LA PARTICIPACION EMPRESARIAL EN LA COOPERACION SUR-SUR DE BRASIL Y CHILE. MOTIVACIONES Y POLÍTICA EXTERIOR Rita Giacalone (Universidad de Los Andes, Venezuela)1 Introducción Debido al fracaso de las negociaciones en la Ronda Doha, los países en desarrollo están reivindicando mayor cantidad de lazos Sur-Sur para aumentar su acceso a nuevos mercados, bajar su dependencia de los países desarrollados y promover alianzas en negociaciones multilaterales (Ratna/Sidhu, 2008: 48). Según Burges (2011), estos intereses económicos y las “ganancias políticas” que los acompañan (resolución de cuestiones de seguridad regional, adquisición de apoyo regional o global y prestigio de no ser un país pobre), resultan más eficientes para promover la cooperación Sur-Sur (CSS) que el discurso acerca de la solidaridad. El análisis de la participación empresarial en la CSS de Brasil y Chile a principios del siglo XXI permite verificar en qué medida los intereses económicos atraen la participación del sector privado en actividades de cooperación, sin descartar la existencia de otros objetivos no económicos. Además, se observa si esos objetivos convergen con los de la política exterior de sus respectivos gobiernos o, en algunos casos, ayudan a determinar esa política. La selección de los estudios de caso estuvo determinada porque Brasil y Chile fueron los países latinoamericanos con mayor número de proyectos de CSS en 2011. En ambos las declaraciones oficiales enfatizan que la CSS se centra en la cooperación técnica y que su objetivo fundamental es ayudar a otros países a lograr su desarrollo, por medio de la difusión de experiencias exitosas llevadas a cabo en sus ámbitos domésticos (Farani, 2011; “La CSS y los desafíos para Chile. Institucionalidad de la Cooperación Internacional en Chile”, 2008). El aumento de su CSS desde la primera década del siglo XXI va acompañado, sin embargo, de un aumento de sus relaciones comerciales e inversiones en los países receptores, que, en algunos casos, preceden al aumento de la CSS. A fin de explorar la interrelación entre estos factores en nuestros estudios de caso, la primera sección revisa la participación del sector privado brasileño y chileno en la CSS de ambas naciones, mientras en la segunda sección se analiza las motivaciones empresariales no económicas y su relación con la política exterior gubernamental. En el caso brasileño se estudia en especial la CSS hacia África y, en el chileno, la orientada hacia América Latina, debido a la importancia que ambas adquirieron en la última década. 1 Ponencia presentada en la Conferencia Internacional ISA-FLACSO, Buenos Aires, 23 a 25 de julio de 2014. 1 I. LA PARTICIPACION EMPRESARIAL EN LA CSS DE BRASIL Y CHILE (2000- 2013)2 En términos cuantitativos, los recursos desembolsados por la Agencia Brasileña de Cooperación Internacional (ABC) alcanzaron en el 2009, 1.200 millones de dólares, pero la indirecta --líneas de crédito y préstamos reembolsables del BNDES -- llegó a 3.300 millones. El BNDES extendió líneas de crédito a empresas que invirtieran en África desde US$149 millones en 2007 a US$466.2 millones en 2011 y creó líneas especiales para Angola (US$3.2 billones), Mozambique (US$80 millones) y Sudáfrica (US$35 millones) (Stolte, 2013). La cooperación del BNDES y del gubernamental Programa de Crédito a la Exportación (Proex) es reembolsable y establece la obligatoriedad de que un porcentaje de los recursos se utilice para comprar bienes y contratar servicios de empresas brasileñas (Ayllón, 2010; Ayllon/Leite, 2010: 29), lo que atrae la participación del sector privado. También la diseminación de tecnologías, especialmente en biocombustibles, refuerza esta tendencia (Paiva/Wolde-Georgis, 2010; Glantz, 2010). En otras palabras, los fondos estatales destinados a cooperación técnica y no reembolsable fueron menores que los destinados a fomentar la CSS relacionada con exportaciones e inversiones, que no se ejecuta a través de la ABC. La definición oficial de la CSS ignora las inversiones y el financiamiento del BNDES y el proceso de internacionalización de las empresas brasileñas y hace que los documentos gubernamentales sólo rindan cuentas sobre la cooperación prestada como donación y no incluyan datos estadísticos sobre el resto (Milani/Carvalho, 2012). Pero, paralelamente, Brasil considera la CSS una forma de relación estratégica que “promueve el reforzamiento de sus vínculos así como sus lazos políticos y económicos”. De tal forma, ésta es un instrumento de política exterior que se asocia con la intención de desarrollar la presencia de Brasil en una región o país (Colacrai et al., 2009: 118). . En este sentido, Ayllon y Leite (2010) destacan declaraciones del canciller Celso Amorim y del presidente Lula Da Silva acerca del rol de la CSS como instrumento de política exterior para proyectar la imagen de Brasil y sus empresas. A lo largo de la primera década del siglo XXI los programas gubernamentales tendieron a concentrarse en países de habla portuguesa en África (77 % del total de la asistencia brasileña en ese continente) y en Timor Oriental (96 % de su asistencia en Asia)” (Partnerships and Cooperation Opportunities. Working Paper, 2011) y se llevaron a cabo con o sin participación de ONGs. En porcentaje, la mayor parte de la CSS oficial brasileña se orienta hacia África (54 %) y Schlager (2007) destaca entre los objetivos declarados de Brasil el de penetrar los mercados de ese continente, considerado una de las últimas fronteras comerciales del mundo. África no es vista como un continente perdido sino como un potencial lugar para hacer negocios y obtener acceso a recursos naturales Políticamente, el interés por los países africanos se relaciona con el hecho que constituyen el mayor bloque de votos en la Asamblea de las Naciones Unidas, por lo cual su apoyo 2 Esta sección resume y actualiza Giacalone (2013). 2 podría ser decisivo al momento de discutirse una modificación de esa organización, donde Brasil aspira a un asiento permanente en su Consejo de Seguridad. El interés gubernamental se manifiesta en el aumento del número de embajadas brasileñas en ese continente que pasaron de 17 a 37 en la primera década del siglo XXI. Según Stolte (2013), el interés originalmente fue político antes que económico y se inició cuando las empresas, salvo excepciones, no manifestaban tanto interés por África como lo hacen desde el inicio de la crisis en los países desarrollados. Aunque en África Brasil enfrenta la competición de China e India, tiene como ventaja comparativa sus lazos étnicos y lingüísticos con los países de habla portuguesa y los préstamos y líneas de crédito del gobierno brasileño, que permiten que sus empresas ganen contratos frente a las de otros orígenes (Sennes/Mendes, 2009, citados en Masiero/Zalaf Caseiro, 2012: 15). Como resultado, entre 2002 y 2006, su comercio con países africanos se triplicó, alcanzando 13.000 millones de dólares en 2006, especialmente en exportaciones de alimentos y productos manufacturados brasileños. En 2012, el comercio bilateral registró un déficit de US $ 2.05 billones para Brasil, debido a la importación de petróleo desde Nigeria. Con el resto de los países, no hay déficit comercial. Nigeria, Egipto, Sudáfrica y Angola concentran la mayor parte del comercio brasileño que, por el lado de las exportaciones es mayoritariamente de productos manufacturados (42 %), semi manufacturados (27 %) y básicos (31 %) (Alves, 2013: 40). Ayllon y Leite (2010: 24) señalan que, con apoyo del gobierno, las empresas brasileñas de energía (Petrobrás), construcción (Odebrecht, Andrade Gutiérrez, Camargo Corrêa) y minería (Vale do Rio Doce) están invirtiendo en África y otras regiones en desarrollo. Aunque África representa sólo un 5 % de las inversiones brasileñas en el exterior, en 2009 su participación era ascendente y puede evaluarse mejor si se compara con el 9 % invertido en América del Norte ese mismo año. Las empresas con mayores porcentajes de inversión en África son Randon (30 %) (automotora), Votorantim (/minerales no metálicos)y Odebrecht (construcción) (24 % cada una), Vale (extracción de minerales y metales) (21 %), Petrobras (19 %) y Camargo Correa (infraestructura) (14 %). En cuanto a orientación geográfica, Votorantim está instalado en África del Sul, Cabo Verde, Marruecos, Túnez, y Mozambique; Randon en Argelia y Kenia; Weg en Sudan y Senegal; y Odebrecht, establecida en África desde 1979, es una de las mayores fuentes de empleo en Angola (Ayllón/Leite, 2010: 8-9). Esta expansión complementa la política exterior brasileña, porque, según Gratius (2012: 231-243), “…el Gobierno de Lula optó por una política exterior más orientada hacia intereses económicos y estratégicos del país que a los valores (democracia y derechos humanos) y la tradicional pertenencia a Occidente”. Esto se ve reforzado por otros autores que señalan que “mientras que la política exterior de Cardoso tuvo un fuerte matiz legalista, Lula ha preferido enfatizar la lógica de poder realista, es decir, apuntando a fortalecer la capacidad de poder relativo de Brasil en el sistema internacional. En este contexto, el país busca diversificar sus relaciones exteriores y establecer nuevas coaliciones” en un contexto 3 internacional “donde la ideología no se considera un elemento importante en las relaciones que el país mantiene” (Brasil en América del Sur: ¿liderazgo o hegemonía?, 2008: 3)3. Las declaraciones oficiales consideran la internacionalización de empresas brasileñas como producto de las políticas gubernamentales de promoción, tales como las líneas especiales de crédito del BNDES creadas en 2002 para apoyar sus inversiones en el exterior y en 2005 el PIBAC (Programa de Incentivo a Os Investimentos Brasileiros na América Central e no Caribe) (Aykut/Goldstein, 2006: 24), que aumentan y consolidan la “buena imagen” política de Brasil en el exterior. Esto es útil a los objetivos del gobierno brasileño en organismos multilaterales (OMC, Naciones Unidas) y también para las empresas, porque la CSS brinda oportunidades de expansión en un contexto de crisis. África es considerada importante para el futuro de VALE, según Ricardo Saad, gerente de la compañía para las operaciones en Africa (“Brazilian companies are heading for Africa, laden with capital and expertise”, 2012). Las empresas brasileñas están conscientes de la presencia de competidores y tratan de distinguirse de las firmas chinas, según Rodrigo da Costa Fonseca, el presidente de Andrade Gutiérrez en África, por la mala reputación de los chinos como empleadores. Las brasileñas emplean africanos -- el 90% de los de Odebrecht en Angola son nativos y el 85% de Vale en Mozambique --, mientras las chinas suelen importar trabajadores (Brazilian companies are heading …”; 2012). A diferencia de China, Brasil no necesita tanto los recursos naturales de esa región sino sus mercados para bienes y servicios, mientras para sus empresas de construcción se aplica lo señalado por Leonardo Calado de Brito (OAS): “ … ya no hay nada qué construir en Europa; África es el lugar en que hay que estar” (“Brazilian companies heading…”, 2012). Las empresas brasileñas concentraron sus esfuerzos iniciales en países africanos de habla portuguesa y se extendieron luego al resto del continente. Son pocas empresas muy grandes – Vale, Odebrecht, Camargo Corrêa, Andrade Gutiérrez, Petrobras --, a las que ahora se agregan firmas de cosméticos como O Boticário, en Angola desde el 2006. (“Brazilian companies are heading…” 2012). La presencia de Odebrecht y Petrobras fue anterior al énfasis en la CSS hacia África durante la primera década del siglo XXI y puede haber incidido en dirigirla hacia países en que esas empresas estaban activas. Se ha señalado una relación presencia empresarial - CSS, en la cual la segunda sigue a la primera a fin de aliviar tensiones sociales en países como Mozambique donde hay fuertes inversiones de Vale (Mauricio Santoro, analista de la Fundación Getulio Vargas, citado en “Brazil, Emerging South-South Donor“, 2012; Africa Research Bulletin, 2006, November 17, citado en Schlager, 2007). En las exportaciones brasileñas para 2009 los productos no industrializados representaban 31 % del total; 28,9 % eran productos industriales con baja tecnología y 18, 1 % productos con tecnología mediana-alta. Aunque este último sector ha crecido en competitividad, sus 3 En este sentido, Bittencourt (2013: 185) destaca que al liderar una misión de la ONU como MINUSTAH “no sólo la solidaridad sino también el poder mueven a Brasil… Por medio de la misión Brasil ejercita y construye poder político”, consciente de que carece de suficiente poder económico o militar para afirmarse como actor global. 4 exportaciones son afectadas por la apreciación del real brasileño que los encarece en el mercado externo frente a productos similares de otros países (Sennes, 2012: 157-158). Este factor negativo desaparece cuando esos productos se exportan mediante líneas de crédito del BNDES a países de menor desarrollo relativo. Además, según Soares de Lima (2005: 16-20), la CSS abre nuevas posibilidades de comercio exterior en momentos en que, para el gobierno brasileño, el comercio con los países desarrollados ha alcanzado valores límites, mientras los países en desarrollo ofrecen grandes potencialidades. Se observa entonces que son variados los factores de orden económico que atraen el interés del sector privado por la CSS y su participación se traduce en el aumento de exportaciones e inversiones brasileñas, especialmente en África. La asistencia técnica brasileña hacia ese continente, que en 1995-2000 era 20 % del total, alcanzó para 2006 el 52 % (Correa Kruschewsky, 2011: 24). Entre las áreas de cooperación destaca la agricultura, un sector en el cual hay mucha demanda por parte de esos países. Entre 2002 y 2008, África absorbió también 7 % de las exportaciones totales brasileñas, un 75 % de las cuales fueron productos industrializados (Goes/Patriota/Tiburcio, 2010: 27). Brasil también participa en proyectos con la UE que interesan al sector privado – un proyecto para producir biocombustibles en África, con tecnología brasileña, para su exportación a Europa (Valor Econộmico, 2009: 32) permite 1) garantizar mercados al producto africano; 2) aumentar el uso de combustibles alternativos en la UE y 3) convertir al etanol brasileño en una commodity internacional. Al respecto, Vaz (2009: 210) señala que éste es un tema prioritario para Brasil debido a su interés por “estructurar un mercado global de biocombustibles, lo que requiere esfuerzos para incrementar la oferta, es decir, difundir la producción, como para inducir la demanda”4. El impacto de la crisis global aumenta el interés por la CSS y África para el sector privado. Castilho (2011: 109-110) considera que la crisis afectó los flujos comerciales brasileños en el exterior, pero para 2009-2010 ellos se habían recuperado. Hay, sin embargo, cambios en su orientación geográfica – China adquirió casi el doble de lo que adquiría previamente en Brasil y África pasó de 3% a 4,3 %, mientras bajaban los porcentajes de Mercosur, la EU y EEUU --. En cuanto a la composición sectorial de las exportaciones brasileñas, la recuperación se da en productos básicos (commodities) de poco valor agregado y en minerales, mientras los sectores con mayor intensidad tecnológica (aeronáutica, informática, a excepción de productos farmacéuticos) sufren más el impacto de la crisis (Castilho, 2011: 112, 120). Aunque el mercado africano representa una parte pequeña de los flujos comerciales post-crisis, su importancia radica en su “potencial” para aumentar la demanda de productos de mayor valor tecnológico, afectados por la caída en su demanda y la apreciación del real. Datos de la UNCTAD (2008: 12) muestran que el comercio S-S, en general, contiene mayor cantidad de productos manufacturados (sector eléctrico y mecánico, maquinaria, informática, aparatos de línea blanca). 4 Existe un proyecto brasileño similar en Centroamérica para exportar biocombustible hacia EEUU (Quintanar, 2012). Odebrecht es socio de BIOCOM (Bioenergy Company of Angola), una alianza público-privada que utiliza la caña de azúcar para producir azúcar y etanol (Bridging the Atlantic: Brazil and Sub-Saharan Africa South-South Partnering for Growth, 2011: 72). 5 Resumiendo, en la última década han aumentado la CSS brasileña hacia África, las exportaciones de Brasil hacia los países a los cuales se dirige la CSS y las inversiones brasileñas en ellos. El rol del sector privado brasileño parece complementar la política gubernamental y se afianza en proyectos cofinanciados. En cuanto a la importancia de su aporte financiero, en un proyecto para impulsar el cultivo de algodón con tecnología brasileña entre pequeños productores africanos, el Instituto Brasileño del Algodón, apoyado por empresas del sector privado, ha comprometido una cantidad similar a la ofrecida conjuntamente por la ABC y la FAO (Souza, 2012). Hay también donaciones millonarias como la de la empresa Vale para la construcción de una fábrica de remedios genéricos para el SIDA en Mozambique (“Brasil vai inaugurar na África fábrica de remédio para tratamento da aids”, 2012). Acerca de cómo es visto el proceso desde el lado de África, según Ibrahim Assad Mayaki, director ejecutivo de la Agencia Planificadora y Coordinadora de la Nueva Asociación para el Desarrollo Africano (NEPAD, por su sigla en inglés) (Assad Mayaki, 2014: 6), “Brazil is boosting an economic diplomacy, and they link their agencies, like BNDES, with diplomatic agreements and their specific business interests. So all these dots that you see reflect where BNDES is and EMBRAPA is, Odebrecht, is, Petrobras, VALE, etc. It is a long- term strategy, based on economic diplomacy, where their foreign ministry brings wherever they go their bracket companies, and they frame bilateral agreements in order to boost their companies. There are many PPPs in that domain. But that’s the Brazil, let’s say, investment strategy”5. Con respecto a la CSS chilena, Santander Campos (2011: 47) señala que la Agencia Chilena de Cooperación Internacional (AgCI) tiene entre sus objetivos centrales el de fortalecer la presencia de Chile en América Latina y el Caribe. Entre 2002 y 2009 la CSS de Chile pasó de 2,77 millones de dólares a 6, 43 millones y entre 2006-2009 Sudamérica y México fueron los principales receptores con 25 y 24 % respectivamente, seguidos por Otros 22 %, mientras Centroamérica y el Caribe recibían 13 y 12 %, respectivamente. El 55 % de los fondos se destinaron a asistencia técnica, campo en el cual Chile exporta capacidades tecnológicas en superación de la pobreza y fortalecimiento y modernización del Estado (Chile. Ministerio de Relaciones Exteriores, 2012). Por su parte, en 2013 en un documento de la AgCI (2013) se cita a Alfredo Moreno, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, diciendo “AgCI hace una labor muy importante para las relaciones internacionales. Antes Chile recibía aportes para realizar proyectos en nuestro 5 Traducción de la autora: “Brasil está promoviendo una diplomacia económica y ellos vinculan sus agencias, como el BNDES, con acuerdos diplomáticos e intereses empresariales específicos. Así todos los puntos que Uds. ven reflejan [que] donde está BNDES y donde está EMBRAPA, está Odebrecht, Petrobras, VALE, etc. Es una estrategia de largo plazo basada en la diplomacia económica, donde su ministerio del exterior adónde va lleva a sus compañías…, y ellos firman acuerdos diplomáticos para promover a sus compañías. Hay muchas alianzas público-privadas en ese terreno. Pero ésa es, digamos, la estrategia brasileña para invertir”. 6 país y ahora nosotros realizamos proyectos en terceros países,… tenemos que tomar la responsabilidad en aquellos aspectos donde tenemos ventajas comparativas, experiencia y gente capacitada, lo que además permite mantener y construir amistad con otros países a futuro”. Santander Campos (2011) también destaca que la agencia encargada de la CSS busca fortalecer la presencia de Chile en América Latina, afianzar sus relaciones con países de igual o menor desarrollo relativo, “considerados prioritarios para la política exterior chilena”, y proyectar las capacidades científicas, técnicas y culturales del país. Dentro de la CSS destaca el Fondo de Cooperación Chile-México, surgido del Acuerdo de Asociación Estratégica Chile-México (2006), con 2 millones de dólares para proyectos comunes, administrados por la AgCI y la AMexCID (Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo). Las áreas de cooperación incluyen desarrollo turístico, fortalecimiento de pyme, fomento productivo y comercio, cultura y medio ambiente. Esta CSS, según la conceptualización de Naciones Unidas, es “horizontal” en términos de costos y beneficios (SEGIB, 2012) y, por ser una asociación entre interlocutores de similar grado de desarrollo, ambos participantes son oferentes y receptores (AMEXCID, 2012), aunque también realicen proyectos conjuntos para países de menor desarrollo, como ayuda humanitaria a Haití y cursos de español para funcionarios de la CARICOM (Caribbean Community). En 2013 el gobierno chileno asumió la presidencia del Grupo Técnico de Cooperación Internacional de la Alianza del Pacífico, llamando a constituir un fondo similar para este grupo (Chile, Colombia, Perú y México) (“Chile asume la presidencia del Grupo Técnico de Cooperación de la Alianza del Pacífico”, 2013). Piefer y Vega (2014: 52-66) consideran que la CSS chilena está motivada por dos factores: 1) el hecho que en las últimas décadas se aceleraron programas nacionales de reformas sociales, de administración pública y de productividad económica, que generan demanda de otros países para emularlos porque pueden considerarse ejemplares para otros países latinoamericanos; y 2) que Chile desarrolla una “diplomacia de nicho”6 (Rosas, 2002), en la que busca formar coaliciones con otros países latinoamericanos para balancear a Brasil y alcanzar sus objetivos internacionales (Yopo, 2013: 2). En términos de énfasis, además de la CSS chilena destinada a los países de la Alianza del Pacífico destaca la que se dirige hacia Bolivia y Ecuador. Con el primero, Chile tiene un conflicto territorial por la salida al mar que reclama Bolivia. La CSS hacia Ecuador puede relacionarse con el apoyo que ese país ofreció a Chile durante su disputa marítima con Perú (Piefer/Vega, 2014: 57). En cuanto a datos estadísticos, Piefer y Vega (2014: 54) destacan dos picos en el aumento de la CSS entre 2008 y 2009, que atribuyen a la aplicación del Fondo Chile-México. En 2013 se aprobaron US $ 980.000 para ese fondo y US $ 813.000 para actividades de cooperación de la Alianza del Pacífico, mientras el resto -- US $ 3.800.000 – era para cooperación horizontal y triangular. Esto significó una recuperación luego de la disminución de los fondos chilenos para CSS atribuible a las consecuencias del terremoto y tsunami del 6 Según Rosas (2002: 2), “La llamada diplomacia de nicho es un recurso socorrido para países que sin ser grandes potencias cuentan con capacidad de gestión o influencia suficiente para promover agendas específicas en las relaciones internacionales que pueden ser atractivas para otros Estados.” 7 2010, que obligaron a redirigir fondos para la reconstrucción interna. Junto con el aumento de los fondos, en 2013 se dio el nombramiento de un attaché de cooperación para Centroamérica en la embajada chilena en San Salvador y AgCI pasó del Ministerio de Planificación al de Relaciones Exteriores (Piefer/Vega, 2014: 55, 59-60). Si la mayor parte de los fondos de la AGCI se dirigen a la CSS horizontal, destacan en los proyectos aprobados aquellos que se orientan a replicar programas chilenos que han recibido buena evaluación y que generan resultados en términos de desarrollo económico. Un ejemplo es el programa “Yo emprendo” que, a solicitud de la República Dominicana, ha sido transferido a ese país y alcanza a 2000 jóvenes desempleados del área rural. Piefer/Vega (2014: 61, 66) concluyen que Chile está diversificando sus socios de CSS siguiendo intereses económicos, lo que se refleja en el interés puesto en México y la Alianza del Pacífico y la incipiente aparición de países del Asia Pacífico, como Tailandia, entre esos socios. Similar al caso brasileño, en Chile se observa una correlación positiva entre aumento de la CSS y aumento de las exportaciones chilenas a México. Estas crecieron después de la firma del TLC Chile-México (1998) y entre 2004 y 2008 pasaron de US $ 1.304,23 millones a 2.217, 85. Desde el año 1998, México ocupó el noveno lugar como país destino, pero para el 2010 era el séptimo socio comercial (Chile. MRE, 2011: 4-5). La principales exportaciones chilenas son derivados del cobre (exportados por Codelco, única empresa estatal que participa de este flujo comercial), madera y productos de la industria agroalimentaria (pechugas de pollo, quesos, frutas frescas y secas y vino). También en Chile se financia compras de insumos (materias primas, repuestos, etc.) para la fabricación de bienes y servicios exportables en rubros no tradicionales para empresas de todo tamaño (ProChile. http://clieexportaservicios.cl), pero la intervención estatal se da más por la vía de la firma de acuerdos comerciales y de inversión, ruedas de negocios y visitas oficiales a países de interés especial, con participación de empresarios. En 2008-2009, hubo una caída en la demanda mexicana por el impacto de la crisis estadounidense en este mercado y, posteriormente, aumentaron las exportaciones industriales mexicanas hacia Chile. Según Joel Rodríguez, director de Pro-México en Chile, se debe a que “gran parte de los bienes y servicios que Chile dejó de exportar, ahora son producidos por empresas chilenas en México", con lo cual se han sustituido importaciones chilenas por inversiones de ese origen. En apenas dos años las empresas Tres Montes Luchetti (alimentos procesados), Grupo CMPC (bosques, maderas, celulosa), Molimet (Molibdeno), Sonda (TI), Grupo Saam (Puertos) y Masisa (placas, tableros) invirtieron 300 millones de dólares. México es el octavo destino de las inversiones directas chilenas en el mundo y en 2013 se proyectaban otras por 230 millones de dólares (Garcés, 2013). El crecimiento de las inversiones chilenas en México se ve facilitado por la política comercial del gobierno, ya que el TLC con ese país incluye normativa sobre impuestos que facilita el ingreso al mercado mexicano de empresas chilenas interesadas en exportar a Estados 8 Unidos. Además, desde los noventa las oficinas comerciales de sus embajadas (ProChile) apoyan la internacionalización de las empresas chilenas. Al nivel sectorial, entre enero 1990 y diciembre 2011, el sector servicios fue el principal inversor de capital chileno en México, con un monto acumulado de US$ 560 millones (64,5%) en transporte, almacenamiento, comunicaciones e intermediación financiera. En segundo lugar se ubicó el sector industrial (US$ 278 millones y 32,0% de participación), seguido por los sectores agropecuario y minería (3 % y 0,5%, respectivamente) (Chile. Ministerio de Relaciones Exteriores, 2012). Las empresas estatales no participan porque México no tiene minas de cobre importantes ni permite entrada de capitales en el área de energía, a la cual pertenece otra estatal chilena como la ENAP. En 1998, la Cámara de Comercio de Santiago mencionaba otra función de la CSS que interesaba al sector privado chileno pues, al reconocer los conflictos surgidos cuando firmas chilenas invertían en países vecinos, especialmente en Argentina y Perú, proponía la creación de un fondo público - privado para “aminorar los sentimientos de hostilidad hacia Chile” mediante “actividades de comunicación, obras sociales, cooperación técnica, etc.” (Cámara de Comercio de Santiago de Chile, 1998, citada en López, 1999: 297). Esto indica que la CSS chilena hacia países latinoamericanos de interés para las empresas tiene también la función de disminuir tensiones sociales que pueden afectarlas, como se ha señalado para Brasil en Angola y Mozambique. El interés empresarial se manifiesta también en que algunos proyectos del Fondo Chile- México cuentan con cofinanciamiento del sector privado (“Proyecto de cooperación entre Chile y México mejorará la industria del calzado en ambos países”, 2012), que a veces supera al estatal. El proyecto “Fortalecimiento de los vínculos de cooperación e intercambio entre la industria del calzado de Chile y México, para mejorar la competitividad y facilitar su inserción en los mercados de exportación” busca aplicar en Chile innovaciones y experiencia mexicana, para superar brechas en la producción y gestión de PYME proveedoras de servicios de costura. Esto aumentaría los negocios bilaterales entre ambos países, generando más puestos de trabajo. El Fondo de Cooperación aporta US$ 140.000 y la empresa privada cerca de US$ 154.000, para generar exportaciones y asociaciones estratégicas con México en cuero y calzado, a fin de penetrar nuevos mercados utilizando los acuerdos comerciales de Chile con otros países. En cuanto a las empresas chilenas, que se han expandido en inversiones hacia América Latina, destacan en la segunda década del siglo XXI la llamada “invasión chilena” a Colombia y Perú, miembros de la Alianza del Pacífico junto a Chile y México. En Colombia se trata en especial de grandes empresas comerciales (tiendas por departamentos, centros comerciales) como Falabella, Ripley, La Polar, Cencosud – que en 2012 adquirió los 72 establecimientos de la cadena Carrefour en ese país --, Mall Plaza, etc. Esta penetración se atribuye a que los colombianos tienen hábitos de consumo similares a los chilenos (“Conozca la invasión de empresas chilenas a Colombia”, 2012). 9 Con respecto a Perú, los conflictos territoriales no detuvieron las exportaciones chilenas – que desde la firma del TLC Perú-Chile en 2006 crecieron nueve veces – ni tampoco las inversiones chilenas a ese mercado, que es después de Argentina7, el país latinoamericano con mayor cantidad de esas empresas instaladas -- (León, 2014). Aquí también el sector de grandes negocios comerciales lidera las inversiones, seguido por transporte, energía, minería e industria. Según la CEPAL las inversiones chilenas en América Latina se duplicaron entre 2010 y 2012 y esta expansión se vincula, por una parte, a la bonanza económica que atravesó la región y, por otra, a que su crecimiento hizo que saturaran el mercado chileno y debieran buscar otros horizontes (“Empresas chilenas se expanden ante bonanza económica y mercado local saturado”, 2013). En general, en los dos casos analizados su CSS tiene aspectos comunes tales como que ambas responden a objetivos políticos y económicos que son parte del “interés nacional” en una visión realista de las relaciones internacionales. Esto se manifiesta en que en Brasil y Chile las actividades gubernamentales promueven la internacionalización de sus empresas mediante financiamiento (de BNDES en Brasil y de CORFO en Chile) para compradores extranjeros de bienes durables y servicios de ingeniería y consultoría. En resumen, la revisión de la participación empresarial en la CSS de Brasil y Chile, hecha en esta sección, permite apreciar sus motivaciones económicas, que pueden resumirse en: 1) aumentar sus exportaciones en base a los créditos oficiales otorgados para financiar la CSS, que obligan a que un porcentaje de los mismos se emplee en compras de equipos e insumos a compañías brasileñas; 2) evadir las baja competitividad exportadora que provoca en Brasil una moneda nacional con alto poder adquisitivo; 3) eludir la obligación de Brasil de negociar acuerdos comerciales en forma conjunta con los otros miembros del Mercosur y, en ambos, los efectos de la crisis global en los mercados desarrollados; 4) estructurar un mercado global para tecnologías como la del biocombustible (Brasil), difundiendo su producción para aumentar su demanda; 5) incrementar inversiones directas en los países receptores de CSS; 6) penetrar mercados poco desarrollados antes de que lo hagan empresas de otro origen; y 7) generar buena voluntad en esos países para proteger las inversiones ya hechas en ellos. II. MOTIVACIONES EMPRESARIALES Y POLÍTICA EXTERIOR 7 Las inversiones chilenas en Argentina aumentaron desde la firma del acuerdo de exención tributaria entre ambos países (1985), revisado en 2003, pero Argentina lo dejó sin efecto en 2013, por lo cual este hecho y la mayor importancia otorgada a la Alianza del Pacífico pueden hacer que el número de empresas chilenas en ese país disminuya en el futuro. 10
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