propio Jesús. - El reino de Dios no implica un triunfo militar sobre los enemigos de Israel, ya que los gentiles entrarán al reino de Dios junto a los miembros de Israel. Jesús hacía este anuncio desde la experiencia de un Dios cercano que es Padre de todos y en el cual todos los hombres son hermanos. Y anunciaba este mensaje a todos sin distinción: comía con los fariseos y también con los pecadores; hablaba en la sinagoga y en el Templo, en la ciudad y en el campo. 8 Casi desde el comienzo de su ministerio comenzó a reunir en torno a sí a un grupo de discípulos. La vinculación entre ellos y con Jesús es muy estrecha: compartían su estilo de vida itinerante, tenían lo bienes en común, estaban constantemente atentos a su enseñanza y poco a poco iban compartiendo con Él la misión de anunciar el evangelio. Constituyen el núcleo de lo que será después la comunidad cristiana. 1.3. La Pascua de Jesús La adhesión y el entusiasmo que provocaba Jesús allí donde iba, así como sus posturas con respecto a la Ley, el sábado y el Templo de Jerusalén, provocaron una persecución sistemática contra él por parte de los grupos dominantes judíos (sumos sacerdotes, escribas, fariseos). Los sumos sacerdotes iniciaron un proceso en el Sanedrín (máximo tribunal judío) y solicitaron la pena de muerte al gobernador romano 1. Para tener éxito en esta petición presentaron a Jesús como un pretendiente a la realeza 2. Jesús es condenado a la muerte de cruz, muerte particularmente dolorosa y humillante, que reservaba Roma a los subversivos y asaltantes. Con la muerte de Jesús parecía que todo había terminado. Había ocurrido con otros muchos predicadores de aquella época. Teudas y Judas el Galileo eran los más recientes (Hch 5,36-37). ¡Ocurriría lo mismo con el grupo de discípulos de Jesús? Así lo pensaron muchos, e incluso abandonaron Jerusalén desilusionados por el fracaso (Lc 24,18-21). Sin embargo, de pronto ocurrió lo inesperado: los discípulos anuncian públicamente que Jesús ha resucitado. Es imposible comprender bien el sentido de la resurrección de Jesús si no se lo hace sobre el trasfondo del Judaísmo. La resurrección estaba vinculada de modo indisoluble con el fin de los tiempos, con la irrupción del Reinado de Dios, del gobierno absoluto de Dios sobre el mundo, después de la derrota de los poderes que se oponen a Él, tanto humanos como espirituales. Resurrección y mundo renovado iban juntos; así como resurrección y juicio. En este contexto, lo novedoso, lo inaudito, es la resurrección anticipada de un hombre: Jesús de Nazaret. Si la resurrección de los muertos ha ocurrido ahora en un hombre, eso significa que el fin esta llegando, que en Jesús se da un anticipo del Reinado de Dios. Las promesas de los profetas y apocalípticos encuentran ahora su cumplimiento en Jesús. Al resucitar a Jesús, el Dios de la Alianza, lo ha constituido en Mesías. Las apariciones del Resucitado a sus discípulos ponen de manifiesto su legitimación como enviado de Dios, su glorificación, su autoridad como Señor, la realización del reinado de Dios en Él. Con el tiempo, y a partir de una reflexión sobre la totalidad del acontecimiento de Jesús (muerte y resurrección, ministerio público, conocimiento íntimo de los discípulos), surge la fe en Jesús como 1 Debe haber influido en la decisión la expulsión de los mercaderes del Templo (Mc 11,15-17 y par.) y la profecía de destrucción del mismo (Mc13,2; 14,58). 2 La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén aclamado como rey por sus partidarios galileos debe haber hecho verosímil la acusación. 9 Cristo, Señor e Hijo de Dios de condición divina. Muy pronto circularon en las comunidades himnos que expresaban el reconocimiento de esta condición (1 Cor 15,3-5; Flp 2,6-11). 2. Breve historia de la Iglesia del Nuevo Testamento 2.1. Origen de la Iglesia en Galilea La comunidad primitiva tiene su origen en Galilea. Allí acontecieron las primeras apariciones del Resucitado (Mc 16,7; Mt 28,7). Para la fiesta de Pentecostés, que siguió a la pascua en que murió Jesús, subieron Pedro y los Doce a Jerusalén para anunciar en el centro de Israel el mensaje y proclamar al Resucitado como mesías e Hijo del hombre. No participaron todos los discípulos en este viaje. La mayor parte de los seguidores de Jesús permanecieron en Galilea, otros en Judea. Vivieron como antes en su entorno social y profesional, y formaron a nivel local pequeños grupos cristianos o comunidades domésticas. Ya Jesús había tenido el apoyo de simpatizantes y fieles locales para llevar a cabo su misión itinerante. Había encontrado acogida en sus casas (Mc 1,29ss; 14,3ss; Lc 10,38ss) y fue asistido por ellos en sus necesidades materiales (Lc 8,2ss). Tales familias simpatizantes fueron el núcleo de las comunidades locales posteriores.3 En profunda comunión con estas comunidades hubo misioneros itinerantes 4 que asumieron un estilo de vida y de actividad muy similar al de Jesús y sus discípulos. Iban de un lugar a otro, proclamaban el mensaje del Reino, anunciaban el regreso inminente de Jesús como el Hijo del hombre y urgían a todo Israel a la fe y conversión. Se presentaban como mensajeros de Jesús, repetían su mensaje y hablaban en su nombre. Exorcismos y curaciones acompañaban su misión. Encontraban alojamiento y sustento en familias cristianas de la localidad y participaban en las reuniones. 2.2. La comunidad de Jerusalén a) Espera de una Parusía próxima En poco tiempo, gracias a la predicación de los apóstoles, se formó una comunidad numerosa en Jerusalén. La proclamación de Jesús como Mesías iba destinada en primer lugar a Israel, el pueblo de la esperanza salvífica del AT. La ansiosa espera de un pronto retorno (Parusía) del Señor resucitado y exaltado se tradujo en un empeño por atraer de manera especial a los israelitas a la fe en Jesús, el Cristo. En esta línea se sitúa el gesto de completar el grupo de los Doce, reemplazando a Judas (el traidor) por Matías (Hch 1,15-26). Con él la comunidad expresó la primera comunidad su esperanza de una pronta Parusía en Jerusalén, que restauraría Israel y congregaría a los gentiles. b) Características de la comunidad Estamos acostumbrados a la descripción que hace de la comunidad de Jerusalén los tres sumarios de Hechos (2,42-47; 4,32-35 y 5,12-16). Veamos el primero: 3 Schenke, Ludger.1999. La comunidad primitiva, Sígueme, Salamanca, pp. 303-304. 4 Schenke 1999, 333-366. 10 “(42)Se mantenían constantes (los creyentes) en la enseñanzas de los apóstoles 5, en la comunión (koinonía) 6, en la fracción del pan 7 y en las oraciones. (43)Pero el temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. (44)Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común; (45) vendían sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. (46)Acudían diariamente al Templo con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, (47) alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando” Sin duda esta es una descripción idealizadora que corresponde más al ideal lucano que a la realidad 8. Podemos extraer de aquí algunos rasgos que ciertamente son históricos. El primero es que la comunidad cristiana continuó ligada a Israel. De hecho, se mantuvo obediente a la Ley de Moisés y al Templo, de forma que, externamente, se asemejaba a uno de los varios grupos que tenía el Judaísmo de la época (fariseos, saduceos, etc.). Pero, por otra parte, afirmaba tajantemente que sólo en Jesús de Nazaret había salvación para el hombre (Hch 2,36: “Dios ha constituido Señor y Cristo a ese Jesús que ustedes han crucificado”). El segundo, es que los ritos propiamente cristianos eran el bautismo 9, como rito de ingreso a la Iglesia, y la Eucaristía (llamada “fracción del pan”). A esta “comida sagrada” precedía una cena común (agape) propiamente tal. La liturgia se realizaba en las casas particulares de los cristianos 10. En tercer lugar, es central la fraternidad traducida, entre otras cosas en el servicio y la solidaridad económica. c) La dirección de la comunidad Llamados por el Señor mismo, los Doce, con Pedro a la cabeza, ejercían la dirección de la Comunidad. Como primer testigo del acontecimiento pascual, Pedro aparecía como el responsable 5 Así como los escribas interpretaban la Ley con valor vinculante (autoridad), así los apóstoles proclamaban la actuación salvadora de Jesús a la luz del acontecimiento pascual. 6 Los bienes en común de que hablan los vv .44 y 45. 7 La eucaristía. 8 Las incompresiones entre “helenistas” y “hebreos” a las que alude Hch 6 (y de las que hablaremos más adelante) desmiente que “la multitud de los creyentes” haya tenido “un sólo corazón y una sola alma”, como afirma Hch 4,32. En el “fraude de Ananías y Zafira” (5,1-11) se nos dice “¿Es que no era tuyo (el campo) mientras lo tenías, y, una vez vendido, no podías disponer del precio?” (5,4), lo que muestra que no todos ponían todo en común. Sin embargo, no se puede descartar que algunos cristianos tuvieran los bienes en común y que la comunidad en general tuviera entre sí una fuerte solidaridad económica, particularmente con los pobres que pertenecían a ella. 9 No presente en los sumarios, pero sí en Hch 2,38, y que era de adultos y por inmersión, simbolizando la participación en la muerte y resurrección de Jesús (Rm 6,1-11). 10 No existen “templos” cristianos.

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