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SOBRE MICROBIOS Y HUMANOS Notas breves sobre la extraña relación que han mantenido los microorganismos y los seres humanos a lo largo de la historia PDF

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SOBRE MICROBIOS Y HUMANOS Notas breves sobre la extraña relación que han mantenido los microorganismos y los seres humanos a lo largo de la historia Mario L. Vilaró Ilustración de tapa y contratapa: Torbellino de vida aquí y alla, Exploración (técnica mixta) Autora: María Claudia Manggini Vilaró, Mario L. Sobre microbios y humanos : notas breves sobre la extraña relación que han mantenido los microorganismos y los seres humanos a lo largo de la historia . - 1a ed. - Córdoba : Brujas, 2014. E-Book. ISBN 978-987-591-540-4 1.Microbiología. I. Título CDD 579.09 © Mario L. Vilaró © Editorial Brujas 1° Edición. Impreso en Argentina ISBN: 978-987-591-540-4 Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa, puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de gra- bación o por fotocopia sin autorización previa. www.editorialbrujas.com.ar [email protected] Tel/fax: (0351) 4606044 / 4609261- Pasaje España 1485 Córdoba - Argentina. Agradecimientos A la profesora María Elena Tarbine por su dedicación, profesionalismo y oportunos consejos durante la lectura y corrección del texto. A Laura Decca, Marina Bottiglieri, Marta Rocchi y la comisión directiva de la filial Córdoba de la Asociación Argentina de Microbiología, por haber creído una vez más en este proyecto. A la Asociación Argentina de Microbiología por haber aceptado auspiciar este libro. A la artista María Claudia Manggini por haber realizado las pinturas de la portada y contratapa de este libro, y haber aceptado el desafío de expresar en obras de arte la esencia de la microbiología A la vida… por haberme dado tanto. Sobre microbios y humanos (A modo de introducción) Si existe una relación entre grupos biológicos dife- rentes que sea íntima y duradera, es, sin dudas, la que hay entre microbios y seres humanos. Los microbios son los pri- meros seres vivos con los que tenemos contacto al nacer y serán los últimos en acompañarnos cuando dejemos este mundo. Mal que nos pese tenemos que aceptarlo. Como en cualquier relación que se precie de tal, no todo es un lecho de rosas. Se trata de un vínculo en el que no escasean los vaivenes entre acuerdos debidos a necesidades vitales mutuas y desacuerdos con consecuencias, a menudo, fatales. Entre un extremo y otro, el lazo se presenta jalo- nado por una dilatada gama de matices en la que hay para todos los gustos. Cuando el hombre descubrió la existencia de un mundo microscópico, y a poco de vencer la sorpresa y el descreimiento ante la aparición de un pequeño universo que 7 | Mario L. ViLaró escapaba fuera de la dimensión humana, se sintió intrigado por comprenderlo y estudiarlo. De allí en más, la relación biológica milenaria se trasladó al plano del conocimiento y algo que había existido desde siempre, comenzó a ser anali- zado desde un ángulo intelectual y racional. Dicho de otra forma, el hombre convivió millones de años con los micro- bios, pero cuando supo de su existencia, fue necesario no solo aceptarlos, sino también comenzar a entenderlos. El nacimiento de la microbiología como ciencia ha recorrido un intenso camino a pesar de su corta edad. Y en ese trayecto, las grandes desavenencias han ocurrido debi- do, más que nada, a la incapacidad del hombre para com- prender la magnitud del fenómeno biológico que se abría ante sus ojos. Los interrogantes y desafíos fueron tantos y tan complejos, y lo siguen siendo, que hacen que el ser hu- mano se sienta pequeño ante tamaña inmensidad por descu- brir. Podríamos pensar, a la sazón, que la relación humano- microbio ha abandonado la perspectiva estrictamente bioló- gica y ha tomado un cariz en el que se han puesto en juego muchas de las pasiones y virtudes humanas, conformando así un conjunto de curiosas historias que exceden el plano meramente científico. No ha sido fácil para los naturalistas comprender que, en gran medida, la existencia del mundo tal como lo conocemos depende del rol que desempeñan seres micros- cópicos aparentemente insignificantes. Ello ha conducido a que la arrogancia humana de considerarse el rey de la crea- ción, haya tenido que rendirse ante la evidencia de que un grupo biológico, a su entender rudimentario, presente una complejidad fisiológica, ecológica y funcional fascinante. | 8 Sobre MicrobioS y huManoS Continuando con la temática de mis libros anterio- res, en esta oportunidad se intenta abordar la problemática de esas historias en las que, tanto microbios como huma- nos, sostienen una relación mucho más estrecha de lo que el hombre está dispuesto a aceptar, aunque se esmere en avanzar hacia el conocimiento de los tantos secretos que atesoran los microorganismos. Este texto no tiene más aspiraciones que transfor- marse en una lectura coloreada por algunas curiosidades, refrendada por hechos históricos, y salpicada por otros tan- tos comentarios que poco tienen ver con la microbiología. Los caminos intelectuales que se transitaron, en es- pecial al hacer ciertas asociaciones entre microbios y otras artes del ser humano, carecen del suficiente sustento acadé- mico para ser consideradas como relevantes. Se trata, sim- plemente, de especulaciones ligeras y, quizás, más influen- ciadas por los sentimientos que por la razón. Ignorados, vilipendiados, incomprendidos, desprecia- dos, los microbios forman parte, inexorablemente, de nues- tra vida y deberían ocupar un lugar más elevado en nuestro reconocimiento. Sería atinado que lo aceptásemos y reconociésemos. Mario L. Vilaró Marzo de 2014 9 | I ¡Agar agar… qué grande sos! (Sobre el descubrimiento de algo tan simple que revolucionó la microbiología) Una de las mayores preocupaciones de los microbió- logos por el año 1870 era la de conseguir la reproducción de microorganismos a gran escala. La teoría microbiana se basaba en ello, en especial para poder confirmar que los gér- menes eran los causantes de muchos procesos biológicos, entre ellos las enfermedades infecciosas. La clave era en- tonces poder obtenerlos de manera artificial. Louis Pasteur usaba medios de cultivo de origen humano como orina, hu- mor vítreo o líquido ascítico. El principal problema es que estas sustancias estaban a menudo contaminadas, lo que ha- cía que los cultivos fuesen difíciles de interpretar. Algo que por nuestros días parece tan obvio no lo era tanto para los primeros microbiólogos. Ante ese inconveniente era fundamental aislar el or- ganismo en cultivo puro para poder determinar si se trataba del responsable de una determinada infección. La única so- 11 | Mario L. ViLaró lución disponible era diluir los caldos de cultivo hasta poder lograr que quedase “una sola bacteria por tubo” y multipli- carla para obtener una población originada a partir de un ancestro único. Con ese criterio, la bacteria causante debería ser en- contrada en la mayoría de los tubos y los contaminantes quedarían en el camino, consecuencia de las numerosas di- luciones a las que había sido sometida la muestra original. Joseph Lister fue el primero en usar la técnica de las diluciones. Esta metodología era laboriosa, aleatoria y com- plicada para realizar. No obstante se comenzaba a gestar un concepto que llega hasta nuestros días: el del germen pre- dominante; claro está que, al carecer de los conocimientos que disponemos hoy, no podemos negar que surgió un ra- zonamiento lógico. Se imponía entonces el uso de algo más preciso y práctico, diferente del medio de cultivo líquido. El botánico alemán Oscar Brefeld en 1872 usa la ge- latina para solidificar los medios de cultivo, y logra recupe- rar colonias de hongos. En el mismo año, Joseph Schroeter, médico alemán que en sus ratos libres despuntaba el vicio de la micología, cultiva las primeras colonias bacterianas sobre rodajas de papa, y luego obtiene resultados similares ensa- yando pasta de almidón, pan y albúmina de huevo coagula- da. Al utilizar diferentes soportes nutricionales, Schroeter sugiere que es posible diferenciar los microorganismos por el aspecto de sus colonias y su capacidad de crecer sobre distintos sustratos. Aunque a comienzos del siglo XIX Bizzio había in- formado la presencia de “colonias sangrantes” sobre la po- lenta, es Schroeter el que habla de colonias “cromogénicas” | 12 Sobre MicrobioS y huManoS o provistas de color. El medio sólido se había transformado en una herramienta muy útil que subsanaba las deficiencias del método de las diluciones en líquido. Estalló entre los científicos una fiebre en la búsqueda del medio ideal y se comenzó a probar todo tipo de soporte sólido bajo la sola condición de que pudiese brindar una superficie lo suficien- temente firme para obtener colonias bacterianas aisladas. Entra en acción otro de los ilustres desconocidos de la microbiología, el médico alemán Walter Hesse. Hesse trabajaba en el laboratorio de Robert Koch, es- tudiando la calidad del aire y del agua. En esa época, Koch estaba gestando la idea que daría origen a sus famosos pos- tulados que explicarían el mecanismo de transmisión de las enfermedades infecciosas, y sostenía que uno de los posibles vectores era el aire, aunque no había podido demostrarlo aún. En esa línea de investigación se dedicaban a filtrar aire haciéndolo pasar por membranas que luego eran cultivadas sobre gelatina. El principal problema era que la gelatina te- nía la tendencia a fundirse durante los meses de verano e in- cluso algunos microorganismos la degradaban, lo que hacía imposible recuperar e individualizar sus colonias. La esposa de Hesse, Angelina Fannie Eilshemius, to- talmente desconocida para la mayoría de los microbiólogos, y cuya principal virtud era la de ser una excelente cocinera, es quien va a cambiar el rumbo de la historia. “Lina”, como la llamaba cariñosamente su marido, era aficionada a la ela- boración de dulces a base de una vieja receta para lograr que sus preparaciones adquiriesen firmeza. En ella se usaba como agente gelificante el extracto de un alga traída del Lejano Oriente. 13 |

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