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Sociologia Del Riesgo PDF

158 Pages·2009·1.038 MB·Spanish
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SOCIOLOGÍA DEL RIESGO Niklas Luhmann Título original: Soziologie des Risikos ©1991 Walter de Grurter y Co. Traducción. Silvia Pappe, Brunhilde Erker, Luis Felipe Segura, Javier Torres Nafarrate: coordinador de la traducción ©1992 Primera edición en español Universidad Iberoamericana Universidad de Guadalajara Dirección de Publicaciones José Guadalupe Zuno 1981 Guadalajara, Jalisco, México ISBN: 968-895-391-1 Sumario Nota a la versión española Introducción Capítulo 1. El concepto de riesgo Capítulo 2. El futuro como riesgo Capítulo 3. Fijación temporal: aspectos objetuales y sociales Capítulo 4. El riesgo del observador y la codificación de los sistemas funcionales Capítulo 5. El caso especial de la alta tecnología Capítulo 6. Instancias de decisión y afectados Capítulo 7. Movimientos de protesta Capítulo 8. Demandas en la política Capítulo 9. Riesgos en el sistema económico Capítulo 10. El comportamiento de riesgo en las organizaciones Capítulo 11. ¿Y la ciencia? Capítulo 12. La observación del segundo orden Nota a la versión en español Niklas Luhmann vino a la Universidad Iberoamericana de México a impartir un curso sobre los fundamentos de su teoría en septiembre de 1991. En esa fecha aún no se había editado el libro original Sociología del riesgo en Alemania. En una larga conversación me expresó lo que pretendía con este escrito: delimitar conceptualmente el tratamiento del riesgo y que esto sirviera de programa para el Centro de Investigación Social de la Universidad de Lecce, en Italia. Luhmann calculaba en ese año 1991 que una vez que se jubilara en la Universidad de Bielefeld, en Alemania, en 1993, seguiría trabajando en Lecce. De viva voz sabemos la pretensión del libro. El lector será el mejor juez respecto a si la Sociología del riesgo cumple con lo prometido. Como todo lo escrito por Luhmann, este libro no es un divertimento. No se trata de las reflexiones de un pensador brillante que –a manera de testamento en vida– quisiera externalizar sus opiniones sobre un tema que podría caracterizar a la sociedad moderna a finales del siglo : el riesgo. XX En Luhmann todo está al servicio de la teoría, y en este libro está implícita toda la teoría luhmanniana de la sociedad. El tratamiento del riesgo que aquí se presenta es llevado de la mano por un despliegue teórico que Luhmann ha venido edificando en los últimos tres decenios. Los resultados no son una mera opinión, sino las consecuencias de una construcción teórica. Ya que el lector tendrá que remitirse al libro para verificar lo aquí dicho, quisiera concentrarme, en esta introducción, en explicar un punto cardinal de la teoría de Luhmann: la sociedad funcionalmente diferenciada. Para esto me sirvo de unas cuantas tesis: I. Teoría de sistemas El instrumento teórico con el que Luhmann aborda la realidad social es el de la teoría de sistemas: El punto de partida de cualquier análisis teórico-sistémico debe consistir en la diferencia entre sistema y entorno. Hoy en día, por cierto, existe sobre este punto un consenso específico. Los sistemas están estructuralmente orientados al entorno y, sin él, no podrían existir. Por lo tanto, no se trata de un contacto ocasional ni tampoco de una mera adaptación. Los sistemas se constituyen y se mantienen mediante la creación y la conservación de la diferencia con el entorno, y utilizan sus límites para regular dicha diferencia. Sin diferencia con respecto al entorno no habría autorreferencia, ya que la diferencia es la premisa para la función de todas las operaciones autorreferenciales. En este sentido, la conservación de los límites (boundary maintenance) es la conservación del sistema1. Como en toda la tradición de pensamiento occidental, desde Descartes, la preocupación por un punto de partida que no presuponga nada es típica en todo pensador de importancia, aunque modernamente dicho presupuesto haya sido demolido En Marx, lo sabemos, fue la mercancía. De allí desarrolló la teoría de las formas a partir del valor de uso y de cambio. Heidegger colocó esta cuestión central en la pregunta por la pregunta. Luhmann, moderno, se sitúa en la observación de segundo orden que presupone que no hay tal punto de partida incuestionable y escoge, por decisión de teoría, la distinción sistema/entorno. Sabe de antemano que esta decisión presupone autorreferencialidad o autologicidad y que éstas se hacen visibles en el momento de delinear la distinción: La teoría de sistemas más avanzada y la semiótica están muy conscientes, hoy en día, de que un observador debe escoger una distinción para indicar aquello de lo que va a hablar. En ambas, la reflexión de segundo orden introduce autorreferencialidad o autologicidad a todo lo que se hace visible mediante la selección de una distinción2. Por cierto la delimitación sistema/entorno permite, de entrada, hacer cortes en los objetos que no eran posibles con otras disposiciones teóricas. En el juego de ronda entre niños, tomados de las manos, la teoría de sistemas puede distinguir entre la forma de relación –la ronda– como sistema, y el entorno, los niños. Con esto la teoría puede penetrar en formas de relación independizándolas del objeto (o del sujeto), con el resultado, de que formas de relación más complejas –la comunicación, los sistemas– quedarán al descubierto en su carácter suprasubjetivo, es decir, que preceden a los sujetos. Vale la pena mencionar, de paso, que las ontologías de las sustancias y las esencias no manejaron ningún concepto para el entorno. Sólo hasta el siglo entra en consideración el concepto XVIII de medio (Milieu). Para Hegel el entorno, si se acepta esta terminología, es el autoproceso de extrañamiento del Espíritu, en el largo camino de reencuentros consigo mismo, mediante una síntesis superior (Aufhebung) 3. II. Sistemas sociales Los sistemas sociales son formas de relación comunicacional. Todas las realidades sociales, de cualquier rango, se encuentran preformadas por formas específicas de comunicación que las delimita frente a otras. Hacer una fila para la compra de boletos de cine es una forma de relación distinta a un seminario en la universidad, distinta a un grupo de personas asombradas ante un recién atropellado... El 1 Niklas Luhmann, Sistemas sociales, Lineamientos para una Teoría General, México, Alianza/ Iberoamericana, 1991, p. 39. 2 Niklas Luhmann,The form of writing, Stanford Literature Review, 1992, vol. 9.1, p. 25. 3 Véase Sistemas Sociales, op. cit., la nota 2 del capítulo Sistema y Entorno, p. 188. poder, la economía, el derecho, la educación son formas de relación comunicacional que preestructuran las interacciones sociales. 2.1 Sistemas autopoiéticos: Estos sistemas sociales son autopoiéticos. La expresión "autopoíetico" es una aportación conceptual decisiva del eminente biólogo chileno Maturana. Para él los sistemas vivos sobre todo son unidades cerradas, autopoiéticas: Lo que es peculiar en ellos es que su organización es tal que su único producto es sí mismos, donde no hay separación entre productor y producto. El ser y el hacer de una unidad autopoiética son inseparables y esto constituye un modo específico de organización... La característica más peculiar de un sistema autopoiético es que se levanta por sus propios cordones y se constituye como distinto del medio circundante (entorno) por medio de su propia dinámica de tal manera que ambas son inseparables... El mecanismo que hace de los seres vivos autónomos, es la autopoiesis que los caracteriza como tales1. Para Maturana los seres vivos –organismos– son autopoiéticos; para Luhmann lo son también los sistemas sociales. Los sistemas biológicos y los sociales, debido a su constitución intrínseca, son autorreferenciales e incluso autopoiéticos. En todas sus funciones se refieren a sí mismos y producen sus elementos constitutivos a partir de los elementos de los que están compuestos. Se producen y se reproducen así mismos. Sus operaciones y el modo de reproducción son por su misma naturaleza autónomos. La relación que entablan con el medio ambiente (entorno) la establecen según la medida de su forma de operación. La tradición filosófica y sociología ha reservado la autorreferencia para la conciencia de los sujetos: Según esto, la autorreferencia (en este caso lo más específico de la autopoiecidad. JTN) se presenta exclusivamente en el campo de la conciencia. Sin embargo, lo social nunca se puede reducir por completo a la conciencia individual, ni se puede captar como adición a los contenidos de la conciencia de diversos individuos, mucho menos como reducción de los contenidos de la conciencia a áreas de consenso: la experiencia de la irreductibilidad de lo social se integra en la constitución de lo social: es la experiencia de la autorreferencia de lo social 2. A la objeción que se le ha hecho a Luhmann de biologización de la sociología, responde: Si uno separa este concepto (el de autopoiesis. LV) del contexto bioquímico de las células y se la entiende, como el propio Maturana lo hace, como un sistema cuyos elementos se reproducen a partir de la red misma de los elementos, entonces uno sólo tiene que introducir en la palabra elementos conceptos químicos, psíquicos o sociales y tendrá por resultado una diversidad de sistemas autopoiéticos. Esto no constituye ninguna analogía, sino una operación de alta abstracción a partir de sistemas biológicos y sociales 3. Entendida desde los sistemas sociales –nuestro tema–, la autopoiesis establece una diferencia de contabilidad lógica entre sistema y entorno. El sistema no puede quedar influenciado por el entorno de manera causal-directa. Entre sistema y entorno se interpone una cámara ciega, que es la organización propia del sistema. Ningún input, por parte del entorno, puede aspirar a convertirse en output del sistema. Aquí están establecidos dos órdenes de comportamiento de distinto nivel que se estimulan mutuamente, pero cuyas causalidades permanecen diversas. El entorno alerta, sacude, despierta, 1 Humberto Maturana/ Francisco Varela, El árbol del conocimiento, Editorial Universitaria, Chile, 1984, pp. 28-30. 2 Niklas Luhmann, op. Cit., p. 436. 3 Entrevista a Luhmann, mimeo, México, 1991. perturba las potencialidades propias del sistema (gatilla dirían los chilenos Maturana y Varela), pero nunca determina ni influencia directamente. El modelo autopoiético es circular, por lo que no tiene sentido hablar ni de causas ni de efectos. Todo lo que ocurre en un sistema se encuentra determinado por su propia organización y no por las perturbaciones provenientes del medio ambiente. El sistema autopoiético no es teleológico –no opera en función de un fin–, se encuentra asociado a una historia mutua de cambios concordantes con el entorno. A este procedimiento se le llama “acoplamiento estructural” 4. Contra toda costumbre perceptual, lo ordinario, lo común, lo obvio no son sino formas cristalizadas de la garantía de observación del mundo, formas coaguladas de una tradición (¿historia?) autopoiética: nacieron de una respuesta específica del sistema y se establecen como formas de operación que podemos nombrar, a posteriori, correlación acoplada con el mundo. La acentuación de la autopoiecidad del sistema nos podría conducir de la mano a afirmar un solipsismo para los sistemas. Sin embargo, los sistemas no pueden operar sin un entorno. La permanente combinación de estímulos (entorno) y procesamiento autoestructurado de la información da por resultado una diferencia: sistema/entorno. Si se quisiera la definición más precisa de sistema, está puesta precisamente aquí: la constante diferencia que resulta del estímulo (entorno) y del autoprocesamiento (sistema). Los límites de un sistema social no son fijos ni físicos, sino límites abstractos, de sentido. En un convenio que establece la universidad con una institución extranjera, ¿dónde están establecidos los límites de la universidad?. La respuesta sólo puede ser dimensionada desde la categorización anterior: los límites de los sistemas sociales son límites de sentido; límites autoconstituidos (self-generated- boundaries). Sin embargo, la impresión contraria sigue siendo dominante: Con frecuencia los límites, por ejemplo, estatales están concebidos como límites en relación a otro Estado. Con todo, esto es cada vez más ilusorio, desde el momento en que las relaciones con el extranjero, económicas, políticas, científicas, educativas, ya no pueden ser definidas mediante los mismos límites. Con este tipo de exigencias, la definición de los límites se dirige hacia dentro del sistema y es ahí -al determinar sus límites por medio de su propio modo de operación y establecer todos los contactos con el entorno a través de distintos niveles de realidad-, que los sistemas clausurados operacionalmente muestran su aptitud 5. 2.2 Sistemas clausurados: Los sistemas, por tanto, son operativamente clausurados. Esta afirmación contundente deberá especificarse con más tecnicidad de la siguiente manera: estos sistemas para producir su unidad recurren a aquellas unidades ya constituidas en el sistema. Los sistemas sociales, por estar compuestos de pura comunicación, controlan sus propias posibilidades de afirmación o negación para la producción de sus elementos. Son sistemas basados en una operación recursiva de su propio cálculo, y la realidad no es para ellos más que la reproducción que se realiza en estos términos. Una vieja fórmula cibernética ilumina de manera plástica el significado de esta cerradura operativa (se trata sólo de un ejemplo que no se aplica directamente a los sistemas sociales) son cerrados en la producción de sus componentes, lo cual no niega apertura respecto a la incorporación de energía por parte del entorno. Los sistemas autopoiéticos son cerrados en su autopoiesis, y porque lo son han de estar abiertos respecto a la importación energética. Si se quiere una explicación más profunda, aunque con el riesgo de producir más oscuridad: Los sistemas autopoiéticos siempre son sistemas clausurados. Este término adquiere, sin embargo, un significado nuevo si se lo compara con la vieja teoría de sistemas. Ya no describe sistemas que existen cómodamente sin entorno, es decir, que se pueden determinar a sí mismos (prácticamente) por completo; se 4 H. Maturana, op. cit., p. 50. 5 Niklas Luhmann, op. cit., p. 53. refiere, más bien, a que tales sistemas pueden producir por sí mismos, como unidad, todo lo que utilizan como unidad, para lo cual recurren a aquellas unidades ya constituidas en el sistema. ¿Cómo se puede concebir este fenómeno en el caso de los sistemas de sentido y especialmente en el caso de los sistemas sociales? la respuesta a esta pregunta la encontramos en la "apertura" del sistema debida a la codificación lingüística, entendida esta como la duplicación de todas las posibilidades expresivas mediante una diferencia sí/no. De esta manera, el sistema crea para sí, adicionalmente una versión negativa del sentido, sin correspondencia con el entorno, es decir, que sólo se puede disponer en el camino del cálculo propio del sistema. Esta codificación estructura todas las operaciones del sistema, sin importar su contenido, como elección entre el sí y el no... El que un sistema de sentido permanezca clausurado se puede entender como control de las propias posibilidades de negación para la producción de 1os propios elementos. Cada cambio implica un no –aunque indeterminado– y su uso se puede condicionar. Este control conduce a un cálculo recursivo del cálculo y para este tipo de sistemas la realidad no es otra cosa que la reproducción que se realiza en estos términos6. Quien tuviera serias dudas acerca de la autorreferencialidad de los sistemas –aun los más mínimos– debería hacer la experiencia de irrumpir, sin preservar el orden, en una fila para comprar boletos del teatro. De inmediato se dará cuenta de que “no hay que llegar primero, sino hay que saber llegar” ... III. Sentido Los sistemas sociales operan en la dimensión del sentido. La pregunta de qué es el sentido es inabordable ya que la respuesta tiene que hacer uso del sentido para contestarla. El sentido se impone como mundo. Precede a todo lo que se pueda preguntar o saber sobre él. Los sistemas adheridos al sentido no pueden experimentar ni actuar sin sentido; no pueden dinamitar la remisión del sentido al sentido en la cual ellos mismos están implicados ineludiblemente. Dentro de la organización autorreferencial plena de sentido del mundo se dispone de la posibilidad de la negación, pero esta posibilidad, por su parte, sólo puede ser utilizada con sentido. Cualquier intento de negación de sentido presupondría, de una manera general, sentido y tendría lugar en el mundo. El sentido es pues una categoría innegable y sin diferencia (Sub. JTN). Su superación (Aufhebung) consistiría –en el más estricto de los sentirlos– en la aniquilación, y eso sería asunto de una instancia externa impensable 1. El individuo experimenta el mundo del sentido como algo ya constituido. Experimenta este mundo como lo social. Fuera de lo social ninguna realidad es operante. Esta forma de operar en el mundo no es garantía de objetividad en el sentido de si lo que se ha construido (ciencias, mitos, creencias, costumbres, etc.) corresponden cien por ciento a la realidad. El mundo del sentido no es el resultado exclusivo del animal rationale, sino también una variable de la evolución: Los sistemas psíquicos y sociales surgieron en el camino de la coevolución. Un tipo de sistema es entorno imprescindible del otro. Las razones de esa necesariedad radican en la evolución misma que posibilita ese tipo de sistemas. Las personas no pueden permanecer ni existir sin los sistemas sociales, y viceversa. La coevolución condujo hacia ese logro común que es utilizado por los sistemas tanto psíquicos como sociales. Ninguno de ellos puede prescindir de ese logro común, y para ambos es obligatorio como una forma indispensable e ineludible de complejidad y autorreferencia. A este logro evolutivo lo llamamos sentido2. ¿Qué significa que los sistemas sociales hayan coevolucionado? ¿No estamos, de nuevo, ante una teoría similar a la propuesta de un sistema vivo como el Cosmos de Platón, o un sistema consciente como el Geist de Hegel? En la representación estática de una instantánea, parecería que Luhmann propone que los sistemas sociales son capaces de tener vida propia, autorregulada e independiente de la 6 Niklas Luhmann, op. cit p. 442. 1 Sistemas Sociales, op. cit., p. 82. 2 Sistemas Sociales, op. Cit., p. 79. interpenetración humana. En otras palabras, que el sistema se le impone al hombre, independientemente de todos los deseos de éste para transformarlo; o, en una formulación de más indiferencia, que hombre y sistema llevan existencias paralelas. La interpretación que hace Lyotard, reza más o menos así: la teoría de sistemas propugna por una imagen idealizante de estabilidad y homogeneidad interna al sistema. El sistema, pues, con una existencia duramente coagulada e inmutable, enfrentando al hombre transido de deseos morales y estéticos, pero que no los puede realizar porque el sistema lo sobrepasa. Se le imputa a Luhmann sostener una especie de hipostación del sistema, problema análogo al de Marx con la idea de una especie humana –representada por el proletariado– que se constituye en sujeto de la historia universal. En Luhmann, el sistema sería el sujeto del mundo. El sistema como un sujeto constituyente no sólo con funciones metacognoscitivas sino que además abraza el conjunto de la vida práctica a todo lo largo y lo ancho de los actos de comunicación. Luhmann no lo piensa así. Los sistemas sociales son en primer término formas de comunicación y no sujetos trascendentales en el mundo. No requieren de una existencia hipostática o apelar a un sujeto para adquirir realidad de algún orden. Son, por así decirlo, otro orden de comunicación que no sigue los mismos lineamientos de la intersubjetividad lingüística; consisten en formas de comunicación que desarrollan códigos específicos y, justamente porque los sistemas sociales no son de orden tangible, lo que quiere decir que la economía, en este nivel evolutivo, no está conformada en primera línea por bienes materiales, ni la política por actos de violencia física, ni el amor por impulsos sexuales; justamente por eso el cambio social es de un orden extremadamente complejo. Para transformar realidades de magnitud universal, como la economía, la política, el derecho, la educación, la ciencia, la religión, existen márgenes evolutivos que no es posible manipular por medio de la planeación consciente, o con técnicas sofisticadas de decisión como el rational choice, y mucho menos con la simplicidad de una visión ético-moralista de los problemas. La dificultad estriba en que no se trata sólo de transformar órdenes tangibles, sino órdenes de comunicación. Si se propusiera dar un giro radical a la historia, nos estaríamos enfrentando a una tarea de proporciones semejantes a la transformación universal del lenguaje: renuncia a todo particularismo lingüístico, renuncia a la historia regional de giros, argot, slang; renuncia a la complejidad de símbolos fonéticos y acústicos, en aras de un medio de comunicación aséptico y estéril surgido de un consenso suprarracional y utópico3. Quienes reprochan a esta teoría un reduccionismo y que no hay campo en ella para la acción emancipadora del hombre, probablemente no han entendido la teoría. El mundo del sentido-e1 mundo social-no es sólo construcción del hombre. En ese mundo hay realidades emergentes, sinergias que escapan a la planeación consciente de la actividad constructora del ser humano. Esas realidades emergentes -los sistemas, sociales, por ejemplo– comienzan a tomar consistencia propia con la evolución. Probablemente la expresión que más pudiera acercarse a la esencia de la historia es que ésta no es nunca sólo el mérito del hombre, o sólo el efecto del destino azaroso de la evolución, sino un producto de ambos. En palabras de Norbert Elias: Es evidente que la civilización, como la racionalización, no es un producto de la ratio humana, no es el resultado de una planificación que prevea a largo término. Sería impensable que en la base de la paulatina racionalización se encontrara ya un comportamiento y una planificación racionales que actuaran a lo largo de los siglos... De hecho, nada en la historia demuestra que esta transformación se haya llevado a cabo de modo racional, por ejemplo mediante la educación adecuada de personas concretas o grupos de personas. En su conjunto, la transformación se produce sin un plan previo, aunque sigue un orden peculiar4. 3 Véase esto mismo pero más extensamente en mi artículo La Severidad de un Pensamiento Niklas Luhmann, Revista Umbral XXI. Dirección de Investigación y Posgrado, Universidad Iberoamericana, pp. 2 a7, aunque con errores graves de edición. 4 Norbert Elias, El Proceso de la Civilización, Investigaciones Sociogenéticas y Psicogenéticas, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1987, p. 449. El individuo se encuentra situado en el marco de un proceso cosmológico en el que existen dimensiones previamente establecidas. La historia social es una hendidura en dicho orden. El mundo del sentido es una operación de reducción que el hombre ha obtenido en conjunción con fuerzas que lo sobrepasan. Esta construcción no ha sido a placer, ni siquiera racionalmente calculada, sino una operación de alto grado de complejidad en la que el resultado es una mezcla de destino y de voluntad, de errores personales y de aciertos evolutivos. En esta teoría: El hombre es considerado como parte del entorno y no como parte del sistema social. Esto frecuentemente se ha entendido como si el ser humano no desempeñara ningún papel en esta teoría, como si se tratara de una magnitud descuidada. Quien llegue a esta conclusión no ha entendido el planteamiento. El objeto de la teoría es la diferencia entre sistema y entorno: que un sistema no puede existir sin entorno (lo que entre otras cosas quiere decir que el mundo no es un sistema) se comprende por sí mismo en razón de reflexiones lógicas o en razón del modelo cibernético general del condicionamiento (Ashby). En esta teoría el hombre no se pierde como entorno del sistema, sólo cambia la posición jerárquica de la que gozaba en la antigua teoría europea de la sociedad civil. Quien considera seriamente al ser humano como una unidad concreta y empírica formada física, química, orgánica y psicológicamente, no puede concebir al individuo como parte del sistema social. Para empezar, existen muchos hombres, cada uno distinto; entonces ¿qué se quiere decir cuando se habla del hombre? A la sociología tradicional que como teoría de la acción remite al "sujeto" habría que reprocharle que, precisamente ella, no toma en serio al ser humano cuando habla de él mediante construcciones nebulosas y sin referencias empíricas5. Esta teoría no cree en la revolución si por revolución se entiende: 1) la comprensión de las estructuras inmanentes de la formación social, y 2) si una vez comprendida la operación fundamental el hombre pudiera transformarlas radicalmente. La formación social no es sólo estructura sino un proceso superior de autopoiesis... Pero tampoco es esta una teoría que se quede paralizada ante lo inconmensurable de órdenes superiores como el de la evolución. Comprende con realismo, y hasta con cierta humildad, la función del hombre: la dotación de sentido en un mundo que lo sobrepasa. El hombre no puede quedar definido sólo por mecanismos de adaptación o de metabolismo, sino por una coacción especial hacia su propia autonomía, con el resultado de que simplemente dejaría de existir, aun en un entorno favorable, si en la reproducción de su realidad social no proveyera a sus acciones de la capacidad de sentido. Para esto podrían darse diversas estructuras, pero acaban por prevalecer sólo aquellas que se imponen a la tendencia radical de la desintegración. El mundo del sentido –como resumen– es parcialmente mundo del hombre y totalmente mundo de lo social. En Luhmann, por razones de posición teórica, estos dos mundos no coinciden punto por punto. Lo social no está construido a imagen y semejanza del hombre, sino que es el resultado de una coacción severa de procesos evolutivos: ...de esta necesidad (la coevolución de los sistemas psíquicos y sociales JTN) se deriva una tradición que sigue repercutiendo hasta ahora: que el hombre como animal social es parte de la sociedad, que la sociedad, por consiguiente, consta de hombres... Quien siga aferrado a dicha premisa y busque defender con ella un objetivo humanitario tiene que aparecer como adversario de la pretensión de universalidad de la teoría de sistemas6. El mundo del sentido tiene un estatus suprasubjetivo, es decir, precede a los sujetos. Por más temor que inspire la comparación, Luhmann considera al sentido en el mismo renglón de universalidad con el que Hegel miraba al concepto de Espíritu: 5 Niklas Luhmann, op. cit., p. 17. 6 Niklas Luhmann, op. cit. p. 79 nota 1.

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